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Perú

La coyuntura y la memoria histórica

Fuentes: Rebelión

Queda claro que Perú vive una rebelión desde abajo, de la izquierda popular politizada pero no institucionalizada, que es originaria, anticolonial y democrática, comunitaria y solidaria.

Desde el 7 de diciembre se inician las movilizaciones, luego de una tregua por las fiestas de fin de año, el 4 de enero se reinicia el paro nacional y hay 17 regiones movilizadas, 7 en estado de emergencia (donde la vida no vale nada), más de 120 bloqueos a lo largo del país, que sin embargo, al carecer de una dirección nacional centralizada nada es exacto, no hay plan estratégico, es un desenvolvimiento irregular con direcciones locales y hasta macro regionales que tienen como parece obvio un lado positivo -evitar la manipulación política- y un lado negativo -la descoordinación y la infiltración de “ternas” (soplones mercenarios que buscan deslegitimar las luchas con la destrucción de bines públicos). En el otro lado están las organizadas y oscuras fuerzas que dirigen el complot de la derecha dirigida por escarmentados y prontuariados militares (Comando Conjunto de las FFAA, Williams asesino de Accomarca y presidente del Congreso, los marinos congresistas -Cueto y Montoya- los narco Generales del VRAEM, asesinos en Andahuaylas y Ayacucho) y civiles con Montesinos y Keiko, el primero en condena carcelaria y la segunda que busca la impunidad y el exilio, Otárola -responsable de muertes en Tía María, VRAEM y Bagua) la fiscal Benavides que también evade la justicia, lideres de los gánsteres de Acción Popular llamados “los niños” (todos ellos deben ser acusados de genocidio o crímenes de lesa humanidad e ir presos) y el bufón alcalde de Lima Rafael López Aliaga). Una guerra desigual pues los segundos tienen las armas y son genocidas por antonomasia. El pueblo se enfrenta a un poder concentrado de quienes se consideran en toda la falsa vida republicana los dueños del país, los que monopoliza las armas y ocupa todos los territorios y poderes administrativos concentrados del Estado, la oligarquía y un sector de la clase media civil y militar que proviene -muchos de ellos- de familias limeñas la migración andina pero que han renegado de su identidad étnico-clasista al replantear su lugar en el estatus social con el neoliberalismo.

La izquierda después de haber probado todos los caminos para el cambio, desde una vía pacífica hasta la armada, cambiar el país con su voto o el fusil, bajo la dirección de partidos, hoy tiene sus propias organizaciones y líderes, al ser traicionadas o reiteradamente víctimas del despojo y corrupción por organizaciones de derecha, centro e izquierda. Deciden rebelarse retomando la lucha anticolonial de Tupac Amaru y cientos de luchadores anticoloniales. Debemos resaltar que han surgido nuevos elementos que aportan al futuro de las luchas, desde la reidentificación indígena, Es la resistencia rebelde de campesinos, mestizos y comunidades de pueblos indígenas, trabajadores y sectores ecologistas y defensores de derechos a nivel urbano y rural siguiendo el ejemplo democratizador de los pueblos andinos de Bolivia y Ecuador, retomando la solidaridad comunitaria entre los de abajo. Es de relievar lo que ocurre en las universidades que salen del enclaustramiento (UNMSM, UNI, Cantuta, PUC) alarmando a la derecha en el poder que se considera dueña de todo el territorio público del país). En sus claustros tradicionalmente se albergaba hasta hace 30 años a los pobladores, sindicatos y otras organizaciones en lucha. Hace unos días volvieron a hacerlo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad Nacional de Ingeniería y cobijaron a los marchistas; en la primera la policía el 21 de enero, violando la autonomía y con la venia de la rectora Jerí Ramón esperaron que sea un sábado, inventaron un estúpido pretexto y con tanquetas, armas de guerra incursionaron maltratando a los marchistas y a todo ser vivo que encontraban a su paso, entre ellos los estudiantes que hacen uso de la vivienda universitaria, humillándolos, golpeándolos, deteniéndolos y desapareciendo a algunos considerados peligrosos; las fuerzas policiales ingresaron con tanquetas violando todas las leyes .

