Jorge «Tambero» Zabalza está bastante más delgado de lo que siempre fue. Es «normal», ya que ha sobrevivido a una importante operación que lo puso al borde de la muerte y esta le ha pasado factura. Sin embargo, Zabalza no es hombre de rendirse nunca. No lo hizo en los tiempos en que andaba armado […]
Jorge «Tambero» Zabalza está bastante más delgado de lo que siempre fue. Es «normal», ya que ha sobrevivido a una importante operación que lo puso al borde de la muerte y esta le ha pasado factura. Sin embargo, Zabalza no es hombre de rendirse nunca. No lo hizo en los tiempos en que andaba armado junto a sus compañeros tupamaros, menos lo va a hacer ahora que tiene claro que sus sueños revolucionarios aún no encontraron un puerto para atracar. Crítico acérrimo del actual Frente Amplio («le arrebató las banderas a la derecha») y de la deriva claudicante en que cayeron varios de su propia tribu, Zabalza sigue creyendo en la Revolución, en las ideas impostergables de Artigas y Raúl Sendic (padre), y orienta desde su experiencia a quienes puedan leerlo desde otra generación.
Estas son las respuestas del Tambero, obtenidas en Montevideo en una tarde relativamente fresca de la primavera rioplatense, en un octavo piso del barrio La Aguada, desde donde podía verse el puerto montevideano.
-Estamos en América Latina frente a una embestida que unos caracterizan de brutal, y que otros señalan como momentos de mucha complejidad. ¿Cómo analizás esta coyuntura desde el Uruguay de hoy?
-El Uruguay de hoy es un ejemplo muy claro de lo que ha sido el retroceso, desde el punto de vista ideológico, de los planteos revolucionarios. La imposibilidad de llegar con el mensaje revolucionario al pueblo, a los oídos populares. No quiere decir que perdamos el convencimiento sobre la necesidad de hacer la revolución, pero sí que la concepción revolucionaria se tiene que replegar a una especie de grupo pequeño que cultivan esa idea; estamos obligados a discutir esto entre nosotros y no con el pueblo porque se ha instalado una hegemonía ideológica que hace la apología de la democracia burguesa, donde el gran valor que hay es la tolerancia aunque sea a la idea fascista.
En Uruguay, hace poco, un señor estanciero golpeó con un rebenque a un peón de 55 años, lo lastimó todo porque el peón le reclamó que trabajaba 14 horas por día, y hemos tenido que escuchar afirmaciones como «tenemos que contemplar al capataz, ser justos con el dueño del campo». ¿Pero este fue un hecho casual, no es lo habitual que sucede en el campo uruguayo, no existen otro casos?». Vamos a hacer investigaciones en los grandes latifundios del Uruguay o en los obrajes madereros, sobre las condiciones en que se trabaja realmente, y después vamos a afirmar si eso es una práctica generalizada o un caso excepcional, porque realmente basta un poco de conocimiento del campo para saber, como lo dijo el Fiscal de la Nación, Jorge Díaz, que esto no es una excepción, existe en el Uruguay. Pero el discurso común, la gente que hace la apología de la democracia, no quiere que exista una contradicción de clase en una estancia, una contradicción tan profunda y tan flagrante que se resuelve a los rebencazos. ¿Qué le queda al peón? Agarrar al cuchillo y darle al capataz, es la única solución, o irse como hizo, pero la reacción de un joven podría haber sido otra. Pero este estado de violencia está tapado en el campo y en la ciudad uruguaya.
