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La crisis político-social se abate sobre la «Nueva Europa» del Este

Fuentes: Sin Permiso

La «Nueva Europa», frágil y demasiado ligada política y económicamente a la Casa Blanca, está mostrando peligrosas grietas sociales. En Letonia están bajo acusación los recortes al gasto público y social, en medio de una debacle económica sin precedentes. En Bulgaria, la corrupción del gobierno quema cualquier margen de defensa social. Revueltas en Sofía y […]

La «Nueva Europa», frágil y demasiado ligada política y económicamente a la Casa Blanca, está mostrando peligrosas grietas sociales. En Letonia están bajo acusación los recortes al gasto público y social, en medio de una debacle económica sin precedentes. En Bulgaria, la corrupción del gobierno quema cualquier margen de defensa social. Revueltas en Sofía y en Riga. Protestas contra las políticas antisociales de los gobiernos liberales, manifestaciones y choques en ambas capitales.

El primer aldabonazo de advertencia llegó de Grecia; manifestaciones y desórdenes, ya fuera con características particulares, se dieron luego en Ucrania y en la controladísima Rusia de Putin; y ahora, con los choques de ayer en Bulgaria y de los días pasado en Letonia, la crisis global parece haber comenzado a generar una verdadera ola de protesta y de revuelta contra los gobiernos en Europa. Y, de nuevo, el eslabón más débil es el primero en ceder: es aquella «Nueva Europa» que en los pasados años siguió con mayor entusiasmo los cantos de sirena del neoliberalismo «a la americana» -por no hablar de las indicaciones políticas generales procedentes de la Casa Blanca- la que primero se ha desplomado de la manera más brutal ante el crac financiero. Y una vez más, también, han sido sobre todo los estudiantes y los jóvenes los protagonistas, mostrando más que otros el resentimiento y el hastío frente al modo en que sus gobiernos están gestionando la crisis, es decir, empeorando todavía más las condiciones de quien ya sufre superlativamente.

Ayer, en Sofía, una amalgama de grupos sociales diversos salió a la calle gritando consignas contra un gobierno acusado de corrupto y mafioso: desde estudiantes que exigían un cambio radical de política educativa (la tendencia actual es a recortar cada vez más el apoyo económico) y agricultores que pedían subsidios públicos para no desaparecer ante las producciones de la Europa occidental, hasta ecologistas que protestaban contra la devastación de áreas protegidas en las que le gobierno deja hacer a los especuladores del sector turístico. La manifestación, de varios miles de personas, trataba de llegar a la plaza del Parlamento, pero la policía ha intervenido masivamente con gases lacrimógenos, a lo que los manifestantes trataron de replicar con piedras y petardos. Balance final: una trentena de arrestos y algunas decenas de heridos. Hoy, probablemente, los manifestantes volverán a la calle con el propósito de exigir la dimisión del gobierno.

Análoga protesta resuena desde el martes al mediodía por las calles de Riga: fuera el gobierno de Ivars Godmanis, fotocopia del gobierno derrotado en las últimas elecciones, disolución del Saejma (parlamento) y nuevas elecciones. En la capital letona el clima político-social empeora mes tras mes, porque el país es tal vez el más terriblemente golpeado por la crisis, con una economía desplomada -de un crecimiento del 12% en 2007 a una caída del 5% este año-, una inflación galopante y una burbuja especulativa inmobiliaria de todo punto absurda (los precios de los inmuebles crecieron un 5% este mes), la cual, reventada, ha provocado una verdadera ruina general. El gobierno ha acordado un préstamo de 5,5 mil millones de euros para hacer frente a las quiebras bancarias y a otras urgencias, pero, en cambio, ha resuelto practicar recortes drásticos en materia de gasto público y social, así como fuertes incrementos de las cargas fiscales y los gravámenes: lo que, en un país en el que la privatización es ya prácticamente total, significa marginalizar, excluir de la sociedad, pauperizándolos, a centenares de miles de ciudadanos.

El martes al mediodía se desarrolló una manifestación pacífica de más de 20 mil personas que, con banderas, consignas y cantos patrióticos, pedían nuevas elecciones; al final, cuando una parte del cortejo había ya abandonado la plaza de la Catedral y trataba de acercarse al Parlamento, la policía cargó brutalmente a fin de dispersar a la multitud. La operación permitió, efectivamente, mantener desiertas las vías aledañas al Parlamento, pero provocó el estallido de choques e incidentes en todo el resto de la ciudad vieja, con asaltos a comercios y a vehículos aislados de la policía, tumbados e incendiados. Los agentes, por su parte, hicieron uso de gases lacrimógenos y balas de goma, mandando al hospital al menos a 40 manifestantes y arrestando a otros 120. Luego, el jefe de policía afirmó que los desórdenes «fueron minuciosamente preparados con antelación», sin indicar los presuntos organizadores de los mismos; pero seguramente se buscará culpar a los ambientes políticos cercanos a la minoría rusófona (un tercio de los 2,3 millones de habitantes de Letonia), dado que muchos de los estudiantes y de los jóvenes que tomaron parte en os desórdenes eran, efectivamente, rusófonos.

El martes por la noche la cosa no había terminado todavía. Ayer, el mismo presidente, Valis Zatlers, dio una conferencia de prensa en la que se despachó a gusto con el gobierno y con el Parlamento, acusados de «estar cada vez más lejos de los ciudadanos electores» y de no haber entendido el malestar de la sociedad. Zatlers prometió prácticamente la disolución del Saejma en caso de no haber un pronto cambio de política, y aun a costa de arriesgar el propio cargo (la Constitución da al presidente el poder de disolver el Saejma, pero su acción debe confirmarse en referéndum; si este no aprueba la disolución, el presidente está obligado a dimitir).

Astrit Dakli ha sido muchos años corresponsal del cotidiano comunista italiano Il Manifesto en Moscú.

Traducción para www.sinpermiso.info : Casiopea Altisench