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Las cosechas terminan en la basura en Papúa Nueva Guinea

Fuentes: IPS

La enorme cantidad de frutas y verduras que se pierden en Papúa Nueva Guinea entre la cosecha y la venta ponen en riesgo los ingresos y la seguridad alimentaria de la población de este país insular que depende de la agricultura. «Vendemos la producción, pero no siempre toda», dijo a IPS el agricultor Yer Kirul, […]

La enorme cantidad de frutas y verduras que se pierden en Papúa Nueva Guinea entre la cosecha y la venta ponen en riesgo los ingresos y la seguridad alimentaria de la población de este país insular que depende de la agricultura.

«Vendemos la producción, pero no siempre toda», dijo a IPS el agricultor Yer Kirul, quien trabaja en el mercado capitalino de Gordon. «Lo que no se vende se da a los comerciantes callejeros al final del día o se echa a la basura. Se desperdicia mucho», apuntó.

Kirul no tiene acceso a instalaciones para almacenar y preservar las verduras y las frutas de la humedad y del calor, característicos de este país ubicado en la línea ecuatorial de Oceanía, al norte de Australia.

En Papúa Nueva Guinea, con siete millones de habitantes, se desperdicia casi la mitad de la producción agrícola.

Solo 13 por ciento de los agricultores de la provincia Central tienen acceso a instalaciones de almacenaje, según un estudio de la Agencia de Desarrollo de la Producción Fresca (FPDA, por sus siglas en inglés), dedicada a crear una industria alimentaria sostenible.

«También necesitamos un mercado mejor», apuntó Kirul. «La gente compra pequeñas cantidades. Nos gustaría vender mayores volúmenes», añadió.

Cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señalan que un tercio de los alimentos producidos en el mundo, alrededor de 1.300 millones de toneladas al año, se echa a perder o se tira.

Eso hace que también se desperdicie agua, energía y otros recursos empleados en el proceso.

La mayoría del desperdicio ocurre en los países industrializados, donde vendedores y consumidores descartan 40 por ciento de la producción.

Pero en el Sur en desarrollo se pierde la misma proporción de la cosecha, por una recolección prematura, por la falta de infraestructura, como instalaciones de procesamiento y almacenamiento, y por el mercadeo.

La FPDA señala que 50 por ciento de la producción agrícola de Papúa Nueva Guinea se pierde tras la recolección.

La calidad es un asunto fundamental, indica. Una cantidad significativa de la producción no cumple con los estándares de los grandes compradores, lo que hace que el precio de venta termine siendo despreciable o se tire.

La investigadora Nalau Bingeding, del Instituto Nacional de Investigación, dijo a IPS que «el mal estado de las vías de comunicación es un gran problema para vender la cosecha».

«Muchos productos de la huerta proceden de zonas rurales, pero debido a la falta de caminos y de mercados se desperdician o sirven de forraje», indicó.

En áreas rurales y periurbanas de Papúa Nueva Guinea, los pequeños cultivadores de papa, brócoli, zanahoria, tomate, malanga, ñame, mango y papaya, son a la vez agricultores y vendedores.

La FPDA realizó una investigación socioeconómica en 2008 para la que entrevistó a 160 mujeres y 175 hombres, de unos 39 años en promedio, dedicados a la agricultora en seis provincias.

Según el estudio, 73 por ciento de los entrevistados coincidieron en que el mayor problema para vender su producción eran las condiciones del transporte y de las vías de comunicación.

En tanto, 43 por ciento mencionó el exceso de oferta asociado a la baja capacidad del mercado, 22 por ciento se refirió a los bajos precios y 21 por ciento al desperdicio.

El relieve montañoso de Papúa Nueva Guinea, el frágil servicio público y la mala gestión en los fondos estatales impidieron el desarrollo de una red nacional vial efectiva.

La conexión entre ciudades importantes, como Port Moresby, en la costa sur, Popondetta, en el noreste y Wewak, en el norte, solo es posible por barco o avión, y este último es muy caro.

Según el Departamento de Obras Públicas, solo 2.609 kilómetros de la red vial, de 8.738 kilómetros, tienen buenas condiciones de circulación, y 64 por ciento de las rutas nacionales no están asfaltadas.

La carretera más larga es Highlands Highways, de 800 kilómetros de largo, que conecta las provincias de Enga y Hela, en el oeste, con la de Morobe, en el este.

Los camioneros y las empresas de transporte soportan además del deterioro de las vías, los atascos y el vandalismo.

Según la FPDA, 85 por ciento de los agricultores entrevistados utilizan autobuses locales para transportar su producción al mercado. Solo cuatro por ciento de los consultados tienen vehículo propio.

La FAO sostiene que la inversión pública y privada en caminería, transporte, mercadeo y procesamiento de alimentos representa una ayuda significativa para que los pequeños agricultores mejoren su producción y el acceso a los mercados, y de esa manera disminuir las pérdidas.

El Plan Estratégico de Desarrollo del Gobierno (2010-2030) del país se propone mejorar la infraestructura vial y triplicar la red para ampliarla a 25.000 kilómetros en los próximos 18 años.

Pero el cumplimiento de esta meta dependerá del éxito del gobierno en materia de financiación y de implementación de la misma.

Un portavoz de la FPDA dijo a IPS que la agencia se concentra en desarrollar mercados internos con muchos de los productores del país que no tienen condiciones para abastecer el mercado exterior.

La agencia ofrece capacitación y desarrolla tecnologías para mejorar la gestión de la calidad de los productos frescos y crea vínculos entre los agricultores y los mayoristas.

Los cultivadores tienen vínculos limitados e inseguros con compradores y mayoristas. Una iniciativa exitosa de la FPDA es ofrecer información de mercado a los agricultores a través del teléfono celular.

El mejoramiento de la industria de procesamiento de alimentos de Papúa Nueva Guinea también contribuirá a reducir el desperdicio.

Los cultivadores no «saben preservar la mayoría de los productores después de de la cosecha, lo que hace que se echen a perder porque no los pueden almacenar ni procesar sin refrigeración», explicó Bingeding.

«Lo que se necesita es transformar la batata y la malanga, por ejemplo, en fideos o harina, para prolongar su vida útil», apuntó.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101375