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Fukushima y Chernobyl desafían a la OMS

Fuentes: IPS

La catástrofe nuclear de Fukushima, en Japón, y el 25 aniversario del desastre en la central atómica ucraniana de Chernobyl desnudaron contradicciones en el papel desempeñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que miembros de la sociedad civil se encargaron de subrayar. Una coalición de organizaciones no gubernamentales, llamada «Por la Independencia de […]

La catástrofe nuclear de Fukushima, en Japón, y el 25 aniversario del desastre en la central atómica ucraniana de Chernobyl desnudaron contradicciones en el papel desempeñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que miembros de la sociedad civil se encargaron de subrayar.

Una coalición de organizaciones no gubernamentales, llamada «Por la Independencia de la OMS», sostiene que esa agencia multilateral nunca mostró autonomía en sus decisiones y acción para cumplir con el mandato de proteger y curar a las víctimas de fugas radiactivas.

Los denunciantes atribuyen la alegada inactividad de la OMS a un acuerdo que suscribió en 1959 con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), entidad hermana dentro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero dedicada a promover la industria nuclear. En ese acuerdo, sostiene la coalición no gubernamental, la OMS se privó «de toda autonomía y de medios para proteger a la población de las contaminaciones radiactivas».

La OMS debería romper ese vínculo, «esa relación incestuosa» que tiene con la AIEA, dijo a IPS el periodista suizo de origen ruso Wladimir Tchertkoff, que ha realizado siete filmes documentales televisivos sobre las consecuencias de Chernobyl. Pero la hermandad entre las dos agencias es desigual, pues la AIEA depende del Consejo de Seguridad de la ONU, y la OMS, de su Consejo Económico y Social, un órgano de menor jerarquía.

El acuerdo de mayo de 1959 obliga a las partes a consultarse mutuamente antes de emprender un programa o una acción que presente aspectos de interés para una de las asociadas. También establece restricciones para salvaguardar el carácter confidencial de determinados documentos.

En ese cuadro, «el lobby nuclear ha conseguido que la OMS renuncie a ocuparse de las víctimas de las catástrofes atómicas», observó el académico suizo Jean Ziegler, que ocupa actualmente la vicepresidencia del comité asesor del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

En concordancia con ese acuerdo de 1959, la posición de la OMS indica que, «cuando hay un accidente nuclear, nosotros no nos ocupamos de las víctimas, es la agencia nuclear la única competente», dijo Ziegler a IPS. Eso es totalmente escandaloso porque determina que haya miles de personas muertas que hubieran podido ser salvadas, insistió.

Esta circunstancia «renueva nuestra sospecha de que el lobby nuclear está bien establecido en esta casa», apuntó, señalando la sede de la agencia sanitaria, ante la cual se desarrollaba la entrevista.

La última estimación de víctimas de Chernobyl divulgada por las dos agencias data del 5 de septiembre de 2005 y menciona unos 50 muertos y alrededor de 4.000 casos de cáncer.

La coalición Por la Independencia de la OMS califica esas cifras de «irrisorias» porque no toman en cuenta el estado de salud de los niños, hasta 80 por ciento de ellos afectados en zonas contaminadas, ni el número de muertos e inválidos entre los 600.000 y un millón de «liquidadores», como se llamó a quienes acudieron a evitar una catástrofe aun mayor en Chernobyl.

Tchertkoff recordó que el estudio «Chernobyl: Consequences of the Catastrophe for People and the Environment», traducido del ruso y publicado en diciembre de 2009 por la Academia de Ciencias de Nueva York, estimó en 985.000 la cantidad de muertos por la catástrofe en todo el mundo, entre el día de la explosión del reactor 4 de la central, el 26 de abril de 1986, y 2004.

Una declaración emitida por el gobierno de Belarús en 2000 aseguró que un año antes del estallido del vecino reactor de Chernobyl, el estado sanitario de la población infantil de ese país, entonces Bielorrusia, mostraba que 80 por ciento gozaba de buena salud.

Pero las cifras se habían invertido 14 años más tarde, cuando sólo 20 por ciento de los niños se encontraban en buen estado y 80 por ciento tenían signos de enfermedades.

Las organizaciones de la coalición «Por la Independencia de la OMS» mantienen desde el 27 de abril de 2007 una guardia permanente frente al acceso a la sede central de la agencia en esta ciudad.

Todos los días laborales, desde las ocho de la mañana y durante 10 horas, activistas de ese grupo reclaman la revisión del acuerdo de 1959 con la AIEA y demandan que la OMS cumpla su misión de llevar el estado de la salud de todos los pueblos a los niveles más altos posibles. Sin embargo, Tchertkoff se mostró escéptico. La OMS no puede hacer mucho porque es víctima de una situación creada, sostuvo.

Ante el accidente de Fukushima, que comenzó el 11 de marzo con el terremoto y tsunami en la costa noreste de Japón y que todavía no ha concluido, la OMS no sabe qué hacer, afirmó. «No tiene personal capaz de afrontar esta cuestión. Dispone apenas de cinco personas, de las cuales solamente dos son graduadas universitarias, pero sin experiencia alguna», agregó. Tchertkoff mencionó las polémicas desatadas por las políticas de la OMS durante la pandemia de gripe de 2009, en particular sobre la fabricación y distribución de vacunas y medicinas contra ese mal.

Ziegler insistió en que la OMS está infiltrada por el lobby nuclear y también por la industria farmacéutica. Recordó que una comisión investigadora, creada por la directora Gro Harlem Brundtland (1998-2003), comprobó que algunos funcionarios de la organización eran pagados por la industria tabacalera, mientras la agencia debatía una el Convenio Marco para el Control del Tabaco, finalmente aprobado en 2005.

Tchertkoff cree que en la OMS conviven dos tendencias. Una estima que si las circunstancias se siguen precipitando como en las últimas semanas, se hace necesario que la organización vuelva a discutir sus políticas en materia de radiación nuclear. El otro grupo sostiene que si se reabre el debate significará una confesión de «que nada hemos hecho durante las últimas décadas», indicó. «Es lamentable una cuestión intestina de tal naturaleza en momentos en que nos enfrentamos a Fukushima, Chernobyl y a todas las centrales nucleares del mundo, rodeadas por unos 410 millones de personas que viven en un radio de 30 kilómetros de esos focos de peligro», concluyó.

No fue posible conseguir la réplica de la OMS sobre estas acusaciones, pese a la solicitud de entrevista a la directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la agencia, María Neira.

Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=98063