La represión de las protestas tras las elecciones del pasado 26 de noviembre se salda con la muerte de 11 personas según los datos de Naciones Unidas.
En un pequeño poste de policía del barrio de El Bosque, en Tegucigalpa, un grupo de unas cien personas se reúnen con cazuelas, gritando «Fuera JOH!». Aplauden a la policía. Son pasadas las 20h de la tarde y ya se impuso el toque de queda que el Gobierno de Honduras decretó después de los enfrentamientos que hubo por la demora del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en dar los resultados oficiales de los comicios celebrados el domingo 26 de noviembre.
Hay unos siete policías apoyados en las paredes que miran con complicidad a familias que han salido de sus casas en pijama, con las ollas y los cucharones para hacer ruido. Hay abuelas, niños, madres, hermanos, vecinos.
«Ya no queremos más a este presidente», comenta uno de los manifestantes. «Estamos cansados de tanta corrupción», añade.
«Esto ya no se trata de Salvador [Nasralla]», comenta una vecina que acudió a la espontánea movilización.
«Se trata de sacar a JOH».
La policía se rebela
En la tarde del lunes, mientras el candidato de la oposición, Salvador Nasralla, declaraba que no reconocía los resultados de las elecciones y se mostraba dispuesto a cotejar todas las actas de los comicios, la policía Cobra, una unidad especial antidisturbios, que forma parte de la Policía Nacional, se puso en huelga de «brazos caídos» y decidió desobedecer las ordenes del Gobierno. La huelga solo duró un día pero sus demandas siguen en pie.
«No queremos reprimir a la población y queremos que se respete la voluntad del pueblo», dijo un policía de escala básica de los Cobra.
En el Core-7, el poste más grande de policía de Tegucigalpa, y en otros barrios de la ciudad y del resto del país, los manifestantes antifraude se unieron a la policía.
En rueda de prensa, un representante de escala básica de los policía Cobra aclaró: «No se trata de dinero, si solo fuera eso ya se hubiera resuelto ayer, se trata de que no queremos salir a reprimir a la gente». El cuerpo policial exigió un recuento de los votos y que se respete la voluntad del pueblo.
La noche del domingo, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) terminó el recuento de las 1.006 actas especiales que eran sospechosas. A las 5h de la madrugada, en pleno toque de queda, los resultados del TSE daban la victoria a Juan Orlando Hernández (42,98%) por 1,6 puntos de diferencia respecto al candidato de la oposición Salvador Nasralla (41,39%). Esto representa unos 50.000 votos de diferencia.
El Tribunal nunca aceptó la demanda de la Alianza de revisar 5.417 actas que fueron entradas después de la caída del sistema informático del TSE y se escanearon manualmente en la sede del Tribunal.
La misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), liderada por el expresidente de Bolivia Jorge Quiroga, presentó su informe preliminar donde sentenciaba que «el estrecho margen de los resultados, así como las irregularidades, errores y problemas sistémicos que han rodeado esta elección no permiten a la misión tener certeza sobre los resultados». El organismo internacional, que fue criticado por su ambigüedad, dice ahora que la mejor solución es un acuerdo entre los dos candidatos.
Respecto a las 1.006 actas especiales que se recontaron el domingo por la noche sin representantes de los dos partidos políticos, la misión de la OEA constata que «no existe un protocolo o instructivo detallado y estandarizado para este proceso. Se utilizaron distintos criterios para validar los votos en las mesas y no se tomaron en cuenta las hojas de incidencia ni se revisaron los cuadernos de votantes».
La Misión de Observadores de la Unión Europea dijo en una rueda de prensa que el proceso electoral en Honduras no ha terminado y que sería precipitado declarar ganadores. La jefa de la misión, Marisa Matías, condenó la violencia y dijo que el Tribunal tiene que ser flexible a la hora de aceptar las peticiones y impugnaciones de los partidos.
Se abre ahora un periodo de impugnaciones para los partidos. Según la ley electoral de Honduras tienen dos días para presentar sus peticiones. Matías dijo que dos días le parecían poco para que los partidos tuvieran tiempo de presentar sus demandas.
Kimberly Dayana Fonseca, 19 años, la primera víctima
La noche del sábado se impuso un toque de queda con muy poca antelación. Según Hernández, los empresarios y las iglesias le pidieron que decretara el toque de queda a causa de las revueltas y saqueos que había provocado las movilizaciones antifraude. El candidato de la oposición denunció que el Gobierno estaba infiltrando a personas para criminalizar a los protestantes.
Aquella noche, Kimberly, una joven de 19 años salió de su casa para ir a buscar a su primo, que estaba en los bloqueos que los manifestantes antifraude estaban haciendo en el barrio. Según un vecino y testigo de lo que sucedió, «las balas nos alcanzaron y no pudimos hacer nada, los medios dirán que ella era marera pero ella era una ciudadana normal», dice conmocionado, con la voz cortada.
