En el Día de la Raza, los garífunas conmemoran 517 años de resistencia indígena, negra y popular, en medio de una crisis política e institucional que les afecta aun más sus ya precarias condiciones socio-económicas. Contrario a otros años, esta vez los afrodescendientes callan sus tambores y sus matracas. No saldrán a las calles, porque […]
En el Día de la Raza, los garífunas conmemoran 517 años de resistencia indígena, negra y popular, en medio de una crisis política e institucional que les afecta aun más sus ya precarias condiciones socio-económicas.
Contrario a otros años, esta vez los afrodescendientes callan sus tambores y sus matracas. No saldrán a las calles, porque no existen condiciones idóneas en el ámbito político, ni económico.
El dirigente comunitario Céleo Alvarez Casildo sostiene que la lucha de los negros en este país, lleva más de 500 años, sumergidos en el olvido de los gobiernos de siempre, con poca asistencia para paliar sus necesidades.
Señala que en pleno siglo XXl, aún existen comunidades remotas como su natal Plaplaya en la Mosquitia, donde no hay los servicios mínimos para vivir, como agua potable de buena calidad, electricidad o acceso a la educación secundaria.
Zulma Valencia, de la Organización Negra Centroamericana (Oneca), explicó que el Día de la Raza es una fecha propicia para recordar aquel 12 de octubre de 1492, cuando se concretó el llamado «encontronazo de tres mundos, que representa la deplorable y más prolongada violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas de las Américas y consecuentemente de millones de personas africanas y afrodescendientes».
Céleo Alvarez Casildo, quien es presidente de la Organización de Desarrollo Etnico Comunitario (Odeco), señala que para los africanos y afrodescendientes, significó «la tragedia más gigantesca de la historia humana por su magnitud y por su duración», conocida como la trata de negros transatlántica.
«Hoy como ayer, los afrodescendientes luchamos contra las injusticias recetadas por organismos internacionales de Occidente que aprendieron muy bien la receta ambiciosa de sus ancestros: riqueza y opulencia a costa del sacrificio de millones de personas», apuntó.
Los pueblos y comunidades chortís, tolupanes, lencas, afrodescendientes de habla inglesa, tawahkas, misquitos, nahuas, pech y garífunas, se debaten en deplorables condiciones de pobreza, discriminación racial, exclusión y marginalidad sin precedentes, la batalla constante por el reconocimiento de sus derechos.
«No cabe duda que la indiferencia de los gobiernos ha jugado un papel crucial en la continuación del neocolonialismo y de la aplicación inmisericorde del modelo económico neoliberal, afectando severamente los intereses de estos pueblos y de las mayorías aglutinadas en los sectores populares», señaló.
LA CONSTITUYENTE
«Nosotros reiteramos nuestra condena al golpe de Estado y hacemos el llamamiento para que se logre la reconciliación nacional, para lo cual proponemos las reformas a la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas y la convocatoria a un plebiscito para que la ciudadanía se pronuncie por una nueva Constitución».
Para los negros, este momento que vive el país, si bien es cierto les afecta como a todos, representa una oportunidad histórica para cambiar el rumbo de Honduras y que las grandes mayorías se vean beneficiadas.
Es evidente, dice Céleo Alvarez, que nos encontramos ante una frágil institucionalidad en cuanto a la impartición de la justicia, seguridad alimentaria, seguridad ciudadana, participación política y la defensa de los derechos humanos.
Son alarmantes los índices de criminalidad, corrupción e impunidad y deterioro del nivel de vida en el campo y la ciudad, situación agravada a partir del golpe de Estado ocurrido el pasado 28 de junio de 2009, apuntó.
Añadió el dirigente que la clase política y económica tradicional implementa diferentes mecanismos para controlar la cosa pública.
«Los grupos de poder, acostumbrados a saquear y a controlar los poderes del Estado, no duermen, especulan, calumnian y levantan falsas expectativas cuando consideran que pueden ser afectados sus leoninos intereses».
Dijo que es urgente garantizar la libertad de expresión, de movilización pacífica y la seguridad personal de todos los ciudadanos, evitar la represión y otras violaciones de los derechos humanos.
Así como conjugar esfuerzos para impedir que se regrese a la temible, retrógrada y tenebrosa década perdida de los años 80, garantizando los derechos y libertades contemplados en la Constitución de la República y en los convenios internacionales.
Por eso, Céleo Alvarez Casildo considera que ha llegado el momento para redactar una nueva Constitución, mediante la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, en la cual se tome en cuenta a las grandes mayorías.