El incendio de una antigua casona en el centro de Lima mostró que hasta los bomberos tienen precio, al poner en duda que fue la policía quien ocasiono el desastre que la dejo en cenizas, producto del disparo de cientos de lacrimógenas con mecha que dispararon a todos los miles de marchantes. En efecto, el tipo usado de bombas lacrimógenas tienen una mecha que se enciende para provocar la explosión y eso fue visto por varios testigos, entre ellos los propietarios y no quedan dudas. Pero la Fiscal solo usa políticamente los hechos como lo hizo con sus hermanas al cambiarles los fiscales que las investigaban por liberar grandes narcos a cambio de enormes sumas de dólares y a la inversa con Castillo al que violando muchas leyes lo apresaron sin un justo proceso y ahora tiene amenazada a Dina «Balearte» con una investigación preliminar para acusarla de genocidio sino sigue aprobando las matanzas dirigidas por Otárola, los marinos y el Comando Conjunto.

La quema de fiscalías, puestos policiales, ayuntamientos, ocupación de minas y destrucción de campamentos son manifestaciones del odio popular a instituciones corruptas, criminales (57 fallecidos y cientos de heridos) responden -aunque en muchos casos fueron acciones de los infiltrados- al odio a policías y soldados que no respetan ningún derecho humano y menos social, y que, seguramente ignoran que el objetivo central del gobierno de proteger el saqueo de las corporaciones mineras.

Mientras la izquierda popular protagoniza estas acciones de rebeldía anticolonial, la otra izquierda, la institucional, cree que existe democracia y lleva a las urnas a la primera. Es curioso que como señala Héctor Béjar el voto obligatorio de la otra izquierda -la política, la oficial- haya definido procesos electorales consiguiendo solo decepciones y cuando elige a un campesino andino de sangre indígena (aunque él nunca lo haya reconocido) la oligarquía y esos sectores de clase media lo destituyan y apresen con la complicidad de este sector de la izquierda. Dirá Béjar “Por ejemplo, en los 90, el voto de la izquierda fue decisivo para el triunfo de Fujimori, y la izquierda participó en sus primeros gabinetes; la caída de Fujimori es inexplicable sin la participación de la izquierda; Toledo es inexplicable sin el apoyo de la izquierda…”[1]

Historizando, la relación del pensamiento oligárquico con el de la izquierda política, entenderemos como se transfiere una ideología de la sumision de una a otra, del caciquismo gamonal al neoliberal de derecha e izquierda, de un caudillismo a otro hasta el neoliberalismo que contaminó todo el espectro intelectual y cultural. Y como se llega a esta lucha autorganizada, sin caudillos ni falsas vanguardias, una verdadera revolución de las conciencias y practicas políticas. Veamos la historia.

Sostiene Mazzeo que el Estado colonial es: “… estado con monarquía en la medida en que de ella partían las reglamentaciones, leyes y decretos que regulaban el mundo colonial”. Cuando decimos que el estado colonial permanece hasta hoy, es por que la regulación de esta parte del mundo sigue en manos de las potencias coloniales expresada en los cambios en la legalidad y la creación de alguna nueva institución. Es obvio que no nos referimos a la colonización clásica sino a la moderna, al modo específico de naturalización de las viejas relaciones fundamentales y en renovación de lo accesorio que incluyen las relaciones de poder, dominación y explotación; de la permanencia de castas y estamentos etnico-clasistas; de la continuidad renovada del gamonalismo y el extractivismo; de una sociedad y cultura colonial excluyente de la mayoria afro indígena, del sometimiento financiero de grandes potencias como Gran Bretaña y Estados Unidos, configurando el carácter de un estado cuyos rasgos duran hasta hoy bajo nuevas mascaras modernizadas aunque el latifundismo se haya modernizado y se hayan instalado industria de bienes de consumo.

En este aniversario de José María Arguedas hay que resaltar lo que nos decía hace 55 años y que hoy continúa poniéndose de manifiesto.

