Desde la colonia, los pueblos indios de México han padecido condiciones de miseria extremas. A pesar de haber sido la clase social que más aportó en la lucha por la independencia, en las guerras de resistencia en contra de las invasiones norteamericana y francesa, y en la revolución mexicana (y, si me lo permiten, en […]
Desde la colonia, los pueblos indios de México han padecido condiciones de miseria extremas. A pesar de haber sido la clase social que más aportó en la lucha por la independencia, en las guerras de resistencia en contra de las invasiones norteamericana y francesa, y en la revolución mexicana (y, si me lo permiten, en la democratización actual del país -aunque son los políticos y los medios quienes se disputan el protagonismo»), las deudas de la Nación para ellos no han hecho sino acumularse. Si alguien ha puesto vida y muerte para que este país que se llama México pudiera levantarse como nación soberana, libre e independiente, han sido los indígenas.
Ningún movimiento ha volteado a ver cómo quedaban después de los triunfos o las derrotas. Ganara quien ganara, los pueblos indios perdían. Quien les ofrecía mejoras, terminaba esclavizándolos en las haciendas. Quien les ofrecía una patria libre, terminaba por hacerlos a un lado. Quien les ofrecía democracia, terminaba por imponerles gobiernos y leyes. Pero siempre que estuvo en juego el destino de México, los indígenas no dudaron y pusieron lo único que tenían: su sangre.
Desde la independencia de México hasta ahora ya van casi 200 años. 200 años y hay pueblos indígenas que trabajan y mueren en condiciones semejantes a las de la colonia. Las tierras que tenían les han sido despojadas, a veces con violencia, a veces con engaños. El color, la lengua, el vestido, el «modo,» han sido motivo de vergüenza, de burla, de desprecio. El nombre de «indio» ha sido usado como insulto, como sinónimo de haragán, de falta de inteligencia, de incapacidad, de sumisión, de servilismo.
Después de tanto, lo raro hubiera sido que no se alzaran en armas. Pero lo hicieron. Y a pesar de haber sido el objeto de escarnio y desprecio por aquellos de piel blanca, no convirtieron su guerra en una guerra contra un color. Y a pesar de haber sido objeto de engaños y destino de mentiras por aquellos que en la lengua hablan «la castilla», no dirigieron su guerra contra una cultura. Y a pesar de haber sido siempre los sirvientes en las casas de quienes todo tienen, no repartieron destrucción. Hicieron una guerra, su guerra. La hacen todavía. Una guerra contra el olvido.
Tiene suerte este país. Donde otros destruyen, estos indígenas construyen. Donde otros separan, ellos juntan. Donde otros excluyen, ellos incluyen. Donde otros olvidan, ellos recuerdan. Donde otros son una carga para todos, ellos cargan, entre otras cosas, con nuestra historia. Y tiene suerte el EZLN de haber sido arropado por estos pueblos. Que si no… •
Si alguien volteara a verlos, miraría a seres humanos, llenos de errores, defectos, debilidades, caídas, en fin, imperfectos. Y ahí está el problema, porque si fueran superhombres y supermujeres, bueno, pues se entendería lo que han hecho. Pero como son como cualquiera, pues entonces… ¿cómo les diré?… pues como que uno dice: «yo también tengo que hacer algo.. .porque nadie más lo va a hacer por mí»
Y esto es lo que hacen los pueblos zapatistas. No esperan a que el gobierno les reparta limosnas y discursos. Trabajan por mejorar sus condiciones de vida y lo logran. Paradójicamente, sus condiciones, aunque distan todavía un buen trecho de ser las ideales, son mejores que las de las comunidades que reciben «apoyo» federal. Y esto se puede constatar en vivo y en directo (los videos, manque sean leídos, son limitados), y se puede investigar.
De esas mejoras, que han sido posibles por el «tercer hombro», les platicaré ahora. Trataré de no extenderme mucho (siempre me propongo lo mismo y salen cuartillas como si lloviera), pero los invito a conocer los detalles en los informes de cada Junta y, por supuesto, visitando los Caracoles y las comunidades, y hablando con los compañeros.
