«Sólo existe un sentimiento mayor que el amor a la libertad: el odio al que te la quita« Ernesto Che Guevara Lo sé que puede parecer aburrido deber tratar casi todos los días el caso de Edwin Robelo Espinal, pero no soy yo y tampoco el que buscamos la fama: la tristeza es que desafortunadamente […]
Ernesto Che Guevara
Lo sé que puede parecer aburrido deber tratar casi todos los días el caso de Edwin Robelo Espinal, pero no soy yo y tampoco el que buscamos la fama: la tristeza es que desafortunadamente la vida de Edwin se volvió un infierno y es mi deber que se sepa sobre las continuas torturas, buscando que terminen.
Edwin no está viviendo en su casa, está obligado a moverse continuamente para proteger su vida, escapa como un ladrón acorralado por los policías…. ¡cuando los culpables son ellos!
El sábado 31 de julio de 2010, por la tarde, un sobrino de Edwin tomó prestado el carro del tío sin su permiso (repito, Edwin no puede habitar en su casa si quiere seguir viviendo) y enseguida fue parado por la policía, que obviamente estaba buscando el dueño del carro: se asombraron que el conductor fuera otra persona, lo pararon para interrogarlo sobre el tío y tratar de descubrir dónde se encontraba.
El sobrino, de 16 años, sustrajo el coche, como a veces hacen los adolescentes, para entrenarse a la guía y manejar para dar una vuelta en el barrio… sin contar el gran riesgo qué se estaba metiendo.
La situación concluyó felizmente gracias a la Coordinadora del Comité de los Familiares de los Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), Bertha Oliva, que afrontó el policía, en teoría encargado de preservar la vida de Edwin; el mismo policía de las medidas cautelares hizo presión sobre los policías de la colonia (barrio) Flor del Campo, para que devolvieran al menor.
Este acto solapado y cínico puede ser debido o a una venganza sobre terceros, estilo mafioso (yo como italiana conozco bien estos métodos a «cosa nostra»), y pensaron: puesto que no puedo tocar a Edwin, le creo una presión psicológica persiguiendo sus familiares; o para tratar de hacer venir el mismo Edwin a la posta policial y tal vez…. ¿secuestrarlo, haciendo desaparecer luego su cadáver sin dejar huella?
La impotencia sigue hirviendo en mis venas, no soporto esta impunidad cínica de hombres que están ultrajando la misión de las fuerzas del orden.
No le importa nada del hecho que un funcionario del Departamento de Estado de los EE.UU. haya entrevistado al perseguido, demostrando la preocupación de su país por las violaciones de los derechos humanos: ¡actúan con la seguridad de total impunidad y con la certeza de ser invencibles como los héroes de los dibujos animados japoneses!
En este caso está claro el hecho que tres policías de la colonia de Edwin son los sospechosos de planearlo todo, son los que él reconoció como culpables del homicidio de Francisco Alvarado, el 22 de septiembre de 2009: sencillamente no quieren pagar por este crimen, aprovechando la fuerza de la posición que tienen.
Después del 28 de junio de 2009, la espiral de violencia aumentó espantosamente, cualquier método se considera válido para callar a los opositores del golpe de Estado cívico-militar: esta oligarquía asesina que ha robado el poder está dispuesta a soslayar cualquier acto con tal de tratar de hacer aparecer las cosas como le conviene.
No cedas, Edwin, no dejes que la venganza te enceguezca, no estás solo a combatir contra la violencia institucional, estamos a tu lado porque estamos convencidos que como dijo Martin Luther King… «lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos».
Ida Garberi, periodista de defensoresenlinea.com
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