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Perú

Humala gira a la derecha

Fuentes: Punto Final

Ollanta Humala se sacó la careta y decidió apartar de su gobierno a todo el sector de centro e Izquierda que fue clave para asegurar su triunfo el 5 de junio y con el que gobernó desde el 28 de julio. Pareciera estar aplicando ahora el programa de gobierno de los perdedores. A ese efecto, […]

Ollanta Humala se sacó la careta y decidió apartar de su gobierno a todo el sector de centro e Izquierda que fue clave para asegurar su triunfo el 5 de junio y con el que gobernó desde el 28 de julio. Pareciera estar aplicando ahora el programa de gobierno de los perdedores. A ese efecto, ha nombrado ministros a quienes manifestaron públicamente que votarían por Keiko Fujimori, hija del encarcelado ex presidente Alberto Fujimori.

El 10 de diciembre, a sólo 136 días de haber asumido la Presidencia, Humala aceptó la renuncia del primer ministro Salomón Lerner Ghitis, quien lo acompañaba desde 2006 cuando compitió por primera vez. En su reemplazo nombró a un militar retirado.

El gabinete que encabezaba Lerner se caracterizó por su pluralismo. Estaba conformado por profesionales y figuras de centro e Izquierda. Seguían la orientación de «crecimiento con inclusión social» que planteó Humala en su discurso de toma de posesión. En su carta de renuncia, el ex primer ministro Lerner enfatizó que «nuestra línea directiva ha sido el diálogo y la búsqueda de consenso, evitando la confrontación entre peruanos, que reafirma nuestra vida y vocación democrática». Con Lerner salió el gabinete en pleno, conocido como de la «concertación». Humala nombró como primer ministro al coronel retirado Oscar Valdés, hasta ese momento ministro del Interior. Ocho de los 18 ministros fueron ratificados en sus cargos.

El cambio de gabinete se produjo a consecuencia de un conflicto social por el proyecto minero Conga, emprendimiento de 4.800 millones de dólares para extraer oro y cobre que se encuentran debajo de cuatro lagunas en la parte sureste del departamento de Cajamarca. El proyecto lo desarrollará Minera Yanacocha, propiedad de la norteamericana Newmont Mining, la peruana Buenaventura y la Corporación Financiera Internacional (IFC), afiliada al Banco Mundial. El proyecto, ubicado en una cabecera de cuenca, prevé trasvasar las aguas a reservorios artificiales. Esto es rechazado rotundamente por la población de Cajamarca. El conflicto estalló a mediados de octubre, cuando las comunidades aledañas bloquearon la carretera que lleva al campamento minero e incendiaron maquinaria de un contratista. Los comuneros afirman que el proyecto amenaza sus recursos hídricos… y tienen razón.

El estudio de impacto ambiental aprobado en octubre de 2010 en un tiempo récord de ocho meses -por lo general el proceso demora dos años- por un funcionario del Ministerio de Energía y Minas que trabajó en Yanacocha, tiene grandes vacíos. Una revisión del Ministerio del Ambiente verificó la inexistencia de un estudio hidrogeológico, indispensable para entender el funcionamiento de las lagunas, y señaló que no fueron valorizados los servicios ambientales que prestan estos ecosistemas.

Agua y oro

Hace siete años, la población de Cajamarca protagonizó una masiva protesta contra el intento de Minera Yanacocha de explorar en busca de oro el cerro Quilish, considerado sagrado y fuente de agua para las comunidades locales. A pesar de los intentos de los ministros de Agricultura, Ambiente y Energía y Minas por resolver el conflicto con diálogo, la situación se complicó cuando el presidente Humala afirmó el 16 de noviembre que «el gobierno no acepta el ultimátum de nadie», y que se iban «a proteger los recursos naturales pero también las actividades productivas», agregando «queremos el agua y el oro». Este discurso de Humala ha sido diametralmente opuesto al pronunciado en abril durante su campaña en la misma Cajamarca, cuando dijo ante miles de personas: «¿Qué es más importante, el agua o el oro? Porque ustedes no toman oro, no comen oro. Que no venga la minera a agarrar los colchones acuíferos».

Las declaraciones presidenciales desencadenaron el 24 de noviembre una huelga indefinida en Cajamarca, convocada por organizaciones locales que recibieron apoyo de autoridades municipales y del gobierno regional. Un grupo de ministros, encabezados por Lerner, participó en un diálogo que no concretó un acuerdo debido a que la máxima autoridad de gobierno no aceptó el plazo de 24 horas que pedían los dirigentes -a los que acusa de pertenecer a partidos de la extrema Izquierda- para consultar a las bases.

La respuesta de Humala ese mismo día fue declarar el estado de emergencia en Cajamarca y congelar las cuentas del gobierno regional, a lo que se sumó la ilegal «retención» en la sede de la Seguridad del Estado, de Lima, de un grupo de dirigentes de Cajamarca.

