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La izquierda en India: hacia la pérdida de identidad

Fuentes: CEPRID

India es uno de los pocos países del mundo donde hoy el término «marxista» es sinónimo inequívoco de izquierda. Nada de «nueva izquierda», ni «socialismo del siglo XXI» ni eufemismos semejantes que tanto éxito están teniendo, sin entrar en consideraciones a cerca de lo que hay detrás de dichas etiquetas, en Europa o en América […]


India es uno de los pocos países del mundo donde hoy el término «marxista» es sinónimo inequívoco de izquierda. Nada de «nueva izquierda», ni «socialismo del siglo XXI» ni eufemismos semejantes que tanto éxito están teniendo, sin entrar en consideraciones a cerca de lo que hay detrás de dichas etiquetas, en Europa o en América Latina, por poner un ejemplo. En India todo el mundo sabe que los marxistas son quienes durante años han mantenido en alto la bandera de la política social, de la lucha contra las multinacionales, de la defensa a ultranza del sector público, de la reforma agraria, de la educación gratuita… y se ha hecho desde dos ámbitos totalmente opuestos: el legal, representado básicamente por el Partido Comunista de India y el Partido Comunista de India (marxista), y el armado, encabezado por el Partido Comunista de India (maoísta) y el Partido Comunista Marxista-Leninista Guerra Popular.

La lucha armada está en auge y se desarrolla en 14 de los 28 estados de India, con desigual implantación de la guerrilla pero que se ha convertido ya en un fenómeno de alcance nacional (1) y ello se debe a tres factores: la unificación de las diferentes organizaciones maoístas, la crisis económica y el deterioro en la imagen de la izquierda parlamentaria por sus prácticas políticas en los últimos cuatro años, especialmente tras la represión de un movimiento popular en contra de la instalación de una Zona Económica Especial en la localidad de Nandigram el 14 de marzo de 2007. Ese día 14 campesinos murieron al reprimir la policía su protesta, que se venía realizando, y era un movimiento en ascenso, desde que en diciembre de 2006 el gobierno anunciase la aprobación de la ZEE.

Nandigram está situado en Bengala Occidental, un estado que gobierna el Frente de Izquierda, hegemonizado por el Partido Comunista de India (marxista) desde hace 30 años. En su periódico «Democracia Popular», el PCI (m) justificó la represión argumentando que habían sido los campesinos quienes habían iniciado los ataques contra los militantes del PCI (m), matando a algunos de ellos, y enfrentado repetidamente a la policía al tiempo que se negaban a aceptar el acuerdo que les proponía el gobierno de Bengala (2). Meses más tarde, en una concentración masiva en el mismo lugar el primer ministro acusó a los maoístas de estar detrás de las movilizaciones campesinas reprimidas de marzo, defendió la ZEE como «los imperativos del desarrollo» y dijo a sus bases que la creación de nuevas industrias no iba a debilitar la agricultura, un terreno en el que el PCI (m) siempre ha estado en la vanguardia de lucha, sino que la iba a consolidar y agrandar (3).

Sin embargo, la represión de Nandigram está comenzando a ser considerada como el principio del fin de la izquierda parlamentaria, tal y como se la conoce hasta ahora. Los dalits, los intocables en el sistema de castas hindú, se han volcado hacia los maoístas; los campesinos pobres también. Hay que recordar que en India cuatro quintas partes de la población viven con poco más de un euro al día. Y por si fuese poco, un importante sector de los intelectuales está reclamando a los maoístas la formación de un nuevo frente, de carácter inequívocamente revolucionario, que rompa con la inercia de una izquierda tradicional que cada vez se ve más envuelta en casos de corrupción y que está asumiendo con una rapidez desmesurada los planteamientos socialdemócratas con tal de conservar el poder. La izquierda india, inequívocamente marxista, que sobrevivió e incluso extendió su influencia tras el derrumbamiento de la Unión Soviética y conservó prácticamente intacto su capital moral e intelectual, ve ahora seriamente dañada su credibilidad.

