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Sobre los militares en Rusia

La revolución y el ejército

Fuentes: Forum.msk.ru

Traducido del ruso para Rebelión por Andrés Urruti y Josafat S.Comín

Hoy, cuando lenta pero inexorablemente va madurando el escenario revolucionario, los patriotas de la Patria Socialista Soviética dirigen su mirada a la experiencia de las transformaciones revolucionarias que se han dado a lo largo de la historia, incluyendo la experiencia de victorias y derrotas de las revoluciones burguesas, populares y socialistas, en el mundo y en Rusia.

En un año como este en el que conmemoramos el centenario de la primera revolución rusa (1905-1907), los patriotas con galones de la Patria Socialista Soviética cotejan su lucha por la justicia social con la experiencia de las generaciones pasadas, en su lucha por el poder soviético y el socialismo en los años 1905-07.

La historia de todas las revoluciones y contrarrevoluciones demuestra, que la victoria la ha conseguido aquella clase social que en ese momento histórico concreto ha contado con el apoyo del ejército.

Precisamente por eso, el primer general proletario F. Engels, consideraba que mientras el ejército no se posicionase de lado del proletariado, la revolución y tanto más un alzamiento armado, podían esperar.

Comprendiendo esto, V.I. Lenin en su obra «¿Qué hacer?» ya en 1902 escribía: Debemos sin falta concentrar nuestros esfuerzos en la agitación y propaganda entre los soldados, en la creación de organizaciones militares que se integren en nuestro partido. (Tomo 6. Pág.129. Notas).

Partiendo de la experiencia de la primera revolución rusa y de la revolución socialista del Gran Octubre, Lenin en su polémica con los mencheviques, en su obra «La revolución proletaria y el renegado Kautsky», señalaba: Sin la «desorganización» del ejército, no ha podido pasar ni pasará ninguna gran revolución, puesto que el ejército representa el elemento más enquistado de apoyo al antiguo régimen. (Obras completas, tomo 37, Pág. 295)

Este postulado del marxismo-leninismo es perfectamente aplicable a la contrarrevolución ocurrida en la Unión Soviética, que trajo como resultado el derrocamiento del Poder Soviético, la paralización de la construcción socialista y la capitalización de todos los aspectos de la vida de la sociedad.

La particularidad de la contrarrevolución iniciada en 1985 y que continúa en nuestros días, radica en que se está desarrollando en condiciones de relativa calma, sin tener que recurrir a la utilización del ejército en acciones de tipo policial, contra un pueblo trabajador engañado, explotado, estafado.

Pero la burguesía y el comité encargado de dirigir sus asuntos, encarnado en el gobierno de Putin y Fradkov (actual primer ministro. N de la T), son conscientes de que esta situación no puede prolongarse por mucho más tiempo e intentan por todos los medios descomponer el Ejercito Soviético y sustituirlo por un ejército mercenario.

Con este fin, tanto en la sociedad como en el medio castrense, se ridiculizan las tradiciones revolucionarias y combativas de las fuerzas armadas soviéticas, se menosprecia la autoridad del servicio militar y la profesión de «defender la Patria».

Toda la reforma pasa por la reducción de infraestructuras y la liquidación de sectores enteros, desarbolando el sistema de preparación de cuadros militares.

La burguesía querría ver acelerado ese proceso de reconversión del ejército, de popular a mercenario, o profesional como lo llaman ellos. Hacen incluso llamamientos a la disolución del Ejército Soviético, que han recibido en herencia, y la creación de uno nuevo. Ya han calculado el coste que esto podría tener y que ascendería a unos 50 mil millones de dólares.

Les desquicia pensar que el ejército sigue siendo obrero y campesino, tanto por la extracción social de los reclutas como de los oficiales, lo que impide a la burguesía estar segura de que llegado el caso fuesen a disparar contra el pueblo alzado.

Al mismo tiempo, el ejército no deja de ser un reflejo de la sociedad, en el que penetran los mismos males y contradicciones de la sociedad burguesa. Del mismo modo que los trabajadores refuerzan el poder de sus amos, generando con su trabajo las plusvalías que estos se apropian, los militares, siendo subjetivamente hijos de obreros, campesinos e intelectuales comprometidos, acaban objetivamente defendiendo los intereses de los mismos que explotan a sus padres.

Es decir, que pese a ser -por su carácter de reclutamiento- un ejército obrero y campesino, en la práctica, en virtud de las tareas encomendadas, se convierte en un ejército burgués.

Crecen las contradicciones entre las exigencias de la guerra contemporánea y el nivel de equipamiento tecnológico y de armamento moderno. Lo mismo se puede decir de la calidad de la formación que recibe el personal. Nada es casual.

