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Guyana es a Venezuela y Ucrania es a Rusia

Fuentes: Rebelión

De los mecanismos con los que Estados Unidos van configurando los espacios geográficos según su proyecto de poder, puede inferirse parte de sus geopolíticas regionales y de los patrones del conocimiento axiomático y estratégico en que se basa. Hace más de dos siglos, el libertador Simón Bolívar ya advirtió sobre su surgimiento como potencia mundial […]

De los mecanismos con los que Estados Unidos van configurando los espacios geográficos según su proyecto de poder, puede inferirse parte de sus geopolíticas regionales y de los patrones del conocimiento axiomático y estratégico en que se basa. Hace más de dos siglos, el libertador Simón Bolívar ya advirtió sobre su surgimiento como potencia mundial imperialista ‘…Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miseria en el nombre de la libertad’. Actualmente ha extendido su libertad a todo el mundo. El poder político estadounidense está en manos del poder económico y no del pueblo. Es importante observar que, no hay indicio alguno que las dirigencias estadounidenses y su núcleo concentrado de poder real hayan cambiado aquellos principios imperialistas, basados en un supuesto destino manifiesto hoy excepcionalidad, ni tampoco su ideología de clase capitalista como matriz para proclamar un liderazgo supremo y universal.

Estos procesos se pueden describir desde una visión panorámica. Hacia 2011, China y Rusia mostraban un perfil mas bien discreto como actores en un proceso hacia la multipolaridad global, sin embargo no es menor que ese año, el gobierno estadounidense marcó un punto de inflexión significativo, cuando Obama reenfocó la política exterior y el despliegue militar (y con ello buena parte de la energía imperial, finita al fin) hacia Asia-Pacífico. Esto tuvo y tiene consecuencias en las geopolíticas regionales de todo el planeta y da inicio a una nueva era en las relaciones internacionales.

Al orientar su energía hacia el corazón sino-ruso, Washington debió cambiar en Oriente Medio su hoja de ruta de tomar 7 países en 5 años que inició en 2003 con la invasión militar a Irak y cristalizaría con la caída de Irán. Con la destrucción de Libia en 2011 y el derrocamiento de Kadafi por el bombardeo de la OTAN como apéndice militar anglo-estadounidense, el país quedó dividido en territorios fallidos, incubadoras de terroristas y de población migratoria que hoy huye hacia Europa. El posterior saqueo petrolero occidental, desplazó a Rusia y China.

Imbricado en las revueltas de las primaveras árabes, Washington y sus socios intentaron el siguiente paso. Repetir el cambio de régimen, fragmentación y saqueo de Siria, pero fracasó por la intervención de Moscú. Este fue un punto crítico, en que Rusia fue declarada abiertamente como una amenaza hostil. La respuesta de la Casa Blanca fue debilitar la propia esfera de influencia rusa y su relación con Europa, que maduró en 2014 en la medida que ya venía alimentando un nuevo frente de guerra en Ucrania. A su vez volvió contra Siria, ahora indirectamente con el apoyo encubierto a sus enemigos útiles, el Estado Islámico (ISIS o Daesh). El caos y las divisiones producidas llevan hacia la balcanización de Siria e Irak, abren posibilidades a que saque su tajada Turquía, otro miembro de la OTAN aspirante a potencia regional contrapeso para Irán, y además complican las proyecciones regionales de Moscú y Beijing.

En este cambio estratégico, Washington necesita hoy del acuerdo con Irán negociando una zona de influencia controlada y acotada y poder intervenir en sus rutas y corredores energéticos, además de otra zona para Arabia Saudí, asegurando así un reparto de influencias en la región que contemple la protección a Israel, es decir, que Teherán no surja como potencia regional militar ni nuclear. Por eso el acuerdo no descarta el uso de la fuerza militar. Aún así, generó divergencias en el mismo Congreso estadounidense, además del régimen fundamentalista de Netanyahu y las dictaduras del Golfo, en que Arabía Saudí tomó la iniciativa de sumar a Yemen a su esfera de influencia, ataque mediante, restándole espacios a Irán. Sin embargo, aunque éste baje su nivel de amenaza para la región, el Pentágono sigue desplegando el escudo antimisiles junto a la OTAN sobre la frontera de Europa Oriental con Rusia, lo cual delata donde están sus verdaderos objetivos.

Dentro de su capacidad actual, el régimen de la Casa Blanca necesita disminuir sus frentes de guerra en Oriente Medio y otras regiones del planeta, a costa de abrir otros nuevos donde visualiza el aumento de influencias de Rusia y China, e identifica países que amenazan sus intereses.

Esto ocurre especialmente en América, donde es indispensable para el CONUS (Continental United States) intensificar la proyección de poder, utilizando sus dos patas. La económica, con la trampa para los países del dólar como principal moneda fiduciaria de transacción global, y la militar como primera potencia mundial. Ambas, le dan la capacidad para abrir y alimentar frentes de guerras militares y políticas, con desestabilizaciones continuas en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que confrontan con su ideología en cuanto a antiimperialistas, antineoliberales y que intentan alternativas para salir del capitalismo, dificultando sus intereses de una Libre economía concomitante con la apropiación de recursos naturales.

