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La India, Pakistán y la provincia de Cachemira

Fuentes: Barómetro Internacional

Los conflictos detenidos en el tiempo La geopolítica mundial La distribución del poder a nivel mundial conforma un sistema geopolítico de alta complejidad, compuesto por un denso entramado de interrelaciones e interacciones de múltiples variables a distintos niveles (políticos, económicos, sociales, culturales, etc.) en todo el sistema. La evolución de las distintas variables y de […]

Los conflictos detenidos en el tiempo

La geopolítica mundial

La distribución del poder a nivel mundial conforma un sistema geopolítico de alta complejidad, compuesto por un denso entramado de interrelaciones e interacciones de múltiples variables a distintos niveles (políticos, económicos, sociales, culturales, etc.) en todo el sistema. La evolución de las distintas variables y de sus relaciones genera un proceso del cual se van decantando los sucesos históricos que son sujeto del análisis socio-político.

En la actualidad todo el sistema se encuentra en un estado muy fluido, donde los cambios se producen por factores que a primera vista pudieran parecer insignificantes. Es lo que los científicos que manejan la Teoría del Caos denominan «estado caótico», un estado de los sistemas complejos (y el sistema geopolítico es uno de ellos) en el cual funciona lo que se denomina «efecto mariposa» (una mínima alteración en una variable menor puede producir cambios profundos en todo el sistema). La otra característica de este «estado caótico» es que mientras el sistema lo atraviese se vuelve impredecible, ya que en el mismo la lógica tradicional de causa-efecto deja de tener significado.

Ese complejo entramado del sistema geopolítico internacional tiene como uno de los principales motores de su evolución (existen otros) los que podemos denominar como «focos de tensión», lugares y tiempos en conflicto armado o al borde de él, que constituyen catalizadores de los grandes cambios geopolíticos.

Podemos reconocer fácilmente muchos de estos «focos de tensión» en nuestra realidad actual, Libia, Irak, Afganistán, Siria, Ucrania son algunos de ellos, áreas donde se están desarrollando enfrentamientos militares cuyos resultados pueden afectar no solo a su entorno, sino al resto del mundo. En general estos focos de tensión tienen un rápido desarrollo, ya que se trata de guerras puntuales (clásicas o asimétricas) y el resultado de los combates militares va determinando rápidos cambios de la situación socio-política.

Sin embargo existen en el panorama global algunos focos de tensión que son de larga data, y que constituyen «guerras potenciales». La situación de tensión se «congela» en el tiempo, aunque no deja de constituir una especie de bomba de tiempo, lista a estallar en cualquier momento. Dos ejemplos claros de ello son la situación entre la India y Pakistán, y la situación entre Corea del Norte y Corea del Sur.

Si hacemos un recuento de los actuales focos de tensión vemos que en su mayoría son el producto directo de la política hegemónica de los Estados Unidos en el mundo. Incluso el conflicto en la península de Corea tiene origen en su intervención militar a principios de la Guerra Fría, intentando mantener la hegemonía en Asia del Sur y enfrentándose a Rusia y a China. Sin embargo, el conflicto que analizaremos entre la india y Pakistán no solo es más antiguo que el de Corea, sino que tiene como origen una de las últimas intervenciones geopolíticas británicas, en el ocaso final de su predominio imperial.

La India, un poco de historia

Durante el siglo XVIII, en medio de la expansión de lo que durante el siglo siguiente sería el imperio más poderoso de la Tierra, Inglaterra comenzó a penetrar (a partir de acuerdos y componendas con distintas fuerzas internas) el subcontinente hindú. Ya a mediados del siglo XIX la Compañía Británica de las Indias Occidentales controlaba la totalidad de ese territorio, de una manera tan absoluta que comprendía la planificación de cambios estructurales importantes en la sociedad dominada. En forma absolutamente coordinada y como la única manera de poder mantener el poder político sobre una colonia que tenía un área geográfica y un número de habitantes muchas veces mayor al de la metrópoli, la Corona Británica se preocupó (con el apoyo y colaboración de toda su clase política) de crear una nueva clase de hindúes que pensaran como los invasores y se cuidaran de manejar sus intereses frente a sus compatriotas (se les llamó cipayos) y de crear instituciones sociales a la manera europea que ellos pudieran controlar. Durante casi un siglo lograron su objetivo y mantuvieron a la India como su principal colonia.

