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Pobreza, criminalidad y corrupción siguen siendo los principales problemas de Honduras

Los 100 días de Juan Orlando Hernández y la creciente militarización

Fuentes: Opera Mundi

Este 7 de mayo, el gobierno del presidente hondureño Juan Orlando Hernández cumplirá sus simbólicos 100 primeros días. Y ya es tiempo de hacer balances. JOH recibió la banda presidencial después de que el TSE (Tribunal Supremo Electoral) lo ratificara oficialmente como ganador de los comicios del 24 de noviembre del año pasado, con casi […]

Este 7 de mayo, el gobierno del presidente hondureño Juan Orlando Hernández cumplirá sus simbólicos 100 primeros días. Y ya es tiempo de hacer balances. JOH recibió la banda presidencial después de que el TSE (Tribunal Supremo Electoral) lo ratificara oficialmente como ganador de los comicios del 24 de noviembre del año pasado, con casi ocho puntos porcentuales arriba de Xiomara Castro, esposa del ex presidente Manuel Zelaya y candidata del partido Libre (Libertad y Refundación), brazo político del movimiento popular de resistencia al golpe de Estado, que en 2009, derrocó al mismo Zelaya.

Pese al resultado oficial y al inmediato reconocimiento internacional, Xiomara Castro calificó de «monstruoso fraude» la victoria del candidato oficialista, cuestionando la imparcialidad de las autoridades electorales, denunciando un sinnúmero de graves irregularidades en el conteo y transmisión de votos y rehusándose a reconocer el resultado y la legitimidad de JOH como nuevo presidente de Honduras.

Además, esta nueva fuerza política de corte progresista logró romper más de un siglo de duopolio del Partido Liberal y el Partido Nacional, posicionándose como la segunda fuerza política del país y el principal partido de oposición, eligiendo a 37 de los 128 diputados ante el Congreso Nacional, a 31 alcaldes y vicealcaldes y a 4 diputados del Parlacen (Parlamento Centroamericano). El ex presidente Zelaya fue nombrado jefe de la bancada de Libre en el Congreso.

Paralelamente, el FNRP (Frente Nacional de Resistencia Popular) volvió a reactivar su estructura territorial, iniciando un intenso trabajo de reorganización interna y del sector social y popular, con el objetivo de convertirse en un «verdadero movimiento de masas con influencia en la realidad social y política de Honduras», dijo Xiomara Castro durante una actividad realizada semanas después de los comicios.

Al asumir el nuevo Congreso, liberales y nacionalistas hicieron frente común, garantizando su mayor apoyo al poder ejecutivo y bloqueando cualquier intento de discusión y aprobación de proyectos de leyes o decretos presentados por la oposición. «Es más que evidente que hay una confabulación. El país sigue hundiéndose en la pobreza, la delincuencia y la corrupción, y todo continúa en la inercia total. Se nos niega la palabra en el plenario y engavetan nuestros proyectos. Pareciera que JOH sigue mandando aquí y que nunca dejó su cargo de presidente del Congreso», dijo a Opera Mundi el ex fiscal y actual diputado por Libre, Jari Dixon.

Ejemplo de ello han sido, entre otros, el engavetamiento del proyecto de derogatoria del «paquetazo fiscal» – una medida muy polémica por su alto costo social que fue aprobada por los diputados nacionalistas y liberales salientes -, del proyecto de reforma agraria integral y del proyecto de ley anticorrupción. Ese último establece férreos controles para que no se trastoquen los fondos del Estado y obliga cada funcionario a brindar una estricta rendición de cuentas.

«Con este proyecto pretendemos hacer una integración de los delitos ya existentes, aumentar las penas, crear nuevas figuras penales y proporcionar un instrumento eficaz y contundente contra este delito. Lamentablemente nos están boicoteando y los partidos tradicionales no quieren oír hablar de medidas anticorrupción, porque tocamos sus intereses», agregó Dixon, quien es el redactor del proyecto.

El IPC (Índice de Percepción de la Corrupción) de Transparencia Internacional correspondiente a 2013, mantiene a Honduras como el país más corrupto de Centroamérica y entre los más corruptos del mundo. Entre los 177 países que a nivel mundial fueron evaluados, Honduras aparece en la posición 140. Esto representa un retroceso de 7 posiciones con respecto a 2012.

Cien días

Durante la campaña electoral, los principales ejes del plan de gobierno de JOH, quien se ha convertido en el presidente con el menor respaldo electoral (36.80%) en más de tres décadas de gobiernos constitucionales, giraban alrededor del combate a la criminalidad y la inseguridad ciudadana, la creación de empleo, la disminución de los niveles de pobreza y el saneamiento de las finanzas públicas.

Entrevistado por medios nacionales, el reconfirmado Ministro de Seguridad, Arturo Corrales, analizaba los primeros meses de gobierno, asegurando que los resultados son satisfactorios y el país va por buen camino. El inicio de los programas «Vida Mejor», que se propone atender a 800 mil familias en extrema pobreza creando miles de microempresas, entregando eco-fogones, dignificando viviendas y entregando ‘bolsas solidarias’ de alimentos, y «Con Chamba Vivís Mejor», que pretende generar 100 mil empleos urbanos y 200 mil rurales en los cuatro años de gobierno, así como la prolongación por tiempo indefinido del programa «Empleo por Hora», la reorganización de la administración pública y la adopción de fuertes medidas de seguridad, con una presencia creciente de los militares en tareas de orden público, dominan el balance que Corrales hace de los primeros cien días del gobierno.

