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La victoria de Vietnam

Fuentes: La Jornada

El 30 de abril se cumplen treinta años de la humillante derrota de Estados Unidos en Vietnam. Un acontecimiento que el pensamiento único y las películas estilo Rambo han tratado de borrar de la memoria, pero que permanecerá siempre como testimonio de la infinita capacidad de los pueblos para vencer la ocupación militar extranjera. En […]

El 30 de abril se cumplen treinta años de la humillante derrota de Estados Unidos en Vietnam. Un acontecimiento que el pensamiento único y las películas estilo Rambo han tratado de borrar de la memoria, pero que permanecerá siempre como testimonio de la infinita capacidad de los pueblos para vencer la ocupación militar extranjera. En Vietnam se desplegaron todas las posibilidades de la lucha basada en la profunda motivación moral de los patriotas y en la estrecha relación del ejército revolucionario y su partido dirigente con las masas.

De los 17 integrantes mal armados que formaban en 1944 el embrión de lo que después sería el Ejército Popular de Vietnam nació la aguerrida fuerza que diez años más tarde expulsaría de Indochina a los colonialistas franceses y veintiún años después al régimen títere apoyado por Washington. Posteriormente al Acuerdo de Ginebra de 1954 se dividió el país, al establecerse un régimen marioneta de Washington en el sur y la República Democrática de Vietnam(RDV) en el norte con Ho Chi Minh como su presidente. Esta división fue consecuencia de la violación por Estados Unidos y sus lacayos del sur del convenio ginebrino que reconocía el fin del dominio francés, consagraba la unidad e integridad territorial del país y estipulaba la convocatoria a unas elecciones, nunca celebradas como consecuencia de la oposición de aquellos.

Estados Unidos aprovechó el vacío dejado por el colonialismo francés para implantar una política neocolonial en Vietnam tan pronto se firmó el acuerdo de Ginebra, que fue escalando militarmente en la medida en que crecía la resistencia del pueblo vietnamita a la división del país y a la existencia de un gobierno ilegítimo en el sur. De los «asesores» militares se pasó a la presencia masiva de las fuerzas armadas yanquis, que llegaron a tener en suelo survietnamita 550 000 efectivos, incluyendo una parte importante de su fuerza aérea y sus bombarderos estratégicos B-52. Pero nada de esto pudo doblegar al pueblo de Vietnam ni a sus hermanos de Laos y Cambodia. Al contrario, en el sur de Vietnam fue consolidándose un ejército guerrillero, que en unión con las tropas de la RDV fue capaz de llevar a cabo grandes operaciones como fue la ofensiva del Tet del año 1968, catalogada como una de las grandes proezas de la historia militar. La ofensiva echó por tierra la arrogancia de los generales estadunidenses. Los mandos de Estados Unidos no se percataron del formidable movimiento de tropas y material que hizo posible atacar 140 aldeas y ciudades y hasta introducir un comando en la embajada del país del norte en Saigón. Pero aún debían transcurrir unos años hasta que Estados Unidos, forzado por su bancarrota militar y por la presión de la opinión pública doméstica e internacional se viera obligado a aceptar el 27 de enero de 1973 el «Acuerdo sobre el fin de la guerra y la restauración de la paz en Vietnam» en las negociaciones de paz de París con la RDV y el Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam del Sur(GPV). Gran parte de la infraestructura de la RDV había sido destruida por las bombas y, como en el sur, las armas químicas habían arrasado con vastas extensiones de selva y cultivos. Millones de vietnamitas habían muerto, sobre todo niños, mujeres y ancianos. El acuerdo de París consiguió el fin de los inclementes bombardeos sobre el norte, la retirada de las tropas yanquis y el reconocimiento de los derechos fundamentales del pueblo vietnamita. Sin embargo fue burlado sistemáticamente por Washington y el régimen títere de Saigón en todo lo concerniente al sur.

Este incumplimiento creó condiciones muy favorables para el desencadenamiento de la ofensiva final contra las tropas títeres y sus asesores estadunidenses por parte de las fuerzas militares del GPV y de la RDV. La ofensiva fue fulminante y desalojó a las unidades saigonesas de todas las provincias hasta encerrarlas en un anillo en torno a la capital títere. Mientras tanto, levantamientos populares acompañaron y dieron ánimo a la ofensiva de los revolucionarios, que culminaría con la captura de Saigón y la huída en masa de los asesores yanquis, esbirros y personeros del régimen proestadunidense. La victoria de Vietnam dio en aquel momento un gran impulso a los movimientos de liberación y a las fuerzas progresistas en el mundo. Se había cumplido el vaticinio de Ho Chi Minh: «Hoy(…) son los saltamontes los que se enfrentan a los elefantes. Mañana, será el elefante el que pierda su piel».

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