De la vanguardia…

No siempre ha sido así. El PCI (m) cuenta con una larga tradición de gobierno en varios estados de India, con Bengala Occidental como principal referente. Este estado, de 80 millones de habitantes, cuenta con gobierno comunista desde 1977 -el PCI (m) hegemoniza el Frente de Izquierda, que cuenta con un total de 235 escaños de los 294 con que cuenta la Asamblea de Bengala Occidental, de esos 235 escaños de la coalición 176 están en manos del PCI (m)- y es considerado el estado modelo para la gestión de la izquierda, así como el espejo donde debe mirar la izquierda parlamentaria india.

En él se hizo una reforma agraria por primera vez en India, con redistribución de la tierra ociosa y mayor protección en la tenencia de tierra a los campesinos, se otorgó carta de ciudadanía a los migrantes ilegales de Bangladesh y se fomentó la participación popular a través de unas instituciones conocidas como panchayats que tienen como misión implementar y controlar los problemas de tierras, entre otros. Se ha dado más presencia a los trabajadores, rurales y urbanos, a las mujeres y a los marginados dalits que en cualquier otro estado de India y se ha ido experimentando un crecimiento económico sostenido en el que los pequeños productores han tenido un papel importante, por no decir el más importante.

También ha tenido sus problemas: el paro, cada vez mayor entre la población, el estancamiento en la alfabetización y educación y lo que es más significativo, el aumento de las desigualdades de acceso a la educación según se sea hombre o mujer, se pertenezca a una u otra clase social (aunque habría que hablar más bien de casta) o se sea originario de tal o cual región de Bengala. Ello ha hecho que a pesar de que el apoyo electoral al Frente de Izquierda no haya dejado de crecer hasta 2006, los sectores más politizados de la población se hayan comenzado a fijar en la guerrilla naxalita como referente revolucionario.

Junto a Bengala Occidental, el Frente de Izquierda gobierna otros cuatro estados: Kerala, Tripura, Tamil Nadu y Manipur. En los dos primeros, el PCI (m) es la fuerza hegemónica mientras que en los dos últimos está en minoría.

En Kerala (32 millones de habitantes) fue donde por primera vez los comunistas indios formaron gobierno en 1957 y desde entonces han gobernado intermitentemente hasta que en 1996 consiguieron volver a ganar en las elecciones, victoria que se ha venido repitiendo hasta el momento actual, donde cuentan con 61 de los 140 escaños del Frente de Izquierda, que gobierna en mayoría absoluta. Su principal logro es la educación, convirtiendo a este estado en el primero de India en cuanto a los mejores parámetros educacionales, tanto en primaria como en secundaria, de todo el país. Esto, unido a que es el estado indio con menor porcentaje de mortalidad infantil, hace de Kerala prácticamente una isla dentro de India: apenas hay industria, pues los capitalistas abandonaron el estado ante la pujanza de los sindicatos, amparados por el gobierno, y ello ha hecho que Kerala sea hoy el paradigma del igualitarismo social: un salario mínimo decente, un sistema de distribución muy eficiente que surte a las tiendas de toda clase de artículos a precios subvencionados y una reforma agraria que ha distribuido entre un millón y medio de campesinos arrendatarios las propiedades de los terratenientes.

En estos momentos en Kerala se discute sobre las Zonas Económicas Especiales que quiere poner el gobierno central por toda India. El gobierno admitirá «un cierto grado de industrialización», aunque aún no tiene claro de qué tipo y si será dentro de una ZEE o no. Es más, como si fuese un programa experimental, está permitiendo a las empresas radicadas en el estado, críticas con la «excesiva» lucha sindical y las permanentes reivindicaciones de los trabajadores, importar mano de obra de otros estados y así librarse de esas molestias sindicales.

En este estado el PCI (m) está sumido en una importante lucha interna entre quienes son partidarios de una política económica más «abierta y liberal», como el secretario general Pinarayi Vijayan, y quienes consideran que hay que seguir manteniendo la postura tradicional de apoyo principal a los agricultores, a los sectores populares y, de forma especial, a los adivasis (indígenas) por ser los principales afectados por la industrialización.

