Estas últimas semanas han sido de fuerte tensión en el departamento de Colón. Una zona cuya cabecera departamental, Tocoa, fue en su momento bautizada como la «Capital de la Reforma Agraria». Una zona donde compañías transnacionales y terratenientes locales fueron paulatinamente recuperando las tierras que estaban en manos de los campesinos, muchas veces con artimañas […]
Estas últimas semanas han sido de fuerte tensión en el departamento de Colón. Una zona cuya cabecera departamental, Tocoa, fue en su momento bautizada como la «Capital de la Reforma Agraria». Una zona donde compañías transnacionales y terratenientes locales fueron paulatinamente recuperando las tierras que estaban en manos de los campesinos, muchas veces con artimañas legales, corrupción y represión generalizada.
Es en esta zona que hoy se juega el futuro, no solamente de miles de familias campesinas desposeidas, sino de la inmensa mayoría del pueblo hondureño.
La Lista Informativa «Nicaragua y más» conversó sobre ese tema con Wilfredo Paz, activista social y miembro del Comité Ejecutivo del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
-¿Qué representa para Honduras el Valle del Aguán y las luchas que aquí se están librando?
-Las organizaciones campesinas de esta zona tienen un sistema organizativo y una proyección de su lucha mucho más combativa y efectiva que en el resto del país. Los poderes fácticos que dominan el país están viendo el Valle del Aguán como un foco que no les conviene que siga avanzando, ni extendiendo. Por lo tanto, para estos sectores retrógrados es estratégico vencer a las organizaciones campesinas y al movimiento popular en el Aguán, porque de esa manera estarían asestando un duro golpe a todo el movimiento popular hondureño.
-Una lucha estratégica que los grupos hegemónicos y las fuerzas represivas del Estado no pueden perder…
-Es estratégico para ellos acabar con esa lucha porque tiene un alto contenido político y necesitan mantener el status quo que existe en el país. La oligarquía no puede ceder, no puede permitir que haya cambios. En este sentido, estos sectores que históricamente conformaban el régimen previo al golpe de Estado y que se han consolidado después del 28 de junio de 2009, están poniendo todas sus cartas en la mesa, afinando estrategias para terminar con el movimiento popular y el movimiento campesino en particular.
-Y su mejor arma parece ser la militarización y la represión.
-Hay dos tendencias. Una primera tendencia es el discurso vacío, sin contenido, de las instituciones. Porfirio Lobo dice que la solución al conflicto es por la vía pacífica, sin embargo lo que estamos viendo es que hay una segunda tendencia, enlazada con la primera, que privilegia el uso de la fuerza, de las armas, de la represión. Una verdadera declaración de guerra contra el movimiento campesino. De esta manera, queda demostrado que quiénes mandan en el país son los militares, los oligarcas, que imponen sus intereses. No importa si para lograrlo tienen que asesinar, violentar los derechos humanos, ni les importa la imagen internacional que pueda tener nuestro país.
-¿El sistema judicial es parte de esta estrategia?
-No hay ninguna duda de eso. Los operadores de justicia en esta región se venden al mejor postor y están al servicio de los terratenientes. Al momento de firmar el acta de compromiso entre el Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA) y Porfirio Lobo sólo había entre 45 y 50 órdenes de captura contra miembros de las organizaciones campesinas. Han pasado seis meses y ahora hay 350 órdenes de captura. Esto significa que, a la par del diálogo, han buscado la forma para que la negociación fracase y así poder aplicar la que se ha convertido en una versión actualizada de la Doctrina de Seguridad Nacional, de los años 80. Cada acción o demanda que plantee el movimiento campesino y popular es clasificada como «insurgente» y en ésto tienen el firme apoyo de los gobiernos de Estados Unidos y Colombia.
-¿Qué sigue después del desalojo de la toma indefinida y de la militarización de la comunidad Guadalupe Carney?
-No podíamos arriesgar más vidas, así que hemos decidido optar por un retiro estratégico antes de que llegaran el Ejército y la Policía. Sin embargo, no vamos a parar la lucha. Vamos a salir nuevamente a las calles, porque no vamos a renunciar mientras no se desmilitarice la región del Valle del Aguán, y no se dé respuesta a las demandas de las organizaciones campesinas.
Fuente: http://nicaraguaymasespanol.