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Un documento para el debate del FNRP

Poder, Revolución y elecciones en Honduras

Fuentes: Rebelión

1. PODER Y LUCHA DE CLASES¿Qué es el Poder? En la Resistencia hablamos mucho de «tomar el Poder» o «acceder al Poder». Se ve a este como algo que esta fuera de nosotros, en las «alturas», y que el movimiento popular debe «alcanzar». Como veremos, esa idea es errónea. Una definición sencilla de «Poder» es […]

1. PODER Y LUCHA DE CLASES

¿Qué es el Poder?

En la Resistencia hablamos mucho de «tomar el Poder» o «acceder al Poder». Se ve a este como algo que esta fuera de nosotros, en las «alturas», y que el movimiento popular debe «alcanzar». Como veremos, esa idea es errónea.

Una definición sencilla de «Poder» es la siguiente: El Poder es la capacidad efectiva de hacer los cambios que una persona o un grupo de personas desean hacer.

Como sabemos, Honduras es una sociedad dividida en clases sociales; los burgueses y terratenientes son la clase de los explotadores ; mientras que los obreros, campesinos y micro propietarios, son la clase trabajadora . Los explotadores y la clase trabajadora luchan entre si procurando el predominio de sus respectivos intereses. Dan lugar a lo que conocemos como «Lucha de Clases».

Si aquel concepto de «Poder» lo aplicamos a esta sociedad dividida en clases sociales, el Poder es la capacidad que tiene cada clase social para realizar sus intereses económicos, sociales y políticos por sobre los intereses de otras clases sociales.

La lucha de clases es por tanto una relación de fuerzas entre los poderes de estas clases sociales. En ese sentido, cada una tiene su propio poder y trata que prevalezca sobre las demás.

El Poder de la burguesía es completo: es político, económico y militar. El Poder de la clase trabajadora es menos desarrollado, pues, por limitaciones que veremos más adelante, se restringe generalmente a la capacidad de lograr ciertas conquistas sociales y a su capacidad de organizar pequeñas empresas de economía social.

¿»Tomar el Poder» o derrotar el Poder burgués?

Visto de esa forma, el Poder no es algo «neutral» que se puede «tomar». En ninguna instalación gubernamental hay una silla mágica de donde emanan poderes especiales. La silla presidencial o las butacas de los diputados no tienen poder en sí; los que tienen poder son los que se sientan en ellas y en muchos casos ni estos, sino que el poder lo tiene quien les paga. En ese sentido el Poder es una relación social, no una cosa.

La confusión contenida en la expresión «tomar el poder» viene porque toda clase social tiene sus instrumentos y sus símbolos de dominación, los cuales superficialmente se pueden confundir con el Poder mismo.

Por ejemplo, en Honduras, en el año 2004, el Bloque Popular se tomó el edificio del Congreso Nacional, uno de los símbolos políticos del poder de la burguesía en Honduras, para impedir la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC); los activistas y dirigentes llegaron a sentarse en las butacas de los diputados, pero a los pocos minutos las fuerzas represivas los sacaron. ¿Habían tomado el poder? No, solo habían tomado un edificio vacío.

La idea de «tomar el poder» es un concepto que viene de la Revolución Francesa, donde la Bastilla, la cárcel donde se torturaba al pueblo, era el principal símbolo del Estado de la nobleza francesa, por lo que la «toma de la Bastilla» se convirtió, a su vez, en el principal símbolo de dicha revolución.

Para la clase dominante es bueno que los explotados se crean el cuento de que deben «aspirar al Poder» porque de esa forma los tiene embelesados con tratar de «conquistarlo», negándose a sí mismos, como poseedores de su propio Poder.

Por tanto, el Poder de la burguesía no se «toma» sino que se derrota, se somete o se liquida, para que prevalezca el Poder de la clase trabajadora. Pero para esto último la clase trabajadora, debe CONSTRUIR o FORTALECER SU PROPIO PODER, hasta el punto en que pueda derrotar al poder burgués.

El Estado y el poder de la burguesía

¿Cómo hace la clase capitalista o burguesía, que es la minoría de la población, para imponer su Poder sobre las demás clases, que suman la mayoría del Pueblo? ¿Cómo lo hace? Lo hace a través del Estado.

El poder de las clases dominantes se ejerce a través de instituciones como los juzgados, la policía, el ejército, los partidos políticos de la burguesía, la administración pública, el parlamento, etc. Todas estas instituciones y las leyes que las rigen, forman un solo cuerpo interrelacionado al cual le llamamos Estado . Todas esas instituciones son instituciones burguesas y por tanto dicho Estado también es burgués. La dominación de la clase explotadora sobre el Pueblo se ejerce, por tanto, a través del Estado burgués .

De esto se deduce que el Estado burgués NO es el Estado de la clase trabajadora, ni es neutral. Tiene un claro carácter de clase.

El Estado burgués se sostiene y ejerce su dominio por diversos medios:

  1. Medios ideológicos que legitiman su dominación (la hacen aceptable a los ojos del pueblo) , como los medios de comunicación, iglesias, escuelas, a través de los cuales bombardean al Pueblo con mensajes falsos sobre que vivimos en una «democracia» y en un mundo justo.

  1. Medios políticos y jurídicos que legalizan su dominación , como las instituciones del Gobierno (Congreso, Presidencia, Corte Suprema) que nos hacen creer que quienes toman decisiones nos representan.

  1. Medios militares   que defienden e imponen físicamente su dominación, como la policía, las Fuerzas Armadas, los paramilitares, con los que nos hacen creer que defienden los intereses de todos.

Estos son los instrumentos a través de los cuales la burguesía mantiene sometida a la mayoría de los pobres.

La Fuentes del Poder burgués

En el capitalismo, que es el sistema que nos rige, el principal interés de los capitalistas es mantener su propiedad sobre los medios que producen la riqueza social (como las fábricas, las agroindustrias, los bancos, los latifundios, los grandes emporios comerciales). Reteniendo esos medios, se apropian de la riqueza que produce la clase trabajadora. A esos medios, los llamaremos «Medios de Producción«.

Pero además, hay otro elemento que la clase explotadora guarda muy celosamente: la licencia casi exclusiva del uso de las armas por la policía y las Fuerzas Armadas del Estado burgués.

En consecuencia el Estado Burgués, que materializa el poder de los capitalistas, tiene como principal misión cuidar la propiedad sobre los Medios de Producción y conservar el monopolio en el uso de las armas, porque estos son la fuente de su poder.

En el caso del Pueblo, la fuente de nuestro poder es:

  1. Nuestro trabajo, de donde sale la riqueza que se apropian los capitalistas

  2. Nuestro numero mayoritario

  3. Nuestra organización

  4. Nuestra movilización

  5. Nuestras iniciativas económicas

Para construir nuestro Poder, debemos fortalecer estas expresiones del Pueblo.

Si la clase trabajadora utilizara ese Poder al 100%, en poco tiempo pondría de rodillas al capitalismo, pues la existencia de este depende del fruto del trabajo de los obreros(as), campesinos(as) y micro empresarios. Pero ese tipo de rebelión popular generalmente no sucede. ¿Por qué?