En Montevideo dos de cada tres niños viven en un asentamiento, es la cifra del Instituto de Estadística del Uruguay, la cifra oficial: ¿es violencia esto?. Estos niños después son reprimidos por la policía porque son aparentemente «sospechosos». Por ejemplo, acá en Montevideo, existe una policía que ocupa el barrio del Cerro, de Casavalle, de Marconi, una policía que trabaja las 24 horas del día y que paran y lleva presos a todos los adolescentes por «sospechosos», y los meten en la Comisaría, los golpean y luego los liberan, y si vuelven a cruzarse con otros policías, vuelven otra vez a ser apresados. Es decir, la violencia existe. Lo que ocurre, es que hay un temor muy grande a que se desarrolle otra violencia, la social. Por eso se tapa la verdadera violencia que existe, ocultada sobre todo en nuestro país por la impunidad que existe, ¿por que cómo voy a escandalizarme cuando golpean a un peón rural si yo soy capaz de perdonar a los torturadores, violadores y desaparecedores de los compañeros y las compañeras, a todos los terroristas y genocidas? Acá hay un personaje que es José Mujica, que está vinculado al campo, que no dijo ni una sola palabra sobre el peón rural, porque si dice algo queda mal con los estancieros, con la sociedad rural, pero además porque ha perdido autoridad para hablar de la violencia después de haber claudicado ante los torturadores y genocidas, por eso no dice una palabra sobre los y las desaparecidas, sobre el caso reciente de Santiago Maldonado, ni dice una palabra sobre la violencia a la que está sometido el pueblo venezolano por parte del imperialismo, o sea, que no es sólo un defensor de la impunidad sino que es un simulador de la existencia de la violencia. Eso es lo que ocurre hoy en el Uruguay, y hace lamentable a este país, que es una especie de vanguardia de lo que ocurre en toda América Latina.
-Sociedades policiales, impunidad… pero de alguna manera la receta única que te ofrecen es la de la urna. Sigue siendo la democracia burguesa la gran quimera para contener toda esta avanzada que sufren los más humildes.
-El discurso es sencillo: te explotan en las fábricas, en la oficina, te explotan haciéndote recoger basura en las calles, te castigan en barrios enteros como sucedió recientemente en el barrio Casavalle; un barrio montevideano ocupado por la policía al estilo de las favelas de Río de Janeiro, y para quejarte tenés que cambiar las cosas, ¿y cómo las cambias? Votando, «vota porque vos vas a cambiar a los gobernantes, y los gobernantes que vengan tal vez no estén del lado de los explotadores, del lado de la oligarquía, tal vez no defiendan a las grandes corporaciones transnacionales, tal vez no quieran las inversiones…Votá que así vas a cambiar las cosas». Sin embargo, a través del voto en el Uruguay se ha logrado llevar adelante una ley media trasgresora como la legalización del consumo de la marihuana. Es decir, se ha perdido el discurso que revelaba las contradicciones antagónicas de la sociedad, que te obligaba a ser revolucionario, y se está desfigurando de manera que vos la única que vía que encuentres para cambiar las cosas sea votando, «si es posible votá en el 2018 al Pepe Mujica que todos te vamos a aplaudir».
-¿Con 82 años de edad y la experiencia reciente de un gobierno que dejó más dudas que aciertos, de vuelta el Pepe Mujica?
