La inesperada, y a la vez, sorpresiva designación de Héctor Valer como nuevo Primer Ministro del gobierno de Pedro Castillo, aleja cada vez más el apoyo y respaldo que venían expresando diversos sectores de izquierda que no han dudado en catalogar a este nuevo gabinete como de derechas y ultraconservador.
Valer, quien se considera aprista, es una figura que ha transitado por diversos partidos políticos, militando en su juventud en el APRA, pasando luego por Unión Por el Perú, Perú Nación y recientemente por Renovación Popular, partido que postuló a la Presidencia de la República a Rafael López Aliaga, un excéntrico líder de derecha y ultraconservador, al estilo Bolsonaro de Brasil.
Electo congresista por Lima, y antes de asumir funciones, el nuevo Primer Ministro es expulsado de su grupo parlamentario por “desleal”, y empieza su acercamiento a Perú Libre y al Gobierno de Pedro Castillo.
Todo indica que la denominación de “tránsfuga” le cae como la guinda al pastel, ya que esa ha sido la constante en su actividad política, virando de una orilla a otra, dependiendo de adonde “soplen” los vientos.
Pero echarle la culpa a Valer de su designación es no querer ver el fondo del problema, que es el viraje del Gobierno a posturas de derecha y ultraconservadoras en todo lo relacionado con los derechos civiles o de familia.
La salida de los ministros Pedro Francke de Economía y Anahí Durand de La Mujer, ambos del partido aliado Nuevo Perú, es un mensaje claro de adonde apunta el Gobierno del presidente Castillo, que es desmarcarse de la izquierda y a partir del “cuoteo” y “repartija” política de ministerios con partidos con representación parlamentaria de derecha, tratar de evitar una nueva iniciativa o propuesta de vacancia presidencial.
Al fin de cuentas, lo que se necesitan son votos para “salvar” al Gobierno y lograr mantener las riendas del Estado, sin embargo, el precio es alto y muy arriesgado, ya que no sólo se trata de sobrevivir a las intentonas golpistas, sino y, sobre todo, de darle un rumbo y una orientación clara al Gobierno para plasmar las grandes reformas políticas y estructurales que el país necesita y por las cuales el pueblo voto.
Lo preocupante del asunto, sin embargo, es que se han cumplido seis meses de gobierno y ya va el tercer gabinete ministerial que cae, pasando del infantilismo de izquierda liderado por el congresista Guido Bellido de Perú Libre, a uno liderado por Héctor Valer que se reclama aprista e integrante del ala mas conservadora de la Iglesia Católica como el Opus Dei.
No cabe duda que con esta reconfiguración del gabinete ministerial, el presidente Pedro Castillo acaba abandonando las promesas de cambio que impulsó en su campaña electoral y por las que obtuvo el respaldo del pueblo peruano y de los diversos partidos y movimientos de izquierda. ¡La historia se repite, pero esta vez como tragedia!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.