Creemos que la integración de las culturas criolla e india, que evolucionaron paralelamente, dominando la una a la otra, se ha iniciado por la insurgencia y desarrollo de las virtualidades antes constreñidas de la triunfante perviviente cultura tradicional indígena mantenida por una muy vasta mayoría de la población del país. Tal integración no podrá ser condicionada ni orientada en la dirección que la minoría, todavía, política y económicamente dominante, pretende darle.[2]

Debemos construir categorías que puedan mostrar la falsa emancipación y como se suceden las formas de dominación objetivas y subjetivas y la condición tributaria de las colonias que definen una independencia política de carácter formal y una economía que ofrece principalmente materias primas o recursos energéticos a las potencias capitalistas. Esta condición define la corrupción y la crisis múltiple del estado como siempre potencial, compleja y profunda, histórica, cultural y política; no es de hoy, data desde la conquista y la colonia, perdura en la semicolonia reformada y en constante metamorfosis que llega casi incolumne a nuestros días, toca las raíces de la cultura dominante enraizada en las genealogías del poder.

La historia del Perú es una historia colonial de exterminio, que tampoco comienza en el siglo XX. En el primer siglo se calcula que exterminaron al 90% de los pueblos indígenas. Luego, fueron otros 400 años de un conflicto colonial-anticolonial basado en el despojo, que termino en todos los casos con el exterminio de la oposición al dominio colonial expresado en rebeliones, guerrillas y hasta en un intento de guerra popular.

El actual conflicto que vive Perú tiene ese fondo, los herederos de la oligarquía, ahora aliados de las grandes corporaciones vuelven -otorgándole continuidad- al despojo y exterminio de los opositores. Con la atingencia de que quienes llegaron al ejecutivo lo hicieron contaminados de la cultura neoliberal. Hereditario desde la llegada de los españoles hasta el día de hoy, los rasgos fundamentales de este Estado construido desde arriba, desde fuera y a partir de una guerra de exterminio y sometimiento brutal de los pueblos originarios El Estado nación es una fantasía mítica, sin asidero estructural, basada en una pseudo historia hecha por los poderosos.

El capitalismo colonial es visto por Machado Aráoz así:

en un sentido que acá se quiere destacar de modo especial, la expropiación eco biopolítica alude a los efectos de larga duración de la violencia colonial extractivista sobre el sustrato afectivo y motivacional de la subjetividad. Las vivencias y experiencias del extrañamiento y la explotación de los territorios se hacen cuerpos. El recurso sistemático a mecanismos de superexplotación opera, así, destruyendo los capilares de la afectividad-sensibilidad y va produciendo un progresivo proceso de acostumbramiento a la violencia endémica de los entornos coloniales. En el umbral último del orden colonial, el extractivismo opera produciendo una abismal expropiación de la sensibilidad corporal. Expropiación, más que con arrebato, tiene que ver acá con eficacia performativa; da cuenta de la capacidad biopolítica de producir sujetos radicalmente in-sensibles a la explotación. En parte por acostumbramiento-internalización del dolor social; en parte por la colonización-mercantilización del deseo. [3]

Lo que le falto decir a Machado es que esta forma colonial tiene su correlato no solo en la violencia y la internalización fetichista de los recursos naturales especialmente en las clases medias y altas beneficiadas, difundida por los medios, sino también incuban la potencialidad de la corrupción, la ingobernabilidad y las crisis al eliminar la soberanía, los derechos de los trabajadores y los escasos residuos democráticos, imponiendo en su lugar constituciones y estados de derecho fraudulentos, que protegen la corrupción e impunidad de una administración estatal y empresas saqueadoras. Se establece una estructura que condiciona a los gobiernos de cualquier color a preservar ese orden bajo el riesgo de terminar su mandato.