SALUD Y EDUCACIÓN,
Dos de los avances han sido en lo que se refiere a salud y educación. Los «olvidos» de los distintos gobiernos federales sobre estos aspectos, han hecho que «indígena» sea sinónimo de mala salud e ignorancia.
Gracias al apoyo de los y las «sociedad civiles», la salud de las comunidades ha empezado a dar un giro radical. Donde había muerte, empieza a haber vida. Donde había ignorancia empieza a haber conocimiento. En fin, donde no había nada, empieza a haber algo bueno.
En Los Altos de Chiapas, por ejemplo, el sistema de salud proporciona atención médica gratuita y, hasta donde llegan sus recursos, también es gratuita la medicina. Esto es posible por dos cosas:
Una es por el apoyo económico de la sociedad civil que permite conseguir equipos médicos y medicinas.
La otra es porque en lugar de concentrarse sólo en atender enfermedades, el sistema de salud se dirige especialmente a la medicina preventiva. El objetivo es reducir las enfermedades y, por ende, el consumo de medicamento. Aunque con dificultades, el servicio médico gratuito se ha mantenido en todo el año de funcionamiento de la Junta de Buen Gobierno en Los Altos.
En las cinco zonas donde operan las Juntas de Buen Gobierno se realizan campañas de higiene, se promueve el uso de letrinas y de limpieza de la casa habitación. También se hacen campañas, aunque apenas se está generalizando, para combatir enfermedades crónicas (como la leshmaniasis o «úlcera del chiclero), epidemias, y para detectar cáncer en la mujer. Para lograr esto tenemos, además del apoyo económico para proyectos de salud, la ayuda solidaria (y en no pocos casos heroica) de doctores y doctoras especialistas y enfermeras que, robándole tiempo a su descanso, vienen hasta estas tierras y reparten conocimientos (a parteras, «hueseras», promotores de salud y laboratoristas) y salud a todas las comunidades.
El tercer hombro para levantar la vida.
Se construyen clínicas regionales y municipales, se equipan y se capacitan compañeros y compañeras para darles uso. En la zona tojolabal, el día primero de agosto, se realizó la primera cirugía y se está equipando un laboratorio de procesamiento de plantas medicinales. En todas las zonas hay farmacias que se surten con el dinero de los proyectos y donaciones.
En general, poco a poco, las Juntas de Buen Gobierno van consiguiendo que cada municipio autónomo tenga una estructura básica de salud comunitaria: promotores de salud, campañas de higiene, medicina preventiva, microclínicas, farmacias, clínicas regionales, médicos y especialistas.
En lo que se refiere a educación se procede como debería de precederse en la política, o sea de abajo a arriba. Se construyen escuelas en todas las comunidades (este año fueron más de 50 en toda la zona y faltan todavía) y se equipan las que ya existen (este año fueron unas 300), se capacitan promotores de educación (y toman cursos de actualización), se levantan centros de educación secundaria (donde sí se enseñarán las raíces históricas de México) y técnica.
Maestros de escuela y de albañilería, especialistas en pedagogía, hombres y mujeres con nombres y rostros comunes, indígenas con y sin pasamontañas, levantan escuelas y conocimientos donde antes sólo había ignorancia.
