El 30/11/09 publiqué en El Plural el artículo «La libertad según el liberalismo» en la que cuestionaba la supuesta dedicación del movimiento liberal (en el que incluía a la Internacional Liberal) a la libertad que dicen promover, y como prueba del contraste entre su discurso teórico y las prácticas que realizan, señalaba, entre otros ejemplos, […]
El 30/11/09 publiqué en El Plural el artículo «La libertad según el liberalismo» en la que cuestionaba la supuesta dedicación del movimiento liberal (en el que incluía a la Internacional Liberal) a la libertad que dicen promover, y como prueba del contraste entre su discurso teórico y las prácticas que realizan, señalaba, entre otros ejemplos, el apoyo de la Internacional Liberal al golpe militar de Honduras nombrando ni más ni menos que vicepresidente de tal Internacional al golpista Micheletti -que sustituyó por la fuerza de las armas al Presidente Zelaya democráticamente elegido- de aquel país. Tal golpe militar fue rechazado por las Naciones Unidas, por la Unión Europea y muchos otros países como Estados Unidos. En mi artículo, denuncié tal golpe, así como las elecciones a las que definí como una farsa, debido a que se realizaban en un ambiente que carecía de las libertades esenciales exigibles a cualquier proceso democrático. Una versión catalana del artículo se publicó en El Debat (2/12/09).
Josep Soler Albertí, dirigente de la Internacional Liberal, enviado por tal Internacional como observador en las elecciones, respondió inmediatamente (03/12/09) y previsiblemente con una gran cantidad de insultos. Es característica de las derechas en España que sustituyan la argumentación por el insulto. Hay muchos Losantos en España. Y Soler Albertí es uno de ellos. Me dijo de todo. El insulto más suave era el de ser amante de dictaduras (por haber rechazado la demonización que se ha hecho de Chávez y Evo Morales en gran número de medios en España). (Da una idea de la ligereza en las definiciones políticas del sr. Soler que insinúa que el Ministro del Gobierno Español de Asuntos Exteriores, el Sr. Moratinos, es «chavista»). A la vez de insultar, este señor en sus comentarios escribió que las elecciones habían sido ejemplares. En realidad -decía él- las elecciones hondureñas de hace unos días habían sido «envidiables desde nuestras latitudes». Al parecer, el señor Soler desearía que las elecciones nuestras, de aquí, fueran de tanta calidad como las últimas elecciones hondureñas.
Le respondí señalando que en esas elecciones «ejemplares» las voces contrarias al golpe (incluyendo la única cadena de televisión opuesta al golpe militar) estuvieron vetadas o reprimidas, habiéndose encarcelado miembros de la oposición al golpe y manteniendo aislado al Presidente Zelaya en la embajada brasileña. Y el señor Soler respondió (04/12/09) insultándome de nuevo diciendo que soy un «mentiroso» porque la realidad, según él, es que los medios que apoyaban el presidente Zelaya tuvieron todas las facilidades para exponer su punto de vista, señalando que las elecciones, en lugar de ser una farsa habían sido un rotundo éxito como lo demostraba la elevada participación en unas elecciones totalmente normales. Y como prueba de su credibilidad en este diagnóstico, se refirió a un editorial reciente de El País en el que este diario describía que «las elecciones se habían desarrollado en normalidad y gran afluencia de votantes» (04/12/09).
Al parecer, el señor Soler considera también «mentirosos» a la ONU, a la Organización de Estados Americanos, a la Unión Europea, al Centro de Análisis Electoral del Presidente Carter, Amnistía Internacional y una larga lista de instituciones que denunciaron que las elecciones no podían realizarse en el clima de terror, miedo, represión y falta de libertad que se ha vivido en ese país desde el golpe militar. Como bien ha dicho, George Wickers en la revista Foreign Policy (25/11/09) la característica mayor del ambiente electoral durante este periodo ha sido la represión, la violencia y el miedo. Según la propia Agencia de Derechos Humanos de Honduras ha habido 37 asesinatos y más de 5000 detenciones desde que ha habido el golpe militar.
Tal ambiente se dio también el día de las elecciones, que seguía el existente en días anteriores, en los cuales existía un estado de queda militar cada día de las seis de la tarde a las seis de la mañana. Durante el día de las elecciones no se podía ir en grupos de más de 4 personas. Según el corresponsal en Honduras de Los Angeles Times (01/12/09), gran parte de la población en la capital, Tegucigalpa, estaba encerrada en casa de modo que por la tarde la ciudad parecía una ciudad fantasma. En la ciudad de San Pedro Sula hubo una represión muy fuerte de la población, que se manifestó en contra de las elecciones, con varios heridos y personas ingresadas en varios hospitales. Amnistía Internacional ha denunciado la atmósfera represiva de intimidación que caracterizó la jornada.
En la noche de la elección, la Junta Electoral nombrada por el gobierno declaró una participación elevadísima, de un 61%, felicitándose por el gran éxito. Muchos medios en España, incluido El País, subrayaron este porcentaje. Un hecho que muestra el sesgo ideológico de los llamados observadores internacionales, es que la mayoría de tales observadores aplaudieron cuando se presentaron estas cifras. Gran parte de la prensa internacional, en cambio, mostró su escepticismo. En realidad, según la Agencia de Muestreo contratada por el Partido Demócrata de Estados Unidos, la participación había sido mucho menor, 47,6%, un porcentaje inferior al de las últimas elecciones, cuando salió elegido el Presidente Zelaya (55%) (AP NEWS OU 12/01/09). La evidencia de que la Junta había inflado los números de una manera muy marcada hizo que la Junta disminuyera más tarde el porcentaje al 49%. Como muy bien ha dicho el Presidente Lula de Brasil, estas elecciones han sido una farsa y su legitimación representa una amenaza a la democracia en América Latina (02/12/09).
Había que agradecerle al dirigente de la Internacional Liberal su exposición pues reafirma, una vez más, el conflicto entre la libertad que aparece en su discurso, y su apoyo a un golpe militar. Y también por mostrar en su comportamiento normativo (lleno de insultos) el talante tan poco democrático de tal tradición liberal.
Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra. Y Profesor de Políticas Públicas de The Johns Hopkins University, USA.