El nuevo gabinete, llamado de la «coherencia», está conformado por tecnócratas que supuestamente llevarán a puerto las propuestas de Humala de crecimiento con inclusión social. Sin embargo, con ministros neoliberales, como Miguel Castilla, en Economía y Finanzas, y el exportador José Luis Silva, en Comercio Exterior, el concepto de «inclusión social» resulta vacío. Para los nuevos ministros sólo hay que impulsar programas asistencialistas, asegurando el financiamiento con inversiones privadas, particularmente mineras, para mantener las expectativas de la población más pobre que votó por Humala.

Dime quién te aplaude…

Tras conocerse la composición del nuevo gabinete los medios y la derecha que satanizaron a Humala durante la campaña electoral acusándolo de estatista y de que gobernaría al estilo del presidente venezolano Hugo Chávez, y que apoyaron a Keiko Fujimori, aplaudieron al mandatario por haber apartado a los funcionarios progresistas del gabinete y actuado con «mano dura» para controlar el levantamiento de Cajamarca.

Gremios empresariales, como la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas, la Sociedad Nacional de Industrias, la Cámara de Comercio de Lima y la Asociación de Exportadores, se apresuraron a declarar que el nombramiento de Valdés y del resto de los ministros «da señales positivas a los inversionistas de que el rumbo económico seguirá igual».

Pero hay otro aspecto que también llama la atención: la posible militarización del gobierno. Las dos figuras más importantes del Ejecutivo, el presidente y su primer ministro, son ex militares, al igual que el principal asesor de Humala, el coronel retirado Adrián Villafuerte.

Para el historiador Nelson Manrique, «la caída del gabinete Lerner constituye un punto de inflexión que hasta aquí parece apuntar a un viraje a la derecha en toda la línea. Lo vivido deja mal sabor en la boca. Estamos asistiendo a la reposición de una mala obra cuyo guión ya conocemos: quienes detentan el poder económico pierden las elecciones, pero invariablemente terminan gobernando. Sólo basta mirar quiénes aplauden el viraje de Ollanta Humala: es suficiente para saber hacia dónde se dirige el gobierno».

Un intento de explicar el viraje de Humala estaría en su supuesta incapacidad para tomar decisiones. A decir de un periodista, que pidió mantener su nombre en reserva y que conoce a Humala desde su paso por la Escuela Militar, el actual presidente «es un tipo lábil, que no sabe tomar decisiones porque sólo llegó a teniente coronel y sabe dirigir una tropa, pero no llegó al Estado Mayor, donde sí se toman decisiones. Quienes deciden en su entorno son su esposa, Nadine Heredia, en primer lugar; Villafuerte y ahora Valdés». La periodista Patricia del Río coincide, al señalar que «a lo que estamos asistiendo es a la misma improvisación que parece estar marcando la gestión de Ollanta Humala, a la misma falta de coherencia que acompaña a gobernantes que, al no tener claro su rol, escuchan mil voces y ceden al que le grita más fuerte en la oreja».

«¿Por qué optar por un modelo más autoritario y conservador?», pregunta Del Río. «Difícil saberlo, pero nos guiamos por su falta de protagonismo para resolver problemas como el de Cajamarca; si nos remitimos a su cara de susto en cada escasísimo mensaje a la nación, si recordamos la dependencia casi enfermiza que tiene respecto a Nadine, y evocamos las reprimendas en público que le encaja su padre, don Isaac, podemos sospechar que el presidente Ollanta Humala es más inseguro que lo que su gesto serio quiere disimular, menos líder de lo que quisimos ver, menos estratega y gobernante de lo que Perú necesita».

Inquietud en la población

Mientras tanto, la sociedad civil ya manifestó su preocupación por el giro de Humala. El Instituto de Defensa Legal, defensor de los derechos humanos, señaló que «es legítimo realizar ajustes y cambios en el gobierno, pero en un escenario de creciente desconfianza, las acciones siguientes deben disipar las dudas y temores. En el corto plazo sabremos con exactitud la nueva relación del gobierno con aquellos sectores conservadores, que trataron de impedir el triunfo de Ollanta Humala y que hoy, bajo el argumento de orden y mano dura, se ven fortalecidos. Veremos si estamos transitando hacia un velado y contraproducente militarismo. Sabremos cuál será la magnitud de su distanciamiento de los sectores democráticos, que fueron su base electoral, y si mantendrá su compromiso de prevenir y resolver los conflictos sociales latentes dentro de canales de diálogo y no de la imposición de la fuerza».

El sociólogo Sinesio López, quien fuera asesor de Lerner, dijo que «Humala ha pasado de la centroizquierda a la centroderecha. Ha roto con la Izquierda que lo ayudó a ganar en la primera vuelta. Ha roto con el ex presidente Alejandro Toledo, que lo ayudó a ganar la segunda vuelta. Pero la ruptura más importante es con el electorado que lo llevó al poder. Ahora están gobernando los poderes fácticos en alianza con el presidente», afirmó. «Me refiero a los que gobiernan sin haber sido elegidos, como los grupos de poder económico y las fuerzas armadas»

Fuente: «Punto Final», edición Nº 750, 6 de enero, 2012

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