Vengan. Así ustedes podrán ver en varias comunidades de las distintas zonas, que ha aparecido una clínica, una farmacia, una escuela, que hay mucha bulla porque una doctora va a revisar a las mujeres para sus enfermedades, que la «Mariya» ya sabe escribir su nombre y te puede contar que los antiguos mexicanos tenían una cultura muy avanzada y ahora quiere ir a la secundaria autónoma pero saber si la mandan, que un dentista está en la clínica y va a sacar y parchar dientes, que allá hay fiesta porque llegaron pizarrones y ‘cuadernos y lapiceros y libros, que el Lencho se iba a morir pero no murió y-va-a-morir-de-por-si-pero-luego-o-sea que-va-a-tardar-todavía-o-sea-que-normal, que la escuela ahora está bien alegre, que el doctor de los ojos ya llegó, que el Andulio ya está chillando porque no lo encuentra un su lapicero, que está un médico que es pediatra y le está explicando a un compa que su trabajo no es curar los pies, que el Uber dice «yo no fui» y nadie le ha preguntado si él le agarró su lapicero al Andulio, que está un neurólogo y ayuda si uno tiene mal su pensamiento y se desmaya, que se van a vacunar a los niños, que esos camiones llevan promotores que van a un curso en el Caracol y a saber si el curso es de salud o de educación porque «viera usted que seguido pasan por aquí unos y otros, y viera usted que antes no así era, no, qué va a ser, en los caminos antes uno sólo encontraba vacas y bueyes, no se vaya usted a ofender… oiga, ¿y usted no es de por acá verdad?, ¡ahí, es que a luego se mira, pero no tenga usted pena que yo ahora mismo le voy a explicar, mire usted, allá en 1994 nos levantamos toda la indiada, o sea la plebe como decimos acá, y es que los zapatístas y luego las sociedades civiles y… oiga, ¿no quiere un pozol?, porque luego la explicación tarda…»
ALIMENTACIÓN, TIERRA, VIVIENDA.
De lo urgente a lo importante. El problema de los desplazados (principalmente los de Polhó) es el que más absorbe la atención del buen gobierno en Los Altos de Chiapas . De los casi 3 y medio millones de pesos que gastó Oventik, se dedicaron aproximadamente 2,5 millones a Polhó. Pero no sólo a alimentación. Se construyó y se puso a funcionar una tienda municipal de abarrotes y una cooperativa de mujeres desplazadas.
El buen gobierno ve lejos y avanza en el proyecto de una bloquera («o sea que es para hacer blocks de construcción», me explican cuando pregunto si es para hacer cerebros de miembros del gabinete de Fox -ya decía yo que para lo del gabinete hay «head hunters»-).
Lo de la bloquera puede producir un efecto en cadena. Además de producir un ingreso para los compas (que no pueden ir a sus «trabajaderos» por la amenaza de los paramilitares), bajará notablemente el precio del material de construcción y se podrían ir mejorando las viviendas. Bueno para eso falta, pero la «bloquera» de Polhó ya empieza.
Para mejorar la alimentación de todos, en las cinco zonas se echan a andar cooperativas de producción de cerdos («no, no se producen políticos», me aclaran antes de que haga la pregunta de rigor), gallinas, borregos («no, no son diputados del PAN votando el desafuero de López Obrador» me dicen, y me cae que ahora sí no iba a preguntar nada), pollos y ganado (o sea vacas, mulas y uno que otro buey -sin agraviar a nadie), de hortalizas, de árboles frutales.
De La Garrucha informan que «se han capacitado los promotores de agroecología en nuestros municipios autónomos para que ellos tengan experiencia en cuidar el medio ambiente, cómo cuidar animales, cómo vacunarlos y cómo hacer producir mejor las tierras recuperadas y por eso tenemos avances en cada municipio «.
Se realizan proyectos de talleres de zapatería, máquina descasecarilladora de arroz, de mecánica («ya lo reparamos el tractor, ahora sólo falta la gasolina»), en la zona de La Realidad uno llamado «de tecnología apropiada, salud en la vivienda, ahorro energético y capacitación» que, además de distribuir tanques de agua, construye fogones ahorradores de leña; en varias zonas talleres de herrería, proyectos de agua potable, talleres textiles, producción de colmenas.
Así, por varios flancos y con el apoyo de las «sociedades civiles» se mejoran la tierra, la vivienda y la alimentación.
