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Rafael Alegría: «No a las elecciones, sí a la constituyente; es la exigencia del pueblo hondureño en Resistencia»

Fuentes: Rebelión

«Mi vida es la lucha», Nelson Mandela Un lunes en la resistencia, mientras nos acompaña una enorme pancarta del Frente antigolpista con el mapa de Honduras y un enorme gorila que amenaza intentar poseer este maravilloso país, tengo el privilegio de conversar con don Rafael Alegría, como lo llaman aquí en el Frente, con el […]

«Mi vida es la lucha», Nelson Mandela

Un lunes en la resistencia, mientras nos acompaña una enorme pancarta del Frente antigolpista con el mapa de Honduras y un enorme gorila que amenaza intentar poseer este maravilloso país, tengo el privilegio de conversar con don Rafael Alegría, como lo llaman aquí en el Frente, con el respeto que se merece un líder de esta fuerza y el «jefe» de los campesinos, en luchas revolucionarias hace décadas.

«En el campo existe una situación desesperada, ya que primero hay que mencionar los problemas de la falta de lluvia, el hecho que no pudimos sembrar a tiempo, sin fondos, sin ninguna atención existente por el Estado como consecuencia del golpe, no habrá producción para el próximo año: vamos a vivir un hambruna terrible en general, culpa de la negativa de los golpistas para buscar una política de salida de esta situación Si hay una crisis alimentaria, no será culpa de los agricultores, la culpa es del golpe de Estado, que prácticamente impide cualquier trabajo en el campo».

Así comienza la entrevista con don Rafael, que se preocupa con razón y con un sentimiento de impotencia ante la irresponsabilidad y la arrogancia de los gorilletti, pero ¿qué podemos esperar de estos ignorantes, que casi no saben leer ni escribir y fueron seleccionados por los yankees sólo por sus sentimientos de envidia y odio contra un líder pacifista que ha conseguido donar a su pueblo hondureño el valor y la conciencia de decir «NO» a cualquier costo?

Rafael Alegría ha pasado la vida luchando contra a los «terratenientes» (que en italiano se dice «latifondisti»), pero en el idioma de Don Rafael explica claramente que en un país del tercer mundo hay el contraste entre aquellos que no tienen absolutamente nada y unos que lo tienen todo, no hay alternativas que pueden mediar en la situación bajo un gobierno neoliberal.

Es por esta razón que Rafael, ya desde la edad de la secundaria, busca en todas las formas estudiar y ser capaz de luchar por su pueblo «en el campo».

Desde que superó la primaria con 13 años, decide ayudar a sus hermanos campesinos y aceptó trabajar en un curso de alfabetización financiado por la iglesia católica y que se transmitía por radio.

Debemos dejar claro que el único pago para Rafael era el radio para trasmitir los cursos, no los abundantes salarios que la USAID utiliza ahora para financiar la prensa hondureña fascista, que hoy, casi en su totalidad, apoya al gorilletti!

En los años 70, con sólo 18 años, Rafael se dedicó a ocupar la tierra para los pobres y los desposeídos, a denunciar todos los abusos de los grandes terratenientes.

En esa tapa de su existencia, Rafael no podía pensar que años después defendería con su vida y todas sus convicciones políticas el hijo de uno de sus «enemigos», José Manuel Zelaya Rosales, Mel para los que lo quieren (y somos infinitos!), el hombre que decidió traicionar a su clase social y cambiar radicalmente la historia de la subyugación de su país, inculcar la conciencia y el coraje en la gente.

Este maravilloso acto de amor por su pueblo, Mel lo está pagando muy caro, un precio muy elevado, encerrado en una embajada extranjera en su mismo país, obligado a someterse a cualquier tipo de violencia psicológica y física, para tener un corazón y una conciencia limpios, de los cuales, hasta ahora, nadie sabe el precio.

Rafael Alegría siguió su estudio mientras desempeñaba su función como representante de los agricultores. Con el apoyo de una beca de la fundación religiosa alemana «Pan para el Mundo» llegó a graduarse en Derecho.