Lo que no pudieron evitar fue que el mundo cambiara y su papel imperial a partir del principio del siglo XX comenzara a declinar. Progresivamente el Imperio Británico fue desmembrándose, y a pesar que su clase política-maestra en todos los trucos de la diplomacia- inventara la Commonwealth (Comunidad Británica de Naciones) como una manera de mantener influencia sobre las colonias que su propia decadencia iba dejando independientes, intentó hasta el último momento conservar la India (la más preciada joya de la corona).

Sin embargo ya desde antes de la Segunda Guerra el movimiento de no violencia encabezado por Mohandas (Majatma) Gandhi fue convocando a millones de personas en la lucha por lograr la salida de los británicos y de la independencia. Esta fue lograda en 1947, dos años después de finalizada la guerra.

La secesión entre India y Pakistán

Uno de los problemas más graves del subcontinente consistía en el feroz enfrentamiento entre distintas facciones que en la medida que se llegaba a la independencia iban siendo cada vez más cruentos. El propio Ghandi no logró controlar estos conflictos, aunque intentó varias veces la huelga de hambre como un recuso de presión política. El más importante de ellos que incluía a millones de personas y era el enfrentamiento entre los fundamentalistas islámicos y los fundamentalistas hindúes.

Este conflicto fue usado como excusa por el Reino Unido para partir el subcontinente en varias partes antes de retirarse, de acuerdo a los intereses geopolíticos de los aliados frente a la naciente Guerra Fría y al enfrentamiento con la Unión Soviética y China. Se suponía que la secesión sería una solución para el grave conflicto religioso, ya que se trasladaría al territorio que sería Pakistán a los musulmanes y se dejarían en el resto del subcontinente a los hindúes. Aunque esto implicó la migración forzada de más de doce millones de personas en las peores condiciones, ese objetivo estuvo lejos de poder cumplirse. En la India quedaron millones de musulmanes y en Pakistán millones de hindúes, el conflicto religioso nunca fue resuelto.

El conflicto entre India y Pakistán

Los dos países artificialmente formados por el Imperio Británico moribundo fueron enemigos desde el principio. En el año 1962 tuvimos la suerte de asistir a una conferencia del historiador inglés Arnold Toynbee y el hizo en esa ocasión tres previsiones históricas. Una de ellas, acertada en su totalidad fue respecto a Vietnam, predijo que los EE.UU. iban a intervenir en Vietnam (dos años antes que Johnson enviara las primeras tropas) y que igual que Francia iban a retirarse derrotados. La segunda tenía que ver con Israel, dijo que el Estado de Israel estaba destinado a desaparecer. Y la tercera se refirió al enfrentamiento entre India y Pakistán. Dijo que ya había habido una guerra entre ellos (en 1948 y 1949) pero que las guerras iban a continuar, corriéndose el riesgo de terminar en una hecatombe nuclear.

Desde entonces ha habido tres guerras más (1965, 1971 y 1999) entre ambos y hasta la fecha siguen apuntándose con misiles (ambos tienen capacidad nuclear) que pueden ser el último recurso de una nueva guerra.

La India que dejaron los ingleses se convirtió teóricamente en una República Democrática, pero la verdad es que quien se quedó con el poder fue una clase social hindú heredera de los cipayos. A través de la acción de Jawaharlal Nehru, quien fuera discípulo de Ghandi pero que pertenecía a esta clase de hindúes con pensamiento europeo y a otros dirigentes políticos del mismo tenor, se creó una democracia formal de partidos que maneja desde 1947 a la India. Se trata de un país que tiene hoy 1.240 millones de habitantes (el segundo más poblado del planeta) y que tiene las mayores desigualdades sociales del mundo. Existe una clase social europeizada y/o descendiente de los viejos dirigentes políticos hindúes (maharajás y demás) que abarca un porcentaje mínimo de la población (nunca mayor al 20%) y que vive como en un país del primer mundo, que tiene una gran capacidad industrial, mantiene el tercer contingente militar del mundo, realiza investigación científica, posee un arsenal nuclear y por su gran desarrollo económico se perfila como una potencia a nivel mundial, pero la gran mayoría de sus pobladores (unos 900 millones de personas) no solo viven en pobreza extrema, sino en condiciones absolutamente degradantes a la condición humana. India es un país que mantiene a la fecha una gran violencia interna, el derramamiento de sangre es algo común (la Primera Ministra Indira Ghandi, terminó siendo asesinada a balazos por su guardia personal en la casa de gobierno). Además de las cuatro guerras con Pakistán la India ha tenido una guerra con China en 1962 por problemas de frontera generados en plena Guerra Fría.

