1. La victoria electoral del Frente Amplio del 31 de octubre de 2004, es un viraje en la vida política del Uruguay, de trascendencia histórica. Este aserto procede del hecho de que se ha producido un cambio de clases en el gobierno que abre las posibilidades de realizar las transformaciones estructurales económico sociales que vienen […]
1. La victoria electoral del Frente Amplio del 31 de octubre de 2004, es un viraje en la vida política del Uruguay, de trascendencia histórica. Este aserto procede del hecho de que se ha producido un cambio de clases en el gobierno que abre las posibilidades de realizar las transformaciones estructurales económico sociales que vienen reclamando los sectores más lúcidos del pueblo desde hace más de 40 años.
Hay que recordar, para ello, la descripción de la crisis estructural, vigente aún, que realizó el Partido Comunista Uruguayo en su Declaración Programática de 1958: «La contradicción principal de la estructura económico-social del Uruguay es la contradicción entre las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y las relaciones de producción basadas en la dependencia del imperialismo y el monopolio de la propiedad privada de la tierra, que frenan ese desarrollo. Ella se expresa también en la contradicción entre el imperialismo, los latifundistas y los grandes capitalistas antinacionales, y todo el pueblo uruguayo, los obreros, agricultores y ganaderos pequeños y medios, los intelectuales y estudiantes, los empleados del Estado y privados, los jubilados y pensionistas, los artesanos y pequeños comerciantes, y la burguesía nacional».
«Todo el pueblo uruguayo» es esa variedad clasista que reúne a obreros, intelectuales, jubilados, productores y comerciantes pequeños y medios y la burguesía nacional. Estas capas sociales han sido colocadas objetivamente por la crisis estructural en contradicción con las políticas impulsadas por los terratenientes, los grandes comerciantes, los banqueros y los grandes industriales, en alianza con el imperialismo. Su agrupamiento político tuvo como resultado, en 1971, el Frente Amplio y tras una consecuente lucha y acumulación creciente de fuerzas, alcanzó el gobierno el 31 de octubre con el respaldo de la mayoría absoluta del pueblo uruguayo.
El Frente Amplio definió, en 1971 un programa antioligárquico y antimperialista. Para el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda, este programa era la primera etapa de la Revolución Uruguaya en camino del Socialismo. No así para otros partidos de la pequeña burguesía y de la burguesía que integraban el Frente y que se conformaban con un nacional reformismo de mayor profundidad que el que puso en marcha el batllismo y que terminó en un fracaso en 1958.
En estas condiciones se produce la victoria electoral del Frente Amplio, el 31 de octubre de 2004. El pueblo votó aguardando cambios económicos y sociales de fondo. No obstante ha prevalecido, en un contexto internacional complicado, un programa económico de conciliación con la oligarquía y el imperialismo, impulsado por el futuro Ministro de Economía, el senador Danilo Astori.
El Presidente del Frente Amplio, Doctor Tabaré Vázquez, se inclinó, en el Plenario del 9 de noviembre de 2002, por la tesis de Danilo Astori, de apoyar institucionalmente al gobierno en medio de la crisis, pero este compromiso, en realidad fue mucho más allá: buscar en el FMI y la Banca Multilateral, los préstamos que permitiera la reapertura de los bancos, vaciados por la fuga de capitales.
Este compromiso, cuyas líneas están expresadas en las Cartas de Intención que firmó el gobierno de Batlle con el FMI a partir de agosto del 2002, fue ratificado durante la gira que realizó el Doctor Vázquez a Washington, semanas antes del acto eleccionario, acompañado por el senador Danilo Astori, para entrevistarse con altos personeros del organismo de crédito. Allí, el candidato presidencial del Frente Amplio anunció que, si fuera electo, designaría al senador Danilo Astori como ministro de Economía de su gobierno.
El programa defendido por Astori no era el aprobado por el IV Congreso del Frente Amplio. Éste partía de la base que el país recuperaría su soberanía económica para poner en marcha un modelo de «país productivo». Las palancas económicas fundamentales eran los monopolios industriales, comerciales y de servicios del Estado. Se interponía en el nuevo diseño macroeconómico el volumen colosal de la deuda externa y la necesidad de negociar con los acreedores, quitas al capital y a los intereses, de manera que quedaran recursos disponibles para la inversión productiva cuyo motor principal debía ser el Estado.
La posición de Astori, en cambio, apoyada por los partidos Colorado y Blanco y los banqueros extranjeros, era continuar con la política económica del gobierno trazada, en acuerdo con el FMI, en agosto del 2002. Esta política puede resumirse en los siguientes puntos:
– Cumplir con los compromisos con los acreedores, negociando mayores plazos para las amortizaciones del capital adeudado; nada de quitas;
– Lograr un superávit primario del sector público consolidado, del 4% para pagar los intereses de la deuda externa;
– Control de la inflación restringiendo la cantidad de dinero circulante y el crédito;
– Desmonopolización de las empresas del Estado;
– Mantener la libertad absoluta en el movimiento comercial y financiero;
– Mantener el régimen de flotación cambiaria;
– Establecer reglas claras a la inversión extranjera, tomando como base la actual ley de inversiones; el desarrollo productivo sólo puede provenir del capital extranjero ya que el Estado no tendrá dinero; orientar esa inversión al sector agroindustrial, la forestación y al turismo;
– Mejorar los sueldos de docentes, funcionarios del Poder Judicial y policía, mediante una reestructura de los gastos presupuestales de funcionamiento;
– Restablecer los Consejos de Salarios con una intervención del Estado que establezca «prudencia»..
Es un programa cuyos beneficiarios son los inversores especulativos y los bancos. Los hechos mostrarán su inviabilidad a no ser que se le impongan más sacrificios al pueblo y este los consienta.
