La historia de la guerra contra las maras no se la cree ni el Papa, solo los salvadoreños.
Hace algunos años, cuando se les mencionaba a los salvadoreños que su presidente también estaba negociando con las maras, estos respondían que no era cierto y argumentaban que no había pruebas de esta negociación. Cuando los periodistas, atrevidos, de EL FARO hicieron varias investigaciones y descubrieron las pruebas, fotos, filmaciones, libros de presencia encontrados en las cárceles, estos fueron expuestos como pruebas. Nunca hubo una respuesta oficial a estas afirmaciones y quienes se atrevieron a desvirtuar las pruebas dijeron que eran montajes. Habría que esperar el sábado 26 de marzo de 2022, el día más violento en la historia reciente de El Salvador, que dejó más de 62 salvadoreños asesinados en tres días, según el balance preliminar presentado por la Policía Nacional Civil.
Desde este sábado 26 de marzo de 2022, la historia de la negociación entre las maras y el gobierno cambió de rumbo. Por un lado, el gobierno declaró la supuesta guerra contra las maras y decretó el estado de excepción. Y, por otro lado, las maras buscaron los canales para aclarar las razones de los asesinatos. ¿Fue el alza de muertes la que provocó la guerra contra las maras? ¿Fue el rompimiento de la negociación con las maras? ¿Fue la pérdida de popularidad del presidente, demostrada en las últimas encuestas? ¿O simplemente era el inicio de la campaña electoral?
Analicemos esta situación desde esta cuatro preguntas para ver si podemos encontrar la verdadera razón de esta guerra que se desarrolla, no en contra de las maras, pero sí contra el pueblo. Las afirmaciones de los mareros, luego iniciada la supuesta guerra, nos muestran que entre los mareros existen dos versiones. Por ejemplo, los de la Barrio 18-Sureños en una información transmitida a un periódico aseguraron desconocer quiénes fueron los asesinos, por lo que según ello se desligaron de esas acciones y lamentaron y condenaron ese derrame de sangre. Dijeron que en ningún momento han estado coordinando, con ninguna de las otras organizaciones del país, esos asesinatos. Hasta esas declaraciones nadie había reivindicado la matanza, pero en El Salvador pocos dudan que las maras o pandillas, que llevan décadas matando, extorsionando y dominando territorios, están detrás de estos hechos. Habría que esperar casi dos semanas después de los asesinatos para que miembros de las otras maras (Mara Salvatrucha o MS-13) declaran que la matanza se debió a que se rompió la negociación entre ellos y el gobierno y aseguraron que estas muertes fueron en respuesta a algunas capturas de cabezas de las maras. Uno de los puntos en esta negociación era no capturar a las cabezas de las maras. Es en ese momento que las pruebas de esta negociación entre el gobierno y las maras comenzaron a confirmarse públicamente. Además, aseguran que dicha negociación se iniciara en diciembre de 2019.
El 27 de marzo, el gobierno logró que el Congreso aprobara un estado de excepción, que entre otras cosas limita la libertad de los medios de comunicación a difundir mensajes o comunicados de las pandillas. ¿Por qué de esta acción por parte del gobierno? ¿En verdad era una guerra contra las maras? ¿Por qué si el Plan Control Territorial era un éxito hoy le declaraba la guerra a las maras? Había algo que no cuadraba en esta historia y es que dentro del estado de excepción se limitaba la libertad de los medios a difundir mensajes y comunicados de las maras. ¿Será que el gobierno temía que los mareros hablarán de las negociaciones entre su gobierno y las maras?
