Ayer en las calles de Tegucigalpa quedó demostrado que cada día rechazamos con más fuerza que nunca el golpe de Estado y todo lo que representa. La masiva demostración nos obliga a entender la dinámica de la historia, a entender que la lucha ha de seguir con propósitos definidos, con una bandera fundamental: recuperar la […]
Ayer en las calles de Tegucigalpa quedó demostrado que cada día rechazamos con más fuerza que nunca el golpe de Estado y todo lo que representa. La masiva demostración nos obliga a entender la dinámica de la historia, a entender que la lucha ha de seguir con propósitos definidos, con una bandera fundamental: recuperar la soberanía popular.
Un par de días antes, el presidente Zelaya hacía su proclama por un Estado cuyo fin supremo sea el pueblo; por un desmantelamiento del Estado burgués que hoy no se conforma con tener un control absoluto de las vidas de todos a través de una economía en la que el pueblo vive en indefensión y ellos en la impunidad. Es fundamental entender el mensaje del presidente, especialmente cuando dice que «…el liberalismo tradicional ha caducado…», y que «…ya no representa una alternativa para los grandes problemas de nuestra sociedad…».
El camino a un Estado más equitativo y justo, pasa obligatoriamente por la toma del poder. La derecha hondureña, en una ceguera monumental, optó por el golpe de Estado represivo como camino para conservar los inconmensurables privilegios de los que ya que goza. Sabiéndose incapaz de competir en un ámbito justo, prefiere seguir viviendo del Estado y sus jugosos recursos. Ese Estado no puede seguir en manos de estos señores, adoradores, del dinero, el dolo y la corrupción.
Los acontecimientos nos llevan a concluir que sólo un partido del pueblo, con un profundo ideal morazánico, nacionalista, socialista, podrá finalmente vencer el cáncer que nos agobia desde hace muchas décadas. Y es que el golpe nos enseñó que no existen términos medios con la antediluviana derecha hondureña. Pasamos así de la lucha reivindicativa a la disputa clara por el poder; el poder del pueblo.
Este Partido Morazánico de la Resistencia Popular está llamado a ser el representante y defensor de las causas populares frente a la manipulación oligárquica. Hoy nos planteamos con seriedad la necesidad de cambiar todos los estamentos del Estado hondureño; aquí no cabe ningún otro término mas que refundación. Es imperativo acabar con el «Congreso Nacional Sociedad Anónima». Necesitamos un Congreso donde se encuentren verdaderos representantes de la voluntad popular, que estén dispuestos a dejar que la sea la voluntad soberana de éste la que prevalezca en asuntos fundamentales para la patria.
Necesitamos validar la identidad del pueblo en resistencia; instituir el partido como organismo máximo de participación ciudadana, donde ya no existan componendas, traiciones, trucos, trampas, doble moral. El partido donde se va más allá del ámbito electorero; donde los políticos no subasten los intereses nacionales a cualquier mercader traficante de vergüenzas.
Debemos recuperar la soberanía sobre todas las cosas que naturalmente le pertenecen al pueblo:
a) La soberanía educativa.- La educación no puede ser simplemente un objeto que se vende y se compra; no puede ser que la educación de calidad sea un privilegio de aquellos que tengan con qué pagar. La cultura es un patrimonio de la humanidad, del pueblo, y éste debe ejercer su plena soberanía sobre la misma. Es imprescindible emprender una educación igualitaria en calidad y cantidad para todos; no más educación privilegiada para los cuadros de la reacción.
b) La soberanía energética.- El pueblo debe tener la primera voz en asuntos de importancia estratégica de la nación. No más tráfico de dinero entre las clases dominantes a costa del pueblo. Los recursos que sirven para fines de energía, y los hidrocarburos deben ser propiedad del pueblo hondureño, y este derecho debe ser irrenunciable e intransferible. Se debe terminar con la privatización. Que los mercaderes sean verdaderamente productivos si quieren un lugar en la sociedad hondureña.
c) Soberanía sobre los servicios clave como el agua y las comunicaciones.- El control de éstos es potestad del pueblo; y éste debe decidir sobre su futuro; y bajo ninguna circunstancia puede ser negociado con empresa privada alguna.
Soberanía es el concepto que enarbolamos con el nacimiento de nuestro partido del pueblo; soberanía es la bandera con la que hemos de marchar por las calles; con la que hemos de organizar las unidades en las aldeas y caseríos más remotos del país; soberanía es el concepto que debemos enseñar en nuestras escuelas de educación política; nunca más dejaremos que nuestro pueblo sea engañado, que sea timado, burlado por falta de información.
Un partido solidario, capaz de reflejar las más grandes cualidades de los seres humanos; el que incentiva el intercambio entre hermanos; el que nos enseña a no dar caridad sino lo mejor que tenemos; el que le enseña a nuestros hijos que la mayor cualidad que podemos tener es combatir las injusticias donde las veamos.
Un partido que no va a negociar posiciones o decisiones. Nunca más a la sombra de la noche se asesinarán las aspiraciones del pueblo. Nunca más mentiremos o engañaremos a todos a cambio de unos pesos más. Este partido que no acepta que lo corrompan, que no cree que una posición en el Estado es una oportunidad de saquear los bienes públicos.
Este partido que luche por una nueva forma de ver la realidad; donde la seguridad no este vinculada con el asesinato vil de nuestros jóvenes; no vea a los pobres como una peste; no condene a los jóvenes de antemano a los peores padecimientos.
Tomar el poder para concretar la refundación de la patria; esa toma del poder sin medias tintas; sin complacencias a las ambiciones del imperio o la codicia oligárquica; una búsqueda del poder no para conseguir un modus vivendi, sino para cambiar la historia de los que no tienen nada.
Hoy, cuando los lideres de la resistencia anuncian la lucha por la toma del poder, comenzamos una nueva etapa de lucha, pero también obtenemos el premio que nuestro pueblo marchante ha ganado a pulso bajo los garrotazos y los tiros de los chafas asesinos y los paramilitares de otras partes de la tierra que han sido alquilados por la dictadura para callar nuestro grito de libertad.
Tenemos motivos para festejar; la noche del bipartidismo se acerca a su fin; ahora la aurora de la lucha nos ilumina en un camino que ha de ser duro pero no insalvable. Ya no importa lo que pase, sabemos dónde están los enemigos del pueblo y cuál es su casa.
Ahora más que nuca estamos en lucha; ya nada nos podrá detener.
¡Viva el Partido del Pueblo!
Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.