Las balas alcanzaron a Kimberly.
Murió de un disparo en la cabeza y fue la primera víctima de una crisis que se desató cuando el TSE demoró inusualmente los resultados oficiales de los comicios. Marco Ramiro Lobo, magistrado del TSE, reconoció: «Si hubiéramos hecho las cosas bien hechas no estaríamos lamentando muertes».
El descontento por el retraso de la información oficial después de la elecciones escaló la noche del miércoles cuando, después de un apagón del sistema informático, el recuento empezó a beneficiar a Hernández cuando ya había, desde el domingo, una tendencia favorable a Nasralla y que el mismo magistrado del TSE, Marco Ramiro Lobo, había dicho que era «irreversible».
Ante la incertidumbre, los hondureños que sospechaban fraude salieron a protestar: bloquearon calles, quemaron ruedas y lanzaron piedras, mientras la ciudad estaba cada vez más militarizada y la represión de la policía militar era mayor.
Honduras recibió 17,3 millones de dólares en ayuda para militar de los Estado Unidos este año. La Policía Militar es un cuerpo formado en 2013 por el mismo Juan Orlando Hernández. No forma parte de la Policía Nacional ni del ejército. Se dedica a operaciones civiles, pero sus integrantes tienen una mentalidad militar. Cuando asesinaron a Kimberly, su abuela explicó que la Policía Nacional intervino para que la policía militar dejara de disparar. Los policías nacionales, entre ellos las unidad especial Cobras, se quejan que su sueldo es más bajo que el de la Policía Militar y que están mucho menos equipados.
El viernes, una ola de saqueos se esparció por las principales ciudades de Honduras, sobre todo en San Pedro Sula, que quedó sometida a un caos con quema de peajes. En la capital, Tegucigalpa, se quemó un Dunkin Donuts en el boulevard Centro América y las principales vías de la ciudad fueron tomadas. La Alianza de la oposición dijo que el gobierno mandaba infiltrados para criminalizar la protesta pacífica del pueblo.
En la colonia El Pedregal, un menor de edad fue herido el jueves por un disparo de bala y se encuentra en el Hospital Escuela de Tegucigalpa. Fue imposible para este medio averiguar cuántos heridos habían ingresado en el Hospital Escuela después de la primera noche del toque de queda. Los guardias de seguridad privados dijeron que solo había habido un herido por gas lacrimógeno. Personal del hospital dijeron a este medio que habían entrado muchos heridos aquella noche. Los medios locales reportan unos veinte heridos.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ya hay 11 personas muertas en Honduras desde que estalló la crisis, la más grande que vive el país des del golpe de estado contra el presidente electo Manuel Zelaya en 2009.
Desafiando el toque de queda con el cacerolazo
El domingo, las calles de las principales ciudades de Honduras se llenaron de protestantes antifraude. En la capital, Tegucigalpa, decenas de miles de personas marcharon haciendo sonar bocinas, cohetes y cantando canciones anti el presidente Juan Orlando Hernández, conocido como JOH. La más popular y que se escucha constantemente estos días en Honduras se llama «JOH, es pa’ fuera que vas!».
Merline, una protestante explicaba: «El pueblo ha respondido ante la corrupción que se vive en la política hondureña, estamos cansados de sufrir la sed de poder que tienen los gobernantes». Según esta hondureña, «la respuesta del pueblo ante la corrupción del TSE se ve reflejada en estas marchas».
El toque de queda se notó en las calles de Tegucigalpa donde todo el mundo andaba con más prisas de lo habitual. A las 16h, las paradas del Mercado de los Dolores, en Tegucigalpa, comenzaban a bajar las rejas de los puestos de comida.
«Si que nos perjudica el negocio, hay que cerrar mas temprano, y las provisiones no están llegando con normalidad», comentaba la dueña de uno de los establecimientos de comida del mercado.
Filas y filas de gente esperaban en los puntos para agarrar un autobús o un taxi colectivo. El objetivo era llegar a casa antes de las 18h. Al final de la tarde del lunes, las horas del toque de queda se alargaron desde las 5h de la mañana hasta las 20h. En las zonas turísticas de las Ruinas del Copan, Tela, Trujillo y Islas de la Bahía quedaron exentas del toque de queda para no perjudicar el turismo.
En la aduana, tres periodistas independientes que trataron de entrar al país estuvieron retenidos en inmigración hasta que les mandaron a Panamá y están a la espera de poder entrar. La aduana ya puso problemas a algunos periodistas para entrar a cubrir las elecciones. Algunos se quedaron fuera del país.