Traducido para Rebelión por Felisa Sastre
Reformar la OTAN para convertirla en instrumento al servicio de la guerra contra el terrorismo es la ambición de un laboratorio de ideas presidido por José María Aznar, que propone convertir la Organización del Tratado del Atlántico Norte en una reproducción de la actual máquina bélica de Estados Unidos. La OTAN se transformaría desde su organización inicial como alianza militar contra los soviéticos en una organización militar-policíaca transnacional.
La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) del ex presidente del gobierno español, José María Aznar, publica una propuesta de transformación radical de la Alianza Atlántica, con el título de La OTAN, una alianza para la libertad. Recordemos que Aznar es, junto a Havel, uno de los dos principales responsables europeos representantes de la corriente neoconservadora que en la actualidad ocupa el poder en Washington.
De acuerdo con esta Fundación, la OTAN que ha perdido su razón de ser tras la caída de la Unión Soviética, podría adquirir una nueva legitimidad centrando sus actividades en la lucha contra el terrorismo islamista y la no proliferación de armas de destrucción masiva.
El terrorismo no sería sino la «parte belicista de una ofensiva de mayor alcance contra el mundo liberal y democrático», es decir, que el terrorismo islámico sería el preludio del choque de civilizaciones y, en consecuencia, la defensa exterior de los Estados miembros exigiría la represión interna del terrorismo.
De ahí que se pida una seguridad interior o «Homeland Security» (en inglés en el texto original), copiada del modelo estadounidense, que se justifica por lo obsoleto del concepto tradicional de defensa territorial frente a una agresión militar contra un Estado miembro. La amenaza terrorista, aunque exterior, se situaría en el interior de los Estados miembros y se dirigía de ahora en adelante a objetivos tradicionalmente menos protegidos ocasionando más víctimas. Además, los terroristas no excluirían la utilización de armas nucleares, bacteriológicas o químicas. Asimismo, podrían actuar en el ciberespacio.
La Alianza Atlántica debería reunir al más alto nivel no sólo a los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa sino también a los del Interior de los diferentes Estados miembros. Se debería crear un centro de mando del contraterrorismo que tendría como misión elaborar las doctrinas, conceptos y tecnologías, así como formar y disponer del personal necesario para llevar a cabo misiones antiterroristas y contraterroristas. Este mando común contraterrorista sería responsable de los planes de defensa contra el terrorismo en el seno de los ministerios del Interior de cada país. Igualmente, tendría autoridad también sobre las fuerzas armadas y sobre las policías nacionales.
En lo relativo a la no proliferación, la OTAN no sustituiría a los organismos internacionales responsables del asunto, sin embargo debería intervenir y definir las estrategias de actuación en el caso de que el sistema actual fuera incapaz de gestionar una crisis, todo ello bajo la responsabilidad del Centro de Mando contraterrorista de la OTAN. En otras palabras, la OTAN debería estar dispuesta a sustituir a la comunidad internacional
Uno de los otros ejes prioritarios de la reforma es la construcción de la democracia «Democracy Building» (sic en el original español). Así pues, la OTAN se encargaría, a través de una nueva estructura operativa de mando, de dirigir operaciones de preservación de la paz y de «Democracy Building», coordinando actividades civiles y militares. Además, se preconiza crear una Asociación para la Libertad a imagen de la actual Colaboración para la Paz de la OTAN. Orientada hacia Oriente Próximo y Medio, tendría como misión poner en marcha las medidas adecuadas para conseguir la liberalización económica, el respeto de la libertad de cultos, la apertura política y la democratización de esos países «desde Mauritania a Afganistán» (es decir, el antiguo «arco de crisis» de Brzezinski o el actual «Gran Oriente Próximo» de George W. Bush.
Se aborda también el proceso de ampliación de la OTAN, dando por supuesto que debe extenderse hasta Ucrania y algunas otras repúblicas del Cáucaso, así como a otros Estados como Israel, Japón y Australia que comparten «nuestros valores y nuestro sistema de vida» y son democracias consolidadas. La OTAN se convertiría en una «Asociación libre de países democráticos, comprometidos con un sistema de vida abierto y liberal, basado en la economía de mercado, en la tolerancia religiosa y el respeto de los derechos humanos».
En resumen, el proyecto de Aznar y de sus amigos neoconservadores es despojar a los Estados miembros de su soberanía nacional e integrarlos en el Imperio estadounidense que controlaría no sólo su defensa exterior sino su orden interno. Al perder su definición geográfica, la OTAN se confundiría con un sistema de vasallaje y sus Estados miembros se convertirían en colaboradores del expansionismo imperial hasta alcanzar la dominación mundial. He aquí un informe que tiene el mérito de la claridad.
Enlace original:
http://www.voltairenet.org/article131594.html
El texto completo del informe se puede encontrar en: