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Perú

Más derechos y democracia, nunca menos

Fuentes: Rebelión

No tiene sentido escribir más de lo que ya se sabe: que Keiko Fujimori, aparentará y prometerá de todo, pero si gana en la segunda vuelta, aplicará lo que ha venido haciendo en estos años. La dictadura de las mafias empresariales, politiqueras y represivas, para generalizar la corrupción, salir libre de los 15,000 folios de acusación fiscal para 30 años de cárcel y “mano dura” ante la resistencia social por más derechos populares.

Por ello, nos centraremos en la otra opción, en la de Pedro Castillo y Perú Libre. Se comparte la visión de un proceso popular constituyente para cambiar la constitución del golpe de Estado de la banda criminal fujimontesinista, y se deja para otro momento, los detalles en esa apuesta común. Ahora, urge debatir sobre como su posición de “primera minoría” de 18% pueda triplicarse al 50% en la segunda vuelta, y para ello, analizar en detalle, algo poco conocido como es su “Ideario y Programa” colocando entre paréntesis el número de página respectiva, y a partir de ello, señalar las precisiones, ajustes o correctivos, para avanzar en ese objetivo, y cumplir su deber de derrotar y no permitir el retorno de lo peor de la ya malograda clase política. Por ello, será un análisis sustentado, crítico, pero propositivo en el objetivo de derrotar al fujimorismo y sus aliados.

Hay la necesidad de superar tres sesgos difundidos por las derechas: la sumisión al extractivismo de recursos naturales como la “única oportunidad” (34) para salir de la pobreza; la ambigüedad de un indemostrable “extractivismo sostenible” (34) y la trampa de poner a las comunidades como “accionistas” de esas empresas extractivas (61,66). La gran diversidad biológica y cultural y su valor agregado, debe valorarse como recurso estratégico, y no el dogma de siempre del aluvión de proyectos mineros, petroleros, gasíferos. Falta resaltar el derecho al consentimiento y no solo a la consulta previa a comunidades (46) más aún cuando se resalta en el Estado, “toda la potestad” de profundizar el extractivismo, aunque coexistiría al lado de la “consulta previa y capacidad de veto” (63).

Aclarar el sesgo, vago y peligroso de un supuesto “ecologismo neocolonial, oenegero y medio ambientalismo fundamentalista” (34) y luego aceptar que el Perú está dentro de los “contaminadores marginales” (34). Obvio, que otros son los super contaminadores, que deben pagar su deuda ecológica, pero no se puede minimizar ni eludir la grave destrucción de la base natural del país, que hay que detener, ni atacar a los ecologistas, al igual que las derechas depredadoras. Al contrario, es esencial sumar fuerzas para establecer a la madre tierra/naturaleza como sujeto de derechos en una nueva constitución.

Falta en el Ideario, una evaluación de la corrupción en los gobiernos regionales (GORE) y las medidas correctivas, y no solamente proponer aumentar su poder con más “proyectos especiales” (31) y zonificaciones a su discreción (33). Los GORE no deben continuar con el tráfico de tierras, deforestación y agresión a derechos indígenas; y mucho más aún si se propone entregarles los grandes yacimientos mineros y gasíferos (62).

Hay grandes dudas de su visión sobre la Amazonía. No puede ser asumida como “llanura” sin valorar los bosques en sí mismos (26) y tampoco excluirlos somo fuentes de recursos principales, dando el predominio a lo de siempre de hidrocarburos y minería (57). Tampoco imponer “todo tipo de infraestructura” (63) con la euforia de carreteras o trenes para desarrollar “fronteras vivas” (25,26) la agresión de las derechas racistas y su engaño del “gran vacío amazónico”.

Aclarar errores como aquello del control de la natalidad para salir de la pobreza (24); el supuesto “extremismo” del feminismo (55) y la ambigüedad de que “no se puede cambiar la familia sin antes cambiar el Estado y modo de producción” (55) que puede debilitar la urgente y enérgica acción para frenar todo tipo de violencia intra familiar contra las mujeres. Falta fortalecer la despenalización integral del aborto y la libre decisión al respecto de las mujeres, y aclarar las dudas con aquello de “no usar el aborto como especie de anticonceptivo” (25).

Todo lo anterior significa luchar por aumentar los derechos sociales, individuales y colectivos, cuya condición es tener más democracia social y no menos. Y atenta contra ello, decir no a la libertad de prensa, sino solamente a la “prensa” dizque “comprometida con el pueblo” (29) que supondrá el tutelaje del poder político. Tampoco ayuda, sino recorta, el salirse de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH (52) donde se han librado y ganado muchas luchas y derechos populares.

Se necesita ampliar alianzas populares y no reducirlas y peor aún amenazar con represión, cuando se señala que los aliados de las luchas sociales, en las ONGs que trabajan con “discapacitados, clubes de vaso de leche, derechos humanos, LGTBI, feministas, indigenistas, libertad de prensa, ecologistas” son “pagados por EEUU y buscan manipular y el control social, y son miles de mercenarios y contra revolucionarios” (71).

Pedro Castillo, tiene una extrema responsabilidad más allá de cualquier ideario o partido; porque debe impedir el retorno del fujimorismo y sus mafias, y para ese objetivo, será indispensable aclarar, precisar, corregir lo que fuese necesario. Los planes no están grabados en piedra y los dogmas suelen llevar a estrellamientos. Es urgente persistir en alternativas realmente nuevas y autónomas que articulen y no se alejen ni menos aún repriman a los movimientos indígenas, comunitarios, feministas, ambientalistas, juveniles, sindicales, campesinos, liberándose de los dogmas de cierta izquierda “estatalista” y sus telarañas de geopolítica internacional.

Las luchas por la efectiva descolonialidad del poder y saber en Ecuador, Bolivia, México y Nicaragua, contra todo tipo de extractivismo y autoritarismo sea de cualquier color político, dejan claras lecciones, del avance de la autonomía, autogobierno y autodeterminación popular, ante la crisis de la “autoridad” de los estados neoliberales, para construir nuevas formas de “autoridad pública social” con más derechos sociales (nunca menos) y donde resuena el clamor de José Carlos Mariátegui por la imaginación política y la creación heroica, sin calco ni copia.

Roberto Espinoza es miembro de la Red Descolonialidad y Autogobierno