A diferencia de la burguesía, la mayoría de los explotados y oprimidos no son conscientes de que son explotados, ni son conscientes del Poder que tienen, debido a que predomina en su cabeza la ideología de la clase dominante.

Muchísimas personas explotadas creen que viven en el mejor mundo, o creen que deben sufrir en este para recibir el premio eterno en el otro mundo. Cuando los explotados piensan así, los medios ideológicos de la burguesía están haciendo bien su trabajo.

No hay peor dominación que aquella en la que el dominado está «convencido» de que tal subyugación es lo mejor que le puede suceder.

Por eso, el elemento decisivo para que el Poder de la clase trabajadora pase de ese estado de latencia o potencia a un estado de acción, es que esta logre una conciencia revolucionaria. Una vez lograda, el Pueblo busca hacerse de los medios para construir su poder en lo político, en lo económico y en lo militar para acabar con la injusticia social, y entonces los días del sistema están contados.

2. COMO DERROTAR EL PODER DE LA BURGUESÍA

Las tres tareas estratégicas de una Revolución popular

En base a lo anterior, podemos decir que para lograr el triunfo de la causa del Pueblo, lo que hay que hacer no es «tomar» el Estado del enemigo sino cumplir tres tareas estratégicas;

  1. Destruir al Estado Burgués mediante una Revolución;

  2. Construir nuestro propio Estado popular.

  3. Expropiar la fuente del poder burgués que es la propiedad privada sobre los medios de producción y el monopolio de las armas.

Estas son las tres tareas estratégicas de una Revolución Popular con respecto al Poder. Sin realizar esas tres tareas no se puede lograr la sociedad que soñamos.

¿Qué es una Revolución?

Una Revolución es un cambio radical, masivo, rápido e integral que transforma una sociedad desde sus cimientos, en un periodo histórico relativamente corto y con la participación masiva del Pueblo.

¿Qué hace una Revolución? Elimina el Estado de la clase dominante y lo sustituye por uno nuevo para desde ahí hacer las transformaciones económicas, sociales y políticas. Por ejemplo, cambia la Constitución, disuelve o reorganiza al ejército, crear nuevas instituciones que defiendan los intereses el Pueblo y no de los ricos, establece nuevas reglas que afectan los intereses abusivos de los explotadores para beneficiar a los explotados, distribuye la riqueza a todo el pueblo y otras medidas por el estilo.

Para ese tipo de cambios se necesita una Asamblea Nacional Constituyente, que vuelva a fundar el Estado (de ahí la palabra «refundar») para beneficio del Pueblo.

En ninguna parte del mundo se ha llegado a una Nueva Sociedad conservando el mismo Estado de la clase burguesa, y ninguna revolución ha derrotado de manera definitiva al poder burgués si no le expropia los Medios de Producción ni neutraliza a su fuerza militar.

De lo anterior se deduce que al Estado de la burguesía no se le puede transformar «desde dentro » para convertirlo en un Estado Popular, porque todo Estado burgués está diseñado, está programado, de arriba abajo, para defender los intereses de la burguesía, y esta nunca permitirá que se utilice su Estado contra ella misma.

La experiencia nos demuestra que la clase capitalista prefiere sacrificar su forma de gobierno, mediante un golpe de Estado, antes que permitir que el Pueblo lo utilice en su contra.

¿Tener el Gobierno de un Estado burgués es tener el Poder?

Es frecuente entre los revolucionarios y revolucionarias creer que logrando el Gobierno de un país mediante elecciones, se ha logrado el Poder del Estado, cuando en realidad no es así.

En las secciones precedentes comprendimos que el Gobierno es solo una parte del poder del Estado; de hecho la institución del poder estatal burgués mas importante no es la administración pública, sino la institución armada, tanto el ejército como la policía, sin los cuales ningún gobierno podría sostenerse.

Por eso el peor error que un movimiento popular como la Resistencia puede cometer es confiar que tiene el Poder que necesita para hacer los cambios, sin antes haber desmantelado al ejército de la burguesía, el cual está dispuesto a saltar sobre nosotros en el momento que la oligarquía o el gobierno norteamericano lo crean conveniente.

Como es de dominio público, ese fue el error que cometió el Presidente Salvador Allende en Chile en 1973, y el mismo error cometió en Honduras el Presidente Manuel Zelaya Rosales en 2009, quienes fueron derrocados por militares en los que confiaron casi a ciegas, pero que estaban programados para obedecer directrices de la oligarquía y del imperio.

Por tanto, aunque la Resistencia «accediera» al Gobierno del país, no tendrá el poder del Estado si no destrona el resto de las instituciones burguesas, especialmente a las Fuerzas Armadas, y mientras no le arrebate su fuente de poder a la burguesía: la propiedad privada sobre los grandes medios de producción.

¿Qué pasa cuando no se realizan las tres tareas estratégicas?

Si revisamos la historia latinoamericana del siglo XX, con excepción de Cuba –que si cumplió con esas tres tareas claves– las demás experiencias donde fuerzas políticas progresistas intentaron construir una nueva sociedad utilizando el mismo Estado oligárquico y respetando la propiedad capitalista, fracasaron. Esto lo podemos ver en la experiencia de Jacobo Arbenz en Guatemala (1954), la experiencia de Salvador Allende en Chile (1973) y por supuesto, la experiencia de Manuel Zelaya Rosales (2009); en todas, los Presidentes reformistas fueron derrocado por sus respectivos ejércitos, mismos que juraron defender el orden constitucional.

En otros casos, como sucedió con la revolución sandinista de 1979, la insurrección popular destruyo el Estado de la burguesía, pero el sandinismo en el gobierno no expropio el poder económico de aquella, y además, volvió a construir un Estado burgués en obediencia a los Acuerdos de Esquipulas II. La consecuencia fue que esa revolución fue retrocedida por los siguientes tres gobiernos de derecha (1990-2008) que siguieron al gobierno del FSLN, teniendo hoy como resultado que Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre de Latinoamérica. 1

Este principio se aplica también a las experiencias de América del Sur. En Venezuela, Bolivia y Ecuador sus gobiernos han decidido no desmantelar el Estado de la burguesía sino reformarlo para llevar muchos beneficios al Pueblo (es lo que se conoce como «Socialismo del Siglo XXI»). Pero a pesar de que han tenido un importante éxito, sostenido principalmente por sus enormes recursos petroleros y de gas natural -que no los tiene cualquier país–, esas revoluciones seguirán estando amenazadas «desde dentro» porque no han tomado la decisión de afectar la propiedad privada de la burguesía, que es la fuente de poder que mantiene viva a la contrarrevolución.

El avance electoral de la derecha en Venezuela, las intentonas golpistas en Ecuador y en Bolivia ocurridas en 2009 y 2010 demuestran que la burguesía sigue utilizando su poder económico y su influencia en algunas instituciones del Estado burgués para recuperar el Gobierno, en alianza con el Estado norteamericano.

