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Entrevista al general Fabio Mini, ex comandante OTAN en el Kosovo

«La Unión Europea es parte integrante del fracaso de la ONU en Kosovo»

Fuentes: Il Manifesto

Traducido por Gorka Larrabeiti

El miércoles, poco antes de que se disolvieran las Cámaras, Massimo D’Alema comunicó a las comisiones de asuntos exteriores del Parlamento y del Senado que Italia reconocerá la independencia unilateral del Kosovo. Anunció asimismo que habrá 200 italianos en la «misión civil y de policía» formada por 2000 hombres que la Unión Europea quiere desplegar en Kosovo para gestionar la independencia. El Parlamento italiano no lo ha discutido jamás, y tampoco lo hará el gobierno en funciones cuya tarea ha de consistir en «despachar asuntos corrientes» y no en activar procesos internacionales delicadísimos. De ello hemos hablado con el general Fabio Mini, ex comandante de la OTAN en Kosovo.

¿No le parece demasiado atrevido todo esto? ¿No es igualmente atrevido considerar que la victoria ajustada de Boris Tadic en Belgrado abre las puestas a la aceptación de la independencia unilateral del Kosovo?

El proceso de definición del estatuto del Kosovo es talmente delicado y complejo que es aventurado hasta el hecho de pensar que se puede liquidar con una discusión en un Parlamento nacional cualquiera. La victoria de Tadic es una buena noticia tanto para la Serbia que quiere acceder a Europa como para la Europa que ve acercarse a una nación que durante demasiado tiempo y ciertamente no por culpas colectivas se ha quedado fuera del circuito de los estados. No obstante, considero un error pensar que Tadic puede o tiene intención de canjear el Kosovo con la admisión de Serbia en la Unión Europea. No creo que ni a él ni menos aún a Kostunica se les escape el hecho de que vincular el ingreso serbio en Europa a la independencia de Kosovo significa someterse a un chantaje hecho y derecho. La Serbia de Kostunica no es nueva en cuestión de compromisos. Milosevic fue entregado a cambio de que las ayudas financieras se retomaran oportunamente, pero ahora la situación es distinta: Serbia no está cediendo un presunto criminal a un tribunal internacional, sino que debe ceder la soberanía de una parte de su país que en adelante estará gobernado por alguien que aún tiene cuentas pendientes con el tribunal internacional. Si esto, según nuestra lógica, es equivalente, no lo es para la de ningún serbio por más avispado y deseoso de entrar en Europa que sea, como Tadic. En el caso italiano, el deseo de dar término antes de las vacaciones a batallas suspendidas nos induce a apresurarnos, pero la prisa está de sobra, pues significa un cambio sustancial de la política oficial. No se me olvida que la posición italiana siempre ha sido la de proseguir el diálogo y no la de avalar iniciativas unilaterales. Sin una solución de compromiso entre las partes el problema del Kosovo está destinado a agigantarse y a constituir un precedente gravísimo para el entero derecho internacional. El apoyo al diálogo, independientemente del tiempo que requiera, no me parecía una posición adoptada para gastar tiempo, sino para expresar una política fuerte de respeto del cuadro de derecho internacional frente a presiones legítimas o fuera de lugar de otros países interesados en modificarlo de manera engañosa y subrepticia. En realidad, con la elección de Tadic las perspectivas de diálogo y de solución positiva y concordada aumentan, y -piensa mal y acertarás- quizá la prisa y la ineluctabilidad sirven precisamente para evitar que el diálogo se reanude.

Para D’Alema la independencia es «irreversible» y «como los kosovares dirán «somos independientes bajo la autoridad europea», Europa debe asumirse esta responsabilidad. Y pretende hacerlo». Vuelve la opción por la independencia controlada del plan Ahtisaari, que fracasó en las negociaciones. ¿Se está eliminando el papel de las Naciones Unidas?