En declaraciones de Putin e Ivanov (actual ministro de defensa y uno de los aspirantes a suceder a Putin. N de la T) la Rusia actual no tiene enemigos externos. Más aún; ante la más mínima amenaza para el poder de los oligarcas rusos y los burócratas corruptos a su servicio, toda la burguesía mundial saldrá en defensa suya, recurriendo a todas las estructuras de fuerza de que disponen.

Para ellos los enemigos son el pueblo trabajador ruso, su vanguardia, el Partido Comunista de la Federación Rusa, y sus propias Fuerzas Armadas, compuestas por hijos de obreros y campesinos.

Es por eso, que los medios que se destinan para la renovación del armamento, no alcanzan siquiera para mantener operativa la caduca técnica militar, mientras el abastecimiento material del personal, parece ideado para mantenerlos al borde de la revuelta.

Así por ejemplo, un oficial con el rango de mayor, recibe una media de 8500 rublos al mes (1€=34 rublos. N de la T), cuando el alquiler de un apartamento en la región de Moscú ronda los 6500 rublos. Le quedan 2000 rublos para mantener a la familia. Lógicamente la educación del personal a su cargo queda en un plano muy secundario.

Como resultado, los delincuentes campan a sus anchas en los cuarteles, practicando novatadas salvajes con los reclutas de las nuevas promociones. Lo mismo podemos decir de las academias militares, a las que ahora llaman institutos o universidades, como ocurrió en Cheliabinsk (1).

La sustitución de los merecidos subsidios y ventajas sociales de los que hasta ahora gozaban los militares, por un miserable aumento de las tablas salariales, confirma que han convertido en mercancía a la gente de uniforme.

Todos los fundamentos morales de servicio a la Patria han sido substituidos por los valores mercantiles. En la época soviética, un oficial, un soldado, un alférez, un marino, estaban para garantizar el trabajo en paz de su pueblo, sabiendo que el Estado se ocupaba de cubrir la retaguardia del soldado.

Hoy, le pagan por su trabajo militar, sirve y trabaja en proporción a lo que recibe y a la mínima oportunidad huye del ejército para ir adonde le paguen más.

El otrora invencible y legendario Ejército Soviético, se está convirtiendo gracias al esfuerzo de los reformadores, en una algazara de un millón de gentes armadas, cuyo rostro está representado por un soldado hambriento y apaleado, un oficial con aspecto de indigente, un general vendido y un veterano humillado.

Con respecto al movimiento revolucionario en el ejército en el periodo de la primera revolución rusa no puede dejarse señalar que, en un periodo inicial, predominaban las reivindicaciones económicas: mejora del equipo, de la calidad de la alimentación, entrega de las pagas a tiempo, organización de la vida en los cuarteles, etc. Más tarde, en el escenario de derrota del zarismo en la guerra con Japón, de huelgas, mítines obreros, revueltas campesinas, huelga general política y actividad de los bolcheviques dentro del ejército, las demandas empezaron a adoptar un carácter político: de libertades democráticas a derrocamiento del zarismo. El momento decisivo, que obligó al régimen zarista a reaccionar fue la insurrección en el acorazado Potemkin, el 14 de junio de 1905. Esta rebelión despertó al ejército y la flota, por primera vez unió en la protesta a los trabajadores de Odessa y a los marinos. Después de esto, las sublevaciones en el ejército se extendieron por todo el imperio, de Varsovia a Vladivostok, incluyendo los regimientos de la reserva y las unidades cosacas. Sólo en los 3 meses de máximo auge revolucionario (octubre – diciembre de 1905) se produjeron 195 acciones revolucionarias (con participación masiva) de los soldados. Estas se prolongaron hasta octubre de 1907, terminando con el levantamiento de los marinos-zapadores en Vladivostok, en la zona de la bahía de Diomid.

Con todo, estas rebeliones en el ejército y la flota, fueron consideradas casos especiales por Lenin. Aún así, sacudieron el ejército, dejándonos una rica experiencia sobre la labor de los comunistas en los ejércitos. Las principales experiencias fueron:

– la existencia en los comités del partido de organizaciones militares, militar-revolucionarias y de grupos para el trabajo en el ejército.-

– la información en la prensa del partido sobre la situación en el ejército y la flota, el apoyo a las acciones de protesta de las tropas y auxiliares.

– la inclusión de representantes de los soldados en las acciones de protesta de los civiles y viceversa.

– la edición y distribución de octavillas, dirigidas a activar las acciones de protesta en el ejército y la flota.

– la preparación de cuadros revolucionarios profesionales en las estructuras militares.

