La lucha del pueblo peruano de ya más de 500 años, a la actualidad va afrontando un momento de agudización, en un marco de alzamiento y lucha frontal; es así, que debe nuevamente enfrentar los mismos enemigos y superar los mismos escollos de siempre, aunque estos se presenten con diferentes rostros y con nuevas tácticas, además de las ya conocidas.
El imperio sigue siendo la fuerza más poderosa y determinante que debe enfrentar el pueblo, el imperio, entendido como el control económico, militar y político, con el objetivo de apropiarse de los recursos naturales de nuestro pueblo, por cualquier nación extranjera, o conjunto de naciones, que se visibiliza en las empresas transnacionales que operan en nuestro territorio, cuyos respectivos estados de origen tienen como misión proteger sus intereses, en cualquier parte del mundo y a cualquier precio, sin importarle la vida de millones de personas; mejor dicho, miles de millones de seres humanos, y el daño depredador al medio ambiente; a la naturaleza en su integridad.
La principal arma, de estos imperios, sigue siendo una eficaz fuerza represiva y medios de manejo de opinión pública y condicionamiento de sentido común, que producen la división popular, la desunión patriota, la dispersión ciudadana, el desarraigo y el racismo; todo esto como parte de una estrategia antisubversiva contra el pueblo, y nunca como parte de la idiosincrasia o cultura nacional.
Hay una pequeña oligarquía, instrumento de la política imperial, subsidiaria y dependiente de esta, que, sin embargo, por detentar el poder político y copar el manejo del aparato estatal aparece como un poder económico y político nacional, pero en realidad solo es instrumental y afín al imperio transnacional; esto hace que sea visible e identificable en una lucha política franca y abierta, frontal y decisiva.
Sin embargo, es necesario llamar la atención sobre aquellos actores políticos que desde el seno del movimiento popular resultan escollos que el pueblo debe saber superar.
El oportunismo es uno de esos escollos, este se manifiesta en fuerzas políticas que manejan o controlan organizaciones gremiales importantes y ya institucionalizadas en el imaginario popular, pero que sin embargo se ven reducidas y aisladas por esa práctica oportunista de su casta dirigente, enquistada ya largos decenios; uno de sus mayores logros de los cuales se ufana, es la de haber luchado heroicamente contra el “terrorismo senderista”, cuando en realidad resultaron ser parte e instrumento eficaz de una estrategia antisubversiva contra el pueblo peruano, y lo sigue siendo, participando en el terruqueo contra el movimiento popular, en lucha consecuente y heroica.
Actualmente, busca ganar un protagonismo movilizando a los gremios que controla con el clientelismo, realiza convocatorias de lucha paralelas a las de los comités de lucha regionales y nacionales; con la ayuda de los medios de información, aparenta ir sufriendo supuestas persecuciones, victimizándose y preparando el camino para poder posicionarse como vocero con el cual el gobierno puede dialogar pues resulta ser la izquierda responsable que la derecha necesita para negociar e hipotecar los interés populares y patriotas, así podrá imponer candidaturas en las próximas elecciones; igualmente viene copando espacios populares, virtuales y presenciales, en un afán proselitista y de buscar “controlarlos”, bajo la falacia de dar una conducción responsable a esta lucha popular.
Hay que defender el espacio ganado a costa de la sangre derramada de nuestros queridos hermanos y hermanas, potenciar y consolidar los espacios de coordinación de la lucha popular de todo el pueblo peruano, esto no es una lucha de la gente del campo, ni de los indígenas solamente, ni mucho menos una expresión del indigenismo; esto es el surgimiento de la avanzada popular que va desbrozando la senda hacia una nueva patria, hacia la unidad continental plurinacional y hacia una humanidad plurinacional, justa y equitativa.
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