Que Europa pretenda actuar de modo unitario siguiendo las indicaciones de las Naciones Unidas es una buena noticia. Por el contrario, si la unidad se busca para desmantelar la poca legitimidad que le queda a la ONU, entonces se convierte en su extrema unción. Considero que más allá de las palabras apodícticas, la Unión Europea no tiene intención alguna de alterar el cuadro de la ONU, si bien éste ha fracasado clamorosamente en el Kosovo. Los motivos son esencialmente dos: la Unión no es capaz de sustituir a las Naciones Unidas ni queriendo. No tiene la fuerza ni la autoridad necesarias ni siquiera en una situación regional como la del Kosovo debido precisamente a las implicaciones globales en juego. Además, la Unión Europea es parte integrante del fracaso de la ONU en Kosovo. Eso que llamaban el pilar de la reconstrucción estaba y sigue estando gestionado por la UE. Debería haber representado el eje de un cambio sustancial de estilo de vida de la gente y debería haber facilitado el despegue de un Kosovo no vinculado a las políticas socioeconómicas de la antigua Yugoslavia. La economía es el fracaso más grave del Kosovo, el que ha frustrado un mínimo de bienestar que habría permitido el regreso de los refugiados, la atenuación de las reivindicaciones y de las venganzas y el restablecimiento de una seguridad verdadera. Todo ello no ha sucedido y se han derrochado años y recursos infinitos para seguir estando todavía en la situación de 1999 o peor si cabe. Si en las últimas elecciones más de la mitad de los kosovares albaneses ni siquiera ha ido a las urnas es porque han perdido la confianza en todas las organizaciones internacionales que han pretendido dictar las condiciones. Hoy más que de la negación de cualquier compromiso por parte serbia y albanesa, habría que tomar conciencia de la pérdida de autoridad de todas las organizaciones internacionales a los ojos de los kosovares, serbios y albaneses, afrontando el problema con una buena dosis de humildad. Con la tendencia actual se avala una posición extremista y un acto unilateral con otro tanto extremismo y unilateralismo a despecho del entero cuadro general institucional.

La «misión civil y de policía» votada por la UE el martes con la abstención de Chipre, que teme por la cuestión de la República Turco-chipriota (con las dudas de Grecia, Eslovenia, España y Rumanía) será sancionada el 18 de febrero por los ministros de Asuntos Exteriores de la UE. ¿Qué cuadro de legalidad presenta esta misión respecto a la Resolución 1244 (votada por el Consejo de Seguridad de la ONU con asunción de la Paz de Kumanovo del junio-julio de 1999) que reconoce la soberanía de Serbia sobre el Kosovo?

Para la sustitución de una misión ONU por otra de una organización regional como la Unión Europea hace falta una nueva resolución. Sin embargo, el truco que creo que se ha adoptado es el de considerar la misión europea siempre bajo el paraguas de la ONU, pues en cualquier caso la misión de la «presencia militar de seguridad» sigue igual bajo control de la OTAN. Sea como sea, sin que el Consejo de Seguridad adopte una posición clara, la misión comienza fatal. Comenzaría fatal aun habiendo una nueva resolución que, por una vez, fuera sincera. El cambio de responsabilidad, la clausura de UNMIK, la decisión de dejar KFOR y la tendencia a reconocer el acto unilateral de independencia por parte de los kosovares albaneses deberían estar sancionados por una resolución que admitiera el fracaso de UNMIK y de todas las iniciativas de la ONU; debería enumerar las novedades que han conducido al traspaso de poderes, pero éstas no existen. Debería asumir la impotencia internacional frente a las presiones de algunos lobbies; debería admitir la inconsistencia del tejido institucional kosovar realizado hasta ahora; debería admitir que, tras nueve años, el Kosovo ni siquiera es capaz de gestionar una autonomía controlada, y al mismo tiempo, se le considera independiente. Debería enumerar todos los países y territorios que pueden reivindicar el mismo trato de favor empezando por Taiwan, Irlanda del Norte, los curdos -iraníes, iraquíes, turcos y sirios-, los países caucásicos en lucha con Rusia, los africanos, los vascos en España y Francia, los Uyguros, los Hui y los Mongoles en China, y suma y sigue. Debería decir qué regla fundamental permanece válida para conferir una apariencia de legitimidad a un orden mundial hecho trizas. Deberían, por fin, decir los cerebritos de las naciones que se agitan en distintas campañas electorales qué quieren que se haga de los Balcanes. Los acuerdos y la lógica de Dayton caen y así cae Bosnia Herzegovina, se reabre la cuestión de la Voivodina, de Sandjak, de los albaneses de Macedonia y de los del valle de Presevo en Serbia, de los de Grecia etc. Y finalmente debería indicar quién se debe hacer cargo de gestionar las consecuencias de un acto semejante.

La UE declara que se está moviendo haciendo una «interpretación creativa» del artículo 19 de la resolución 1244, que habla del papel del Secretario de la ONU, el cual, según el artículo, debería intervenir para aplicar la Resolución y no habría de cancelarla para aceptar la independencia unilateral.

Crear significa sacar de la nada. Todo el mundo piensa que detrás de Europa hay algo concreto que va más allá de los sueños de mi generación y de las fantasías de las sucesivas. Si no hay nada, entonces que creen, pero que se preocupen por gobernar el follón creado.

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/09-Febbraio-2008/art40.html