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Trump extiende la guerra secreta y los asesinatos a control remoto

Game of drones

Fuentes: Rebelión

El presidente Donald Trump autorizó a la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) a realizar ataques con drones o aviones no tripulados contra objetivos enemigos en el marco de «misiones antiterroristas», informó el pasado lunes 13 de marzo The Wall Street Journal. Para muchos esta noticia no aporta ninguna novedad, ya que los […]

El presidente Donald Trump autorizó a la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) a realizar ataques con drones o aviones no tripulados contra objetivos enemigos en el marco de «misiones antiterroristas», informó el pasado lunes 13 de marzo The Wall Street Journal.

Para muchos esta noticia no aporta ninguna novedad, ya que los bombardeos indiscriminados a civiles por parte de drones han sido denunciados en numerosas ocasiones durante los últimos años. Organizaciones como Amnistía Internacional o la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) se han sumado a las protestas contra los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Israel, acusándolos de estar detrás de la matanza de personas inocentes, «víctimas colaterales» de este tipo de agresiones. Así, se han acumulado diversas y contundentes pruebas que ratifican estos hechos y que, por estar vedados debido al involucramiento de funcionarios pertenecientes la alta política mundial, como Barak Obama, han recibido muy poca atención o directamente pasaron desapercibidos para muchas corporaciones mediáticas y, por ende, para la opinión pública mundial.

Lo cierto es que, a partir de la acción impulsada por la administración Trump, la vulnerabilidad de los civiles que habitan zonas o países en los que el terrorismo tiene cualquier tipo de presencia, se encuentra en peligroso aumento. Con la prerrogativa que el presidente norteamericano acaba de otorgar a la CIA ésta ya no necesitará el permiso del Pentágono o de la Casa Blanca para decidir sobre los bombardeos realizados por aviones no tripulados.

Anteriormente, la Agencia de Inteligencia sólo estaba facultada para utilizar drones en operaciones de espionaje, vigilancia y detección de objetivos; mientras que era sólo la Fuerza Aérea, representada por el Departamento de Defensa, la que estaba legalmente autorizada para perpetrar tales ataques. Esta división de tareas se justificaba en el hecho de que la CIA no está obligada a informar públicamente sobre sus actos, lo contrario a lo que sucede con las acciones llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas, quienes deben ineludiblemente y si es necesario, rendir cuentas ante el Congreso y la Justicia.

En los hechos, un manto de impunidad se extenderá sobre todas las acciones del organismo de inteligencia más grande y poderoso del mundo, lo cual refleja que los límites legales en Estados Unidos y el derecho internacional, en lo que respecta a esta materia, son válidas sólo como acción de propaganda e imagen pública.

Se trata también, de una contramedida destinada a evitar los crecientes escándalos protagonizados por distintos generales y secretarios de Defensa que han tenido que presentar incómodas explicaciones públicas ante el Congreso y los medios de comunicación, luego de la exposición de crímenes políticos y de guerra. Esta situación se ha dado como consecuencia de las numerosas filtraciones e investigaciones periodísticas que han salido a la luz en el último tiempo.

Decenas de documentos clasificados sobre este tema fueron publicados por el medio norteamericano The Intercept en 2013. Los mismos arrojaron pruebas de la existencia del «Programa de asesinatos selectivos» operado por la CIA en forma paralela a las tareas del Pentágono. Dicho informe reveló que en 2012 el entonces presidente Obama había aprobado el asesinato de 20 personas en Yemen y Somalia. Resulta que en estos dos países más de 200 civiles murieron como víctimas de ataques perpetrados por aviones no tripulados ese año, según la Oficina de Periodismo de Investigación [i] .

Es menester señalar que, inclusive siendo estos ataques «exitosos» y «transparentes», lo cual implica que los mismos se perpetren sólo contra «terroristas probados», y los casos sean públicos y legales, se sigue tratando de hechos aberrantes. Un gobierno se abroga el derecho de asesinar personas en el extranjero, sin juicio previo, sin defensa por parte de los condenados, sin tribunales, sin pruebas y, peor aún, en el contexto de una guerra fabricada o generada directa o indirectamente por la misma administración.

Al tercer día de tomar el poder como presidente de los Estados Unidos, Barak Obama autorizó por primera vez un ataque perpetrado por un avión no tripulado en Pakistán que acabó con la vida de un jefe tribal no vinculado con el terrorismo y de cuatro integrantes de su familia, incluyendo dos niños. Casos como estos se acumulan de a cientos.

La CIA, el Pentágono y la Casa Blanca asesinan seres humanos por el mundo de forma indiscriminada y secreta. A partir de ahora, con este «permiso» las consecuencias serán más catastróficas.

Los asesinatos selectivos «a control remoto» existen desde hace más de 15 años cuando las armas inteligentes se convirtieron en instrumentos esenciales de la «guerra contra el terror», inaugurada a partir del 11-S. Durante los ocho años de Bush Junior en el poder hubo 48 ataques con aviones no tripulados, mientras que a los cinco años de mandato Obama ya sumaba más de 390 ataques en Pakistán, Irak, Afganistán, Yemen y Somalia, que provocaron entre 4.000 y 5.000 muertos (gran parte de ellos, civiles).»Obama creyó encontrar en los drones la fórmula ideal para dar continuidad a la guerra contra el terror de Bush, y evitar el rechazo cada vez mayor que en Estados Unidos provocaba la muerte de miles de jóvenes soldados en Irak y Afganistán» [ii] .

A sólo días de asumir al frente de la Casa Blanca, Trump ordenó su primera embestida con drones en Yemen, lo que constituyó la primera incursión de su administración en el extranjero. La operación estaba dirigida contra supuestos terroristas de Al Qaeda, aunque según los testimonios recogidos por un reportero de Middle East Eye [iii] , varias de las víctimas mortales que sumaron alrededor de 25, eran jeques tribales y no tenían relación con la organización yihadista. Mayor certeza sobre esta afirmación nos da el informe local, que incluye entre los asesinados por el ataque a varios niños: Ahmed Abulellah al-Thahab, 11 años; Naser Abdullah al-Thahab, 13; Mirsal Abdu Rabo al-Ameri, 6; Asma Fahd al-Ameri, una bebé de tres meses; Abdullah Ahmed al-Zubah, 16, y Nawar Anwar al-Awlaqi, 6. No hay mucho más que explicar…

La disposición adoptada por el presidente Trump no es sólo un cheque en blanco para la guerra secreta y el asesinato descarado de civiles a lo largo y ancho del planeta, constituye además un peldaño en la cadena evolutiva de la tecnología bélica y una prueba de que no es el derecho o la ley los que impiden o limitan los crímenes de guerra, sino los propósitos bélicos de los Estados más fuertes, los que dictan y adecuan las normas nacionales e internacionales, a costa de miles de millones de vidas inocentes. El futuro no es esperanzador. Se trata de una maquinaria que no para de extenderse dentro de la industria tecnológico-militar debido a su atroz eficacia. Mientras tanto, los poderosos del mundo acumulan y centralizan su poder, legalizando más y más el horror de la guerra.

Notas

[i] www.thebureauinvestigates.com/stories/2017-01-01/drone-wars-the-full-data

[ii] «Drones. La muerte por control remoto», Roberto Montoya

[iii] «Una noche de terror» Nasser al-Sakkaf, Middle East Eye http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222765

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.