Incluso hay otro peligro aun mayor, y es que por tratar de conservarse con las reglas del Estado burgués, algunos gobiernos progresistas terminen aplicando las recetas neoliberales de los organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial. 2

Como vimos, solo Cuba logro llegar a una nueva sociedad porque destruyo el Estado de los capitalistas, construyo su propio Estado socialista y expropio a la burguesía, quitándole el poder económico; por tanto, la burguesía cubana en cincuenta años no constituyo un peligro serio para ese proceso revolucionario a lo interno del país. Los problemas que hoy día afectan al sistema socialista cubano tienen un origen externo al sistema, en especial debido a las secuelas del bloqueo que sufrió por medio siglo.

3. REVOLUCIÓN Y REFORMISMO EN EL FNRP

¿Qué concepción tiene el FNRP sobre el Poder?

En el documento de fundación del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), establecido en la Asamblea Nacional constitutiva del FNRP en febrero 2010, hay elementos que permiten responder a esta pregunta.

Dice el texto, que fue consensuado después de profundos debates:

«El FNRP es una organización amplia de lucha política y social, anticapitalista, anti neoliberal, anti oligárquica, anti imperialista, anti patriarcal y anti racista que busca la transformación de las estructuras sociales, políticas, económicas, educativas y de dominación cultural, a través de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, incluyente y popular, que apruebe la primera constitución política hecha por el pueblo para refundar el Estado de Honduras, eliminando las relaciones de dominación y explotación actuales y creando un sistema de justicia social que garantice el bienestar, la libertad, y dignidad de todas y todos.» (Manifiesto de fundación del FNRP, Febrero 2010)

Resumiendo:

  1. El Frente es «anticapitalista«;

  2. El Frente «busca la transformación de las estructuras sociales, políticas, económicas, educativas y de dominación cultural»;

  3. El Frente busca «Refundar el Estado de Honduras»;

  4. El Frente busca «eliminar las relaciones de dominación y explotación«;

  5. El Frente busca «crear un sistema de justicia social…»

  6. La Constituyente y la nueva Constitución son medios, para lograr esos fines.

Con esta definición el FNRP supera los objetivos que se planteo durante la Primera Etapa de la lucha contra el Golpe de Estado. En aquel momento, nuestras metas se limitaban a: «Restituir al Presidente Zelaya a su cargo», «Restaurar al orden constitucional» y «Convocar a una Asamblea Constituyente».

De hecho, las dos primeras tareas de esa primera etapa ya caducaron históricamente, porque se agoto la coyuntura para lograr la restitución del Presidente Zelaya (ahora se plantea su reingreso seguro al país), y por otro lado, la Resistencia ya no está pensando en restaurar el viejo orden sino en crear uno nuevo. Solo queda en pie la idea de la Constituyente.

En pocas palabras, para construir una Nueva Sociedad, el Frente se propone liquidar la Vieja Sociedad, o sea, al Capitalismo. ¿Cómo? Refundando el Estado «a través» de una Asamblea Constituyente. Esta concepción es congruente con lo que hemos analizado en la sección anterior.

Por tanto el Frente es consciente que para liquidar al Capitalismo los hondureños y hondureñas necesitamos hacer algo más que solo redactar un nuevo texto constitucional. Necesitamos hacer una Revolución.

Pero es aquí precisamente donde comienzan las diferencias con el reformismo.

La ilusión reformista

La palabra «reformismo» viene de la palabra «reforma», que es equivalente a «mejorar algo». Reformas son, por ejemplo, hacer «más democrático» el Estado capitalista, aumentar el nivel de vida del pueblo con buenos sistemas de salud y educación, garantizar un empleo digno o aumentar los salarios, pero sin acabar con la explotación. Según los reformistas y las reformistas, todo eso se puede hacer dentro del Capitalismo, porque para ellos y ellas este sistema permitiría cada vez mayores beneficios para el Pueblo.

Según los reformistas, a punta de reformas se podría transformar el capitalismo en una nueva sociedad, sin necesidad de quitarles su riqueza a los grandes capitalistas.

El reformismo plantea que para lograr todo eso, no es necesaria una Revolución; que ese cambio puede hacerse utilizando al mismo Estado de la burguesía, bajo el supuesto de que los capitalistas nos dejaran gobernar para quitarles sus ganancias. Es algo así como hacer cambios hasta donde los ricos se estiren.

El politólogo reformista hondureño, Sergio Suazo (2010), lo dice con toda claridad:

«Cuando se piensa en un Frente para el cambio social, en condiciones como las de la sociedad hondureña, en mi criterio, debe prevalecer la lógica de la razón reformista porque ¨no hay revoluciones a la vista, entonces se impone la razón reformadora. La alternativa ya no es enfrentar al sistema para sustituirlo, sino enfrentarlo para modificarlo hasta transformarlo«. (Suazo, Sergio: «Frente Amplio, Mas cerca de la Luna que de la Tierra».- Subrayado es mío)

¿»Modificarlo hasta transformarlo»? ¿Es eso posible en Honduras? El Golpe de Estado del 28 de junio de 2009 demostró que NO es posible, que todo eso es una ilusión.

Por eso en el documento fundacional del FNRP no aparece nada que signifique «modificar» al actual sistema capitalista, ni nada que implique restituir el anterior orden político-institucional del Estado, construido por la oligarquía. Por el contrario, se perfila a la Resistencia como un movimiento que busca una ruptura definitiva y radical con el pasado. En tal sentido la Resistencia es un movimiento revolucionario, no un movimiento reformista.

Por tanto, la ideología de los y las reformistas es contraria a la decisión estratégica adoptada por la Resistencia en su Asamblea de Febrero de 2010.

¿Qué tipo de Revolución necesitamos?

Un defecto de la definición que aprobó el FNRP, citada líneas atrás, es que deja las cosas a medias. Aunque dice claramente que la Resistencia pretende una ruptura con el actual sistema capitalista, no define cual es el sistema o modelo de economía, sociedad y de Estado que propone para sustituirlo.

En respuesta a esa deficiencia, en el bloque refundacional sostenemos que esa Revolución debe ser SOCIALISTA.

¿Qué es el Socialismo? Es la sociedad donde la riqueza es producida y distribuida socialmente, contraria al capitalismo donde la producción es social pero la distribución es privada. En el Socialismo, el centro del sistema es la persona humana y sus necesidades sociales, no la ganancia como en el capitalismo.

¿Qué es una «Revolución Socialista»? Es una revolución que recupera los grandes Medios de Producción, como las fabricas, los latifundios, los bancos, los grandes comercios o empresas de servicios públicos, hoy en manos de la oligarquía burguesa-terrateniente, para pasarlos a manos del Pueblo. Una vez en sus manos, el Estado revolucionario distribuye equitativamente la riqueza a toda la sociedad y progresivamente extingue todas las formas de opresión que el capitalismo incuba en su seno, como el patriarcado, el racismo, el adultismo y otras similares.

