La incursión de Arabia Saudí en Bahrein es una medida riesgosa que puede inflamar el descontento interno que soportan ambos gobiernos y favorecer la propaganda de Irán entre las poblaciones chiíes de sus vecinos árabes. Autoridades saudíes y funcionarios de Emiratos Árabes Unidos -país que envió 500 policías para apoyar a los 1.000 efectivos saudíes- […]
La incursión de Arabia Saudí en Bahrein es una medida riesgosa que puede inflamar el descontento interno que soportan ambos gobiernos y favorecer la propaganda de Irán entre las poblaciones chiíes de sus vecinos árabes.
Autoridades saudíes y funcionarios de Emiratos Árabes Unidos -país que envió 500 policías para apoyar a los 1.000 efectivos saudíes- dijeron que habían ingresado el lunes al reino a pedido del propio gobierno de Bahrein para proteger la infraestructura de la nación y dar espacio a una solución política.
Sin embargo algunos analistas dijeron que no existía una amenaza aparente a la infraestructura y que la intervención parecía un intento torpe de intimidar a los manifestantes que construyeron una ciudad con tiendas de campaña en la capitalina Plaza de la Perla, imponiendo controles en las calles del centro financiero de Manama.
«No entiendo. No creo ni por un minuto que esta sea una respuesta colectiva a una decisión de los ministros de Relaciones Exteriores del Consejo de Cooperación del Golfo», dijo el experto saudí Thomas Lippman, del Council on Foreign Relations.
La medida pareció reflejar el pánico de los saudíes y de la familia musulmana suní que gobierna Bahrein, los Khalifa, ante la persistencia de las protestas populares. El rey ha declarado el estado de emergencia por tres meses, tras semanas de manifestaciones contra el gobierno.
La población del país es predominantemente chií y durante mucho tiempo se ha quejado de discriminación en el gobierno y en la economía.
En los últimos días también hubo manifestaciones en la saudí Provincia Oriental, mayoritariamente chií y conectada a Bahrein por un paso elevado de 26 kilómetros. Allí se encuentran la mayor parte de las instalaciones petroleras saudíes.
«Los saudíes temían que las manifestaciones en Bahrein contagiaran a los chiíes de la Provincia Oriental. Así que simplemente tuvieron que avanzar», dijo Simon Henderson, analista de temas del Golfo en el Washington Institute for Near East Policy.
Henderson sostuvo que era posible que las fuerzas saudíes, que parecieron incluir tanto a unidades de la Guardia Nacional como del ejército, se utilizaran para dispersar barricadas impuestas por los manifestantes en torno al sector financiero de Manama, puntal de la economía de Bahrein.
Este martes ya se reportaron enfrentamientos y las muertes de dos manifestantes y un saudí, en circunstancias poco claras.
Henderson dijo que la intervención saudí podría dificultar aún más a Bahrein llegar a una solución política. Mientras los chiíes denuncian discriminación, otros ciudadanos también tienen quejas sobre los cambios políticos que han reducido el poder del parlamento y sobre el hecho de que la familia Khalifa domine los principales puestos ministeriales.
El primer ministro, tío del rey Hamad, ocupa ese cargo desde la independencia de Bahrein, en 1971.
Los medios de comunicación saudíes han acusado al chií Irán de fomentar el malestar en ambos países, pero los analistas sostienen que hay pocas pruebas de esto.
«Irán no es la fuerza guía en estas acciones», dijo este martes Afshin Molavi, experto en temas de Irán en la New American Foundation ante una audiencia del Woodrow Wilson International Center for Scholars.
Molavi observó que los medios estatales iraníes que se dirigen a los ciudadanos que hablan persa prácticamente no mencionan la situación en Bahrein. Sin embargo, el canal satelital iraní Al-Alam, que transmite en árabe, se ha centrado mucho en las protestas y en la incursión saudí.
Las 10 principales notas que cubrió el lunes Al-Alam tuvieron que ver con Bahrein, dijo Molavi.
Según Lippman, «Irán puede beneficiarse de esto cruzándose de brazos» a ver cómo se desata la ira en el mundo árabe ante la intervención saudí.
Un funcionario iraní que habló a condición de no revelar su identidad dijo a IPS que Irán había condenado la acción saudí y que probablemente orquestara sus propias maniobras militares pero no enviara fuerzas a Bahrein.
Haciéndose eco de otras declaraciones regionales, el funcionario dijo que pensaba que Bahrein había obtenido la aprobación de Estados Unidos para hacer que saudíes y emiratíes ingresaran a su territorio cuando el secretario de Defensa Robert Gates visitó Bahrein la semana pasada.
El gobierno de Barack Obama negó esto, pero no condenó la medida de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, aunque urgió a las tropas extranjeras y a las autoridades de Bahrein a contenerse. «Ésta no es una invasión de un país», dijo el lunes Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca.
Además de afirmar que le preocupan los «derechos universales» del medio millón de ciudadanos de Bahrein, Washington se mostró preocupado por proteger su base en ese país árabe, donde está apostada la V Flota de Estados Unidos.
Unos 3.000 militares vigilan 30 embarcaciones y 30.000 navegantes de Bahrein. Estas fuerzas estadounidenses tienen por objetivo proteger de Irán a los estados del Golfo. La base también se usa para apoyar a los soldados estadounidenses en Iraq y Afganistán.
Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97777
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