Por otro lado Pakistán ha sido desde su propio nacimiento también un país de gran violencia, donde el sistema político ha atravesado breves períodos democráticos, pero que en general se ha mantenido en poder de sucesivas dictaduras militares a partir de frecuentes golpes de estado. También la primer ministra Benashir Bhutto, que fuera gobernante en un breve período democrático del país, fue asesinada por los militares. Cuenta con unos doscientos millones de habitantes y tiene el séptimo ejército del mundo, siendo también una potencia nuclear.

Estos son los dos protagonistas del conflicto latente, razones religiosas, culturales, económicas y políticas alimentan este conflicto y mantienen los dedos en el gatillo.

Cachemira, la manzana de la discordia

El pretexto principal que mantiene encendida la mecha del conflicto es la Provincia de Cachemira. Otro subproducto de los intereses británicos y occidentales de la Guerra Fría. Aunque la mayoría de los habitantes de esta provincia son de origen musulmán (por lo cual la provincia debería pertenecer a Pakistán), el maharajá que la gobernaba en el momento de la secesión era hindú. Los británicos consideraron que dada la extensa frontera que la provincia tenía en ese momento con la Unión Soviética, la India sería mejor para administrarla y contener el poder soviético, y aprovecharon su gobierno existente para cedérsela.

Pero Pakistán nunca aceptó esto, y desde el primer momento ha intervenido con tropas y fuerzas políticas para lograr que la provincia perteneciera le perteneciera. Este ha sido el tira y afloje sobre Cachemira que desató las sucesivas guerras y que se ha convertido al día de hoy en la razón principal del conflicto latente. En el desarrollo del conflicto un nuevo actor apareció, el movimiento independentista de Cachemira. Los tres factores de poder tienen presencia militar combatiente en la provincia y eso hace que la situación mantenga un crónico equilibrio inestable y que siga constituyendo un territorio en disputa permanente.

La situación actual del conflicto

Tal como vimos, la India y Pakistán son dos naciones fundamentalmente enemigas, vecinas y con intereses y objetivos contrapuestos. Ambas con un currículo guerrerista que mantiene el conflicto armado potencialmente vivo.

Primero la intervención soviética en Afganistán y el creciente movimiento talibán que finalmente logró quedarse con el poder desviaron mucho la atención de este enfrentamiento ya que tanto la India como Pakistán fueron desde el principio opuestos a los talibanes. Ellos primero lograron controlar el poder en Afganistán, convirtiéndose en un enemigo potencial para ambos países, lo que echó una balsa de aceite sobre el conflicto India-Pakistán.

Luego de la invasión de Afganistán por parte del gobierno de George W. Busch desplazando a los talibanes, éstos no solo han seguido combatiendo en su territorio, sino que se han infiltrado y hecho fuertes militar y clandestinamente en territorio pakistaní, constituyendo junto a los crecientes problemas internos en ese país para mantener el poder por los militares de turno, un grave problema interno que ha mantenido a Pakistán en una condición de beligerancia suspendida con la India.

Pero por supuesto es solo una circunstancia coyuntural en un conflicto de características estructurales, que sigue tan real como siempre.

Tal como decía Toybee en 1962, el resultado final del conflicto es imprevisible, y comprende un escenario posible de guerra nuclear, que dada la globalización actual, todos sabemos que no será nunca puntual.

Una más de las Espadas de Damocles que penden sobre nuestras cabezas.

Fuente: http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/miguel-guaglianone-la-india-pakistan-y-la-provincia-de-cachemira