El otro estado que gobierna el Frente de Izquierda en mayoría absoluta es Tripura (3’5 millones de habitantes). El PCI (m) cuenta con 46 de los 60 escaños de la coalición. Y en minoría, como se ha dicho antes, participa en el gobierno del Frente de Izquierdas en los estados de Tamil Nadu (65 millones de habitantes), donde cuenta con 9 diputados de un total de 264 que tiene la coalición, y en Manipur (2’5 millones), aunque aquí no tiene representación parlamentaria.

a la pérdida de identidad

La izquierda india ha vivido en la cresta de la ola durante mucho tiempo. Tanto que se convirtió en imprescindible cuando, en las elecciones de 2004, logró su mejor resultado electoral en toda la historia de India, con 60 escaños en la Lok Sabha (Cámara del Pueblo) -de ellos 44 fueron conseguidos por el PCI (m) y 10 por el Partido Comunista de India- y ello le sirvió para negociar con la Alianza Progresista Unida, formada por tres partidos centristas liderados por el Congreso Nacional de la India (que cuenta con 145 escaños de un total de 182 logrados por la coalición), un programa mínimo que permitió a la APU formar gobierno recibiendo el apoyo desde fuera, es decir, sin representación alguna en el gobierno, del Frente de Izquierda.

Ese programa mínimo no era revolucionario, pero estableció una amplia agenda socialdemócrata: aumento del gasto público para atención a la población rural pobre, potenciación del papel de la mujer, aprobación de una ley de bosques, abolición del trabajo infantil, derogación de la ley antiterrorista y elaboración de otra más garantista, etc. Al mismo tiempo, al apoyar al gobierno desde fuera el Frente de Izquierda pudo bloquear la privatización de las empresas más rentables del sector público, telecomunicaciones, aviación civil y la entrada del capital financiero especulativo en los planes de pensiones, por poner un ejemplo.

En la política exterior, el Frente de Izquierda aceptó la postura de la UPA de mejorar la relación con EEUU «siempre que se mantuviese la independencia de India en todas las cuestiones regionales y mundiales», lo que permitió que India no enviase tropas al Irak ocupado en 2003, como le pidió EEUU, y se acordase la construcción de un oleoducto gasístico con Irán a través de Pakistán.

Sin embargo, a raíz de Nandigram el gobierno central indio ha sabido a aprovechar la pérdida de credibilidad de la izquierda parlamentaria para zafarse del programa mínimo y lanzar una ofensiva neoliberal tanto en el plano interno como en el externo.

En el primero la historia venía de antes y es lo que desencadena Nandigram: la creación de 339 Zonas Económicas Especiales que, gracias a las desgravaciones fiscales que hacen que las empresas no paguen ningún impuesto, gozan de ventajas fiscales y económicas para favorecer la productividad y donde se puede eludir la legislación normal del país en materia laboral, sindical y ambiental con el objetivo de atraer inversores locales y extranjeros. En estos momentos en India hay ya 40 ZEE en funcionamiento y la izquierda parlamentaria está claramente a la defensiva en este terreno o, como en el caso de Bengala Occidental, hablando de «los imperativos del desarrollo».

En lo segundo, la historia también venía de antes, del año 2005 para ser exactos. Ese año el gobierno central indio firmó un Acuerdo Marco de Defensa con EEUU en virtud del cual ambos países pasaban a ser aliados estratégicos y se enfrentaban directamente a China, realizando maniobras militares conjuntas, especialmente navales, en las cercanías de las vías marítimas que suelen utilizar los chinos. Si bien el Frente de Izquierda se opuso a este acuerdo, no se planteó en ningún momento derrocar al gobierno puesto que sólo llevaba un año en el poder y, simplemente, optó por dejar hacer. De esos polvos se ha llegado al lodo de la aprobación del acuerdo nuclear con EEUU, impulsado por el gobierno de la APU aprovechando el desconcierto de amplios sectores de la izquierda, especialmente entre los intelectuales, a raíz de Nandigram.

No es extraño, por lo tanto, que el PCI (m) dedique gran parte e su producción teórica en los últimos tiempos a criticar a los intelectuales que criticaron, a su vez, al partido cuando Nandigram. «El fenómeno de varios intelectuales que hasta ayer estaban con la izquierda contra el fascismo comunal y ahora se han vuelto contra el partido requiere un análisis serio», dice el principal órgano de los comunistas bengalíes (4). Y lo hace con un argumento que en occidente es familiar: acusa «a la mayoría» de esos intelectuales de ser anti-izquierda organizada, «especialmente anticomunista y, en particular anti PCI (m)», de formar parte de «las filas de simpatizantes naxalitas» y de ser «populistas», entre otras cosas.

