A principios de setiembre la ciudad argentina de Mendoza fue sede del compromiso de los ministros de Trabajo y Empleo del G20 con la meta de promover el trabajo decente para forjar un futuro inclusivo. Además fue la primera vez se llevó a cabo una reunión conjunta con los ministros de Educación. El Director General […]
A principios de setiembre la ciudad argentina de Mendoza fue sede del compromiso de los ministros de Trabajo y Empleo del G20 con la meta de promover el trabajo decente para forjar un futuro inclusivo. Además fue la primera vez se llevó a cabo una reunión conjunta con los ministros de Educación.
El Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, destacó «el énfasis en los esfuerzos para dar forma a un futuro del trabajo, inclusivo y con equidad, sin dejar de lado a nadie», dijo, al referirse a la declaración acordada por los ministros tras dos días de reuniones en Argentina. «Me complace ver un fuerte compromiso con las políticas sociales y de empleo innovadoras, particularmente aquellas dirigidas a reducir las brechas de habilidades y acelerar el progreso hacia la equidad de género en un mundo laboral que cambia rápidamente», agregó.
Hace apenas un año atrás, las decisiones acordadas por el G20, eran consideradas el camino correcto para salir de la crisis, es decir: ubicar el empleo de calidad al centro de la recuperación e ir cancelando las medidas de estímulo a medida que se afianzan la economía y el empleo.
De repente, este consenso comenzó a ser cuestionado. La crisis de la deuda soberana y el creciente déficit fiscal en Europa llevó a que se recortara el gasto social, se elevaran las tasas de interés y se impulsaran medidas de ajuste. Todos estos temas dominaron la reciente Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT, junio 2018, de la cual participaron más de 4.000 representantes de gobiernos, trabajadores y empleadores.
El informe final abunda en promesas que no pasan la puerta de la declamación, que en los últimos años se pasearon por cuatro ciudades, siempre en defensa de un sistema inhumano. Obviamente, la OIT no será la vanguardia esclarecida en defensa de los trabajadores .
La reunión mendocina, tuvo el eje puesto en los cambios producidos en el mundo del trabajo por la «revolución de las tecnologías de la información y la comunicación, y por el planteo de que el sistema educativo debe acompañar ese cambio para que las personas estén capacitadas para los desafíos de este nuevo momento. Son las grandes corporaciones transnacionales y el sistema financiero global las que discuten las «formas de este nuevo mundo».
En este nuevo mundo, insisten, los Estados parecen solo como meras herramientas para generar los espacios de esta «nueva gobernanza», donde las sociedades y sus problemáticas más urgentes parecieran no estar contempladas en las discusiones que conllevan estas transformaciones en el mundo del trabajo y en el sistema educativo. Con el avance de las nuevas tecnologías cada vez más trabajos están siendo digitalizados o sustituidos por máquinas, robots u otras formas de inteligencia artificial, lo que genera nuevas formas de empleo, de producción y de organización del trabajo.
Las transformaciones tecnológicas vinieron de la mano de decisiones político-estratégicas que definieron un salto de escala en el polo del capital, que hoy implican profundas modificaciones en las estructuras sociales, laborales, educativas y culturales. Educación, salud, administración (en el ámbito privado y estatal) y servicios son atravesados por esta revolución tecnológica.
Asistimos a una expansión geométrica del comercio electrónico, a un uso progresivo del Big Data en la comunicación y la prensa, a una implementación progresiva del gobierno electrónico, a una agricultura y una industria digitalizada, y hasta un turismo y unas finanzas programadas «online».
Los cambios que afectan al mundo del trabajo, así como la necesidad de adecuar los sistemas de aprendizaje permanente, fortalecer la protección social y lograr que nadie se quede atrás, fueron temas centrales en la reunión de Mendoza y los ministros reafirmaron su compromiso para promover políticas innovadoras para desarrollar habilidades, impulsar la protección social y formalizar los mercados laborales para hacerlos más equitativos e inclusivos.
Los ministros apoyaron la «estrategia del G20 para erradicar el trabajo infantil, el trabajo forzoso, la trata de personas y la esclavitud moderna», junto con el compromiso de promover la participación de personas con discapacidades en los mercados de trabajo y reconocer la necesidad de apoyar a las mujeres para participar de manera equitativa en la economía digital.
«Estos desafíos demandan soluciones globales. El multilateralismo es una fuerza poderosa y especialmente adecuada para resolver los problemas más apremiantes del mundo. Foros multilaterales como el G20 necesitan priorizar sus respuestas ante la desigualdad e ir más allá del mero crecimiento económico. Juntos podemos y debemos construir un nuevo consenso internacional a favor del crecimiento y el desarrollo, y contra la pobreza y el desempleo», subrayó el director general de la OIT.
Una vez mas «la declaración» pide a los miembros del G20 garantizar que todos puedan beneficiarse de las oportunidades que se crearán en el futuro del trabajo, reconociendo el papel crítico que desempeña la protección social para alcanzar estas metas, al tiempo que resalta la necesidad de priorizar a las personas y el empleo en las estrategias de crecimiento sostenible.