Es por esta razón que en el Encuentro realizado en La Esperanza, Intibucá, el 18 y 19 de diciembre 2010 la corriente refundacional propuso que el objetivo de la Resistencia debería ser «construir Poder Popular para derrocar el régimen oligárquico capitalista y refundar el Estado y la Sociedad hondureña en la vía del Socialismo«.

4. LAS ELECCIONES Y SUS PERSPECTIVAS EN LA COYUNTURA ACTUAL

¿Cómo un movimiento popular como el FNRP puede derrotar el poder de la burguesía y lograr un Gobierno Revolucionario que inicie el proceso de cambios en el país?

Hasta ahora, en la Resistencia se le ha dado dos respuestas a esta pregunta: Un sector del Frente propone que esto se lograra participando a través de un «Frente Amplio» en el próximo proceso electoral que convocara la oligarquía, y otro sector proponemos alimentar un proceso de acumulación de fuerzas que nos conduzca a una insurrección popular y a la Auto Convocatoria de la Asamblea Constituyente.

Estrategia y táctica

Para resolver el dilema es necesario distinguir entre Estrategia y Táctica.

Como dijimos atrás, la Estrategia básica de toda Revolución es: 1) Derrocar al Estado Burgués; 2) Construir nuestro propio Estado popular; y, 3) Expropiar la fuente del poder burgués que es la propiedad privada sobre los medios de producción.

Si estas son las tareas estratégicas, los pasos concretos que adoptemos para lograrlas serán las tareas tácticas. Estas últimas no se definen «al molote» sino que debe respetarse algunos criterios.

Las reglas que debe seguir toda táctica son básicamente las siguientes:

  1. SIEMPRE la táctica debe facilitar el cumplimiento de las tareas estratégicas y NUNCA debe obstaculizarlas, de lo contrario es una mala táctica.

  2. La táctica debe contribuir a desbalancear la relación de fuerzas a favor del movimiento popular, fortaleciendo su consciencia, su disposición para la lucha y sus expresiones de poder.

  3. La táctica debe contribuir a neutralizar, debilitar y derrotar al enemigo.

Toda táctica se define tomando en cuenta lo siguiente:

  1. Nuestros objetivos estratégicos;

  2. Las condiciones del contexto en que se desarrolla la lucha de clases;

  3. La situación de nuestro movimiento en relación a nuestro enemigo («relación de fuerzas»); y

  4. La Estrategia del enemigo.

En ese camino, ninguna táctica es despreciable: Movilizaciones, huelgas parciales o generales, desobediencia civil pacífica, negociaciones, insurrección popular, lucha electoral, huelgas de hambre, y otras por el estilo, todas son válidas si se siguen las reglas anteriores.

Algo muy importante: El análisis concreto de la situación determinara cual táctica escoger o cuales combinar para lograr los objetivos estratégicos.

Las elecciones como obsesión reformista

A diferencia de los revolucionarios, los reformistas son obsesivos en cuanto a que la única manera de lograr la conducción del país, es a través de participar en los procesos electorales que convoca la burguesía. Para ellos, participar en elecciones burguesas no es un asunto de táctica sino de principio.

Ellos no admiten que se derroque el Estado burgués, sino que abogan porque se le fortalezca, democratizándolo. No apoyan insurrecciones que desestabilizan los gobiernos de la burguesía porque rechazan la violencia política, ni siquiera admiten la autodefensa, aunque el Estado burgués nos trate con violencia. Su objetivo es defender y desarrollar la «institucionalidad» del Estado burgués y no echarla abajo. Por lo anterior, el reformismo es, al largo plazo, una expresión política conservadora del Estatus quo… ¡aunque ilusa!

No es casual que los socialdemócratas, demócratas cristianos y sus variantes, generalmente se les encuentra del lado de quienes defienden el Estado burgués ideal (es decir el «Estado de Derecho» que nos vende la ideología política burguesa) para no tener que derrocarlo. Hacen abstracción de la existencia de las clases sociales para no tener que tomar partido por las clases populares. Y una vez que llegan al gobierno, se comportan como cualquier otro funcionario burgués, olvidándose de hacer las reformas que tocan los intereses de los ricos.

La Estrategia de los revolucionarios para las elecciones en general

Esperar de la oligarquía un espíritu democrático es por regla general tan iluso como esperar que la gran empresa privada democratice sus empresas para que las ganancias sean distribuidas equitativamente entre sus trabajadores(as).

Estamos claros entonces en que la burguesía no va a rendirse y entregar sus bienes por la vía electoral. En consecuencia, los revolucionarios(as) tenemos objetivos estratégicos respecto a las propias elecciones. Esos objetivos son demostrarle al Pueblo que:

  1. No existe Democracia real para el Pueblo y por tanto que ese no es su Estado y que debe luchar por derrocarlo.

  2. Que los procesos electorales no sirven de nada en el objetivo de construir el Estado que la clase trabajadora necesita; y

  3. Que, a la larga, en esta tarea estratégica es inevitable enrumbarse en la vía de la revolución.

Por tanto, cuando los revolucionarios participamos en elecciones no lo hacemos porque creamos que vamos a «ganar el poder» a través de estas, sino porque nos permite acercarnos al Pueblo para demostrarle que, para derrotar el Poder de la burguesía, es necesario utilizar algo más que medios electorales.

Ese es el análisis estratégico.

Las elecciones como táctica de los revolucionarios

Dicho lo anterior ¿debemos despreciar los procesos electorales en nuestra actividad política? Los revolucionarios decimos: no necesariamente; depende de las circunstancias históricas que rodean a cada proceso electoral en particular.

Aunque puede parecer una contradicción, no lo es. Pongamos un ejemplo: Muchos sindicatos son combativos y, cuando de arrancar una conquista se trata, lo primero en que piensan es en hacer un movimiento huelguístico; por supuesto, los revolucionarios estamos de acuerdo con eso.

Pero en muchas ocasiones, los patrones son hábiles y presentan una cara amable a sus trabajadores y trabajadoras; les permiten opinar, se reúne con ellos y hacen que estos les depositen su confianza. En muchos de esos casos la base no está dispuesta a irse a una huelga, sino que prefieren que negociemos con el patrono «por las buenas». Desde el punto de vista de un revolucionario eso es una ilusión, ya que sabemos que el patrono busca burlar las aspiraciones de la base. En esos casos, nuestro primer deber es explicar a los compañeros(as) que se trata de una treta y que no debemos confiar sino solo en nuestra lucha. Si a pesar de eso, no convencemos a la base, nuestro deber es acompañar a la clase trabajadora en la negociación, con una actitud beligerante y no claudicante, para desgastar sus ilusiones en la práctica. Así comprenderá mejor por que es necesario irse a la huelga.

De igual manera, el análisis concreto de la realidad es el que nos indica que táctica utilizar.

No podemos desconocer que, en algunos regímenes burgueses, existe cierto juego democrático que la clase dominante tolera para hacer su dominación más potable a sus pueblos, siempre y cuando, por supuesto, no ponga en serio peligro sus intereses estratégicos.