-El Pepe tiene todas las condiciones para ser presidente. En primer lugar, hay que analizar la situación de los candidatos de la derecha en el Uruguay, fijemonós que quien tiene mayores cosechas en la opinión pública -y que está primero en las estadísticas- es Lacalle Pou, un aristócrata y con ínfulas además. A él la gente no lo va a votar, es decir, no hay un contendiente fuerte desde la derecha. Además la derecha no tiene ni siquiera un proyecto diferente al del Frente Amplio, hoy en día el Frente le robó el proyecto a la derecha: trajo a los inversores extranjeros, trajo a la planta de celulosa UPM, trabaja para el capital, para los empresarios, protege a los estancieros castigadores, protege al terrorismo de Estado, a los criminales; entonces hoy en día la derecha se quedó sin Programa. En segundo lugar, el FA no tiene otro candidato diferente a Mujica, otro que tenga el nivel de comunicación con el pueblo que tiene él y que además tenga el prestigio que aún posee porque fue un revolucionario, porque su prestigio está asentado en los cientos de compañeros y compañeras que fueron asesinados, y en los miles de uruguayos y uruguayas que fueron torturados y violadas; sobre eso se asienta el prestigio de Mujica no sólo a nivel nacional sino también a nivel internacional. Otro factor es la ambición de Mujica, él es un ambicioso, se le transparenta la ambición y las ganas de volver a ser presidente. Había dicho que iba a estar 2 o 3 días en el Parlamento y que después se iba, y ya lleva 3 años ahí. También había dicho que no iba a ser candidato, pero ahora dice «la gente me está pidiendo que sea candidato», y dentro de unos meses dirá, «los compañeros me piden que sea candidato». Pero además de todo esto, Mujica tiene los dos únicos aparatos políticos que conserva la izquierda Uruguay: el MPP (Movimiento de Participación Popular) y el PCU (Partido Comunista Uruguayo), y son dos aparatos que funcionan sobre todo en Montevideo y Canelones donde se encuentra el mayor electorado. Entonces: Mujica presidente en el 2018.
-Argentina representa -junto con Brasil- la otra cara de lo que significaron estos últimos años de gobiernos progresistas y de otros que fueron revolucionarios. ¿Cómo se vive desde Uruguay, este avance de la reacción argentina?
-¿Dónde está Santiago Maldonado? Vivo lo llevaron, vivo lo queremos! Yo creo que eso concentra todo lo que es la política en Argentina, es decir, la hipocresía de Mauricio Macri, de su gobierno, el discurso de «Vamos a cambiar», como el nombre del partido «Cambiemos», en realidad es llevar adelante la campaña del desierto de José Argentino Roca. Todavía hoy se persigue a la poblaciones originarias y eso provoca que haya un desaparecido en la Argentina. Macri sin embargo es la mejor ayuda que tiene el Frente Amplio en el Uruguay por el temor que despierta la política antipopular y antisindical de Macri. Aquí en el movimiento popular lo que impactó más fue el aumento de las tarifas, esto despertó un temor en la gente, a tal punto que van a preferir otro gobierno del Frente Amplio. Es decir, el mejor aliado del Frente Amplio ha sido Macri, no solo para jugar la copa del mundo en el 2030 sino desde el punto de vista político. La jugada acá en Uruguay es: Cristina Kirchner estaba contra Uruguay, Macri está a favor de Uruguay.
-¿Nadie critica este aparente romance que hay entre Tabaré Vázquez y Mauricio Macri?
-Eso es visto elogiosamente en el marco de la apología del consenso, aquí se cultiva «abracémonos con Macri, con Trump, con Obama, con Soros, con Rockefeller», ellos no son enemigos sino adversarios, la idea de que hay que ser tolerantes con el adversario, que hay que perdonarlo, pero en cambio lo que no hay que tolerar es a «los revoltosos de la izquierda radical» que todavía siguen creyendo en la revolución, a estos sí hay que desaparecerlos, como hicieron con Santiago.
-En tu último libro , «La experiencia tupamara. Pensando en futuras insurgencias», hablaste de la posibilidad de nuevas rebeldías en el Continente. Mirando las protestas en América Latina que se han desarrollado en los últimos meses contra el extractivismo, las masivas movilizaciones de mujeres, etc., ¿creés que eso en alguna medida alienta la posibilidad de nuevos cambios revolucionarios?
-Sí, yo creo que lo más notable en ese sentido es la marcha de los 20 de mayo en Uruguay, porque la tesis social-demócrata decía que el problema del terrorismo de Estado era un problema de los dos demonios: los tupamaros y los milicos; y que el día que se murieran los protagonistas, iba a terminarse con el problema. Sin embargo, la marcha de los 20 de mayo cada día es más joven. Los sindicatos son cada día más jóvenes, esos sindicatos que luchan denodadamente todos los días, como el sindicato de AUTE (Agrupación de Funcionarios de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas) o como el de la Banca Oficial, esos sindicatos que no quieren solo reivindicaciones económicas sino planteos políticos.
