Una larga serie de dictaduras ha ennegrecido la historia de América Latina. A lo largo de casi todo del siglo XX, siempre con el complot, el apoyo y la decisión de EE.UU., han proliferado los levantamientos militares contra las incipientes democracias sólo porque las oligarquías que siempre han mandado, que son las dueñas de la […]
Una larga serie de dictaduras ha ennegrecido la historia de América Latina. A lo largo de casi todo del siglo XX, siempre con el complot, el apoyo y la decisión de EE.UU., han proliferado los levantamientos militares contra las incipientes democracias sólo porque las oligarquías que siempre han mandado, que son las dueñas de la riqueza de estos países, han temido perder sus privilegios. Esta constante histórica que ha alargado sus raíces hasta el siglo XXI comienza en los últimos años su declive.
Los gobiernos democráticos de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua toman las riendas de su propia economía, dependiente siempre de sus oligarquías y de las grandes multinacionales, sobre todo estadounidenses, para acabar con la pobreza, el hambre y el analfabetismo de la mayor parte de su población. Estos países se convierten en ejemplos peligrosos para otros países y son combatidos desde todos los frentes posibles, siempre con la alargada sombra de la CIA, a través de medios de comunicación golpistas, manifestaciones violentas y, llegado el caso, levantamientos militares, como el intento de derrocamiento de Chávez en 2002.
Una vez más el pueblo de Honduras sufre un levantamiento militar que quita del Gobierno al Presidente democráticamente elegido en 2005, Manuel Zelaya y coloca al golpista Roberto Micheletti. Este dictador cuenta en su país con el apoyo del ejército, la oligarquía y la Iglesia Católica. Las razones que los golpistas aducen son una falacia. El golpe militar estaba planeado desde el momento que el Presidente intentó profundizar en la democracia de su país, mejorar las reglas económicas para reparar la pobreza y el hambre de Honduras y adherirse al ALBA1, hecho tomado por la oligarquía hondureña como una «traición» a sus intereses y a los del Partido Liberal.
El dictador Micheletti «argumenta» que la propuesta de Zelaya de consulta al pueblo para junio era inconstitucional. Falso. El Presidente democrático planteó la pregunta teniendo en cuenta:
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Los artículos 2, 5 y 45 de la Constitución hondureña vigente desde 1982.
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El artículo 5, punto1 de la Ley de Participación Ciudadana de Febrero de 2006.
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Los artículos anteriores avalan la propuesta ciudadana (420.000 firmas) que apoyaba la consulta.
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La propuesta al pueblo que se convirtió en Ley al publicarse en el Decreto Ejecutivo PCM-020-2009 (de 26 de Mayo de 2009) y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) estableció que esta Ley no viola la Constitución de la República, ni tampoco la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas.
Las reacciones en contra del golpe militar ha sido un clamor de casi todos los países del mundo. La ONU, la UE y la Organización de Estados Americanos (OEA) han condenado sin ambages la usurpación del poder en Honduras y ha exigido la inmediata restitución del Presidente democráticamente elegido.
Ha sido el golpista Micheletti quién ha violado los siguientes artículos de la Constitución: 2, 45, 59, 61 (derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad y a la igualdad), 68 (integridad física, psíquica y moral de las personas), 72, 73, 74, 79, 81, 82, 84 (detención ilegal), 89, 90, 92, 94, 99, 182 (Habeas Corpus, detención ilegal), 235 y 236 (Presidente elegido directamente por el pueblo).
El gobierno golpista no sólo permanece, sino que cada día la represión contra el pueblo es más brutal, más cruenta: hay 16 muertos, según el Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, muchos heridos y cientos de detenidos que llevan a unas cárceles abarrotadas y al estadio Chochi Sosa. El toque de queda anula todos los derechos constitucionales e impide que las manifestaciones pacíficas organizadas por el Frente Nacional contra el Golpe de Estado, que agrupa a muchísimas asociaciones ciudadanas, pueda ejercer su derecho constitucional (artículo 3) a la insurrección para establecer el estado democrático. La entrada en el país del Presidente Zelaya, refugiado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa y acosado por las fuerzas represivas, ha supuesto un golpe de efecto positivo hacia el pueblo hondureño en lucha contra los golpistas.
¿Cómo es posible que el gobierno golpista siga en el poder casi cuatro meses después? Es indudable que, despreciando las condenas internacionales, se tiene que sentir respaldado fuertemente. No podemos olvidar que la CIA ha estado detrás de todos los golpes de estado en este continente. Por otra parte, que el Presidente Obama esperara al lunes 29 para condenar de forma tibia, calificando «ilegal» el golpe y pidiendo la restitución de Zelaya, no es muy alentador. ¿Es sincero o es tan débil que no se puede oponer a lo que marcan los sectores neoconservadores de su país? La postura del Presidente choca frontalmente con la realidad. EE.UU., desde su base militar de Soto Cano en Honduras no ha querido intervenir, pero sí lo hizo en la guerra sucia contra los sandinistas nicaragüenses. Además los generales golpistas hondureños son graduados de la Escuela de las Américas, establecida por los norteamericanos para entrenar a militares latinoamericanos, algunos de los cuales progresaron a «dictadores». La diplomacia estadounidense se mueve para imponer una «negociación» a través de O. Arias, Presidente de Costa Rica, sentando en una mesa, en igualdad de condiciones, al Presidente constitucional, M. Zelaya, y a Micheletti, presidente golpista. Esto supone no sólo el reconocimiento legal de una dictadura militar, sino la imposición de condiciones inadmisibles para restituir al Presidente democrático. A Estados Unidos no le interesa la democracia en América latina, y menos en Honduras. Tiene miedo a que la autonomía sociopolítica y económica, alejada cada vez más de la influencia estadounidense, de países como Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua, se extienda a otras naciones que EE.UU. considera que forman parte de su despensa ideológica, económica y política.
El pueblo hondureño sigue en lucha y saldrá unido y fortalecido de este brutal golpe militar. El futuro le pertenece.
Juan García Ballesteros. Presidente del Colectivo Prometeo de Córdoba (España)
Nota:
1 Alternativa Bolivariana para las Américas, auspiciada por Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.