En esos casos es factible a los revolucionarios utilizar la participación electoral para nuestros fines. Su valor táctico consiste en que los procesos electorales pueden usarse como una tribuna pública para hacer propaganda de las ideas revolucionarias ante las grandes masas populares, para prestigiar los líderes de la clase trabajadora y para crearle «cuñas» de representación en el parlamento y en las alcaldías que dificulten su dominación, pero, sobre todo, para demostrar que el poder real no se alcanza con elecciones.

Ahora bien, utilizar la táctica electoral es un arma de doble filo que implica serios riesgos tanto para el Pueblo que se quiere concientizar como para la organización revolucionaria.

¿Qué peligros conlleva la participación electoral? Algunos de esos peligros son:

  1. Como las elecciones no son nuestro terreno sino el de la burguesía, esta establece las reglas del juego y tenemos que jugar con estas, lo que aumenta la posibilidad del fracaso y de la frustración.

  2. Las elecciones desvían la atención de las luchas sociales, distrayendo a la clase trabajadora y a sus dirigentes de su actividad, desgastando sus recursos y disminuyendo en estos su combatividad.

  3. Estos procesos se prestan para escenarios de corrupción y cooptación de cuadros del Pueblo por parte de los políticos burgueses, tanto en el proceso electoral en si como en el ejercicio de los cargos públicos.

  4. Los procesos electorales alimentan las ilusiones en el pueblo acerca de que por esa vía se puede «conquistar el poder».

  5. En algunos casos los revolucionarios terminan creyéndose el cuento de la democracia burguesa y se acomoden al sistema político, volviéndose reformistas.

Por lo anterior, se requiere que en el análisis de los procesos electorales concretos, se tomen en cuenta esos peligros y además los siguientes requisitos para que tal participación electoral pueda ser vista como una táctica inevitable y valida.

  1. Que existan ilusiones en la mayoría de la población de que solo por esa vía es posible llegar al gobierno del país.

  2. Que exista un juego democrático mínimo que la burguesía esté dispuesta a respetar, expresado a través de una ley electoral con cierta apertura, una tradición de respeto a los resultados electorales, representación en los organismos electorales, etc.;

  3. Que la participación electoral no debilite al movimiento popular, ni desvíe sus luchas cuando estas tienen posibilidades de éxito en la lucha de clases concreta; y,

  4. Que no forme parte de una estrategia extraordinaria del enemigo de clase o del imperio para salvar al Estado burgués ante la posibilidad de una revolución.

No tomar en cuenta estos criterios y aventurarse al apoyo de cualquier proceso electoral, podría alejarnos de nuestros objetivos estratégicos en lugar de contribuir a estos.

¿Reúne estas características el proceso electoral hondureño en la actual coyuntura?

Elecciones Pre Golpe y Post Golpe

En el caso específico de Honduras, podemos distinguir dos momentos distintos. Antes del Golpe de Estado y después del Golpe.

Elecciones antes del Golpe

Desde el año 1997 hasta el año 2009, es decir antes del Golpe, los sucesivos gobiernos de Callejas, Carlos Roberto Reina y Carlos Flores se vieron en la obligación de hacer o tolerar una limitada apertura política a la izquierda, específicamente a las fuerzas aglutinadas en la UD, como resultado de la presión de la insurgencia centroamericana y de los «Acuerdos de Paz» de los años 80s, en una coyuntura promovida por el Departamento de Estado norteamericano. De esa forma la UD fue legalizada por el gobierno de Rafael Leonardo Callejas en 1993.

La oligarquía hondureña termino aceptando esa apertura porque tolerar una reducida representación parlamentaria de la izquierda, que no ponía en peligro al bipartidismo, le daba créditos políticos ante el mundo y ante la misma población, ganando legitimidad el sistema político. Asimismo, complemento esa decisión con reformas como el voto domiciliar, el voto separado y la representación proporcional, para revitalizar los procesos electorales que eran presa de descredito.

Posteriormente, los cambios políticos en Suramérica y el desgaste progresivo del mecanismo electoral en Honduras, obligaron a la burguesía a hacer una segunda generación de reformas político electorales, para reforzar el desgastado sistema electoral, como el voto con foto y el voto cruzado.

El siguiente gráfico refleja la recuperación que tuvo el sistema electoral en las elecciones de 1997 y 2001 como resultado de esas reformas.

Fuente: TSE.

En esas condiciones era muy difícil para los revolucionarios argumentar en contra de las elecciones y nuestro deber era acompañar al pueblo en su experiencia para desgastarlas. De ahí que fue correcto hacerlo a través de un partido como la UD, que en ese entonces era una buena alternativa de izquierda frente al bipartidismo.

Mas a partir del gobierno de Ricardo Maduro la ventana comenzó a cerrarse. Una serie de contrarreformas comenzaron a hacerse con el efecto de disminuir la tolerancia en las voces disidentes y opositoras, no solo de la izquierda sino también del reformismo. 3

Ese proceso contra-reformista tuvo como consecuencia una disminución del caudal electoral global en los procesos primarios y generales de 2005 (Ver Gráfico 2)

Fuente: TSE

Esa tendencia también se vio reflejada en el aumento del abstencionismo electoral. Lo muestra la estadística electoral de los últimos cuatro procesos electorales. El abstencionismo en 1997 fue del 27.57 %, en 2001 fue del 33.64 % y en 2005 fue del 49.76%, casi el doble del primero (TSE)

En otras palabras las elecciones de los últimos seis años marcan una declinación de las ilusiones del pueblo en la democracia burguesa hondureña. Esa declinación se reflejara posteriormente en una crisis de confianza generalizada en las distintas instituciones del Estado burgués.

El masivo apoyo del pueblo a la histórica huelga de fiscales de 2008 refleja hasta qué punto estaba deteriorada la confianza de la población en sus funcionarios gubernamentales.

Las Elecciones de Noviembre de 2009

Es sabido que las elecciones de 2009, posteriores al Golpe, fueron un proceso destinado, no a hacer la normal repartición del pastel entre las fuerzas políticas de la burguesía, sino que se constituyeron en la tabla de salvación del régimen golpista de Roberto Micheletti para blanquear el Golpe de Estado.

En reacción a esto, el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado determino que no podía prestarse a esa maniobra y llamo a la abstención. La Resistencia liberal declaro disciplinarse a esa consigna, aunque era de la opinión de participar en el proceso. Por tanto, la expectativa era que la tendencia abstencionista se profundizaría y que diera un salto cualitativo, con el efecto de no legitimar al régimen de Porfirio Lobo Sosa.

No obstante, la información disponible indica que esa previsión no ocurrió.

Como el Tribunal Superior Electoral no constituye una fuente confiable de información respecto a ese proceso, solo podemos atenernos a la observación sistematizada por diferentes encuestas realizadas antes y después de dichas elecciones.

