El control de los medios de comunicación es un factor fundamental para la reproducción y mantenimiento del poder. Se llama «fabricación del consenso» y ha sido un elemento bisagra de las dictaduras nazifacistas del siglo pasado, como del actual gobierno hondureño que, a través de la concentración de los medios de comunicación en sus propias […]
El control de los medios de comunicación es un factor fundamental para la reproducción y mantenimiento del poder. Se llama «fabricación del consenso» y ha sido un elemento bisagra de las dictaduras nazifacistas del siglo pasado, como del actual gobierno hondureño que, a través de la concentración de los medios de comunicación en sus propias manos, ha transformado la democracia en una farsa. Bien lo saben los comunicadores populares, que por los medios de comunicación independientes logran crear espacios de discusión y democracia también en los países donde está casi extinguida.
En Honduras, donde la manipulación de la verdad es práctica común de parte de los periodistas, las radios comunitarias se han revelado como un instrumento fundamental para el movimiento antigolpista: un espacio para multiplicar las muchas voces de la resistencia y, al mismo tiempo, alcanzar y concienciar a quienes, en los días del golpe, no se encontraban en las calles de Tegucigalpa.
Las radios comunitarias no son sólo radios que están comprometidas políticamente y socialmente, capaces de dar voz a quien ha sido callado, sino que son de propiedad de la comunidad misma, que se expresa a través de sus micrófonos. Puede existir un coordinador o una coordinadora, pero las decisiones son tomadas colectivamente y todos participan a título voluntario: Brendaly Rivas de Radio Durugubuty, San Juan Tela, explica que «cuando hay dinero inician los problemas: todos quieren meter mano, mientras que cuando no hay dinero todos trabajan más tranquilos». Las radios comunitarias no tienen ánimo de lucro, y se financian gracias a la solidaridad, a los ingresos que provienen de la publicidad de organizaciones «amigas», o a rifas que se organizan dentro de la comunidad misma.
En un país como Honduras, dónde la oligarquía intenta pisar culturalmente a los pueblos indígenas y afrodescendientes, las radios comunitarias representan un instrumento imprescindible en la resistencia a la asimilación cultural: los locutores son libres de hablar la lengua del pueblo a la que pertenecen, y denunciar el saqueo que la élite del poder está llevando adelante en sus territorios ancestrales. Según Salvador Zuñiga del COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), «Las radios comunitarias se han vuelto una astilla en el dedo de la oligarquía».
Por consiguiente, para evitar que la astilla en el dedo queme demasiado, la oligarquía hondureña intenta eliminarla por todos los medios.
En enero 2010 Radio Faluma Bimetu (Triunfo del Cruz), que desde hace catorce años denuncia la construcción de megaproyectos turísticos en la hermosa costa caribeña de Honduras, fue quemada y les robaron sus equipos.
En la costa pacífica de Honduras, dónde la ADEPZA (Asociación para el Desarrollo del Península de Zacate Grande) está llevando adelante una lucha difícil contra el oligarca Miguel Facussé -que quiere quitar a los campesinos más de 5000 manzanas de tierra- la situación es igualmente tensa.
«Un compañero y yo fuimos a un Encuentro Hemisférico ante la Militarización en La Esperanza, y allí surgió la idea de tener una radio para estar informados de lo que está sucediendo cada día en Zacate Grande y en otros lugares. Informar a la gente, concientizarla acerca de la lucha que estamos llevando, y para que todos estén enterados de lo que está haciendo Miguel Facussé, y no estén allí con los ojos cerrados», me ha contado Elba Yolibeth Rubio, corresponsal de La Voz de Zacate Grande.
Elba y otros chicos de Zacate Grande, todos igualmente jóvenes como ella, han participado en la Escuelita de Comunicación Popular de COMMPA: han aprendido a redactar una noticia, a utilizar los equipos y a perder el miedo ante el micrófono. «De todos modos, antes de formar comunicadores formamos conciencia: una persona no puede comunicar la lucha del pueblo si no tiene formación política», me ha dicho uno de los chicos de Zacate Grande.
