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Mama Hillary agita el látigo

Fuentes: Rebelión

Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse.  (Truman Capote). A casi seis meses del fracasado golpe de Estado-militar en Honduras, la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, muestra su preocupación por los avances democráticos en América Latina. «Es importante que emitamos […]

Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse

(Truman Capote).

A casi seis meses del fracasado golpe de Estado-militar en Honduras, la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, muestra su preocupación por los avances democráticos en América Latina. «Es importante que emitamos un firme llamado a los pueblos y a sus líderes para realmente mantenerse en el camino de la democracia», indicó Clinton durante una sesión sobre diplomacia en el Departamento de Estado, enfocada en la relación de Estados Unidos y América Latina.

Sin duda que al alzar la voz, de forma inusual, Hillary reafirma la desesperación en que están cayendo los Estados Unidos frente a América Latina, con quienes nunca han querido el diálogo sino la famosa ley del garrote, la imposición, algo que la Casa Blanca debería de saber que ya es extemporáneo.

El golpe de Estado-militar en Honduras como medium para llevar un mensaje intimidatorio al resto del llamado subcontinente ha sido un total fracaso. Empezando porque a los teóricos de lo que ellos llamaron una «sucesión» les fallaron todos los cálculos, en la práctica no fue otra cosa que golpe de Estado-militar, por tanto fueron incapaces de convencer a nadie de que fue otra cosa. Incluso, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el representante de los Estados Unidos esperó un momento oportuno, lo hizo aparte de los demás países, para enfatizar y que quedara claro de que condenaban el golpe de Estado en Honduras.

No obstante la gravedad del asunto, ya cuando el presidente Zelaya se encontraba en Washington, Hillary tuvo uno y otro pretexto para no atenderlo. Cuando finalmente lo hizo ya tenía bajo la manga el Plan Arias. Y el tiempo continuaba su ruta imparable pero al ir desenvolviendo el paquete que le vendieron a Hillary, se fue dando cuenta de que eran -para estar a tono con esta época navideña- más hojas que tamales.

Es de suponer que el paquete consistía en que las manifestaciones en Honduras en contra del golpe de Estado-militar serían de tres a cinco días, es fácil imaginar lo que dirían los creadores internos y externos sobre la reacción del pueblo hondureño: «Es un pueblo pacífico, ignorante, miedoso y ya lo tenemos anestesiado con una buena dosis de somnífero mediático. En dos semanas todo estará en calma y ya podremos preparar otro golpe a otro Estado para que funcione el efecto dominó.»

Seguramente el Plan Arias en realidad era el Plan B, en caso de que fallara el Plan A, cosa que fue así, pues el pueblo hondureño demostró ni ser ignorante, ni cobarde, ni conformista ni nada por estilo. Todo esto reforzado por la inclaudicable determinación del presidente constitucional Manuel Zelaya de dar la batalla. De hecho, cuando el presidente Zelaya regresó a Honduras, Hillary lo tachó de «irresponsable», pero el pueblo hondureño y gran parte del mundo lo vio como valiente y astuto.

Y en efecto, si el presidente Zelaya no hubiera regresado a Honduras todavía lo tendrían entretenido por allí con el conocido Smart Power (Poder Inteligente, que, al menos en el caso Honduras, no ha probado ser tal). Al ver la firmeza del pueblo hondureño, de América Latina y de la comunidad internacional, los Estados Unidos optaron por apoyar la improvisación de los golpistas para mantenerse en el poder. Esto ha consistido en más represión, aterrorizar el pueblo, violar la libertad de expresión, interpretar los acuerdos de las maneras más burdas y absurdas para que beneficiaran su estrategia de ganar tiempo hasta llegar a las elecciones, las cuales serían la culminación del golpe de Estado-militar y de allí en adelante borrón y cuenta nueva.

Tampoco esto ha funcionado, pasó la fiebre de la Selección de Fútbol al Mundial, pasó la fiebre de las elecciones, pasó tristemente el segundo golpe de Estado del Congreso y nada, nada ha podido solucionar la crisis. El pueblo hondureño ya no se deja engañar con lo del comunismo, marxismo, «etceterismo». EEUU tiene grandes negocios con Venezuela y «adeuda 800.000 millones de dólares en bonos estatales a China (comunista). Nunca antes había debido tanto dinero a un país. Los chinos, que han desarrollado una visión muy particular del marxismo, son hoy banqueros que pueden sacudir los mercados mundiales con la sola insinuación de que consideran desprenderse de esos bonos», escribe William Foreman-Guangzhou quien cubre China para la AP desde hace más de diez años.

Indudablemente: es duro luchar contra un pueblo despierto.

Cuando escribo esto se busca una nueva salida a la crisis en Honduras, esta vez se trata de que el presidente constitucional Manuel Zelaya y el electo Porfirio (Pepe) Lobo se reúnan con el presidente Fernández en República Dominicana. En el pueblo hondureño hay escepticismo, incluso mucha gente cree que Leonel Fernández se está prestando a otro capítulo para ver si a través de sus buenos oficios se logra finalmente blanquear el golpe de Estado-militar y ponchar al presidente Zelaya fuera de base.

El golpe de Estado-militar tiene su lado positivo: ha despertado al pueblo hondureño de su letargo; ha demostrado que los golpes de Estado deben de ser cosa del pasado; ha servido como señal de alerta al resto de América Latina; e incluso puede ser beneficioso para los Estados Unidos si dan una tregua a su ceguera imperial y ven que el camino para ser realmente socios de Latinoamérica no lo va a determinar ni la amenaza ni el garrote, tampoco el «diálogo» de la hipocresía (como ha quedado constatado con Honduras), o nos tratamos como pares, con diálogo e intercambio de intereses en las más sanas circunstancias que lo permitan las negociaciones, o América Latina tiene todo el derecho y la capacidad para darle la espalda a los Estados Unidos y aferrarse a que su norte es el sur y otras alianzas extracontinentales.

Así que los Estados Unidos deben encaminarse por la ruta de buena fe y trato de semejantes con América Latina, nada de andar agitando el látigo pues puede revertirse y Latinoamérica pagarle con el látigo del desprecio.

Roberto Quesada: escritor y diplomático hondureño.

[email protected]

Fuente: www.hondurasusaresistencia.com 

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.