2. Todo hace suponer que, a una determinada altura, el pueblo reclamará un cambio de política económica que haga viable el programa del Frente, votado por la ciudadanía. Para que esta reacción sea efectiva es necesario, desde ya, ir formando un frente social integrado por los obreros organizados en su Central, y todas aquellas organizaciones, como las cooperativas, los jubilados y las asociaciones de pequeños y medianos productores que abrigan hoy, después de haber votado por el cambio, la expectativa de medidas que mejoren la capacidad adquisitiva de la sociedad y aquellas otras que esperan del Estado los incentivos para producir. La disyuntiva en ese momento será clara: o se está con el país que quiere producir o se está con el capital usurero. La conciliación entre ambos términos, es imposible.
En esta etapa de lucha contra el programa de conciliación con la oligarquía y el imperialismo, es aconsejable la constitución del Frente Social Unificado. Este Frente agrupará a las fuerzas sociales progresistas. Sólo se necesita un programa claro que concrete las ideas comunes, hoy dispersas en distintos partidos. Hay que recordar que tenemos un antecedente: el Congreso del Pueblo de 1966 que elaboró un programa que luego tomó en sus aspectos esenciales el Frente Amplio y que queremos rescatar, con las correcciones tácticas que la nueva época impone.
El riesgo que existe en estos momentos es que las políticas antinacionales y antipopulares se infiltren en el gobierno del Frente Amplio, con el apoyo de la coalición colorada y blanca derrotada. A ello apunta la doctrina de «políticas de Estado», es decir, de políticas conciliatorias, entre el pueblo triunfante y la oligarquía, en campos como la economía, la educación y las relaciones exteriores. Si esta línea se materializara, las consecuencias sociales y políticas serían imprevisibles.
Sólo un poderoso Frente Social Unificado puede cambiar el curso de los acontecimientos que según toda la información disponible parecen avecinarse de manera inexorable y es deber patriótico contribuir a su concreción.
PROGRAMA TENTATIVO PARA UN FRENTE SOCIAL UNIFICADO
5 Ejes Estratégicos
1. Rescate de los recursos financieros de la Nación:
2. Fortalecimiento de los monopolios del Estado;
3. Participación de los trabajadores en áreas económicas, sociales y educativas del Estado;
4. Planeamiento del desarrollo económico, social y cultural de la Nación;
5. Política internacional independiente y latinoamericanista.
DETALLE
1. Intervención del mercado de cambios; control de divisas;
2. Suspensión del pago de la deuda externa; renegociación con los acreedores sobre la base de quitas al capital y a los intereses; postergación de las amortizaciones del capital;
3. Desdolarización de los contratos internos, menos las áreas turísticas, y pesificación de las deudas de los pequeños y medianos productores, a la cotización del dólar del 19 de junio de 2002;
4. Detracciones del 10-15% a las exportaciones; impuesto a los cheques; impuesto a las ganancias bancarias; creación del Fondo de Reactivación Productiva. Esta tributación es transitoria, hasta que se instrumente la reforma impositiva integral aprobada por el Congreso del Frente Amplio, basada en la capacidad contributiva de los diferentes sectores sociales y con criterio finalista.
5. Elevación inmediata de sueldos, salarios y pasividades. Restablecimiento de los Consejos de Salarios. Ley de Fuero Sindical;
6. Fortalecimiento de los monopolios industriales, comerciales y de servicios del Estado;
7. Supresión del secreto bancario y de la banca off-shore. Ley de Bancos, sobre la base del control del ahorro nacional y el crédito por el Estado y la especialización de sus bancos en fomento, comercio, crédito social, vivienda y seguros;
8. Ley de Tierras;
9. Participación de los trabajadores en la dirección de los monopolios del Estado; representación de los docentes en los Consejos de la Enseñanza Pública;
10. Creación del Ministerio de Planeamiento o jerarquización de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto para realizar el diseño estratégico de una economía nacional socialmente dirigida;
11. Creación del Ministerio de la Producción;
12. Política internacional independiente y latinoamericanista con la finalidad de integrar económica, social, cultural y políticamente, un bloque continental independiente.
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PROGRAMA DEMOCRÁTICO AVANZADO
El programa propuesto es «democrático avanzado». No cambia el modo de producción capitalista pero modifica en una dirección progresista la estructura y la superestructura del sistema. Los 5 ejes estratégicos dan clara idea de esto:
– Los ejes 1 y 5 definen una concepción antimperialista;
– Los ejes 2 y 4 el papel fundamental que se asigna al Estado en la dirección de la economía;
– El eje 3 subraya la presencia de los trabajadores en la dirección administrativa del Estado;
– El eje 5 integra al país en un bloque continental independiente que junto a otros bloques geo-económicos, irán dando forma, en los próximos años, a una estructura multipolar del mundo.
Si observamos las tendencias políticas actuales de América Latina -y exceptuando a Cuba que tiene un sistema socialista- tomando los parámetros estructurales y superestructurales expuestos, el primer lugar lo ocupa Venezuela, por la coherencia de su política interna y externa; el segundo lugar lo ocuparía Uruguay si adoptara el programa nacional y popular enunciado arriba; el tercero correspondería a la Argentina que procura la restauración de un capitalismo nacional y el cuarto a Brasil que sigue una política económica conciliatoria y dependiente del capital extranjero pero que intenta, en su política exterior, mantener posturas independientes. Con el programa que aplicará el Contador Astori, Uruguay se ubicará en la línea del Brasil o aun en un escalón más bajo, porque la dependencia del capital financiero es mayor y el deterioro del aparato productivo también.
Mayo de 2005