A los militares no les costó mucho dar con el paradero de los supuestos mareros. Inmediatamente, comenzaron a capturar a decenas de ciudadanos. En un principio el requisito para ser detenido era tener un tatuaje, no importaba si el tatuaje no tenía una relación con los mareros. El otro requisito era ser joven y vivir en los territorios de los mareros. Mes y medio después del decretado del estado de excepción, las capturas fueron un éxito por la rapidez en que actuaron los policías. Además, por el método de imponer a cada puesto de policía una cantidad específica de ciudadanos que deberían capturar. Aquí otros errores del gobierno, en una guerra donde el enemigo es desconocido no se le puede pedir a la policía, mucho menos al ejército, que capture cierta cantidad de mareros por día. Como si se tratara de demostrar la efectividad de la policía. Allí comenzaron a cometer las violaciones a los derechos humanos. Para cubrir la cuota ya no capturaban a los tatuados o solo a los jóvenes, empezaron a capturar personas de la tercera edad e incluso a todo tipo de personas bien conocidas por su comunidades. Si la guerra contra las maras hubiera sido el alza de asesinatos por parte de las maras, la estrategia implementada por el gobierno debería de haber sido mandar a capturar a los responsables de esos asesinatos. De esa manera, tanto el gobierno como la policía demostrarían que su Plan Control Territorial era una realidad. La guerra entonces respondía a otra cosa.
El estado de excepción tenía otro objetivo, el de silenciar el rompimiento de las negociaciones entre el gobierno y las maras. Y lo dijeron claramente, el estado de excepción limita la libertad de los medios de comunicación a difundir mensajes o comunicados de las pandillas. De no haber sido por el periódico EL FARO la información sobre el rompimiento de la negociación no se hubiera revelado. Pero allí había otra cosa que no cuadraba, si bien una parte importante de las maras se adjudicaron los asesinatos y otros no, entonces porque el gobierno respondió con la guerra, una guerra que no cuadraba en ningún aspecto de las guerras que se conocen. Una guerra donde los policías sabían el domicilio de cada marero. Una guerra donde no hubo ninguna resistencia por parte de los mareros. Una guerra donde supuestamente se persigue a 80 mil miembros y donde no se han confiscado ni 50 armas. Y, sin embargo, se dice que han desmantelado unos 100 escondites de los mareros. Y ojo, los mareros desaparecieron y desde entonces no ha habido asesinatos. Puede que los despliegues de policías hayan causado temor y por eso no hay respuesta de los mareros. La no respuesta de las maras frente a las capturas de su gente, de sus amigos y familiares nos hace sospechar que aquí hay algo más. Y si nos es así, cómo es que las maras no están tan organizadas como lo pensábamos y nos son tan grandes, en números, como lo afirma el gobierno. Esto lo confirma el hecho de que cientos de familiares dicen que sus hijos, padres y familiares capturados no son mareros. ¿Será que esto es parte de las negociaciones y que esta guerra es solamente para levantar la imagen del presidente porque las últimas encuestas habían perdido popularidad?
Este escenario de intentar subir su popularidad, con la guerra, no podría ser otra cosa. El presidente ganó las elecciones bajo la bandera de hacer desaparecer la violencia y las muertes. La gente estaba cansada de los asesinatos, el pago de rentas y sobre todo el control que ejercían de la población en las colonias donde tienen presencia. Y todo el pueblo sabe que el Plan Control Territorial es simplemente un discurso para decir que están haciendo algo en el combate contra las maras. Veamos porque el presidente estaba perdiendo popularidad. La pandemia casi desapareció y con ello desapareció el discurso del país que mejor combatió la pandemia. Y digo discurso porque en la práctica la pandemia fue mal atacada y si no hay que ver cuantos médicos y enfermeras murieron por falta de los implementos de protección para los que estaban trabajando en la primera línea del combate al virus. A eso agregarle que las informaciones de los muertos durante la pandemia fue un secreto y los números que daban nunca coincidieron con la cantidad de muertos que salían de los hospitales y los números que manejaban los médicos. Otra de las cosas es que durante este periodo casi todos los ministerios que tuvieron que ver con las compras de insumos para el combate a la pandemia desarrollaron una corrupción escandalosa. Las acusaciones que venían del gobierno de los Estados Unidos sobre la corrupción en el gobierno salvadoreño también hicieron que el presidente perdiera popularidad. Hay mucho más, pero quedémonos en con último detalle el Bitcoint, después de gastar millones de dólares en publicidad este era un total fracaso. Había que desarrollar una estrategia para levantar la popularidad del presidente. Las ideas del nuevo aeropuerto, el nuevo estadio o el tren ya no pasaban frente a la población. Por otro lado, el gobierno controla todas las estructuras gubernamentales y la estrategia de culpar a los otros de sus males tampoco funcionaba. Con este panorama de pérdida de popularidad era necesario crear una estrategia que durará el tiempo necesario para lanzar su candidatura.