Con palabras de la selva: «hasta el día de hoy hemos mejorado un poco de la alimentación gracias a las tierras que se recuperaron de las grandes fincas, porque así cosechamos más maíz y frijol, y a los proyectos de agroecología. Gracias a nuestra organización se ha logrado disminuir grandemente el alcoholismo lo que nos ha permitido usar en alimentación el poco recurso que tenemos. También hemos podido mejorar nuestras casas aunque pobremente pero hoy en día tenemos mejores techos, la casa más limpia, con sitios más amplios para poder sembrar árboles frutales, hortalizas, flores y tener los animales fuera de la casa».
Ligada a estas tres cosas, está la comercialización.
Se desplaza a los «coyotes» con bodegas regionales (en la zona de La Realidad una se llama «Para todos todo» -lo que, a mi manera de ver, es una invitación al saqueo-, otra «El Caracolito», otra «Don Durito»; en la zona de Morelia la denominan «central de abasto» y ahí se consigue café, panela, artesanías, bordados, ollas de barros, comales de barro, velas, canastos, muebles -todo producido por las comunidades y a bajo precio-, en Roberto Barrios son 3 las bodegas regionales), que incluyen en el proyecto la adquisición de transportes para mover la mercancía. Aumenta así el número de tiendas cooperativas y comedores populares.
Los principales avances de la autonomía zapatista, en la época de las Juntas de Buen Gobierno, tienen que ver con el mejoramiento de las condiciones de vida, sí, pero no sólo…
GOBERNAR Y GOBERNARSE.
Acaso el avance más importante que vemos es que estamos aprendiendo a construir, no sin fallas y tropiezos, un buen gobierno:
«Hemos aprendido como resolver nuestros problemas, como hacer acuerdos con otras organizaciones y autoridades, y también con nuestras comunidades, durante este tiempo se ha aprendido mucho como gobernar en cada municipio y hemos visto que asi no es fácil que nos corrompan los malos gobernantes, porque hemos aprendido rotativamente nuestra forma de gobierno con la experiencia de todos y con la guía de la vigilancia.
Esté ha sido un gran aprendizaje durante el año que no es fácil que nos compren con un refresco.
Otra cosa que hemos aprendido es a tratar con gente de otras culturas y otros países…
«Hemos aprendido a través del trabajo, resolviendo problemas, al principio estábamos nerviosos, antes en cada municipio se organizan como ellos quieren ahora ya juntos los municipios hemos aprendido a trabajar equitativamente, también hemos aprendido a platicar con otras gentes que no son de nuestra organización. Ya sabemos que no son nuestros enemigos, lo que pasa están engañados pero vemos que poco a poco van entendiendo y se van acercando con nosotros… «
«Cada autoridad municipal lleva en su municipio lo que ha aprendido en la junta, algunos hemos aprendido a levantar actas de acuerdos, elaborar proyectos, manejar aparatos como computadora, Internet, foto copiadora, teléfono y otros aparatos que estamos aprendiendo a manejar… «
«Valoramos que politicamente tenemos ventajas, hemos aprendido hacer el trabajo a través del sacrificio. Ha cambio que antes, hemos tenido errores pero así vamos aprendiendo poco apoco.
Las ventajas que vemos: todos fuimos gobiernos, no tuvimos algún líder, fue un gobierno colectivo, así entre todos nos enseñamos lo que cada uno sabe, hay una distribución equitativos en los proyectos, llegaron organizaciones sociales que cuando no se solucionan sus problemas vienen en nuestra oficina…»
«Dentro de la junta del buen gobierno, no necesitamos traductor estamos de diferentes lenguas, así puede llegar cualquier persona sea tzeltal, tzotzil, tojolabal y castellanos podemos entendernos con nuestra propia lengua… «
Éstos fueron los avances que nosotros hemos visto y sentido en un año de las Juntas de Buen Gobierno.
Pero qué tal que estoy echando mi mentira, qué tal que sólo platico de esto para que piensen que hemos mejorado.
Por eso les digo que vengan, que caminen los pueblos y que ahora sí le pongan audio e imagen a este video…
(continuará…)
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, Agosto del 2004. 20 y 10