El «Estudio de Opinión Publica» de Consultores en Investigación de Mercados y Opinión Publica S. de R.L. (COINMER, agosto de 2009), antes de las elecciones, informaba que el 66.4% de las personas encuestadas opinaba que «deben realizarse las elecciones» y el 53.8% aseguro su intención de votar 4. Después de las elecciones, el IUDOP, una prestigiosa entidad académica de la UCA de El Salvador, realizo un estudio denominado «Percepciones sobre la Situación Política y Evaluación del primer Año de Gobierno de Porfirio Lobo Sosa» (diciembre de 2010) en el que se revela que el 60.1% de los encuestados ejerció el voto en las elecciones de noviembre de 2009, pero del 39.9% restante que no voto, solo el 39% se abstuvo por desconfianza con el proceso o con los candidatos(as). 5 Es decir que el porcentaje de abstención en lugar de aumentar disminuyo en unos 10 puntos respecto a 2005, cuando fue casi del 50% (TSE).

Llama la atención que los porcentajes encontrados por dos estudios independientes uno del otro, son bastante similares, lo que indica que gozan de credibilidad.

¿Qué sucedió? Al ahondar en la información disponible, podemos observar que en agosto 2009 el 62.4% de los liberales opinaban que debían realizarse las elecciones y que el 52.8% estaban dispuestos a ir a las urnas (COINMER).

¿Significaba que la base del Partido Liberal se hizo golpista? De ninguna manera. En la misma encuesta, el 69.3% se manifestó en contra del Golpe, el 70% opino que Mel debía regresar al país, y el 73% que Micheletti debía dejar el gobierno y solo el 32% de esos potenciales votantes liberales estaban dispuestos a votar por su propio candidato presidencial, Elvin Santos, figura clave del golpismo. Aquella disposición a votar simplemente significaba que la mayoría de la base liberal todavía tenia ilusiones en las elecciones para agosto de 2009, época en que se hizo la encuesta (recordemos que sus líderes eran partidarios de si participar).

En noviembre 2009 el FNRP llamo a no votar. Cinco meses después de las elecciones, el 1º de mayo de 2010, otra encuesta 6 consulto a los participantes de esa manifestación sobre su pertenencia a partidos políticos. El hallazgo fue contundente, pues solo el 16.7% de los que anteriormente militaban en el Partido Liberal se seguían considerando liberales; incluso se encontró que solo el 18.2% que anteriormente se consideraban udeistas, seguían considerándose tales. Esto indica que entre noviembre 2009 y abril 2010 hubo niveles de deserción del Partido Liberal y de la UD superiores al 80%, al menos en las filas de la gente movilizada por los gremios sindicales y populares; lo que indirectamente nos dice que los niveles de adhesión de la base de estos partidos fueron muy bajos (CER).

Entonces ¿Cómo se explica que los niveles de votación no disminuyeron en general? Nuestra hipótesis es porque el voto nacionalista fue masivo. El estudio de COINMER, arriba citado, muestra que la tendencia en los cachurecos fue la contraria que en el Partido Liberal. El porcentaje de miembros de ese partido dispuestos a votar el 29 de noviembre llego al 79.2% en el mes de agosto de ese año. No tenemos un dato posterior, pero asumimos que debió incrementarse para el mes de las elecciones propiamente dicho, por el atractivo del triunfo nacionalista y por el hecho conocido de que se trata de un partido más disciplinado. En ese sentido, la base cachureca -que años atrás exhibía mucho desanimo de participar en las urnas– fue ganada por su partido a la idea de votar ante el derrumbe del Partido Liberal.

¿Indica eso que el Frente cometió un error al haber llamado a la abstención en las elecciones del 29 de noviembre? Desde mi punto de vista NO, por cuatro razones:

  1. Porque la Resistencia habría hecho el ridículo político al contradecirse en su oposición al Golpe de Estado y a la vez rendirse a su principal mecanismo de blanqueo.

  1. Porque la lucha permitió arrancar a un segmento numeroso de la base ex liberal produciéndole un golpe muy duro a esa arcaica institución política burguesa; y haber llamado a votar habría retenido dicha base en ese partido, debilitando al largo plazo a la Resistencia;

  1. Porque en las condiciones de radicalismo ultraderechista, la Resistencia no habría tenido la más mínima posibilidad ante la manipulación de los resultados electorales;

  1. Porque la disposición de la población a participar en un proceso electoral no es el único criterio a tomar en cuenta para decidir si se participa o no; como hemos visto atrás, también debía tomarse en cuenta la importancia estratégica que tenía dicho proceso para la consolidación del Golpe de Estado, es decir, para consolidar un acto de fuerza antidemocrático.

Lo anterior significa que se presentaron las siguientes tendencias:

  1. Que el Partido Liberal se desplomo como fuerza política burguesa, pero que el Partido Nacional se vio fortalecido, a niveles históricos. Fue la masiva participación de este último y de un segmento de liberales en Resistencia, que acudieron a votar por sus candidatos afines al Frente, lo que explica el sensible incremento en los niveles de votación general respecto a la anterior elección (aunque sin llegar a ser, como aseguran los golpistas, las más votadas de la historia).

  1. Que el Frente Nacional contra el Golpe de Estado cometió un error político al identificar demasiado la Resistencia con el Partido Liberal, generando un efecto de polarización con la base cachureca que, en su mayoría, no se identificaba con el Golpe (el 63.7% no apoyaba o no sabía que opinar sobre el Golpe, COINMER ) pero que tampoco quería estar en un espacio copado por el liderazgo liberal, lo cual disparo a niveles históricos la participación de la base nacionalista en el proceso electoral.

  1. Que el FNRP emerge como una opción política por derecho propio ante la base que ha roto con el resto de partidos políticos, ya que el 83.4% de sus simpatizantes encuestados por CER, manifestó que estarían dispuestos a apoyarlo para convertirse en un Partido político distinto de los demás.

  1. Que en la población tiene todavía un importante arraigo la práctica de los procesos electorales como mecanismo de solución a crisis políticas como las que vivimos con el Golpe de Estado.

Estos resultados deben llevarnos a revisar los conceptos que tenemos sobre el régimen de Porfirio Lobo Sosa y sobre el proceso electoral próximo. No en el sentido de considerarlo un gobierno legítimo -sigue siendo heredero del Golpe– pero si de no seguir creyendo que no tiene base social.

Cuando el gobierno de Pepe Lobo asumió la conducción del país, se encontró con el siguiente panorama político, inédito en la historia nacional.

En primer lugar, con una oligarquía que dejo de ser tolerante con las formalidades democráticas y que demuestra estar dispuesta a romper con las reglas del ejercicio democrático burgués cuando le viene en gana.

En segundo lugar, con un Partido Liberal que ya no es aquella fuerza política mayoritaria, pues 6 de cada 10 liberales simpatizaban con la Resistencia.

En tercer lugar, la izquierda política propiamente dicha, estaba en su mejor momento con un considerable crecimiento en la simpatía del pueblo pues su potencial electorado paso de un 2% que tenía la UD (cuando era un partido de izquierda) al 12% de la Candidatura Independiente (COINMER).

