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La obra ‘Los ricos de Franco’, de Mariano Sánchez Soler, relata el tránsito de los grandes magnates de la dictadura hacia la democracia sin que nada ni nadie les hiciera rendir cuentas por su pasado.
El 3 de diciembre de 1970 se inició en la Capitanía General de Burgos el juicio sumarísimo contra 16 militantes de ETA, con la petición de 6 penas de muerte y más de 750 años de cárcel. El franquismo había decidido convertir la condena en un acto ejemplar de autoafirmación política. Pero las intervenciones de las personas juzgadas y de sus defensas, pusieron patas arriba su estrategia; el día 9 la vista llegó a su fin cuando los juzgados se pusieron en pie, entonaron el himno vasco Eusko Gudariak y se negaron a continuar con aquel “juicio farsa”. El día 28 se hizo pública la sentencia: 9 penas de muerte.
La ausencia de una política coherente respecto de los archivos españoles, especialmente los relativos a casi todo el siglo XX, es consecuencia de la falta de una política de memoria histórica digna de tal nombre, fruto a su vez de una transición amnésica.
En cada localidad conquistada se saqueaban librerías, editoriales y bibliotecas para hacerlas arder en la plaza pública. Tras la caída de la Alemania nazi el régimen franquista intentó borrar parte de su pasado. Ahora un documental rescata un vídeo inédito de una quema de libros en Madrid.
Surge la duda cuando uno habla con Fernando Martínez (Vélez-Blanco, 1949), secretario de Estado de Memoria Democrática desde el pasado enero, de si estamos ante un historiador o ante un político. A lo largo de esta entrevista, realizada en su despacho del complejo de la Moncloa el miércoles 4 de noviembre, se van alternando sus dos caras. La del militante de izquierdas, afiliado al Partido Socialista Obrero Español desde los ochenta (antes fue candidato al Senado por el Movimiento Comunista de Andalucía), bajo cuyas siglas ha sido alcalde de Almería, presidente de la Federación Regional de Municipios y Provincias, senador y director general de Memoria Histórica. O la del historiador, el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Almería, especializado en Memoria Histórica. En ese campo, ha sido el coordinador del Mapa de Fosas de Andalucía, así como de varios proyectos en torno a los Tribunales de Responsabilidades Políticas de Andalucía, la represión franquista de la masonería andaluza y el exilio republicano andaluz de 1939. De lo que no cabe ninguna duda es que estamos ante una persona comprometida con la Memoria Democrática y con las víctimas de la represión franquista.
Dos al menos tuvieron lugar en Asturias, en sendas parroquias de las localidades de Avilés y Villallana (Pola de Lena), en los que se le califica de “defensor del Evangelio” y se dice que su vida fue “ejemplo de cultura y caballerosidad”.
Las imágenes de Francisco Franco inaugurando pantanos fueron muy celebradas por el régimen. Aquellos actos de propaganda servían para redimir el dolor de España “con estas grandes obras hidráulicas nacionales, embelleciendo su paisaje y creando ese oro líquido que es la base de nuestra independencia”, según dijo el dictador en la inauguración del embalse del Ebro en 1952, uno de los más emblemáticos de la época.
Los dictadores del siglo XX no se resistieron a asociar su imagen a una urna. Pero la democracia requiere además otros elementos, como el respeto a las leyes, la utilización no partidista de las instituciones o la libertad de expresión