Nada absolutamente nada le ha funcionado desde que llegó al poder. Por eso, iniciar una campaña presidencial donde se justifique su reelección tendría que pasar primero por una acción donde convenza a la población, que mismo si es ilegal presentarse como candidato, el pueblo lo aclamaría para que él continúe gobernando. Recuérdese que este es el discurso del presidente, yo tengo el apoyo de toda la población salvadoreña, porque fue la población que me eligió para gobernar. La supuesta guerra contra las maras es la acción que necesitaba para aumentar su popularidad. Basta con ver las nuevas encuestas para saber que hoy es más popular que hace cuatro meses. Y escogió bien sus aliados, las maras. Y es que en esa historia ningún sector de la sociedad ha expresado su apoyo a la guerra contra las maras. Si esto fuese realmente una guerra no le hubiera faltado el apoyo internacional y nacional, pero al contrario hay un descontento silencioso.
La captura de 80 mil salvadoreños va a tener muchos efectos en la población, pero dos se destacarán más que los otros. El primero es el terror que ha causado en la población, que no conoce los planes de su presidente. Con este terror se le advierte a la población que si se oponen a los proyectos del gobierno y amenazan con marchas y huelgas, las respuestas del gobierno serán contundentes. Recuérdese que para la supuesta guerra contra las maras el presidente compró vehículos que lanzan agua a los manifestantes y vehículos todoterreno por si los manifestantes se van hacia el campo. El segundo es el control de la población, si ustedes no se han dado cuenta, toda la información de los salvadoreños se está concentrando en estructuras militares del gobierno. Este control le permitirá ganar las próximas elecciones con fraudes que desde hoy se están ejecutando. Entonces la idea de que la supuesta guerra era para el combate contra las maras queda descartada. Toma más fuerza la idea de que esta guerra está planificada como el inicio de su campaña electoral.
En conclusión, el aumento de que fue el aumento de muertos, por parte de las maras que provocó esa guerra, no se sostiene como para decir que fue el principal elemento para desatar esta guerra. Las maras siempre han asesinado a los salvadoreños, lo que cambió, en los últimos años, fue que desaparecieron los cadáveres, por ello si sumamos los asesinatos y los desaparecidos nunca hubo, realmente, una disminución de los muertos. De allí que la desaparición de los cadáveres estaba dentro de la negociación del gobierno con las maras. De lo que sí estamos seguros es que esta supuesta guerra vino a confirmar las informaciones de la existencia de esta negociación, lo que aún sigue negando el gobierno. El hecho que los mareros, hasta hoy, no hayan dado una respuesta frente a las capturas de los supuestos mareros, sus familias y amigos muestra también que no existe un rompimiento de las negociaciones. La forma tan fácil y sin resistencia en que la policía captura a más de 30 mil salvadoreños, supuestamente mareros, nos confirma que o bien los mareros no están bien organizados, lo que no representa un peligro como lo quieren presentar o uno de los acuerdos es no responder a esta supuesta guerra. ¿Si las maras fueron capaces de ayudarle al presidente a ganar las elecciones porque no podrían ayudarle a subir su popularidad? Pero el aumentar la popularidad al gobierno es la primera parte de este acuerdo entre las maras y el gobierno, el segundo acuerdo puede ser ayudarle a lanzar su campaña electoral. Ya las casa encuestadoras hicieron lo suyo, en medio del estado de excepción, pusieron la pregunta a saber si estaban de acuerdo con que el presidente se represente como candidato en las próximas elecciones, la respuesta fue, estamos de acuerdo. La encuesta mostró que el 72,23% de los entrevistados respaldan la reelección del mandatario, un 16,18% la calificó de inconstitucional, un 9,29% expresó tener dudas y un 2,30% prefirió no responder. No nos queda ninguna duda que la supuesta guerra es parte de la campaña electoral que ya inició el gobierno.
José Mejía es sociólogo
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