Lo principal en todo este trabajo era garantizar la dirección comunista del movimiento revolucionario en el ejército y su ensamblaje con el conjunto del movimiento popular. Desgraciadamente, en el periodo de la primera Revolución Rusa, no se pudo lograr ese objetivo. Aunque la agitación en el ejército estaba unida por las metas políticas (contra la autocracia, por las libertades políticas y la república democrática), organizativamente estaba fraccionada. Hubo pocos casos en los que toda una guarnición completa se pasara al lado de los Soviets, y hubo muchos en los que no hubo resistencia de los organizadores. En consecuencia, la autocracia consiguió aislar a los sublevados y utilizar el ejército para la represión de las manifestaciones y mítines, incluyendo el aplastamiento de la rebelión en las guarniciones. Para abril de 1906, la cifra total de fusilados, ahorcados y ejecutados en otras formas por la autocracia alcanzó 14000 personas, 75000 más fueron encarceladas.

Hay que recordar que la burguesía rusa, lo mismo que el zarismo, en 1905-1907 no se detenía ante ningún crimen. Cuando el general Kazbek comunicó al zar que la rebelión de Vladivostok (octubre de 1905, con participación de unos 60000 soldados y marinos de la guarnición) había podido ser aplastada sin «gran» derramamiento de sangre (murieron o fueron heridos, entre los dos bandos, 182 personas), Nicolás II (N del T: último zar, santificado no hace mucho por la iglesia ortodoxa rusa) le lanzó su clásica cínica frase «Al pueblo siempre hay que dispararle, general» (recogido en las «Obras Completas» de M. Gorki, tomo 23, pp. 400-401). El actual poder ruso también mata anualmente millones de personas. No hay mayor crimen del régimen imperante que la premeditada reducción del propio pueblo. Esto más que un gobierno, parece la empresa nacional de pompas fúnebres de Rusia.

Hoy en día, a nosotros, los comunistas, nos resulta infinitamente más sencillo trabajar en el ejército, que lo fue a nuestros predecesores bolcheviques. A nuestro favor está, no sólo la experiencia del trabajo revolucionario en las fuerzas armadas, sino también la experiencia de la construcción del ejército soviético, la gloriosa tradición militar de los defensores de la patria. En las organizaciones de la Unión de oficiales soviéticos de Rusia, fiel socio del PCFR, hay representantes de todos los rangos, de sargento a almirante, de soldado raso a jefe del Estado Mayor. El 70% de ellos son miembros del PCFR.

Descubierto hoy en día el carácter destructivo de las reformas militares, es imprescindible explicar más activamente nuestras posiciones en las cuestiones de organización militar. La experiencia de la promoción por el PCFR de un referéndum nacional (2) confirma que el pasado socialista vive en la conciencia de los miembros del ejército. Sus firmas aparecen en los cuestionarios (del referéndum) apoyando todas las cuestiones. Por otra parte, el trabajo con los militares no puede limitarse hoy a los llamamientos generales a hacer renacer el prestigio del servicio militar y a mejorar el bienestar material de los uniformados y sus familias.

Los militares deben saber y estar convencidos de que el reestablecido, con su intervención activa, poder del pueblo trabajador, el poder soviético, actuará consecuentemente en política exterior, por la paz, el fin de la carrera de armamentos, por la reducción en condiciones de igualdad, del armamento y tecnología militar, ante todo de las armas de destrucción masiva y de los medios para su obtención.

En política interior el poder soviético reestablecerá la paridad militar con la OTAN, y apoyará la capacidad de defensa del estado y la capacidad militar de sus fuerzas armadas, preparadas para repeler una agresión armada, venga de donde venga.

El poder soviético reprimirá el crimen organizado y la corrupción a todos los niveles. El actual poder burgués es incapaz de hacerlo, pues el robo, el saqueo y el soborno son sus medios y normas de existencia.

El poder soviético acabará con la privatización de empresas y servicios, relacionados con la elaboración y producción de tecnología militar y armamento, medios de suministro de alojamiento y preparación militar de las fuerzas armadas. Todo eso será devuelto a la propiedad del estado y quedará bajo la autoridad única del Ministerio de industria de la defensa. Se reestablecerá legalmente el status del servicio militar como un deber sagrado y honorable para cada ciudadano. Se establecerá un control social sobre las publicaciones impresas y los medios de comunicación electrónicos respecto a los temas militares, sobre la actividad de los órganos de seguridad y orden público. La educación patriótico-militar de la juventud se realizará para propagar las tradiciones combativas y revolucionarias de las antiguas generaciones de defensores de la patria.

