En las elecciones presidenciales del domingo 26 de noviembre, un masivo voto castigo le propinó una dura derrota al régimen surgido del golpe militar de junio de 2009. El presidente Juan Orlando Hernández del Partido Nacional, se lanzó a la reelección pese a la prohibición constitucional, en virtud de un fallo judicial que lo autorizó […]
En las elecciones presidenciales del domingo 26 de noviembre, un masivo voto castigo le propinó una dura derrota al régimen surgido del golpe militar de junio de 2009. El presidente Juan Orlando Hernández del Partido Nacional, se lanzó a la reelección pese a la prohibición constitucional, en virtud de un fallo judicial que lo autorizó para ello. Durante la campaña recurrió a la compra de votos y las peores formas de clientelismo, y luego de su derrota electoral ha maniobrado para imponerse mediante un escandaloso fraude.
Las autoridades electorales pospusieron el conteo de votos hasta asegurarle mediante la falsificación de actas. En la madrugada del lunes, las autoridades reconocían al candidato de la Alianza opositora, Salvador Nasralla, el 45,17% de los votos frente a 40,21% de Hernández, con el 57,19% de los votos contabilizados. El conteo posterior, marcado por reiteradas «caídas» del sistema de transmisión de datos, fue reduciendo la ventaja de Nasralla hasta otorgarle una ventaja, cuatro días después, a Hernández. Aunque Nasralla es un locutor deportivo ajeno al ámbito político y a las luchas sociales, con un programa burgués moderado, logró capitalizar el repudio a la mafia gobernante, cuestionada por su corrupción, los ajustes contra los trabajadores y los sectores populares y por ser la expresión directa del poder empresarial de Honduras, uno de los países más pobres de Latinoamérica. En los últimos años el saqueo minero imperialista y la construcción de hidroeléctricas provocaron desastres ambientales. La resistencia indígena y campesina fue brutalmente reprimida, con el saldo de decenas de asesinatos por bandas mafiosas vinculadas a los empresarios y al Estado. Entre ellos fue asesinada el año pasado la célebre dirigente indígena y ambientalista Berta Cáceres. El candidato presidencial del Partido Liberal, el tercero más votado, reconoció el triunfo de Nasralla.
En respuesta a las masivas protestas emprendidas por los sectores populares, el miércoles al evidenciarse el fraude, el gobierno decretó un toque de queda entre las 6pm y las 6am. Cada día hay masivos cacerolazos al iniciarse el toque de queda, en abierto desafío al régimen y existe un paro nacional no oficial contra el fraude, con los comercios y empresas funcionando a medias.
La represión policial y militar ha dejado decenas de detenidos, centenares de heridos y al menos siete personas asesinadas. Sin embargo, en la tarde del 4 de diciembre se ha producido un hecho de gran importancia, un motín policial del llamado grupo «Cobra», cuyos integrantes declararon que se negaban a seguir reprimiendo al pueblo movilizado. Se reportaron enfrentamientos entre estos policías y represores leales al régimen golpista.
La dirección opositora, encabezada por el ex presidente Manuel Zelaya, intenta negociar tras bastidores con el régimen y desmarcarse de las acciones de lucha que espontáneamente realizan los sectores populares. Ya la dirección conciliadora de Zelaya tuvo efectos desastrosos durante la lucha contra el golpe de 2009. Durante cuatro meses el presidente depuesto apeló a negociaciones con la mediación del gobierno imperialista de EEUU, brindándole tiempo a la dictadura para consolidarse y creando falsas expectativas en una salida pactada. En el último período, el partido de Zelaya, LIBRE, viene jugando en el parlamento también un rol totalmente adaptado al régimen. Mientras tanto, el gobierno de EEUU, la Unión Europea y la OEA mantienen un silencio cómplice, esperando a ver si se sostiene el régimen y logra controlar la situación o si le retiran el apoyo. Es necesario construir una coordinación de las organizaciones obreras y populares para redoblar la movilización hasta profundizar la fractura de los cuerpos represivos y propiciar la caída del gobierno usurpador, y organizar la autodefensa ante los ataques de los militares y los policías que siguen disciplinados a Hernández.
Es urgente la solidaridad de los trabajadores y los pueblos del mundo con el pueblo hondureño que lucha contra el fraude y en defensa de las libertades democráticas arrebatadas por el golpe de 2009. Hay que exigir a todos los gobiernos latinoamericanos la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas con el gobierno de Honduras y a los trabajadores de todos los países centroamericanos que realicen movilizaciones de solidaridad con el pueblo hondureño.
¡Apoyemos la rebelión contra el fraude electoral!
¡Abajo Juan Orlando Hernández!
Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
Fuente: http://uit-ci.org/index.php/noticias-y-documentos/temas-generales/1273-2017-12-06-00-24-18