
El territorio que Trump quiere anexar a Estados Unidos, 2,2 millones de kilómetros cuadrados situado entre el Atlántico y el Ártico, sufre una pérdida de hielo cinco veces mayor que hace 20 años por el calentamiento global. Científicos advierten de un derretimiento “irreversible y rápido” con impactos “desastrosos” para el planeta.