La noche anterior la inauguración de la radio, el 13 abril de 2010, sobre la comunidad tronaron ráfagas de disparos amenazadoras. Elba Yolibeth Rubio cuenta que «al día siguiente, cuando fue la inauguración, ya después de haber terminado el evento, Miguel Facussé mandó uno de sus hombres para que golpeara a un compañero. Nosotros estábamos alerta para cualquier cosa, y sin embargo tiramos la denuncia para todas las radios comunitarias y por Internet. Después de un mes, llegaron más de trescientos policías, donde solo habían cincuenta pobladores, para poner una cinta alrededor de la radio diciendo «escena del crimen no cruzar», como que allí en la radio se había asesinado a alguien, y dijeron que si seguían operando allí en la radio, quienes se iban a encargar de todo esto eran los compañeros que ya tenían orden de captura. Pero de acuerdo con ellos seguimos saliendo al aire. Los niños ahora están atemorizados, cuando miran a un policía corren llorando, porque están con este temor que les vayan a hacer algo».
El 15 diciembre 2010, mientras trabajaban en la cobertura del desalojo de un comunidad, dos corresponsales de La Voz de Zacate Grande fueron detenidas y agredidas. El 13 de marzo pasado, el presidente de la Junta de Administración de La Voz de Zacate Grande ha sido amenazado y luego herido a una pierna con un golpe de arma de fuego. Después de la agresión, la policía ha llamado por teléfono a la redacción pidiendo «no hacer escándalo.»
También las radios de COPINH han sido víctimas de intimidaciones. Tomás Gómez Lembreño, corresponsal de Radio Guarajambala, denuncia que «han venido sistemáticamente las descargas eléctricas a los transmisores para que se dañen nuestros equipos. Además que todo el 5 de enero llegaron los de SEMEH (Servicio de Medición Eléctrico de Honduras), una empresa de Arturo Corrales Álvarez, quien mandó gente de Tegucigalpa para que nos fueran a cortar la luz sin el debido previo aviso de ocho días. La fueron a cortar de un solo, y también amenazándonos con que esa radio no la querían oír jamás ni nunca, que vuelva a salir al aire y si no que venían a volver a cortar la luz o a sacar los aparatos de la radio, diciendo que es una radio de revoltosos, una radio que desinforma». Antes de alejarse, los hombres del golpista Álvarez trataron de atropellar algunos integrantes del COPINH que se encontraban fuera del edificio.
«Frente a la intensificación de la represión para acallar nuestras voces, se ven fortalecidas nuestras alianzas de radios y medios de comunicación, demostrando respuestas contundentes a estas violaciones de nuestros derechos de expresarnos», escriben las radios comunitarias hondureñas seguidamente del nacimiento de la Red de Radios Comunitarias de Honduras. El 6 de febrero 2010, después de sólo un mes del incendio, Radio Faluma Bimetu salió otra vez al aire, y con una potencia mayor. En el contexto de la reapertura fue organizado el encuentro «Por el derecho a la difusión de nuestras voces», durante el que varias radios comunitarias del país crearon una red. La reacción frente a los episodios de represión -cada vez más frecuentes a partir del golpe de Estado-, la posibilidad de compartir material y capacitación, y la necesidad de crear propuestas comunes en la legislación sobre los medios de comunicación, en el marco del proceso constituyente emprendido por los movimientos sociales, son las necesidades que han abierto el camino al nacimiento de la Red de Radios Comunitarias de Honduras.
El ataque del régimen a las radios comunitarias se mueve también en el plano legislativo, a demostración de la importancia de sus papeles en la lucha. Con la falsa excusa de que existe un alto grado de saturación en la ocupación del espectro radioeléctrico, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL) está amenazando de suspender el otorgamiento de permisos y licencias de frecuencias radioeléctricas destinadas a la operación de estaciones de baja potencia. O sea, a las radios comunitarias. A este respecto, comenta Tomas Gómez Lembreño: «Esta es una amenaza clara a la libre expresión de los medios de comunicación de los pueblos, los medios de comunicación alternativos. Buscan la forma de cerrar nuestros medios coartando el derecho a la libre expresión, a pesar de que el Convenio 169 de la OIT da esta oportunidad de que hayan radios comunitarias dónde sea pasada la información necesaria de nuestras comunidades y en defensa de nuestros recursos naturales.
Nosotros creemos que es una aniquilación de los medios de comunicación en nuestro país, porque no se trata solo de Radio Guarajambala o La Voz Lenca, si no que se trata de todas las radios comunitarias que hay, es una amenaza a los movimientos indígenas también, para parar su lucha por construir una Honduras mejor».
Fuente: http://alainet.org/active/46058