-¿Qué pasa con esos sindicatos y el PIT-CNT?
-Bueno, el PIT-CNT ha cambiado, virado en su rumbo político. Nosotros discutíamos mucho en los años 60 con el Partido Comunista (PCU) sobre las vías para hacer la revolución, polémica que incluso terminaban a los cadenazos, pero no podíamos negar que el PCU era un partido clasista, que sus dirigente sindicales pertenecían a la clase obrera y eran clasistas, hoy en día la cúpula del PIT-CNT no es clasista. Esta cúpula juega un papel en la dominación política, el caso cumbre es lo que ocurre hoy en día con el acuerdo marco laboral que se contrajo entre la UPM (fábrica finlandesa que instalará la papelera), el gobierno y el SUNCA. Por supuesto que dirán que el SUNCA no se comprometió en nada y aparecerán en una foto Fernando Pereira y Oscar Andrade abrazándose con los empresarios y con el gobierno. Y este gesto simbólico, arroja sobre el pueblo uruguayo un mensaje de que está bien que venga una inversión extranjera a contaminar el Río Negro (ahora mismo ya no se puede pescar dorado allí), y de que también está todo fantástico con esas inversiones que no dejan absolutamente nada al país, mediante la cual se crea una nueva zona franca que no pagan impuestos y en la que amortizan la inversión en 2 o 3 años. Y además mienten, porque aquí se dijo que iba a ser de 5 mil millones la inversión y ya se sabe que no va a llegar a los 3 mil millones. Yo quisiera ver al PIT-CNT, cuando se sepa donde se va a instalar la nueva planta de celulosa, ocupando ese lugar junto a los trabajadores, diciendo «acá no entran los inversores extranjeros, acá se defiende la soberanía nacional».
-¿Cómo ves la situación de Colombia en el marco del proceso de paz firmado por las FARC?
-Me pregunto si los farianos no tienen miedo de estar desarmados en los lugares de desconcentración, en la Zonas Veredales de Transición y Normalización, cuando los paramilitares siguen armados. ¿No tiene miedo que les digan «vamos a hacer una limpieza?», ya lo hicieron en Colombia con la Unión Patriótica, y lo siguen haciendo con los luchadores sociales en el campo y en la ciudad, y también han asesinado a muchos militantes de las Farc. Yo creo que algo que no se percibe de lo que fueron los tiempos de la lucha armada, es que la boca de los fusiles revolucionarios detenía a los fusiles fascistas, los Golpes de Estado vinieron cuando nosotros ya estábamos derrotados, primero hubo que derrotar a las fuerzas revolucionarias y después vinieron los Golpes.
-En lo que hace a la polémica que abarcó a algunos sectores de izquierda latinoamericana, ¿cuál es tu posición sobre la situación de Venezuela?
Bueno, no puede haber dos posiciones. La imagen más clara para definir a cualquiera es: frente a estos muchachitos que andan enmascarados, los guarimberos venezolanos, que acá son reivindicados como algo normal y pacífico por la televisión uruguaya mientras preparan protestas violentas y atacan al pueblo venezolano, ¿qué ocurriría si el día de mañana estos muchachitos toman una de las ciudades en la frontera con Colombia? Al otro día los paramilitares ocuparían las ciudades, esa es la fuerza que hasta ahora no han tenido. Primero tendremos a los paramilitares colombianos y después llegarán los paracaidistas norteamericanos, la intervención. Lo que le ha fracasado a los yanquis, es que los fascistas de la MUD no han logrado tener la suficiente fuerza en la calle como para poder hacer temblar al gobierno, es decir, lo que lograron en Santiago de Chile en 1973, no lo han logrado en Caracas en el 2017.
Foto: María Torrellas (Resumen Latinoamericano)
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