Introducción
La revolución por la independencia del Paraguay representó un proceso original, y muy distinto al resto de los países latinoamericanos. Mientras en los otros países las revoluciones estaban lideradas por clases burguesas emergentes que buscaban desplazar al absolutismo español, en la nación guaraní la burguesía en ascenso tuvo que pactar una alianza con las clases populares, representadas políticamente por el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia. El Paraguay será el único país del continente donde las clases populares tendrán activa participación en el proceso de emancipación, construyéndose en un genuino proyecto popular, consolidado por el gobierno de los López.
La experiencia popular sería destruida en la guerra de la triple alianza, luego de cinco años de resistencia del pueblo paraguayo. En este ensayo se intenta entender las razones que llevaron al pueblo paraguayo a inmolarse al lado del Mcal. Francisco Solano López durante la contienda.

Para justificar la guerra, los aliados decían que el Paraguay estaba gobernado por un tirano, y que era necesario derrotar a López para liberar al pueblo de la opresión. Ese era el argumento para una guerra infame que no tenía otro propósito que liquidar al Estado independiente para someterlo a la cadena capitalista mundial bajo la égida del naciente imperio inglés.
La propaganda mitrista y brasileña justificaban la guerra contra el Paraguay, afirmando que era necesario llevar la “civilización” al oscuro país gobernado por un dictador implacable. Pero el fundamento de los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay partía de una grave equivocación: no existía división entre López y el pueblo paraguayo. Al contrario, López y el pueblo, especialmente el campesino, representaban una unidad. Esa unidad se basamentada en el hecho que la tierra era propiedad del Estado paraguayo, tierra, que el campesinado defendió heroicamente hasta morir. López, al defender la soberanía patria, defendía la tierra. Los campesinos al luchar por la Patria estaban luchando por algo que genuinamente les pertenecía, la tierra.
- La invasión de Asunción
Al inicio de la guerra Bartolomé Mitre había dicho a la multitud congregada frente a su residencia, “En veinticuatro horas en los cuarteles. En tres semanas en la frontera. En tres meses en Asunción”, vaticinando una guerra fácil contra el Paraguay. Recién cuatro años después las fuerzas aliadas lograron romper el cerco de Humaitá, la “Sebastopol de América”, donde los soldados paraguayos defendieron heroicamente el bastión que parecía inexpugnable. En Humaitá la falta de municiones y el hambre fueron más fulminantes que las armas enemigas.
El 1º de enero de 1869 las fuerzas aliadas entraban triunfantes en Asunción, donde se encontraron con una ciudad desolada. Ni un solo paraguayo había quedado en la capital, madre de ciudades. El pueblo se retiró unos días antes, fundando la segunda capital en Luque, a unos pocos kilómetros al noreste. Asunción había caído y los aliados esperaban una rendición, que parecía lo normal en una guerra. Pero los paraguayos decidieron otro camino: luchar hasta morir.
Las fuerzas aliadas, especialmente los brasileños iban a ser testigos de algo único en la historia: la capital del país en guerra era derrotada pero ni el presidente ni el pueblo se rindieron.2 Sería la primera vez en la historia moderna, después de la creación de los estados-naciones, que la capital política de un país beligerante sucumbía bajo las fuerzas enemigas y el pueblo seguiría combatiendo.3
Los aliados nunca terminarán de entender la intransigente resistencia del ejército paraguayo frente a un enemigo muy superior. En todas las batallas el paraguayo lucharía con fiereza hasta sucumbir. Desde la caída de Asunción, nunca más se producirían rendiciones. Así iba a ser hasta Cerro Corá.4 Los aliados, igual que Mitre, jamás se imaginaron que la guerra duraría los cinco años que duró.
Notas:
2 Cuando el Ejército Rojo entró en Berlín, en 1945, Hitler no tuvo más remedio que suicidarse. Muchos días antes de 1º de enero, momento en que el ejército rebelde irrumpió en la Habana, Batista ya había huido del país; lo mismo hizo Somoza cuando el 19 de julio de 1979 los sandinistas tomaron Managua.
3 Sí se registraron casos de deserciones debido al hambre durante la campaña de las cordilleras. Véase Maestri, pág. 33, en “Piribebuy, a capital mártir: história, historiografia e ideologia na Guerra no Paraguai”, Estudos Ibero-Americanos, PUCRS, v. 39, n. 1, p. 32-53, jan./jun. 2013
4 Existen referencias de que restos del ejército paraguayo siguió combatiendo incluso después de la muerte de López.
Bernardo Coronel, historiador y antropólogo. Esta obra de su autoría, en su momento, fue publicada por la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP), Brasil, y por nuestra parte la iremos publicando en entregas semanales.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.