La guerra económica de los anglo-estadounidenses y sus socios atlantistas, se manifiesta en la imposición del Libre Comercio (que siempre requiere de las quintas columnas nativas). Lo notable es que sigue tan vigente hoy como hace dos siglos. Epoca en que los países latinoamericanos se independizaron de los regímenes coloniales de las potencias continentales europeas, y del imperio español que se extinguía jaqueado en la metrópoli por Napoleón y el avance del capitalismo liberal, y en ultramar por la globalización del libre cambio (comercio) impuesto por el imperio británico y sus grandes compañías comerciales. En está línea histórica, hoy es Estados Unidos que impulsa entre otros el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) un acuerdo cuasi-secreto con Europa dirigido contra Rusia y China que cuida el flanco comercial atlántico del CONUS; el TPP (Trans-Pacific Partnership), que se ocupa de su flanco Pacífico y la restauración del neoliberalismo en Latinoamérica; el NAFTA (North American Free Trade Agreement) dirigido especialmente al flanco meridional del CONUS (México), y al septentrional donde el Artico se está convirtiendo en una próxima región estratégica y de confrontación con Rusia, debido al calentamiento global antropogénico generado por el sistema capitalista; el TISA (Trade in Services Agreement) un acuerdo semisecreto de libre comercio de servicios impulsado por Estados Unidos y la Unión Europea en todos los continentes, sin la participación de China ni Rusia.

La recuperación de las relaciones con Cuba es parte de la geopolítica regional de Estados Unidos dentro de su planificación global. El rechazo generalizado de los países de América Latina por su castigo sistemático a la isla y la acción de los institutos como UNASUR y CELAC, que apuntan a la integración regional excluyendo a Washington, lleva a que la Casa Blanca necesite mejorar sus relaciones con la Habana para aumentar la penetración en países donde hay oportunidad de un mayor acercamiento, sea por presiones de todo tipo o cambio de gobernantes, como Uruguay, Argentina, Chile y en cierta medida Brasil. A ellos, se suman los ya alineados por golpes de Estado como Honduras y Paraguay, más el grupo de afines Caballos de Troya como Colombia, Perú, Panamá, Guyana entre otros. Mientras el acercamiento a Cuba y el ataque directo a Venezuela busca sembrar desavenencias entre ambos, la penetración e injerencia de Washington en los países significa divisiones en América Latina.

Pero según los criterios de invariancia mencionados para caracterizar las relaciones internacionales de los Estados Unidos, aunque la reanudación de relaciones esté bien visto en la región, nunca será en última instancia en las condiciones solicitadas por Cuba, como igualdad y respeto a la soberanía, a pesar del optimismo de varios estrategas de la misma Cuba y que el mismo Obama asegure lo contrario. En manos de Washington, la intensificación de las relaciones diplomáticas, culturales y económicas con el endeudamiento, los negocios con la penetracíón de sus multinacionales, sus embajadas como centros de espionaje, difusión ideológica, monitoreo y corrupción para garantizar sus intereses económicos, subversión y desestabilización encubierta, son armas ideológicas y físicas para alcanzar un objetivo final a largo plazo, posiblemente posterior a los Castro, fagocitar a Cuba y a su pueblo dentro de su esfera de influencia capitalista.

El neoliberalismo comenzó su aplicación en el mundo en Suramérica, en Chile a mediados de los ’70 con la dictadura de Pinochet. En los ’80, Thatcher y Reagan lo aplicaron en Inglaterra y Estados Unidos. En Latinoamérica alcanzó su máximo en los ’90, generando una brutal bonanza para el gran capital local y de Occidente, a costa del saqueo de los países y la desgracia, empobrecimiento y colapso de sus pueblos. A principios del milenio se produjo la reacción y movilización de los pueblos ajustados que respaldó el surgimiento de al menos seis nuevos líderes regionales, pioneros que hablaron claro de qué se trata el imperialismo y el neoliberalismo del Norte, que sufrió un duro golpe en 2005 con la derrota del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) en la Cumbre de Mar de Plata (Argentina). Actualmente, el poder económico anglo-estadounidense y de la Unión Europea lo están aplicando en el sur de Europa. Pero en Latinoamérica nunca se fue del todo, sino que retrocedió, y los mismos poderes capitalistas occidentales junto a las burguesías locales son los que están produciendo una nueva embestida para restaurar un neoliberalismo adaptado a la coyuntura en toda la región, ocultado bajo varios alias como el de ‘conservadurismo’.