Don Rafael es totalmente negativo con el neoliberalismo, que ha llevado al mundo a esta crisis absurda, es consciente de que la cuestión de los precios de los productos principales están en las manos de las multinacionales, que ignoran por completo el destino de los campesinos, «al capital lo único que le interesa es el negocio».

Hoy Alegría, con su lucha, es también un ciudadano del mundo, es un líder de la «Vía Campesina», un movimiento internacional de campesinos y pequeños agricultores, mujeres rurales, indígenas, gente sin tierra, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas que se dedica a defender los valores y los intereses básicos de los miembros. Es un movimiento autónomo, plural, multicultural, independiente, sin ninguna afiliación política, económica o de otra forma. Las 148 organizaciones que forman la «Vía Campesina» provienen de 69 países de Asia, África, Europa y las Américas.

Sus objetivos son la producción de alimentos sanos, la soberanía del pueblo sobre la tierra y la descentralización de la producción de alimentos y de las cadenas de distribución.

La importancia de la obra de don Rafael y su organización se tiene que señalar conociendo que el 58 por ciento de la población en Honduras es de origen rural, lo que significa que los agricultores, los sectores indígenas y rurales van a tener una participación activa y dinámica en la Asamblea Constituyente, sin embargo, los recursos del país son: tierra, agua, bosques, minas y semillas, «así que vamos a tratar de recuperar todos los recursos rurales para el bien de todo el país, no como ahora que están al servicio de 8 familias y de las multinacionales «.

«Hay que poner fin a esta hegemonía fascista, tenemos que rechazar esta farsa electoral en forma activa, no reconocer estas manifestaciones ilegales que se celebrarán en el terror, en la opresión y en la violencia de un brutal golpe de Estado». La represión y las amenazas a la integridad física por parte de la inteligencia militar hondureña son muchas, pero la gente se niega a callarse y denuncia el gobierno ilegítimo, esta dictadura de los soldados; la ONU ha informado de la presencia de paramilitares colombianos en Honduras, pagados por los empresarios y terratenientes, y ha también denunciado el tráfico de drogas, principalmente en el área rural.

Don Rafael me dice que el campo es una de las zonas más afectadas por el golpe de Estado. En 2008 el Presidente Zelaya apoyó la promulgación del decreto que inició la Reforma Agraria y en el Instituto Nacional Agrario (INA) se depositaron las documentaciones de los expedientes de los derechos de los agricultores para la asignación de la tierra.

Un grupo de 55 compañeros, encerrados en el INA, fue la defensa de todos los términos legales y esenciales para proceder a la asignación de la tierra después del golpe … ¿en qué se terminará ahora, que el Gorilletti arrestó a los campesinos y sus compañeros que los estaban cuidando?

Una vez más, tenemos que señalar la Mano Pachona de los EE.UU. y sus corporaciones que están tratando de borrar, desaparecer completamente y destruir lo que Mel Zelaya ha hecho por su pueblo, por una solidaria Nuestra América y por la democracia mundial.

Lamentablemente, me doy cuenta de que quedamos muy pocos a gritar esta denuncia, sobre todo en los países que se creen desarrollados, como Italia, donde prefieren volver la cabeza y no mirar la violaciones graves que se están cometiendo en Honduras.

Quiero hacer un llamamiento a todos los periodistas con conciencia y que aman la verdad, por favor, ahora no podemos bajar la guardia, no podemos considerar que la situación en Honduras ya no es una noticia interesante y echarla en el olvido, al revés: es precisamente en momentos como estos que nuestra denuncia es esencial para dar fuerza y continuar la lucha, y como dijo Alda Merini, una poetisa italiana desaparecida hace poco, «todo lo que hacemos es sólo una gota en el océano, pero si no lo hacemos, aquella gota, tu gota, faltará para siempre».

* Ida Garberi es la responsable de la página en italiano del sitio web de Prensa Latina

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.