Si es una aberración que la tortura exista en el siglo XXI, es horrendo que cerremos los ojos ante ello. Abel Pérez Rojas (1970), educador mexicano. Las declaraciones del embajador de Brasil ante la OEA, Ruy de Lima Casaes e Silva, sobre los métodos de tortura que se están aplicando en Honduras, han causado estupor […]
Si es una aberración que la tortura exista en el siglo XXI, es horrendo que cerremos los ojos ante ello.
Abel Pérez Rojas (1970), educador mexicano.
Las declaraciones del embajador de Brasil ante la OEA, Ruy de Lima Casaes e Silva, sobre los métodos de tortura que se están aplicando en Honduras, han causado estupor a la comunidad internacional.
Unas horas antes de que se reuniera la Organización de Estados Americanos en Washington, en Tegucigalpa, Honduras, el gobierno de facto, sus cabecillas Roberto Micheletti y Romeo Vásquez Velásquez, disfrutaban de un banquete de tortura prolongada contra el presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales, su esposa, otros funcionarios del gobierno hondureño y del gobierno brasileño, así mismo de todas las personas que se encuentran refugiadas en la embajada brasileña.
Por la mañana, haciendo mofa y alarde de sus dotes de torturador, el ministro de defensa de facto, Adolfo Lionel Sevilla, dijo a Radio Globo que el presidente Zelaya debería de dar gracias que le pongan música para que duerma. También aseguró que en Honduras había más paz y libertad que en otros países como México y Estados Unidos. Fue precisamente este funcionario de facto quien amenazó a los Estados Unidos que de no tener el apoyo de ellos, habría más droga ingresando al territorio del Tío Sam. Lionel Sevilla fue viceministro de defensa en el gobierno de Zelaya Rosales, y un fanático promotor de la Cuarta Urna. El anciano de facto enfatizó: «En Honduras les ponemos música, en otros países les ponen bombas». Sevilla es ni más ni menos copia fiel, de la misma manada, del portavoz policial, inspector Danilo Molina, quien jura un video ser seguidor del presidente Zelaya en un noventa por ciento.
El embajador brasileño denunció que: » Además, del lanzamiento de gas lacrimógeno, ondas sonoras y otros gases de efecto no identificado de los primeros días, se han sumado, según contó, «torturas psíquicas» a través de potentes lámparas de luz que apuntan a las ventanas durante la noche y los intensos ruidos que impiden dormir y descansar a los funcionarios que están dentro.
Explicó que uno de los focos apunta directamente a la ventana de la habitación donde se encuentra Zelaya, que aunque está cubierta con revistas, papel aluminio y sacos de tela negra «la intensidad de la luz es inaguantable».
Otro foco apunta al garaje donde se encuentra el personal de la embajada, a lo que se unen las bocinas que tocan toda la noche y otros ruidos provocados por los policías imitando sonidos de animales para evitar que puedan dormir.» Asimismo recordó que el artículo 2 de la Convención Interamericana contra Prevención y Castigo de la Tortura recoge que anular la personalidad de la víctima o disminuir su capacidad física o mental aunque no causen un dolor físico o angustia psíquica «también son tortura».
Micheletti y sus secuaces, alérgicos a la lectura, es posible que desconozcan que existen leyes internacionales en las que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y quienes los cometan pueden ser apresados y encarcelados en cualquier país. Allí está el caso de Pinochet, a quien los ingleses le quitaron muchos de los delitos, menos los que tienen que ver con los de lesa humanidad, dentro de los que sobresale la tortura.
Lesa significa agraviado, lastimado, ofendido: de allí que crimen de lesa humanidad aluda a un crimen que, por su aberrante naturaleza, ofende, agravia, injuria a la Humanidad en su conjunto. Y es justo esto lo que están haciendo los cabecillas Micheletti y Vásquez Velásquez, por supuesto, sin olvidar su colorida comparsa en las que desfilan seres como Lionel Sevilla. Estos, indudablemente, a medida en que profundizan en tortura y represión, así mismo van ubicándose en primera fila de los futuros condenados por las leyes internacionales.
Basta con leer este artículo, y sus incisos f y k, cualquier parecido con Honduras, es pura realidad:
En el art. 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional se prescribe:
«Crímenes de lesa humanidad
1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por «crimen de lesa humanidad» cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque:
f) Tortura; (…)
k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente graves sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física».
A esto hay que agregarle que mientras la OEA hablaba, el gobierno de facto impedía a los manifestantes salir de la Universidad Pedagógica Francisco Morazán a las calles, lo que confirma que las garantías individuales en Honduras continúan suspendidas. Si bien es cierto que Radio Globo y Canal 36, Cholusat Sur, salieron al aire, también es cierto que lo hacen bajo amenaza de acuerdo presidencial de facto que le pone limitantes sobre lo que van a informar y/o comentar. Radio Globo funciona porque tenía equipo alternativo, Cholusat Sur lo está haciendo a duras penas, ya que el equipo «confiscado» no ha sido devuelto a ninguno de los dos medios de comunicación.
* Roberto Quesada: escritor y diplomático en resistencia.
Nueva York 21 octubre 2009.
www.hondurasusaresistencia.com
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.