Sobre el neocolonialismo o recolonización neoliberal, en el que los Estados Unidos diseñan políticas y aprueban o consienten a gobiernos y a los principales funcionarios, se articula el colonialismo interno. Los descendientes oligárquicos españoles y criollos, grupos familiares herederos de la monarquía colonialista, al que se fueron agregando extranjeros que iban migrando, mantuvieron el control del Estado hasta hoy. Solo cambian algunas dinastías. Los pueblos originarios, los afrodescendientes, los mestizo indígenas y negros siempre fueron excluidos del Estado. Lo que hay es un capitalismo global que impone acabar con la soberanía estatal (Constitución 1993), fundamento de los estados nacionales, con los fragmentos de la soberanía popular, sustento de la democracia y optar por una mercantilización generalizada de la vida social, que tensiona enormemente las agendas de los Estados hacia la creciente desregulación económica, la flexibilización de los mercados laborales y la privatización de bienes públicos. La política migratoria también fue utilizada para bajar aun mas el precio de la fuerza de trabajo (PPK). El despojo campesino -y urbano- y la sobre explotación, generan enormes tensiones políticas, dado el aumento de la miseria, desigualdad y segmentación social; originando mecanismos deformados de preferencias políticas, sesgos ideológicos varios, pensamiento grupal reaccionario y esquizofrénico en la que puede aparecer una polarización política como peligroso epifenómeno de dichas tensiones.

Históricamente, tenemos la posibilidad de ver cómo se redefine el estado colonial. Fujimori al principio adoptó fines y tácticas desarrollados por la Central Intelligence Agency en cooperación con el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y usó las fuerzas armadas. Los militares necesitaban más apoyo ante las peleas antisubversivas y las denuncias de abusos a los derechos humanos y colusión en el tráfico ilegal de drogas.

Montesinos, conocedor del funcionamiento del Estado colonial -como ya lo dijimos- primero se apodero de los servicios de inteligencia, luego del Congreso y el poder judicial respaldado en una nueva Constitución que garantice su continuidad. Luego de asumir Fujimori el gobierno, Montesinos -trabajando para la CIA y probado traidor a la patria, abogado de narcotraficantes- fue elevado a la condición de Asesor del jefe del Servicio de Inteligencia. El 5 de abril de 1992, Fujimori suspende la Constitución de 1979, disuelve el Congreso y ordena la reorganización del Poder Judicial. El dominio de Fujimori sobre la Corte Suprema lo hizo destituyendo jueces y fiscales desobedientes utilizando el descontento arraigado en la población respecto al Congreso y al Poder Judicial, relacionándolo con la corrupción y los instrumentos políticos que utilizaban, con el fin de justificar un nuevo Congreso y legislaciones que redujeran su independencia. Paralelamente, tomaron medidas coercitivas y de censura contra toda la prensa y hablada, desde la misma noche del golpe. Posteriormente logro que los militares firmen un acta de sumisión. En poco tiempo tenían las instituciones controladas y bajo su mando. El mejor ejemplo fue y es Blanca Nélida Colán Maguiño, ex fiscal de la nación con Fujimori, líder y encubridora de todo el poder ante el aparato judicial. Presa entre 2001-2008.

No descuidaron la intervención social autoritaria y en noviembre de 1992, con la elección de un llamado Congreso Constituyente Democrático (CCD), en la que los movimientos políticos que lo apoyaron obtuvieron la mayoría de escaños. El CCD preparó una constitución neoliberal y a medida del gobernante, en la cual destacan la reelección presidencial y la unicameralidad del Parlamento. Esta Constitución fue aprobada por un pseudoreferéndum en 1993.

La descolonización debe eliminar la Constitución del 93, el Tribunal Constitucional creado para que la Constitución sea intocable, recuperar la autodeterminación popular y las autonomías indígenas, regionales y populares; y construir el poder destituyente y la democracia desde abajo, terminando con el vigente régimen político mercantilizado y privatizado.

Notas:

[1] Héctor Béjar, entrevista Entrevista por Pablo Toro y Jorge Ayala, Jacobin Argentina, 18/01/2023.

[2] https://www.servindi.org/18/01/2023/el-indigenismo-y-el-problema-de-la-integracion-por-jose-maria-arguedas

[3] Horacio Machado Aráoz, Extractivismo y “Consenso Social”: Expropiación – consumo y fabricación de subjetividades (capitalistas) en contextos neocoloniales. Revista Cuestiones de Población y Sociedad | 2013. ISSN 2314-1492, [ 41] Vol. 3, N°3, Año II. https://horizontescomunitarios.files.wordpress.com/2016/10/machado-araoz-extractivismo-y-consenso-social.pdf.

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