«Nadie resulta inocente cuando su adversario es el Juez»: Lucano. El de Honduras ha sido un golpe de Estado militar y golpe de las mentiras. Cada vez que alguien del Departamento de Estado de los Estados Unidos visita Tegucigalpa, inmediatamente sale una falsa esperanza, antes para revertir el golpe de Estado militar y ahora para […]
«Nadie resulta inocente cuando su adversario es el Juez»: Lucano.
El de Honduras ha sido un golpe de Estado militar y golpe de las mentiras. Cada vez que alguien del Departamento de Estado de los Estados Unidos visita Tegucigalpa, inmediatamente sale una falsa esperanza, antes para revertir el golpe de Estado militar y ahora para blanquear el golpe y hacerle creer al visitante (muchas veces con la complicidad de éste), a los hondureños y a la comunidad internacional que en Honduras existe la justicia y no se conoce la palabra impunidad. Esto ha vuelto a ocurrir con la nueva visita del subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Craig Kelly.
Ahora, el fiscal general de Honduras, Luis Rubí, anuncia a bombo y platillo requerimiento fiscal contra Romeo Vásquez Velásquez y otros generales implicados en el golpe de Estado militar, conocidos como La Junta. De hecho, así se conocía a los fascistas (La Junta) que gobernaron Argentina dejando una estela de muerte, desaparecidos y crisis en el país y a todos los niveles. ¿Simple coincidencia?, quizá. El caso es que nadie cree en este nuevo acto del teatro del golpe de Estado militar que a estas alturas ha practicado tanto el arte de mentir que ya no les importa si solamente ellos creen lo que dicen.
Con este golpe de Estado militar los hondureños y hondureñas hemos perdido la fe, hemos dejado de creer en tantas cosas: en medios de comunicación, en autoridades, en flamantes señores y señoras, en las religiones, en Barack Obama, en fin, en casi todo. Asimismo nos ha atrapado la duda sobre los organismos internacionales como la OEA y la ONU, de si en verdad son efectivos contra delitos tan graves como cuando se asalta el poder en un país.
No sé cómo se ha logrado esto de que la mayoría (porque siempre están los brutos y embrutecidos capaces de defender lo que los envenena, como el golpe de Estado militar) de la población hondureña ya no crea así por así en lo que le dicen los medios de comunicación, es difícil creer ese nivel de madurez de la población hondureña porque el bombardeo mediático antes y durante el golpe de Estado militar ha sido (y es) avasallador, consistente.
No obstante, unas cuatro emisoras y un canal de televisión, unas cuantas publicaciones escritas, que a veces trabajan a medio vapor por la censura (interferencia) constante a la que han sido sometidos, pueden ser la respuesta. También deberíamos de agregar las nuevas tecnologías como la información alternativa del Internet, los celulares… y, por supuesto, radio bemba, a quien estas tecnologías le han multiplicado su poder comunicador. Otra razón tal vez sea la juventud de la población hondureña, su interacción con el mundo y de alguna manera el hecho de que cada vez son más los hondureños y hondureñas preocupados por mejorar su nivel educativo.
Así que cuando se anuncia algo como orden de captura contra Romeo Vásquez Velásquez y su Junta, es como que le contaran a Honduras un gran chiste, lo mejor del humor negro, es para que el eco sonoro de las carcajadas rebote en las montañas hondureñas e invadan el país entero.
Basta con dar un vistazo desde el 28 de junio, día del golpe de Estado militar: falsificaron la firma del presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales (y sin ningún pudor la leyó el presidente de Facto del Congreso); lo enviaron a Costa Rica a fuerza de fusiles y en pijama y le llamaron sucesión; cuando la ONU dijo que no reconocía el gobierno de Facto, dijeron que Japón y otros países lo reconocían (cosa que fue desmentida); El Plan Arias y el incumplimiento golpista; la falsa esperanza de muchos visitantes de la Casa Blanca; la traición de Thomas Shannon negociando un voto para que le quitaran el veto a él y Arturo Valenzuela; la reunión del Congreso Nacional el 2 de diciembre con la ambigüedad de que retrotraería el gobierno antes del 28 de junio, en otras palabras, la restitución del presidente constitucional; antes de las elecciones la noticia falsa de que la ONU reconocería dichas elecciones (desmentida por el secretario general Ban Ki Moon); durante el proceso electoral el falso abandono de Micheletti del poder; el conteo de votos y la discrepancia entre la firma contratada y los miembros del Tribunal Supremo Electoral; y si los lectores y electoras me ayudan seguro que habrá muchísimas más mentiras, entonces, ¿por qué creer en esa orden de captura contra Vásquez Velásquez y su Junta por muy documentada que esté su participación en el golpe de Estado militar?
Por supuesto, siempre hay lugar para las especulaciones y no puede descartarse que algunos políticos crean que es el momento de achacarle a alguien la responsabilidad, para salvar la propia, y utilizar a los generales como conejillos de Indias. Otros, tal vez con ingenuidad, crean que al requerir a los generales dentro de las leyes hondureñas y salir absueltos les garantice exoneración de las leyes internacionales, como de la Corte Penal Internacional. También no se descarta la presión de los Estados Unidos para tratar de convencer a la comunidad internacional, pues la Casa Blanca ha fracasado en el reclutamiento de países, especialmente en Latinoamérica y Europa, para que le respalden en hacer del golpe de Estado militar en Honduras borrón y cuenta nueva…
Tampoco debemos olvidar que la degradación económica de Honduras obliga a sus habitantes a emigrar a cualquier precio, y el destino no es otro, ya sea saltando muros, nadando ríos o exponiéndose a cualquier obstáculo, que los Estados Unidos. En donde ya de por sí la inmigración latinoamericana es uno de los temas de cabecera del gobierno de Obama y de la oposición. A medida ha pasado el tiempo los Estados Unidos parece ir comprendiendo que el tema de Honduras se le ha ido de las manos y tiene implicaciones internas y externas de un gran coste político y económico. Tal parece que con el ensayo del golpe de Estado militar estilo Siglo XXI, en contraposición al socialismo del Siglo XXI, les salió careta la venada y el muerto resucitado se les convirtió en Frankenstein.
Lo único positivo del requerimiento presentado por el Fiscal General Luis Rubí, contra Vásquez Velásquez y otros generales, es que con ello queda escrito en papel y grabado en cinta de que ellos mismos aceptan, por fin, que no cabe la menor duda de que lo que hubo en Honduras fue golpe de Estado militar.
Roberto Quesada, escritor y diplomático hondureño.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.