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Rusia

Pogrom en Moscú: la economía del racismo

Fuentes: Viento Sur

El pasado 13 de octubre, en el barrio de Biriulevo del distrito sur de Moscú, varios miles de vecinos y de militantes de extrema derecha se reunieron en el marco de una concentración espontánea, exigiendo «el fin de la inmigración ilegal y de la criminalidad étnica». Rápidamente, algunos centenares de ellos se dirigieron al gran […]

El pasado 13 de octubre, en el barrio de Biriulevo del distrito sur de Moscú, varios miles de vecinos y de militantes de extrema derecha se reunieron en el marco de una concentración espontánea, exigiendo «el fin de la inmigración ilegal y de la criminalidad étnica». Rápidamente, algunos centenares de ellos se dirigieron al gran mercado de frutas que hay cerca y llevaron a cabo un pogrom /1. Moscú se ha vuelto así teatro de disturbios nacionalistas de gran amplitud: imágenes de coches quemados y de tiendas saqueadas han invadido todas las cadenas de televisión.

El asesinato de un vecino del barrio de 25 años, Iegor Scherbakov, perpetrado la víspera, era invocado como principal motivo de los incidentes. Como consecuencia de un altercado con un individuo «caucasiano», Scherbakov recibió varias cuchilladas y murió allí mismo mientras el asesino huía. El crimen fue relacionado con la atmósfera criminal que reina en Biriulevo, debido a una gran concentración de emigrantes que trabajan en el mercado de frutas.

Un verdadero gueto

Biriulevo es uno de los barrios más desfavorecidos de Moscú: la ausencia de una línea de metro (que no va a ser construida hasta 2020), los problemas medioambientales y el alejamiento del centro hacen de él el lugar más asequible de la ciudad en términos de vivienda. El barrio es por ello muy atractivo para los emigrantes que alquilan allí apartamentos y viven a a menudo dos e incluso tres en una misma habitación. Los vecinos no tiene a menudo acceso a un empleo fijo. Con infraestructuras sociales prácticamente inexistentes, las drogas duras y el alcoholismo están muy extendidos en el barrio.

Biriulevo parece de hecho un verdadero ghetto, donde los emigrantes y los habitantes «de pura cepa» marginados han acumulado estos últimos años un odio visceral de los unos a los otros.

Este año la campaña electoral de la alcaldía de Moscú ha sido uno de los factores que ha prendido fuego a la pólvora del racismo ordinario. Todos los candidatos sin excepción, desde el representante del partido en el poder, Rusia Unida, Serguei Sobianin, hasta el principal opositor Alexei Navalny, han recurrido sin límites a una demagogia racista para atraerse la simpatía del público. Como era de esperar, en la carrera por el título de «más racista», siempre gana el poder, pues solo él dispone de recursos suficientes para pasar de las palabras a los actos. Así, en agosto, en pleno maratón electoral, la policía de Moscú se dedicaba a hacer redadas brutales en los mercados y los tajos de la construcción donde la presencia de «ilegales» era evidente. Un verdadero campo de concentración era instalado en las cercanías de la ciudad, en el que centenares de emigrantes amontonados como ganado esperaban una deportación forzada hacia su patria de origen.

Campaña contra la «criminalidad étnica»

El pogrom de Biriulevo ha tenido también lugar con el fondo de una campaña agresiva contra la «criminalidad étnica» desarrollada por todos los medios controlados por el poder. Aunque Alexei Navalny haya intentado mostrarse aún más radical sobre esta cuestión, proponiendo reintroducir el régimen de visados entre Rusia y las exrepúblicas soviéticas asiáticas y caucasianas, es claramente el poder quien ha ganado, al precio de una xenofobia que ha desplazado todas las cuestiones políticas y sociales clave a los márgenes de la opinión pública.

