Las despedidas de los ejecutados por el franquismo son «el género literario que expresa con más emoción el drama de la guerra civil», según Xesús Alonso Montero, quien a sus 92 años sigue recopilando las últimas misivas de presos gallegos.
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Un 23 de enero de 1977 un comando ultraderechista asesinó a Arturo Ruiz en Madrid. Ocurrió en una manifestación que reclamaba la amnistía para los presos del franquismo. Al día siguiente, en una protesta convocada por este crimen, un bote de humo lanzado por la Policía mató a la estudiante Mari Luz Nájera. Unas horas más tarde se produjo la más conocida matanza en el despacio de los abogados laboralistas de Atocha, que dejó cinco víctimas mortales. Se trata de la “semana negra” de Madrid. Aquello de que la Transición fue un período pacífico en España queda en entredicho con estos asesinatos y otros crímenes en todo el país que ocurrieron durante años posteriores a la larga dictadura.
El profesor en la facultad de Educación de la Universidad de León revela que casi la mitad de los libros de texto en España no reflejan la represión franquista y señala tergiversación y equidistancia en varios manuales. También desvela la ausencia de referencias a las mujeres republicanas y a la persecución que sufrieron.
En una entrevista concedida a L’Express el 23 de diciembre de 2020, Emmanuel Macron explicó: «Me construí en el odio, en el rechazo del espíritu de derrota y antisemitismo de Pétain, pero no puedo negar que fue el héroe de 1917 y un gran soldado». El presidente francés podría haber recordado su contribución al aplastamiento de la insurrección en el Rif marroquí en 1925. Con todos los medios de barbarie «civilizada» y aliado con quien se convertiría en el dictador de España: Francisco Franco.
La obra ‘Los ricos de Franco’, de Mariano Sánchez Soler, relata el tránsito de los grandes magnates de la dictadura hacia la democracia sin que nada ni nadie les hiciera rendir cuentas por su pasado.
El 3 de diciembre de 1970 se inició en la Capitanía General de Burgos el juicio sumarísimo contra 16 militantes de ETA, con la petición de 6 penas de muerte y más de 750 años de cárcel. El franquismo había decidido convertir la condena en un acto ejemplar de autoafirmación política. Pero las intervenciones de las personas juzgadas y de sus defensas, pusieron patas arriba su estrategia; el día 9 la vista llegó a su fin cuando los juzgados se pusieron en pie, entonaron el himno vasco Eusko Gudariak y se negaron a continuar con aquel “juicio farsa”. El día 28 se hizo pública la sentencia: 9 penas de muerte.
La ausencia de una política coherente respecto de los archivos españoles, especialmente los relativos a casi todo el siglo XX, es consecuencia de la falta de una política de memoria histórica digna de tal nombre, fruto a su vez de una transición amnésica.
En cada localidad conquistada se saqueaban librerías, editoriales y bibliotecas para hacerlas arder en la plaza pública. Tras la caída de la Alemania nazi el régimen franquista intentó borrar parte de su pasado. Ahora un documental rescata un vídeo inédito de una quema de libros en Madrid.