Los golpistas rampantes de la COHEP y la FENAGH finalmente logran obtener control de la tasa cambiaria para favorecerse, y a un puñado de sus benefactores, usando como slogan el interés de aumentar el valor de la remesas y por otro lado alzando hombros ante la situación caótica a la cual han sumergido la economía […]
Los golpistas rampantes de la COHEP y la FENAGH finalmente logran obtener control de la tasa cambiaria para favorecerse, y a un puñado de sus benefactores, usando como slogan el interés de aumentar el valor de la remesas y por otro lado alzando hombros ante la situación caótica a la cual han sumergido la economía hondureña, con lo cual legitiman la devaluación de la moneda.
Simultáneamente, el gobierno de Porfirio Lobo continua implementando las tradicionales políticas económicas de la ultraderecha hondureña y sus amos imperiales de Washington, el Fondo y el Banco Mundial; demuestra así cínico irrespeto en contra de una nación a la cual jura patriotismo, nos preguntamos ¿de que tipo?
La moneda nacional, El Lempira, continúa devaluado su valor día tras día, después de casi un quinquenio en estabilidad durante toda la administración del Presidente Zelaya. Ahora se re-introduce un claro elemento de la política económica neoliberal que siempre ha mantenido la oligarquía hondureña, una oligarquía con características claras: poco nacionalista, acabada y de dudosa formación académica. Por su parte, los funcionarios de las finanzas hondureñas se comportan como hienas oportunistas en búsqueda desesperada de migajas imperiales. La tasa de cambio les permite mantener sus privilegios a unos y a otros, apoyan a sus amos políticos sin pensar en que su economía cada vez vale menos, su trabajo y sus operaciones financieras, y lo que es peor olvidando a un pueblo entero con menor capacidad de consumo, menor acceso a lo poco que le queda de dignidad económica.
Mientras todas las economías latinoamericanas y del sur en general han revaluado sus monedas frente al dólar y el euro en los últimos 10 años, los directivos del BCH insisten en tomar la palabra del Fondo continuando con un proyecto económico que fracaso, y que trajo miseria al pueblo. Las naciones soberanas del mundo lo tuvieron muy claro; una vez confirmado que la propuesta de Washington traería un colapso global, la gran mayoría de las naciones, desde Asia hasta América, han regulado las tasas cambiarias para engendrar condiciones de protección al interno de las economías en conjunto con una serie de políticas económicas sinérgicas. Nos preguntamos ¿Porque el gobierno hondureño se empecina en ser el único cordero del Fondo, una institución que ha perdido toda credibilidad?
No se trata de crear equidad con el dollar al estilo Menem, sino utilizar la tasa de cambio como una herramienta adecuada a las condiciones particulares de cada realidad nacional, orientando la economía hacia un proteccionismo inteligente que permita beneficiar a la mayor cantidad de sectores posibles, aparentemente es imposible que todos ganen, sin embargo se debe buscar sobre todo beneficiar y revalorizar la fuerza laboral de los trabajadores al interno de la nación, y no de los consumidores al externo de ésta.
Si hemos llegado al punto de que es necesaria una flexibilización del régimen cambiario, y lo venden como algo necesario y saludable para la economía, es porque el resto de políticas han tenido un efecto contrario al bienestar colectivo. ¿Cuándo van a entender los políticos de la derecha hondureña que los economistas del FMI y el BM saben de todo menos de estabilidad para las naciones?; ellos tienen grandes formaciones académicas pero lo que menos les interesa es el bienestar de los pueblos. Son mercenarios de Wall Street y buscan a toda costa controlar la economía de territorios que a sus ojos están destinados a la miseria, beneficiando a un puñado de la elite al estilo de la mejor fórmula imperial de antaño. Los economistas honestos de la izquierda hondureña nunca han pensado así.
Hablan de que las remesas y las exportaciones pierden competitividad, pero lo único que exporta Honduras es ropa y alimentos, ganado y tomates hacia Guatemala y El Salvador, nada más, en nada han superado a pesar de los grandes beneficios que se les dieron. En cuanto las remesas, éstas no deben en ningún momento ser la justificación de políticas públicas a largo plazo. El objetivo de la planificación estatal debe ser la creación de justicia social para promover así la repatriación de estos ciudadanos hondureños, y a priori detener los flujos migratorios progresivamente para que esta gente cree riqueza y desarrollo al interno de las fronteras nacionales.
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