Los sistemas noticiosos hondureños tienen por norma transmitir la menor cantidad posible de información a sus receptores; en algunos casos se complementa con inventos lo que no se sabe, y se fomenta la manipulación de la opinión pública para que vea lo que «otros» quieren mostrar, o que reaccione emotivamente frente a los hechos. Si […]
Los sistemas noticiosos hondureños tienen por norma transmitir la menor cantidad posible de información a sus receptores; en algunos casos se complementa con inventos lo que no se sabe, y se fomenta la manipulación de la opinión pública para que vea lo que «otros» quieren mostrar, o que reaccione emotivamente frente a los hechos. Si esto constituye una gran desventaja para un pueblo mayoritariamente aislado del contexto, y enfocado en asuntos más vinculados a su entorno, el hecho de que estas fuentes de información sean dominadas por grupos económicos, reviste una amenaza seria a la libertad de los hondureños.
Desafortunadamente, el mercantilismo ha convertido a las empresas de información en verdaderas armas de destrucción de la consciencia, y en herramientas poderosas de dominación. No es raro entonces que los dueños de medios, o periodistas con cierto nivel de «rating», sean vistos como «oráculos» de donde sale o se esconde el futuro del país. Es difícil encontrar una dosis balanceada de información, más complicado es obtener datos suficientes para que el público pueda ejercer procesos de inferencia propios.
Durante las tres semanas anteriores, de una manera u otra, la lucha popular por la defensa de la educación pública ha llenado espacios completos, la mayoría de ellos dedicados a distorsionar la naturaleza del movimiento popular, y a descalificar la imagen de los líderes del proceso. Poco se ha hecho por enfocar los puntos que reclama este movimiento de reivindicación, algo en lo que hemos fallado todos los que intentamos transmitir ideas. Esta carencia, que debe rectificarse cuanto antes, es nada comparada con las noticias que se han generado y de las que se ha hablado poco.
Analizar los hechos es una tarea muy difícil si no se juntan todas las piezas que constituyen el contexto. Sin embargo, es un buen ejercicio tratar de poner en el mismo sitio, cosas que aparentemente no están sucediendo al mismo tiempo, ni parecen tener relación unas con otras. Hay al menos tres noticias importantísimas además del movimiento de defensa de la educación pública que se han dado en las últimas semanas, y que, vistas en contexto, llaman a profunda reflexión sobre el futuro de la región centroamericana.
De repente, nos dimos cuenta que la Embajada Americana tiene un encargado de Derechos Humanos, punto que no es de nuestra incumbencia, pues ellos pueden hacer con su presupuesto lo que quieran; lo que si llama la atención es que este señor Jeremy Spector haga su trabajo dentro del sistema de justicia hondureña, como si fuera una parte más del gobierno local. Sus palabras, en carta enviada a la antropóloga Adrienne Pine son alarmantes; primero habla con más propiedad de los funcionarios hondureños sobre temas nacionales «Mis disculpas he estado trabajando en este y otro caso toda la mañana. En la Embajada de Estados Unidos estamos comprometidos con el Gobierno de Honduras«, haciendo referencia a la compañera Mirian Miranda. Acto seguido hace un cuadro escalofriante de la lucha popular hondureña, y descalifica con epítetos a quienes se oponen con protestas a las barrabasadas del régimen.
Esta misma semana, los compañeros de la mosquitia denunciaron que el ejército hondureño y el norteamericano hacían maniobras conjuntas en la frontera con Nicaragua. La alerta fue repetida apenas una vez, por los compañeros del COPINH. El hecho de que la embajada americana en Tegucigalpa haya alcanzado nivel de Gubernatura del país, combinado con ejercicios militares en la frontera con un país hermano, considerado enemigo por los «dueños» del mundo, comienza darnos una visión estratégica de lo que sucede en nuestra región.
Al mismo tiempo que la salvaje represión del régimen arreciaba en todo el país, en Nicaragua la seudo oposición, con patrocinio descarado de los mismos Estados Unidos, armaba tumulto y se enfrentaba a la policía de aquel país, defendiendo, según ellos, la democracia, aunque su héroe y santo preferido se llama Roberto Micheletti. Ahora tenemos más elementos sobre la situación que se desarrolla en toda la región. La lucha hondureña, la intromisión gringa en los asuntos de gobierno, las maniobras militares en la frontera, y la activación de la versión nicaragüense de los «blanquitos» o protestantes de profesión, pagados por la CIA a través de ONG en ese país.
