El nuevo año 2013 se inicia en Panamá bajo el signo de la incertidumbre. En la esfera política, los planes de los sectores que tienen el poder no son muy claros y se puede esperar cualquier desenlace. En lo económico, el boom que se inició hace cinco años con las altas tasas de crecimiento podría […]
El nuevo año 2013 se inicia en Panamá bajo el signo de la incertidumbre. En la esfera política, los planes de los sectores que tienen el poder no son muy claros y se puede esperar cualquier desenlace. En lo económico, el boom que se inició hace cinco años con las altas tasas de crecimiento podría comenzar a menguar. En lo social, todo indica que las reivindicaciones populares continuarán generando movimientos cada vez más grandes. En política exterior, el gobierno seguirá a la deriva, a la cola de proyectos ajenos a los intereses del país.
Hay algunos puntos que requieren un análisis aparte como son el sentir profundo del panameño. ¿Qué proyectos estamos elaborando para las próximas generaciones? En la actualidad, el país ignora el perfil del panameño que queremos para el siglo XXI. ¿Tendrá las cualidades de un estadista, de un científico o de un especulador?
Los partidos políticos panameños están en quiebra programática y moral. A pesar de ello, buscan los recursos para financiar sus campañas que culminarán en mayo de 2014. El partido de gobierno, Cambio Democrático (CD), ha dado muestras de su estrategia electoral con la campaña de repartición de jamones durante las recientes fiestas de fin de año. Reconocen que no tuvieron plan de gobierno al llegar al poder en 2009 y no presentarán programa alguno en la campaña que se avecina. Sus más altos dirigentes han confesado que su objetivo estratégico es hacer negocios. Durante el año y medio que les queda en el gobierno, continuarán con su política de despojo de las enormes riquezas que ofrece la posición geográfica de Panamá.
A pesar de tener tres años y medio en el poder, el CD no tiene un candidato viable como sucesor del presidente Ricardo Martinelli. Muchos de sus dirigentes verían con buenos ojos una solución anticonstitucional al dilema: la reelección.
El Partido Panameñista, por su lado, tiene un candidato que se lanzó al ruedo electoral hace un lustro. El actual vicepresidente, Juan C. Varela, sin embargo, no logra presentar una alternativa convincente. El presidente Martinelli rompió su alianza con Varela, lo destituyó como Canciller y le «compró» la mitad de su bancada legislativa (los tránsfugas). La pelea ha durado varios «rounds» y todos han sido ganados por Martinelli.
Incluso, Martinelli ha lanzado como posible candidato del CD al actual vicepresidente del Partido Panameñista, Alberto Vallarino, y también a Alberto Alemán Zubieta, quien fue administrador de la Autoridad del Canal de Panamá por 16 años y figura cercana al caudillo panameñista, Arnulfo Arias.
En el Partido Revolucionario Democrático (PRD), fundado por el general Omar Torrijos en 1978, surgió como líder el ex-alcalde de la ciudad de Panamá, Juan C. Navarro. Envuelto en un optimismo desbordante sus partidarios lo consideran el favorito para las elecciones de 2014. Calculan que el pueblo panameño está agotado por los desmanes de Martinelli y que no confían en Varela. Sin embargo, no presentan (aún) un programa de gobierno. En sus discursos Navarro dice que no permitirá que la corrupción se adueñe del país y le dará seguridad a la ciudadanía. Sin embargo, no dice cómo.
FRENADESO está luchando por inscribir su partido popular, Frente Amplio por la Democracia. Tiene un programa anti-neoliberal. Los panameños, gracias a una decisión de la Corte Suprema de Justicia en 2009, pueden inclinarse por los candidatos independientes a la Presidencia de la República. Mientras que los partidos políticos tienen maquinarias bien aceitadas, los independientes cuentan con pocos recursos. Juan Jované, por ejemplo, quien goza de mucha popularidad y tiene una propuesta de gobierno coherente, no recibirá para su campaña el aporte del Tribunal Electoral que reciben los partidos políticos.
En 2013 se cruzarán la campaña electoral y la coyuntura económica. La economía panameña crece a una tasa del 10 por ciento anual. Sus beneficios sólo llegan a los especuladores del sector servicios, privilegiados por la legislación vigente. Mientras unos pocos se enriquecen, la gran mayoría de los panameños se empobrece al ritmo de las políticas de desregulación, flexibilización y despojo. El sector agropecuario está en quiebra y el sector manufacturero se estancó hace años. Los empleos son informales y los trabajadores precarios no pueden llevar a sus hogares lo que necesitan sus miembros para convertirse en panameños productivos.
Esta combinación es explosiva y en diferentes momentos del pasado reciente el gobierno ha tenido que sacar sus tropas militarizadas para reprimir las protestas populares. Las heridas están abiertas. Los trabajadores, los campesinos, indígenas, así como profesionales han anunciado que no descansarán en 2013 hasta lograr sus objetivos. Los ngobe-buglé, los colonenses, los educadores, trabajadores de la salud y otros sectores se preparan para salir a las calles.
La política del actual gobierno ha sido contraria a los anhelos populares. A los trabajadores no les reconocen sus derechos a organizarse en sindicatos. A los educadores y a los trabajadores de la salud los mantienen arrinconados y con salarios muy por debajo de sus aspiraciones. En el campo, los agricultores han perdido sus mercados tradicionales. El descontento puede llegar a un punto de ebullición que cambie totalmente el panorama político en 2013.
Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA) http://marcoagandasegui11.blog
Fuente: http://alainet.org/active/6064