La posición de los golpistas de retener el poder por la fuerza gana espacio gracias a las habilidosas maniobras de Lewis Anselem en la OEA, que cuenta con el silencio cómplice de varias naciones latinoamericanas que apoyan la acción «preventiva» y «quirúrgica» llevada a cabo en Honduras. José Miguel Insulza, sabiendo que los golpistas nunca […]
La posición de los golpistas de retener el poder por la fuerza gana espacio gracias a las habilidosas maniobras de Lewis Anselem en la OEA, que cuenta con el silencio cómplice de varias naciones latinoamericanas que apoyan la acción «preventiva» y «quirúrgica» llevada a cabo en Honduras. José Miguel Insulza, sabiendo que los golpistas nunca han tenido intención de darle espacio a dialogo alguno vocifera que se debe seguir con la payasada de San José.
Ante la patética e indigna acción de la OEA se suma la actitud sorda de la ONU. Está claro que cuando un país es demasiado pequeño, las Naciones Unidas prefieren que el imperio arregle su traspatio a su conveniencia. Se han documentado muchos casos de crímenes de lesa humanidad, violaciones a los derechos humanos, y este organismo mundial muestra que solo sirve para agredir a pueblos indefensos, como lo ha hecho en Haití, Irak, Afganistán, y tantos más.
Según estos inservibles órganos parásitos de los pueblos del mundo, Micheletti tiene carta libre para seguir haciendo lo que a el se le ocurra. Son tan pusilánimes que incluso se dan el lujo de venir a que los regañe, y después lo llaman al dialogo. Al menos nos han mostrado lo que los pueblos dignos del mundo no debemos hacer: ponernos de rodillas frente a la ilegalidad, la ilegitimidad, las obscenas posiciones de las oligarquías.
Sin embargo, no todo es tan favorable a la impunidad de los fascistas y los bufones que los entretienen. La resistencia popular es fuerte, poderosa e inquebrantable. Hay algo que muchos no entendieron nunca; es que el pueblo no marcha ni se organiza por un pago. Los servicios de «inteligencia» les dicen a sus jefes que «ya se les va a acabar el dinero y no podrán seguir…». Este error lo cometieron en todas partes donde tuvieron algo que ver, desde Vietnam, hasta el propio Irak. En todos lados el imperio tuvo lacayos que, como aquí, le daban datos calculados sobre el valor por el que ellos mismos se venderían, los resultados son muy claros.
Ahora bien, los hondureños valientes que marchan en busca de la libertad no deben olvidar que siempre hay traidores que buscan únicamente su conveniencia personal o de grupo. Hoy se escuchan voces que claman (de hecho han venido clamando) arreglo a costa de lo que sea y elecciones pase lo que pase. Hoy me he decepcionado mucho con la declaración de los candidatos del Partido Liberal de Honduras «leales» a Manuel Zelaya, poniéndole un nuevo ultimátum a Elvin Santos Ordoñez, candidato golpista de este partido, responsable directo de los muertos, las violaciones, las torturas de los gorilas militares contra la población indefensa, ¡para que pida la restitución del presidente Zelaya!
Es casi seguro que muchos de estos candidatos al final van a decidir participar en elecciones sin importar la institucionalidad del país, y terminaran por reconocer el golpe, y legitimar las atrocidades del gobierno espurio. No se puede esperar nada de esta gente, lejos de eso hay que tenerles mucho pero mucho cuidado. No en balde ellos se resisten a una mayor organización dentro de la resistencia.
Y es que estos «inversionistas» de la política temen por sus posiciones ventajosas y las regalías que resultan de participar en estas lides. El partido Liberal ha estado plagado de traidores desde hace mucho; ya en 1963 los padres de varios funcionarios públicos del régimen de facto traicionaban a Modesto Rodas Alvarado, y se plegaban al golpe de Oswaldo López Arellano; ejemplos claros de estos Marta Lorena Alvarado, hija de Alvarado Puerto, Carlos Roberto Flores, hijo de Oscar Flores, Gabriela Núñez hija de Amado H. Núñez, y muchos más, con linaje de traidores.
La derecha ha sido muy fuerte desde el golpe del 63 en este partido. No es raro que hayan sido gobiernos liberales los que literalmente Alquilaron la república de Honduras en los años 80, para agredir a los pueblos de Nicaragua y el Salvador. Difícil es olvidar la masacre del Rio Sumpul, por el que nunca este partido de la vergüenza ha pedido perdón a los familiares de las victimas en ese hermano país. Tampoco se pueden olvidar las mentiras de Edgardo Paz Barnica (QDDG), canciller de Suazo Córdoba, promotor de la contra nicaragüense.
Micheletti mismo es parte de esa camada de alimañas que tanto dolor y deshonor le han traído a nuestra patria. Hoy, nuevamente las fuerzas populares de Honduras tienen que ver como la posibilidad de una nueva traición de la dirigencia liberal aumenta a medida pasan los días. A pesar de que el presidente se inmola dentro de una embajada donde se ha convertido en el primer preso político de la dictadura.
Debe quedar claro que el movimiento popular hondureño y sus candidatos a puestos de elección popular han antepuesto el más alto interés del pueblo a cualquier aspiración partidaria, y han manifestado con claridad meridiana que si no hay restablecimiento de la institucionalidad no participaran del proceso electoral.
Debemos plantearles estas realidades a los compatriotas que han simpatizado con el partido liberal para que exijan a sus dirigentes, firmeza, convicción y compromiso a sus líderes en esta negra hora que le toca vivir a nuestra Honduras. A final de cuentas, todos somos hondureños antes que otra cosa. Hoy no podemos ser indiferentes ante estas traiciones y agravios con que algunos o muchos oportunistas castigan al digno pueblo de Morazán.
Se debe marcar al golpista, pero se debe ser mucho más implacable con los traidores. Nadie, ningún dirigente, debería creer a esta altura que puede traicionar y ganar una posición. Todos los traidores deben de antemano saber que su camino inequívoco es la derrota, más allá de la misma ignominia de los golpistas.
Las dos voces que lideran, sin lugar a duda, al pueblo hondureño son el Presidente Manuel Zelaya y el Frente Nacional de Resistencia, todos estamos obligados a seguir las directrices que estos nos marcan para combatir las oscuras fuerzas de la derecha continental y al imperio, cualquier línea diferente debe revisarse con cuidado y denunciarse como traición.
Hoy está sobre la mesa el futuro de todos nosotros, y de las generaciones por venir, no podemos exponer nuestras opciones de libertad por culpa de la ambición de unos cuantos. No es ni remotamente aceptable que se pongan a trabajar en política cuando estamos en medio de esta crisis.
La resistencia debe seguir fortaleciéndose, ganando espacio, luchando por lograr los objetivos que nos hemos planteado, por los que hemos derramado la sangre de nuestros caídos. Todo lo demás seria imperdonable.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.