Seguridad

Con el lema «Voy a hacer lo que tenga que hacer para devolverle la paz al país», el ahora mandatario hondureño prometió a la población solucionar el grave problema de inseguridad, que ha llevado Honduras a ser uno de los países más violentos y peligrosos del mundo.

Según el Observatorio de la Violencia de la UNAH (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), el año pasado Honduras registró una leve baja en la tasa de homicidios, pasando de 85.5 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2012 a los 83 que esa entidad académica registra para 2013.

Estas cifras contrastan con las de la Policía hondureña, según la cual la tasa de homicidio sería de 75.1 por cada 100 mil habitantes. Independientemente de dicha discrepancia, Honduras se coloca nuevamente como el país con la tasa de homicidios más alta del mundo, es decir con más de siete mil muertes violentas por año, casi 12 veces el promedio mundial (6.9 homicidios) y ocho veces mayor de la tasa que la OMS utiliza para definir el «estado de epidemia».

Durante los primeros tres meses de gobierno, JOH trató de poner en práctica sus promesas. Inauguró la fuerza TIGRES (Tropa de Investigación y Grupo de Respuesta Especial de Seguridad), entrenada y capacitada por la Escuela Jungla de Colombia y el 7 Grupo de Fuerzas Especiales de Estados Unidos, con la finalidad de fortalecer el combate frontal del crimen organizado transnacional. Creó la FUSINA (Fuerza Nacional de Seguridad Interinstitucional) para supervisar el funcionamiento de los diferentes operadores de justicia y seguridad, y dio inicio a la «Operación Morazán», un gran operativo conjunto de la PMOP (Policía Militar de Orden Público) y la TIGRES.

Asimismo, anunció la conformación de la Fuerza Interagencial integrada por la Policía, las Fuerzas Armadas, la TIGRES y la PMOP; impuso el bloqueo de las llamadas de telefonía móvil en los 24 centros penales del país; cambió casi la totalidad de la cúpula policial; promovió la «baja voluntaria» de unos 40 oficiales de policía e implementó la Ley de Protección de Espacios Aéreos, con la que se autoriza a la Fuerza Aérea Hondureña a derribar las aeronaves sospechosas de traficar drogas en territorio nacional.

Corrales asegura que, con estas medidas, Honduras está mejor, porque se ha logrado «una reducción de los secuestros y las extorsiones», ha bajado el índice de homicidios y se han desarticulado «peligrosas bandas del crimen organizado» y decomisado «fuertes cargamentos de droga».

La ex directora de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional, comisionada María Luisa Borjas, lanzó una señal de alarma ante la creciente militarización del país y la profundización de la violencia. «Se trata de una gran campaña mediática orquestada por el gobierno con el apoyo de los principales medios de comunicación. La verdad es que se incrementaron las ejecuciones sumarias y las masacres, con la participación directa de miembros de los cuerpos de seguridad del Estado y la aquiescencia del gobierno», dijo Borjas a Opera Mundi.

Las principales víctimas son los jóvenes. En un reciente informe de Casa Alianza, una organización internacional de protección y defensa de los derechos de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, se revela que, durante los primeros tres meses del año, en Honduras han muerto en condiciones violentas 270 jóvenes menores de 23 años, lo que indica un promedio de 90 muertes por mes.

El Observatorio Nacional de la Violencia de la UNAH reporta que en los primeros tres meses del presente año, en Honduras ha habido 19 masacres, donde perdieron la vida 68 ciudadanos – en su mayoría menores de 30 años. «Nuestros jóvenes han sido marginados, no tienen acceso a sus derechos básicos, y ahora están siendo criminalizados, perseguidos y asesinados. Esto es lo que de verdad está sucediendo en Honduras», agregó Borjas.

Depuración policial

De acuerdo con María Luisa Borjas, no sólo no hubo una verdadera depuración policial, sino que «en lugar de estar detrás de las rejas por haber cometido actos ilícitos», a varios oficiales que reprobaron las pruebas de confianza «los retiraron con honores y los liquidaron económicamente con sumas millonarias».

Borjas aseguró que en Honduras se están materializando los que eran sus temores durante la campaña electoral. «La seguridad pública está siendo totalmente militarizada y los militares ya están controlando varias instituciones que deberían estar dirigidas por civiles», dijo. En este sentido, para ella no importa si se están creando nuevas figuras o instancias interinstitucionales, porque JOH está cumpliendo con sus propósitos, «que son destruir la institución policial y someterla a las Fuerzas Armadas. Esto es un cheque en blanco para la represión contra la oposición política y social, la criminalización y judicialización de la protesta y la violación de los derechos humanos», concluyó Borjas.

Fuente original: Opera Mundi (portugués)
Fuente español: LINyM