Por supuesto, no se puede decir que la cuestión de las emigraciones haya sido inventado completamente por la política. Según diferentes estimaciones, de una población de 15 millones de habitantes, Moscú cuenta con de 1 a 2 millones de inmigrantes originarios del Cáucaso del Sur, de Asia Central y del Sudeste que no están registrados en ningún sitio. Todas esas personas ocupan varios sectores de la economía de la ciudad: construcción, guardias de seguridad en edificios, transporte privado, industria y comercio al detalle. Una masa colosal de mano de obra dependiente y a bajo precio.

Esté en situación «ilegal» o incluso «legal», el emigrante es una persona de segunda fila: en cualquier momento puede ser víctima de la impunidad policial, de un engaño de su patrón o de la xenofobia agresiva de una parte importante de la población «de pura cepa». En esta situación, la «comunidad» de los pares, cuyos líderes son de hecho traficantes de mano de obra o están ligados al crimen organizado, constituye su única protección.

Dividir cada vez más

El racismo que atraviesa a la sociedad rusa produce líneas de división en todas partes: los rusos detestan a los «negros» /2 y los caucasianos, a su vez, miran a los originarios de Asia Central con desprecio. Y esto se reproduce a nivel económico: la policía, amenazando de forma permanente con llevar a cabo «verificaciones», recibe sobornos por parte de los comerciantes caucasianos que explotan el trabajo de sus compatriotas y de los emigrantes de las repúblicas asiáticas. El ciudadano medio no es evidentemente indiferente a esta inmensa esfera económica opaca y semicriminal.

Y es manifiestamente lo que está ocurriendo, mientras que el gobierno ruso hace frente a un problema evidente de estancamiento económico y habla abiertamente de la necesidad de hacer recortes en el presupuesto. Recientemente, el primer ministro Dmitri Medvedev invocaba «el aumento de la productividad del trabajo» como una de las principales medidas de superación de la crisis. En su opinión, ésta es actualmente demasiado débil y no corresponde a los salarios elevados de los que goza la población rusa.

Durante la crisis, el horror…

Mientras están ocupados en destruir los servicios públicos y en bajar los salarios, los dirigentes pueden halagar a la mayoría de la población recurriendo a la humillación pública de las minorías. Es este tipo de cínico gesto populista el que ha sido planteado justo después del pogrom de Biriulevo: el mercado de verduras ha sido cerrado, más de 1.000 emigrantes en situación ilegal han sido detenidos y el asesino de Scherbakov ha sido encontrado y detenido en un tiempo récord. El hombre, un pobre vendedor de fruta originario de Azerbaiyán, ha sufrido una detención «ejemplar» en el marco de la cual las fuerzas del orden han recurrido a la fuerza de forma desproporcionada, antes de entregarlo al ministro del interior, Kolokoltsev, en persona. Las imágenes han sido difundidas en todas las cadenas de televisión, provocando sin duda la alegría instantánea de los ciudadanos de Biriulevo simpatizantes de los responsables de los pogromos /3.

Sin embargo, el horror del estado y de la sociedad capitalista, es claramente que cualquiera puede encontrarse en el lugar de Scherbakov y de su asesino. La vida de un emigrante o de un trabajador ruso no cuesta más cara que sus derechos civiles. Pero en esta lucha intestina insensata de los explotados y oprimidos, los jueces siempre habrán salido de la clase dominante dispuesta a todo para mantener su hegemonía.

24/10/2013

http://www.npa2009.org/node/39304

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Notas

1/ En ruso, el término «pogrom» es empleado para calificar toda agresión de carácter racista que implique a un número bastante elevado de personas.

2/ El término «negro» designa aquí a todas las poblaciones de origen caucasiano: chechenos, georgianos, azeríes, etc.

3/ Imágenes del espectacular arresto están disponibles en http ://www.rferl.org/content/russia…

Ilya Boudraitskis fue uno de los fundadores de Vperiod («Adelante»), sección rusa de la IV Internacional. Ese grupo se ha ampliado para fundar el Movimiento Socialista de Rusia (RSD), del que es uno de los portavoces

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