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El anunciado triunfo del Frente Amplio:

Mucho más que un cambio de gobierno

Fuentes: Comcosur

El anunciado triunfo del Encuentro Progresista Frente Amplio Nueva Mayoría en las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo domingo 31, no será un mero episodio de «alternancia de los partidos en el gobierno,» sino que significará el final de una larga y triste etapa de la historia uruguaya. En efecto, si -como todo indica- la […]

El anunciado triunfo del Encuentro Progresista Frente Amplio Nueva Mayoría en las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo domingo 31, no será un mero episodio de «alternancia de los partidos en el gobierno,» sino que significará el final de una larga y triste etapa de la historia uruguaya.

En efecto, si -como todo indica- la coalición de centro izquierda logra el gobierno este domingo, será la primera vez en la historia de Uruguay en que los destinos del país no estarán regidos por los terratenientes y sus representantes. Es que así ha sucedido desde que el 23 de setiembre de 1820 (traicionado por sus lugartenientes, notoriamente por los fundadores de los partidos Colorado y Nacional: Fructuoso Rivera y Juan Antonio Lavalleja) José Artigas cruzó el río Paraná para exilarse en Paraguay. Desde entonces hasta ahora, todos y cada uno de los gobiernos uruguayos -en menor o mayor medida- no han venido haciendo otra cosa que administrar el Estado en beneficio de la oligarquía ganadera y las empresas extranjeras (frigoríficos, petroleras, bancos, etcétera).

Más allá de las discrepancias que se puedan plantear en torno al grado de «izquierdismo» que pueda o no tener el gobierno que se avecina, lo cierto es que será un gobierno de tono «nacional y popular» en el que los intereses del pueblo primarán por sobre los del capital. Ha optado sí, por convivir con él en lugar de enfrentarlo. Cuestión de estrategia, pero también de correlación de fuerzas. Cuestión de interpretar el sentir del pueblo, que poco a poco va superando la alienación a la que estuvo sometido durante casi 200 años por el bloque en el poder.

El abrumador tamaño de la tarea a desarrollar para revertir esta realidad, es lo que determina la mesura con la que el doctor Vázquez ha anunciado que encarará su gobierno. Los cambios estructurales deberán hacerse «con pie de seda» y contando con una base social lo más amplia posible, ya que los enemigos son muy poderosos. Una de las tareas prioritarias del nuevo gobierno debería ser la reconstrucción del sistema educativo uruguayo, eliminando el enfoque alienante y utilitario que le han impuesto las últimas reformas, transformándolo en un instrumento liberador del pensamiento y generador de conciencia. Eso no puede hacerse de un día para otro, claro, pero un pueblo conciente y despierto es el cimiento imprescindible para poder comenzar a construir una sociedad igualitaria.

Muchos productores y empresarios se han dado cuenta de que las actuales políticas económicas neoliberales los están dejando de lado. Se han percatado de que ellos ya no son necesarios para las grandes multinacionales que gobiernan el mundo. Sí son necesarios para quien se proponga desarrollar un proyecto nacional y popular. Unos y otros se miran en el espejo del Brasil de Lula da Silva, y aspiran también a convivir y a ayudarse mutuamente, cediendo todos algo para no perderlo todo. De eso se trata esta historia. Aquí nadie habla de Revolución o Socialismo. Tan sólo de que -como decía Artigas- «los más infelices sean los más privilegiados.» Es bastante. Ya habrá tiempo para otras cosas en otros momentos.