Nandigram marca un antes y un después para la izquierda parlamentaria india. Ya nada será igual. Por una parte, porque la base tradicional de los comunistas indios está mirando cada vez con mayor simpatía hacia los naxalitas; por otra, porque la intelectualidad india aboga abiertamente por la creación de un nuevo frente de izquierda revolucionario que estaría liderado por los naxalitas. Y si hay que hacer caso de las encuestas, no se avecinan buenos tiempos para la izquierda parlamentaria india puesto que de los 60 escaños actuales pasarían a entre 39 y 43 en las elecciones generales de mayo del año que viene.

Tal vez por esta razón, el Frente de Izquierda está dando un impulso a su presencia pública, bien anunciando una serie de movilizaciones contra la presencia de barcos estadounidenses en aguas indias para la realización de otras maniobras navales conjuntas, bien apoyando desde los gobiernos que controla (Bengala, Tripura y Kerala decretaron un paro general el 20 de agosto en solidaridad los trabajadores) las reivindicaciones, principalmente de los trabajadores del sector público, que vienen realizando huelgas en contra de las políticas neoliberales del gobierno y del alza de precios, o bien criticando al gobierno central por su desprecio al parlamento (en lo que va de año la Lok Sabha re ha reunido sólo 35 días) al negarse a convocar la cámara para discutir una moción de confianza tras la aprobación del acuerdo nuclear con EEUU el pasado mes de julio.

Al mismo tiempo, el Frente de Izquierda está abierto a la discusión con otras formaciones políticas para crear una «tercera fuerza política» capaz de competir por el poder con los centristas de la APU y con los derechistas del Bharatiya Janata (138 escaños) que les permita si no formar gobierno, sí al menos negociar de igual a igual con quien resulte vencedor de las elecciones.

El Comité Central del PCI (m), reunido el pasado 12 de octubre en Kolkata (la antigua Calcuta, capital de Bengala Occidental) decidió adoptar una plataforma electoral «amplia» con el objetivo principal de derrotar a la APU por su «alianza estratégica con los EEUU y la aprobación de políticas económicas antipopulares» y al BJ por ser un partido reaccionario. Para ello, está dispuesto a ampliar el Frente de Izquierda con otros partidos de corte regionalista y étnico (5). De forma especial, el Frente de Izquierda plantea un acercamiento al Partido de la Sociedad Mayoritaria, una formación que comenzó como un partido de los dalit y que no ha tenido escrúpulos a la hora de aliarse con la APU o con el BJ cuando lo ha estimado conveniente.

«La historia no se mueve a ritmo de la justicia», dicen los impulsores de esta estrategia cuando se les critica el hecho de que esta alianza va a suponer una rebaja de los principios programáticos de la izquierda, y añaden que se trata de encontrar una nueva forma de trabajar con estos partidos para forjar «una sociedad unida» en torno a una plataforma de principios porque, el caso contrario, «sería suicida mantener una postura sectaria» en aquellas zonas de India donde las organizaciones de izquierda son débiles. Las elecciones de mayo de 2009 pondrán de manifiesto la eficacia de esta «tercera fuerza» y si este tipo de maniobras sirven para la creación de una nueva dinámica política en India al margen, o enfrente, de los partidos tradicionales. Los naxalitas se beneficiarán, en cualquier caso, tanto del éxito de esta fórmula como de su fracaso.

Notas:

  1. Alberto Cruz, «La izquierda en India (I): la revolución naxalita» http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article278

  2. Declaración del ministro principal, Buddhadeb Bhattacharya, en la Asamblea de Bengala Occidental el 15 de marzo de 2007.

  3. Democracia Popular, 30 de diciembre de 2007.

  4. Ganashakti, 17 de octubre de 2008.

  5. Resoluciones del Comité Central del PCI (m), 14 de octubre de 2008.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor especializado en Relaciones Internacionales.

[email protected]