Agrega que el trabajo decente, la inclusión, la igualdad y la protección de los principios y derechos fundamentales en el trabajo, junto con el diálogo social efectivo entre los gobiernos y los interlocutores sociales son la clave para alcanzar estos objetivos. Las declaraciones serán presentadas ante la Cumbre de Líderes del G20, que tendrá lugar del 30 de noviembre en la ciudad de Buenos Aires.
Más de lo mismo
El comunicado oficial aborda una serie de temas relacionados al trabajo de la OIT. Pone de manifiesto la importancia de «mercados laborales eficaces… para sociedades inclusivas y cohesivas y economías resilientes».
Al señalar el impacto de las nuevas tecnologías, de la transición demográfica, de la globalización y de los cambios en las relaciones de trabajo sobre los mercados laborales, los líderes del G20 se comprometieron una vez más a «promover oportunidades de trabajo decente durante la transición del mercado laboral» fomentando «la implementación de las normas laborales, sociales y medioambientales y los derechos humanos» a lo largo de las cadenas mundiales de suministro.
Prestaron atención especial a la adopción de «medidas inmediatas y eficaces para eliminar el trabajo infantil, el trabajo forzoso, la trata de seres humanos y todas las formas de esclavitud moderna de aquí a 2025».
Algunas de estas medidas ya han sido acordadas en la Cumbre del G20 2014, cuando se adoptaron las » nuevas medidas para mejorar la calidad del empleo femenino y eliminar la discriminación en el empleo, reducir la diferencia de remuneración entre los sexos y ofrecer a las mujeres protección contra todas las formas de violencia». Reconocían que es necesario hacer más a fin de reducir la brecha de género en la participación de las mujeres en el mercado laboral de 25% para 2025.
En mayo último los ministros de Trabajo y Empleo del G20 adoptaron la declaración Hacia un futuro inclusivo: Configurar el mundo del trabajo.
Algunas cifras de la OIT
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Entre 2014 y 2016, el crecimiento económico anual del G20 promedió un 3,3 por ciento, a saber, 0,6 puntos porcentuales menos que durante el periodo 2000-2007.
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Aunque en 2016 se observó una elevada tasa de desempleo en el G20 (5,4 por ciento), fue inferior al máximo del decenio alcanzado en 2009 (6,1 por ciento).
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En 2016, los jóvenes del G20 tenían tres veces más probabilidades de estar en situación de desempleo que los adultos.
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En 2016, el G20 registró una tasa de actividad en la fuerza de trabajo del 62,2 por ciento, es decir, dos puntos porcentuales menos que en 2007.
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En el G20, la tasa de actividad de las mujeres en la fuerza de trabajo era 26 puntos porcentuales menores que la de los hombres en 2016.
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Los países del G20 tienen un papel muy importante en las cadenas mundiales de valor, pues suman el 77 y el 70 por ciento de las exportaciones e importaciones mundiales, respectivamente.
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La mitad de los migrantes internacionales del mundo residen en países del G20.
La otra cara del informe
Las reuniones G20, se suceden y se asemejan desde Pittsburg, a Hamburgo pasando por Melbourne, hasta llegar Mendoza las perspectivas de crecimiento frágil y las débiles expectativas en materia de empleo constituyeron el telón de fondo de las intensas discusiones que mantienen los líderes sobre la manera de configurar una globalización más inclusiva.
Cuanto más pasa el tiempo, las contradicciones son más elocuentes, los parches al capitalismo no pueden hacer justicia, per se, ya que no puede hacer felices a todos los individuos de una sociedad. Es cierto que el propietario y el explotador, podrá sentirse feliz a su manera pero su dicha es precaria y pasajera porque la misma está condenada por la historia… y no es más que una felicidad antihumana por su esencia ya que se basa en la desdicha de la mayoría de los trabajadores.
El sistema es de una profunda desigualdad económica, donde una pequeña parte dueña del capital, posee tesoros inmensos, lleva una vida lujosa y gasta sumas indecentes en la satisfacción de sus demandas, mientras que los demás, que forman la mayoría y crean los valores viven a veces en la miseria e ignorancia, sin poder cubrir sus necesidades elementales.
El hombre no puede ser feliz en una sociedad sin futuro, donde le acechan a cada paso los reveses y azares de la vida, donde la incertidumbre el pesimismo, el miedo continúo al futuro son los espectros inseparables de la vida humana. La justicia social que se predica es imposible en una sociedad que no asegura la holgura material de los individuos, donde en una gran parte de la sociedad está regida por el trabajo forzado, o precario, el hombre no puede ser dichoso si no está seguro de su porvenir.
La regla de oro sigue siendo el «comunicado oficial» -es decir «la declaración»- que entretiene y despista esa que abarca «cuestiones tan cruciales» como el fomento del empleo, la formación en competencias para el futuro del trabajo, el empoderamiento de las mujeres, la integración de los migrantes y refugiados en los mercados laborales, el cambio climático, la promoción del trabajo decente en las cadenas mundiales de suministro y la implementación de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
Discutir el asunto, emitir y escuchar opiniones diversas, determinar el punto de vista de la mayoría, plasmarlo en una resolución y luego cumplirla escrupulosamente, éste sería el procedimiento eficaz, pero las reuniones no hacen más que repetirse, a lo largo y ancho del planeta y las soluciones son cofres de palabras vacías plasmadas en informes ausentes de resultados concretos.
Eduardo Camín. Periodista uruguayo, miembro de la Asociación de Corresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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