Y en cuarto lugar hablamos de que la Resistencia era una fuerza política de masas, con un potencial muy superior al caudal electoral de la UD, lo que la convertía en una seria amenaza para la vigencia del bipartidismo en el sistema político nacional y por tanto a su hegemonía oligárquica tradicional.

Sin embargo, la aplicación de una fina estrategia de los Estados Unidos respecto al gobierno de Porfirio Lobo Sosa, ha hecho variar ese panorama en el último año.

El régimen de Porfirio Lobo: sus fortalezas y debilidades

Como vimos, el proceso electoral de 2009 le sirvió parcialmente al régimen para contar con una base social importante dentro del país, específicamente en el Partido Nacional y en un sector minoritario del Partido Liberal que, aunque no voto por él, lo considera legítimamente electo.

¿Qué tan sólida es esa base? Todos los indicadores de la encuesta del IUDOP, a un año de haber tomado posesión, nos permiten ver que el Gobierno de facto de Porfirio Lobo comienza con niveles moderados de popularidad. Sus calificaciones en los distintos temas oscilan mucho entre el 40% y el 60% (IUDOP-UCA, 2011). Los mismos por bajos que sean, no pueden ser subestimados pues recordemos que Mel comenzó su gobierno con 25% de apoyo en las urnas respecto al total del electorado.

De hecho, a un año de su régimen, el 49% de los encuestados lo considera un «cambio positivo», y el 66.3% se siente optimista con el pronóstico del país, aunque por hoy, el 86% de encuestados opino sentirse «igual» o «peor» que antes, y el 78.7% no se siente beneficiado en «nada» o en «poco» por la actual administración ( IUDOP-UCA, 2011). Esto puede interpretarse en el sentido de que un importante sector de la población, la mas afectada por la crisis, esta harta del conflicto y tiene esperanzas de que las cosas van a mejorar, aunque el régimen no goza de mucho margen para satisfacer esa expectativa.

En este sentido el régimen de Porfirio Lobo tiene una debilidad que se irá incrementando con el tiempo. Debido a la profundidad de la crisis económica heredada del régimen de Micheletti, Porfirio Lobo no tiene otra opción más que destruir las más importantes conquistas de la clase obrera y el campesinado, y atacar el nivel de vida de la clase media, escrupulosamente supervisado por el FMI. Solo véase como en un año ha destruido el derecho al trabajo permanente; neutralizo (y está a punto de derogar) el Estatuto del Docente; ha limitado al máximo el salario mínimo, aprobó el paquete fiscal, y acelera la entrega de las instituciones del Estado a la empresa privada, así como los recursos hídricos de centenares de comunidades; y está a punto de desalojar a los campesinos de las tierras beneficiarios del Decreto 18-08 y ha aprobado las «ciudades modelo», etc.

Pero también en ese año el régimen ha coqueteado con las causas propias de la Resistencia, con sus referencias a la Constituyente y la aprobación de las reformas al Artículo 5 constitucional, lo que opaca sus ejecutorias antipopulares. Con esa política ha tenido éxito en cooptar al eslabón más débil del Frente, vale decir, un sector del Liberalismo en Resistencia (Carlos Eduardo, Rivera Rodil) y la centro derecha del Partido Liberal (Edmundo Orellana, Yani Rosenthal, Maldonado, etc.); así como también se ha ganado la afinidad de algunos periodistas relevantes supuestamente afines a la Resistencia.

Esa seducción política de su principal contrincante, provoca el rechazo del golpismo de la UCD, quien llega a tildarlo de «chavista». El conflicto ha llegado inclusive hasta amenazas de Juan Orlando con pasar la cuchilla a la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General del Estado, reductos del golpismo blanco.

Sin embargo, en la polarizada situación actual, ese conflicto en lugar de desgastar al régimen le abona créditos porque funciona como un decolorante de su rostro golpista. Lo cual lo hace un régimen más peligroso que el del burdo Micheletti.

Todo lo dicho significa que políticamente el gobierno de Pepe Lobo cuenta con una asesoría muy refinada, que cuida los detalles de una política demagógica para neutralizar el discurso de la Resistencia y disminuir el perfil político de esta.

Las oportunidades que vienen

El punto débil del régimen es que inevitablemente tendrá que continuar asestando duros golpes económicos y sociales al pueblo y en particular a la clase trabajadora y a la clase media, a instancias de los organismos financieros internacionales. La falta de respuesta del FNRP le ha envalentonado y por ello será cada vez más duro.

Por otro lado, no estamos en la misma situación de relativa estabilidad de antes del Golpe. Los golpistas están divididos y la demagogia tiene un límite, a condición de que no se le siga el juego.

Como esos golpes continuaran y su demagogia tiene un límite, la Resistencia debe prepararse para las batallas que vienen. Pero a diferencia del pasado, cuando solo nos preparábamos para luchas reivindicativas aisladas, ahora debemos convertirlas en luchas unificadas y de carácter político, para acumular la fuerza suficiente hacer de estas verdaderas crisis al régimen.

¿Qué tenemos a nuestro favor? El hecho de que la crisis generada por el Golpe sacudió tanto al país que ha creado una consciencia nacional de que el cambio es necesario e inevitable. Las mismas encuestas descubrieron también que una considerable mayoría de la población desea que el orden político del país cambie. El 56.1% estaría «muy de acuerdo» o «algo de acuerdo» con la Convocatoria a una Asamblea Constituyente (IUDOP-UCA, 2011).

Esto es todo un reto para el FNRP que concentra un inédito activismo en los sectores más explotados de la población con capacidad de tener un efecto multiplicador lo suficientemente fuerte para provocar una seria crisis en el sistema, para lo cual primero tiene que salir de su atolladero interno.

El lugar del proceso electoral de 2013 en la estrategia imperial

En medio de esta situación tan volátil, la oligarquía y el gobierno norteamericano están bajo la incómoda presión de legitimar al régimen golpista ante el mundo, mediante un proceso de apertura política que sea confiable, para que este le desbloquee el financiamiento internacional.

Ante esa realidad, el imperio norteamericano ha concebido una estrategia política, en la que han comprometido al gobierno de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández:

  1. Lograr al corto plazo el reconocimiento internacional en especial de la OEA y UNASUR.

  2. Recomponer el Partido Liberal, en crisis tras el Golpe.

  3. Dividir a la Resistencia popular, debilitarla, y restarle protagonismo.

  4. Recuperar la confianza del Pueblo en el sistema político burgués, comprometiendo a una falseada representación de la Resistencia a participar en el proceso electoral 2013, a través de los partidos legalmente existentes.

Las primeras medidas que ha implementado en esa estrategia son:

Primero, empujan a los liberales a reconstruir su unidad, a través del Frente de Unidad Liberal, para que sea una especie de grupo bisagra entre los Liberales en Resistencia y la ultraderecha liberal. Su meta es reunificar el Partido para revertir su proceso de desintegración.

Segundo, presionan al sistema de justicia para que allane el camino para que Mel Zelaya se reintegre a la vida política del país, con lo cual esperan atraerlo a las filas del liberalismo y potenciar ese proceso de reunificación.