Respecto del CONUS como sistema de generadores de guerras militares, es clara la operación de pinzas sobre Venezuela. Mientras por el Oeste se infiltran en su territorio paramilitares desde Colombia, los anglo-estadounidenses intentan abrirle otro frente de guerra en el Este, con el territorio en disputa del Esequibo y la República Cooperativa de Guyana parte del Commonwealth, cuya cabeza es la reina Isabel II de Gran Bretaña. Utilizan como punta de lanza a sus multinaciones petroleras como ExxonMovil, que financió la campaña del nuevo presidente títere anglo-estadounidense general (R) David Granger, entrenado en Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil y Nigeria. Así, fogoneando divergencias regionales para generar conflictos armados, se abrió a Rusia el frente de guerra en el Donbass, Ucrania, desestabilizando el gobierno de Yanukóvich y promoviendo a los títeres lacayos atlantistas Poroshenko y Yatseniuk.

No es novedad que grandes petroleras foráneas respaldadas por su potencias de origen induzcan guerras, donde no falta la complicidad de las burguesías lacayas locales. Así por ejemplo, la guerra del Chaco (1932-35) entre Bolivia y Paraguay, detrás de la cuál Estados Unidos e Inglaterra con sus respetivas compañías petroleras Estandar Oil Co. (de la cual deriva ExxonMovil) y Royal Dutch Shell (angloholandesa) se disputaban el control de los yacimientos de la región del Chaco Boreal.

En marzo de 2015, a pesar de la advertencia venezolana, ExxonMovil comenzó las perforaciones para exploración en la zona que está en disputa desde hace más de un siglo. En mayo, la petrolera anunció la presencia de hidrocarburos. En Junio, bajo tensas relaciones diplomáticas, el nuevo presidente Granger autorizó unilateralmente a la compañía estadounidense la continuidad de las operaciones en el largo plazo. La estrategia tiene puntos de coincidencia con la de Inglaterra en las islas Malvinas también en disputa, reclamadas por Argentina desde 1833. Londres respaldó unilateralmente la autorización para exploración y explotación de hidrocarburos a petroleras británicas y estadounidenses en áreas que Argentina considera de su soberanía, sin embargo, las acciones diplomáticas de este gobierno no muestran mayores efectos que el de meros reclamos y acumulación de antecedentes, mientras las sanciones a la compañías saqueadoras no se efectivizan en la práctica, aunque sí sirven como justificativo político ante la opinión pública. Mientras tanto la exacción continúa, y la región marítima estratégica por sus recursos energéticos, pesca, proyección antártica, paso interoceánico y bases misilísticas que incluye los archipiélagos al norte del paralelo 60 S, se halla en los hechos, bajo control militar operacional de la marina británica. Las islas Malvinas están militarizadas al menos con una base aeronaval (Mount Pleasant), potencial apostadero de la IV Flota estadounidense del Comando Sur, y como las islas son gobernadas como territorio de ultramar británico son susceptibles de la intervención de la nueva global OTAN. Existen instalaciones de antenas, que se estima pueden ser parte del escudo antimisiles de Estados Unidos/OTAN para seguir la trayectoria de misiles balísticos sobre el Atlántico Sur y Sector Antártico en caso de guerra nuclear. El estatus de armamento nuclear existente en la zona de las islas es desconocido.

Anticipándose a la trampa de una agenda bélica, el presidente venezolano Nicolás Maduro afirmó que el tema del Esequibo no tiene una salida militar, sino de diplomacia de paz. Teniendo en cuenta que detrás de Guyana, la ex-colonia británica, se encuentra Inglaterra y su hijo putativo Estados Unidos que inmediatamente le dará apoyo militar, como lo hizo en la guerra de Malvinas cuando no vaciló en violar el Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) que tenía con Latinoamérica. A su vez no se puede descartar la intervención de su otro brazo armado, la OTAN. Las bases militares estadounidenses en Colombia, Aruba y Curazao (ambas islas holandesas) y el Comando Sur (USSOUTHCOM) con la IV Flota que rodean a Venezuela salvo en su frontera meridional, evidencia la importancia energética de la región. Entre otros factores, por el avance de Petrocaribe y una ruta marítima que podría ser recorrida en tres o cuatro días por los tanqueros petroleros desde Venezuela al sur de Estados Unidos, contra unos quince desde Oriente Medio.

Es más, la toma de Cuba y Venezuela son puntos clave en la geopolítica estadounidense del caos organizado en América Latina y su conexión con su geopolítica para Eurasia, que apunta a la restauración de un neo-neoliberalismo adaptado, de la mano del libre comercio y re-endeudamiento, manteniendo la matriz de región con baja industrialización y ciencia y tecnología dependiente, exportadora de materias primas, recuperando mercados para ocupar espacios a China y Rusia, para lo que necesita un aumento de presencia militar. El poder político-económico estadounidense en los hechos, no renunciará en absoluto a reconfigurar a ‘las Américas’ como su área de influencia secular… por cualquier medio que sea…

Gustavo Herren, Licenciado en Ciencias Físicas de la Universidad de Buenos Aires; investigador científico. Publicó durante diez años en la agencia Argenpress.info, entre otras.

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