Se reconstituirá la «Sociedad de voluntarios para la colaboración con el ejército, la aviación y la flota» y sus organizaciones en las provincias, regiones y repúblicas, ayudándoles con cuadros y técnicos, y se garantizará una formación básica gratuita a la juventud en especialidades militares.

Las plantillas de las fuerzas armadas se cubrirán por llamamiento a filas , con concesión de prórrogas según las circunstancias familiares, estado de la salud, o en relación con los estudios. Se excluirán del llamamiento las personas que hayan cometido crímenes. Se liquidarán los comportamientos y costumbres delictivas en los cuarteles y a bordo de los barcos de guerra.

El poder soviético refundará en cada centro de enseñanza superior cátedras militares. Los estudiantes serán llamados a filas para un periodo de la mitad de duración que el de las personas sin educación superior, y con graduación de mandos subalternos.

El salario de los cuadros del ejército y de los colaboradores de los órganos de seguridad y del Ministerio del Interior se fijará en cantidades superiores al de los funcionarios estatales, cuyo sueldo estará en el nivel del sueldo medio de los trabajadores especializados en las áreas más laboriosas de la industria.

Serán restituidas las garantías sociales y ventajas para los miembros del ejército y la flota, servicios de seguridad y del Ministerio de Interior, así como a los veteranos de las estructuras armadas.

El problema de la vivienda en las estructuras armadas será resuelto mediante la separación para ellas de no menos del 10% de la superficie habitable en cada edificio construido, independientemente de su pertenencia administrativa.

El poder soviético reestablecerá los lazos entre milicia y población, proporcionando todo lo necesario para la lucha efectiva contra la corrupción y el crimen organizado.

Así eran las cosas en la Unión Soviética, así son en buena parte hoy en Bielorrusia, y así será inevitablemente, cuando en la lucha conjunta con el pueblo trabajador, y la dirección del Partido Comunista de la Federación Rusa devolvamos al estado y al pueblo la propiedad (que se le ha robado) de los grandes medios de producción y las riquezas del subsuelo. Esta es la cuestión principal, cuya solución obtendremos al llegar al victorioso final de la lucha que comenzaron nuestros predecesores en la primera Revolución Rusa de los años 1905-1907.

Notas de la traducción

(1) Se refiere al terrible suceso acaecido en la academia militar de tanquistas de la ciudad de Cheliabinsk en los Urales. La noche del 1 de enero, en plena celebración de las fiestas de año nuevo, el recluta Sychev fue brutalmente torturado por un grupo de soldados veteranos, aprovechando que no había ningún oficial de guardia durante días. Le obligaron a estar tres horas en cuclillas, mientras le propinaban continuas patadas en las piernas. Andrei aguantó tres días antes de acudir a la enfermería donde le diagnosticaron trombosis. Los padres del recluta consiguieron sacarlo y llevarlo a un hospital civil, donde le operaron de urgencia. La gangrena era irreversible y tuvieron que amputarle las dos piernas, los genitales y un dedo de una mano. Tras dos semanas en coma, consiguió escribir en un papel el nombre de su verdugo, Alexander Siviakov, sargento.

El caso ha conmocionado a la opinión pública rusa y ha dado pie a un permanente debate en los medios entorno al ejército y las novatadas.

Según datos oficiales, tan solo en los primeros seis meses del pasado año, murieron 347 soldados de forma violenta. 101 de ellos se suicidaron. 8 fueron víctimas de novatadas.

Fuente: http://www.trud.ru/2006/01/27/200601270130502.htm

(2) El año pasado el PCFR intentó que el gobierno aceptase convocar un referendum para que la población se pudiese pronunciar sobre los temas principales que afectan a la vida socio-económica. Contando con el rechazo tanto del gobierno como del Tribunal Constitucional, decidió seguir adelante con la iniciativa, celebrándolo por su cuenta y con sus medios. Entre el 17 y el 25 de septiembre, se recogieron unos 4 millones de votos entre todas las regiones de la Federación.

Las preguntas eran del tipo:

– ¿Comparte usted que los recursos naturales del subsuelo, los bosques, los recursos hídricos, las centrales eléctricas, los ferrocarriles, las empresas del complejo militar-industrial, deberían encontrarse exclusivamente en manos del Estado?

-¿Comparte usted que debería ser restaurada la propiedad estatal sobre la tierra?

-¿Comparte usted que debería garantizarse el derecho a una educación gratuita universal desde preescolar hasta la universidad?

En total eran 17 peguntas, que posteriormente se resumieron en 5.

El autor Y.Kopyshev es teniente general del ejército del aire. Presidente de la Unión Internacional de oficiales soviéticos y Presidente del comité adjunto al CC del PCFR para temas militares