Tercero, favorecerán el camino para que se inscriba una alianza de la cúpula del Liberalismo en Resistencia con la UD, llamado Frente Amplio Político Electoral en Resistencia (FAPER), donde confluyen liderazgos pro norteamericanos como Carlos Eduardo Reina y oportunistas como Cesar Ham que no han tenido empacho en conciliar con Pepe Lobo.

Cuarto, logrado el FAPER, intentaran participar en las internas del partido Liberal para «rescatarlo», y si lo logran después buscaran su inscripción como alianza con la UD teniendo como base de respaldo al FNRP. Si no, lo harán solamente a través de la UD.

El punto es disipar el protagonismo del FNRP, fortalecer el bipartidismo y moderar políticamente el radicalismo de la base del Frente.

Cuenta a su favor con el desgaste del Frente, del golpismo recalcitrante y el arrebato de las banderas originalmente planteadas por la Resistencia.

El escenario electoral más probable

¿Cuál sería el escenario futuro más probable de llevarse a cabo esa estrategia?

  1. De aceptarse la propuesta del FAPER, el FNRP se vería reducido a un rol de apoyo a «los políticos» (pegar afiches, hacer propaganda) y a su tradicional rol de movimiento reivindicativo, ya que los temas políticos serian acaparados por aquellos; incluso el FNRP perdería control de la participación de la Resistencia en el proceso electoral, pues las decisiones cotidianas las tomarían la UD y los dirigentes del Liberalismo en Resistencia. De esa forma su perfil como entidad política se vería reducida al máximo en medio de la contienda electoral, con lo cual la UD y eventualmente el Partido Liberal superarían el estado de debilidad en que están y sonsacándole activismo al FNRP.

  1. De constituirse el FNRP en un partido político -suponiendo que la oligarquía le abra esa posibilidad, lo que es remoto-o si decide irse por una candidatura independiente, se enfrentaría al panorama de ir dividida al proceso electoral, ya que ni la UD ni los Liberales en Resistencia desistirán de inscribir su proyecto político electoral (el FAPER), generando una gran frustración en las bases, las cuales no están pensando en ser una simple «oposición» sino en «tomar el poder».

  1. Con la administración del TSE en sus manos, la burguesía se asegurara de que la representación de la Resistencia -cualquier sea la modalidad con la que llegue– sea la mínima necesaria para ser oposición frente al bloque de liberales y nacionalistas, los cuales tenderán a actuar como una sola fuerza política, asegurándose mayoría calificada en el parlamento.

  1. Con lo absorbente que son los procesos electorales de la burguesía, el FNRP en la práctica tendera a dejar la lucha social a un lado, sometiéndose a un desgaste de energía sicológica y recursos económicos por «llegar al poder», mientras el golpismo derriba nuestras conquistas una por una.

  1. En el camino muchos cuadros del Frente, serian cooptados por el sistema burgués y tenderán a convertirse en sus defensores, y, en el peor de los casos, otros se acomodaran al mismo como sucedió con la UD.

Los Riesgos de su estrategia para Pepe y los gringos

Esta estrategia norteamericana no se hace sin riesgos para ellos.

El imperio, Pepe y Juan Orlando no tienen ninguna garantía de que lograra la revitalización del Partido Liberal y de que el proyecto del Frente Amplio lograra impedir la consolidación del FNRP como opción partidaria del pueblo en Resistencia.

El imperio tampoco tiene asegurado que disciplinara a la UCD y a la cúpula militar golpista. Estos últimos parecen haber endurecido sus posiciones, a consecuencia del triunfo de los republicanos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, quienes parecen respaldarlos.

De ahí que sea de gran importancia para el gobierno de Obama sacar los cuadros de la UCD de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscalía General para impedir la posibilidad de que la oligarquía golpista se coloque como obstáculo.

Estos movimientos de los dos bloques a nivel de Estado, pueden estallar en crisis política en cualquier momento, la cual puede ser aprovechada por la Resistencia.

CONCLUSION:

Tal como está planteado en el momento actual, la participación en el próximo proceso electoral es una opción inconveniente para el movimiento de la Resistencia popular, ya que tiene peligros que no compensan lo que se puede ganar.

Por tanto, de forma creativa, la Resistencia debemos buscar un curso alternativo, que nos conduzca a recuperarnos, acumular fuerza y luego pasar a una ofensiva general en pro de la Constituyente.

Espero que este aporte sirva a los delegados y delegadas de las bases de la Resistencia a sopesar los pros y los contras con criterio suficiente para tomar la mejor decisión en la próxima Asamblea Nacional del 26 de febrero.

Notas:

1 Si el gobierno sandinista repite la historia hoy, es decir si no expropia el poder económico a la burguesía, esta volverá al Poder, y peor aún, si la cúpula sandinista se convierte en una «nueva burguesía», Nicaragua seguirá siendo pobre sin necesidad de que el FSLN pierda el gobierno.

2 Eso se ve claro en el caso de las experiencias de gobiernos de izquierda o socialdemócratas en Brasil, Chile, Uruguay y Argentina, quienes a la par de algunas reformas sociales parciales, aplican planes de ajuste recomendados por los organismos financieros internacionales del imperio. Incluso hemos comenzado a ver a un Rafael Correa y a un Evo Morales aplicando algunas medidas neoliberales (como la estandarización salarial en Ecuador y aumentos a los combustibles en Bolivia) que han sido rechazadas por sus pueblos y que alimentan el discurso de la derecha.

3 En un estudio que hice en 2008 («Las Reformas Electorales en Honduras y la Actual Contrarreforma Electoral«, 24-1-08) describí las contrarreformas de la siguiente manera: El primer acto de la contrarreforma fue la repartición de instituciones claves del Estado, dejando fuera de ellas a las fuerzas de la socialdemocracia (PINU-SD) y la izquierda (UD). Fresca estaba la tinta de los acuerdos del 4 de septiembre de 2001, cuando el 15 de mayo de 2004 las cúpulas de los partidos tradicionales oligárquicos (Liberal y Nacional) llegaron a un pacto secreto para repartirse las nuevas instituciones, excluyendo a las fuerzas políticas que podrían hacerles contrapeso. El Tribunal Supremo Electoral, el Registro Nacional de las Personas, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Superior de Cuentas fueron repartidos de forma sectaria. En el caso del TSE la exclusión de la UD y del PINU implicó la materialización del primer retroceso institucional y electoral.

4 Consultores en Investigación de Mercados y Opinión Publica S. de R.L., «Estudio de Opinión Publica, Nivel Nacional«, basado en una muestra de 1470 encuestados(as), pág., 20.

5 Instituto Universitario de Opinión Publica, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Vice Rectoría de Proyección Social, Boletín de Prensa, Año XXV, No.1, enero 2011. El estudio fue basado en una muestra de 1548 encuestados(as)

6 Encuesta sobre preferencia partidarias patrocinada por el Frente Nacional de Juventudes en Resistencia y ejecutada por «Cambio, Estudio y Refundación» (CER), en la manifestación del 1º de mayo de 2010.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.