Ahora si tenemos de frente una «mesa servida», con todos los elementos; la lucha en Honduras es reprimida con brutal violencia, porque los gringos deben resolver la protesta interna para poder dedicarse a su objetivo esencial que es provocar fuerte desestabilización en Nicaragua, en acción guerrerista contra el ALBA, y la UNASUR. Nótese como el caso «Honduras», escondido por meses por los medios internacionales multinacionales, de repente se ven obligados a volver la mirada hacia nuestro país; esto sucede porque ya no pueden esconder la crisis social que sacude a Honduras, además las mentiras de los medios locales ya no bastan para sostener la falsa normalización del país. En una entrevista de Claudia Palacios de CNN en español, de capital cubano americano de extrema derecha, le consulta al señor Calidonio, vice ministro de seguridad del régimen sobre las protestas, y este le asegura, que se trata de unos pocos revoltosos; a lo que ella responde «son pocos peros saben hacer bastante ruido», la entrevista termina con Calidonio sin poder mentir bien.
La estructura de la noticia lleva como propósito aislar la noticia del contexto en que se está produciendo, y esconder la incomodidad creciente del imperio ante sucesos que están fuera del control policial. Entonces se producen ataques «disuasivos» contra camarógrafos y reporteros independientes; la idea sacar las imágenes del aire en la mayor medida posible. La necesidad de esconder este evento en la Honduras «mágica» de Lobo Sosa es fundamental para los propósitos posteriores de desfigurar al régimen nicaragüense, al tiempo que satanizan la integración de los países latinoamericanos. Para Estado Unidos, nuestro país sigue siendo una «cabeza de playa» para atacar otros puntos del continente, incluidos algunos muy distantes, como Venezuela.
El otro evento son las elecciones en el Perú, donde Ollanta Humala lleva la ventaja, y una segunda vuelta, entre movimientos progresistas, u la derecha fondo monetarista es inevitable. La situación se torna peligrosa para los intereses gringos, en un área en la que ya ha perdido mucha influencia. La posibilidad de que asuma un gobierno de tendencia latinoamericanista dificulta más el escenario para la caricatura de dictadura que usa para fines cosméticos hacia el mundo, que dicho sea de paso sigue jugando con todo lo que puede para mantenerse a flote.
En una síntesis rápida, casi al ritmo de los eventos, encontramos que la lucha hondureña debe ahogarse de inmediato, pues el creciente proceso de insurrección popular es un acontecimiento que puede alterar de manera seria los planes que maneja el imperio a nivel continental. Muchas veces caemos cándidamente en las trampas que nos tienden y nos desentendemos de lo que debemos tener en mente. Hace unas semanas, la revista de derecha británica The Economist, hace un reportaje desde Tegucigalpa, en el que habla del retorno de José Manuel Zelaya, en dicho trabajo argumenta que la venida del compañero ocasionaría una división de la izquierda, y fraccionaria definitivamente al Frente de Resistencia; sin embargo, en un malabar de palabras, dice también que existe la posibilidad de que Zelaya sea un agente de intensificación de la lucha, dada su enorme popularidad. Además, apunta que Porfirio Lobo Sosa, electo presidente en unas elecciones «razonablemente» justas, debe aprovechar estos momentos en que aun cuenta con apoyo popular para resolver el problema que tiene con la OEA.
Viniendo de la unidad de inteligencia económica de Gran Bretaña, encontramos aquí señales que nos indican que existe necesidad de «apagar» el fuego cuanto antes en Honduras, y que se debe impedir a toda costa el retorno del presidente Zelaya. Seguimos combinando datos, información, y vemos como todo esta interconectado. Es incluso posible que, a esta altura, el imperio ya no sienta la necesidad de reintegrar el Estado hondureño a la OEA, aunque este necesite desesperadamente enfrentar la difícil situación económica que no le permite saciar la voraz maquinaria del clientelismo político, por lo que considera más prioritaria su guerra silenciosa contra la integración que el reingreso de este pequeño país a un organismo que ellos han controlado por muchos años.
Si nos percatamos, a lo largo de todo este análisis no aparece el régimen de Lobo Sosa como actor, sino como ejecutor de la política norteamericana, con la función principal de destruir todo signo de organización popular en el país. Por eso se ataca la educación, el estatuto del docente, el salario mínimo, el patrimonio nacional, y muchas otras cosas que a marcha de dimensión cósmica lleva adelante el régimen. Debemos entender que la democracia es entendida por las multinacionales y el imperio como un commodity, que se compra, se vende, se retuerce, o lo que quieran si con ello defienden sus intereses.
Indudablemente, es importante ejercitar siempre una lectura amplia de lo que nos presentan como noticia; por mucho que intenten dominar nuestras mentes, siempre contamos con la opción de encontrar la verdad por nuestro propio medio.
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