«Aplicaron un plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz hasta la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la memoria de la hierba. Estaba prohibido recordar. Se formaban cuadrillas de presos. Por las noches los obligaban a tapar con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos […]
«Aplicaron un plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz hasta la última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la memoria de la hierba. Estaba prohibido recordar. Se formaban cuadrillas de presos. Por las noches los obligaban a tapar con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos cubrían los muros de la ciudad. Pero la lluvia, de tanto golpear los muros, iba disolviendo la pintura blanca y reaparecían, poquito a poco, las porfiadas palabras».
Eduardo Galeano
Kenia Oliva, abogada coordinadora del Área de Acceso a la Justicia del COFADEH (Comité de los Familiares de los Detenidos Desaparecidos en Honduras) es una de las muchas víctimas de este golpe de estado cívico-militar: su único delito es tratar de no permitir las violaciones de los derechos humanos y defender la justicia a cualquier costo.
Quise escuchar Kenia porque me preocupa esta persecución de los verdaderos abogados, de los que no se doblan a las opresiones del gobierno de facto: el 20 de julio de 2010 asesinaron en modo salvaje el valiente abogado del Frente de Abogados contra el golpe, Marco Tulio Amaya y el 21 de julio de 2010 asaltaron el carro de Kenia y le roban el ordenador.
Para mi, la Comisión de Verdad, impulsada por la Plataforma de los Derechos Humanos, está asustando los gorilas, ¡entiendo que es molesto pagar las consecuencias de acciones así horribles y violentas!
Pues, ¡para evitar el castigo hace falta mandar a callar quien está apuntando el dedo a los culpables o destruir engorrosas pruebas aplastantes!
En esta óptica, Kenia tuvo que soportar muchas violaciones de los derechos humanos, entre otra el peligroso destornillamiento de la llanta de una rueda de su carro, con el riesgo de matarse en un incidente mortal.
El 21 de julio de 2010, después de haber sido dos horas en los despachos del Fiscal, para controlar como están los muchos casos de denuncia de las violaciones de los derechos humanos y poner al día algunos casos (absurdamente, la Corte de Justicia de Honduras cierra por vacaciones 21 días al año!!!!), Kenia encontró su máquina abollada, con un vidrio roto, con todo el contenido del habitáculo desordenado, el baúl abierto, con los documentos botados por todos lados : el único objeto que faltó (otros de valor no fueron tocados) fue la computadora.
Subrayo que el carro fue aparcado delante de una tienda con un vigilante privado: ¿porque no vio nada?
¿Por qué solo el carro de Kenia fue asaltado, cuándo carros mas llamativos, estaban aparcados al lado del suyo no fueron tocados?
«Regresé en los despachos del Fiscal para denunciar el suceso, pero puesto que ya era el horario del término de la jornada laboral, no había nadie, tampoco en el despacho de emergencia», me cuenta Kenia.
«Llamé enseguida el Fiscal con quien trabajé, Juan Carlos Griffin, que no se había ido todavía y que me tranquilizó, afirmando que inmediatamente habría mandado a alguien», continuó Kenia.
Pues, abogado, una pregunta: ¿qué concepto usted tiene de «inmediatamente»?
Después de tres horas de espera, Kenia tuvo que irse de allí, cuando ya estaba obscuro y peligroso, y nadie había escrito su denuncia.
Kenia, así experimentó personalmente cuanto es difícil, en Honduras, en este momento, acceder a la justicia: el hecho mas absurdo es que tampoco entre colegas abogados existe una solidaridad de cuerpo.
Me permito de añadir que Kenia, laborando en un centro por la defensa de los derechos humanos es considerada por este gobierno golpista como una enemiga que obstaculiza su horrible impunidad.
En este momento, me acuerdo una frase de Franz Kafka cuando se preguntó, quién habría controlado los revisores de la ley: aquí en Honduras no existe absolutamente un control, los funcionarios del estado golpista pueden hacer absolutamente lo que creen impunemente, el ciudadano y la ciudadana son absolutamente desamparados y desamparadas, si no fuera por las organizaciones de defensa de los derechos humanos.
Propongo a Kenia de escribir una carta al presidente de facto, el Lobo vestido de oveja, para ver si puede ayudar, puesto que se cree primer ciudadano de la República… .pero llegamos a la triste conclusión que en realidad no tiene ningún poder concreto, ¡es solo un adorno de la Casa Presidencial, con la única función de empolvarse!
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