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La prueba del «plan de emergencia social»

Fuentes: La República

1. La puesta en marcha de un plan de emergencia por parte del nuevo gobierno tiene un enorme sentido simbólico. Es la primera vez en muchos decenios, que la autoridad nacional pone su prioridad en resolver la situación de los excluidos por el sistema. Quien lo impulsa es un gobierno que tiene como signo distintivo […]

1. La puesta en marcha de un plan de emergencia por parte del nuevo gobierno tiene un enorme sentido simbólico. Es la primera vez en muchos decenios, que la autoridad nacional pone su prioridad en resolver la situación de los excluidos por el sistema.

Quien lo impulsa es un gobierno que tiene como signo distintivo su compromiso con los pobres, su opción por los cambios de signo popular y su voluntad de democratizar a fondo la sociedad y el Estado. Encarando una tarea titánica, con recursos exiguos, se actúa con lealtad a la palabra empeñada ante el pueblo y también eso hace mucho que no se ve por estos pagos.

A la vez, la acción transformadora del gobierno no se agotará en este plan sino que tiene una proyección más amplia y más duradera.

Por ser la primera iniciativa que tomará forma material precisa e inmediata, los resultados de la aplicación del plan tienen una enorme importancia a la que nos queremos referir en esta nota.

2- Aún para un elenco de gobierno como el actual, donde hay mucha experiencia de trabajo social acumulada, llevar adelante el plan de emergencia como nos proponemos contiene características inéditas.

La acción no será a partir de la iniciativa ni de la legitimidad de una o varias organizaciones sociales, gremios, cooperativas o una Organización No-Gubernamental.

Sino desde el Estado y con la responsabilidad de ejercer el gobierno. Primera reflexión: ¿qué Estado heredamos?

En segundo lugar, en Montevideo, donde residen casi la mitad de los beneficiarios del plan de emergencia, ¿cuál será la relación de las oficinas del Estado con los organismos ya desarrollados en el proceso de descentralización que la Intendencia viene impulsando desde hace alrededor de 15 años?

Un diálogo desarrollado durante la última reunión de la Mesa Política del FA, entre el representante del PVP y una de las compañeras responsables de la conducción del organismo que impulsa el Plan, resulta ilustrativo.

Ante la pregunta acerca de qué papel estaban llamados a jugar los Consejos Vecinales, se respondió que muchos de ellos estaban debilitados y no habían logrado convocar a las organizaciones sociales de la zona.

Si esto es así, y hay buenas razones para afirmarlo, pensamos que es un buen momento y un campo de acción especialmente indicado para lograr que estos organismos se fortalezcan por su participación en el desarrollo del plan de emergencia, siendo como son organismos tan importantes en nuestro proyecto de descentralización, (cuando digo nuestro digo de todo el Frente Amplio).

Marginar a estas instancias de la mas importante iniciativa del gobierno en materia social, es extenderles un (discreto) certificado de defunción. Y no hay razones suficientes para pensar que esto se solucionará porque en el lugar de los CCVV se instale una estructura nueva, los consejos sociales departamentales.

La experiencia de los Consejos Vecinales, con lo que puede contener de positivo y lo que pueden ser sus insuficiencias o debilidades, no debiera ser desdeñada. Es una experiencia que hicieron los vecinos de Montevideo, a través de sus organizaciones. Y esa es una tentativa que deja un saldo, unas enseñanzas, que no las encontraremos en ningún manual ni en la experiencia de otras sociedades. Vale la pena rescatar acá el principio de seguimiento objetivo, continuidad y balance crítico de las experiencias sociales que como izquierda impulsamos. Si el proceso de descentralización en Montevideo, pese a los años y los esfuerzos empeñados, tuvo fallas, hay que hacerlas visibles. Hay que empezar por reconocerlas, aunque implique, a la vez, reconocer nuestras propias insuficiencias.

Todo parece indicar que en el plano de la conducción de la fuerza política ese balance, esa «puesta a punto» del debate y ese reconocimiento no lo hemos realizado todavía.

3- Conocer el terreno social sobre el que se aplicarán los esfuerzos solidarios es un aspecto fundamental para que los resultados sean exitosos. ¿Cómo se prepara la «encuesta» sobre la realidad de la pobreza? Hasta ahora los gobiernos neoliberales han mirado para otro lado. O la han imaginado como fuente de clientelismo y «tropeo de votos».

Como lo nuestro no reposa en esas prácticas que desangran a la democracia, hay que admitir que se trata de una materia nueva y extremadamente delicada. Son muchos los factores que están en juego en el momento de determinar quiénes serán los beneficiarios del plan y quiénes no. Y son muchas las tensiones que los errores de evaluación pueden desatar.

Partimos de la base que los universitarios a quienes se les encomienda la realización de la investigación de campo tendrán oportunidad de familiarizarse con los criterios de fondo que animan al plan de emergencia y, a la vez estarán imbuidos de los fundamentos globales del plan.

4- En el largo proceso de proyectar las líneas de acción social del FA, contenidas luego, a grandes rasgos, en la resoluciones del su último congreso, trabajaron un gran número de expertos, de distintas orientaciones, de disciplinas y campos científicos diferentes.

Los integrantes de esas unidades temáticas, además de expertos en la problemática social y de la pobreza, tenían una visión coherente. Todos compartían, detalle más detalle menos, las grandes líneas que orientaban la acción de la fuerza política a la que pertenecían, que es la que hoy esta en el gobierno.

En ese sentido, era una articulación de visiones teóricas y prácticas, desde el ángulo de una acción militante de lucha contra la pobreza, desde el punto de vista global de la fuerza política. Con sus concepciones, con su estilo, con su larga experiencia.

Se supone que esos expertos y militantes han tenido o tendrán un lugar en la definición de orientaciones de trabajo para la realización del plan.

5- El Estado que heredamos, las ideas que predominan en buena parte de la administración, y en la sociedad, no son instrumentos idóneos para llevar adelante una lucha exitosa contra la pobreza.

Hasta ahora ese Estado, en manos de blancos y colorados, ha sido co-autor de la fabricación de pobres. Con todos sus flagelos, como la criminalizacion de la pobreza y demás.

Muchos de los esfuerzos y «planes de acción social» fueron mecanismos encubiertos para perpetuar la pobreza y desviar recursos para burocracias ineptas y desprovistas de toda preocupación de la pobreza como problema social global, fruto de una etapa precisa del capitalismo dependiente contemporáneo.

Un Estado bueno para crear, dividir y disimular a los pobres. Para engañar a los pobres con «planes focalizados», políticas «de impacto» y demás.

De ahí que, tan importante como la disponibilidad de recursos materiales es la creación de nuevas formas de participación de la gente en la solución de sus propios problemas.

Y esto supone un esfuerzo por trasladar los conceptos, las ideas y el estilo que la izquierda ha definido para llevar adelante sus políticas sociales a los realizadores «de campo» de esta experiencia.

6 – Ponerse cara a cara con la pobreza, procurar actuar para mitigarla y construir con dignidad una nueva ciudadanía supone abordar la tarea desde una visión de conjunto, que incluya las preguntas y las respuestas que se planteen en el diálogo por parte de los ejecutores y los beneficiarios del plan. Como izquierda nacional, arraigada largamente en la vida del país, tenemos una visión de conjunto para inspirarnos. Una visión bien distinta por cierto a las del opus dei, o la de los adoradores de la libertad del mercado como único valor ordenador de la vida social.

* Hugo Cores es miembro del PVP-567- Frente Amplio. 4 de abril de 2005