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Ucrania-Rusia

Tensa disputa por el gas

Fuentes: IPS

Rusia y Ucrania se enfrascaron en una fuerte disputa luego de que la compañía rusa Gazprom anunció un aumento en las tarifas del gas, combustible fundamental para la economía ucraniana. Kiev sostiene que se trata de una acción con fines políticos y ya amenazó con represalias. Ucrania, con 50 millones de habitantes, depende en gran […]

Rusia y Ucrania se enfrascaron en una fuerte disputa luego de que la compañía rusa Gazprom anunció un aumento en las tarifas del gas, combustible fundamental para la economía ucraniana. Kiev sostiene que se trata de una acción con fines políticos y ya amenazó con represalias.

Ucrania, con 50 millones de habitantes, depende en gran medida del gas ruso, y quedó en una aun más vulnerable posición después de la crisis política, económica y social que atravesó el año pasado.

La mayoría de las ex repúblicas soviéticas son dependientes del gas ruso subsidiado, y el aumento de precios afectaría a todas, menos a Belarus, uno de los pocos vecinos que aún mantiene relaciones «amistosas» con Rusia.

Las dificultades para alcanzar un acuerdo llevaron a Moscú a amenazar incluso con cortar los suministros.

El Kremlin sostiene que Ucrania debería ser capaz de soportar el aumento de los precios, que pretende quintuplicar, pero Kiev señala que la decisión sólo profundizará la crisis política y sacudirá su economía.

El aumento es visto por Kiev como una suerte de venganza un año después de que fuera electo presidente el liberal Viktor Yushchenko, partidario de que Uncrania se integre a la Unión Europea y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), abandonando su histórica dependencia de Moscú.

El primer ministro ucraniano Yury Yekhanurov dijo en televisión el martes que este país tiene derecho a 15 por ciento del gas ruso que atraviesa su territorio, y anunció que aprovecharía su posición de tránsito hacia el mercado europeo para disuadir a Moscú.

Ocho por ciento de las exportaciones de gas rusas pasan por territorio de Ucrania.

Las autoridades ucranianas añadieron tensión al conflicto en las últimas semanas, ya que no fue sino hasta el martes que excluyeron abiertamente la posibilidad de «desviar» parte del gas ruso.

Ucrania también amenazó con incrementar los precios de arrendamiento a la Flota Rusa del mar Negro, estacionada en la meridional ciudad de Sebastopol.

Armenia, otra ex república soviética, expresó similares intenciones respecto de una base militar rusa en su territorio.

En este tira y afloje, Gazprom –38 por ciento de cuyas acciones son de propiedad estatal– insistió en que podría alcanzar los mercados europeos sin necesidad de Ucrania, pero el domingo señaló que un acuerdo era posible si Kiev aceptaba pagar los nuevos precios parcialmente en efectivo y «en bienes de interés» hasta que «se acostumbre» a las tarifas.

La propuesta rusa tiene el fin de comprar los gasoductos ucranianos, pero Kiev sostiene que eso amenazaría su independencia energética. Si no se llega a un acuerdo pronto, ambos países podrían recurrir a un arbitraje internacional.

Sin embargo, expertos señalan que un aumento en los precios podría ser positivo a largo plazo ya que obligaría a una modernización de la industria energética de Ucrania, caracterizada por una infraestructura obsoleta. Estudios demuestran que 70 por ciento de la energía importada por este país se pierde a causa de la ineficiencia.

El gas será un tema candente en las próximas elecciones parlamentarias, ya que los gastos en este combustible representan una considerable porción del presupuesto ucraniano, sobre todo en invierno.

El aumento de las tarifas podría agravar la ya difícil situación económica de muchas familias ucranianas, lo que podría ser echado en cara al gobierno de Yushchenko.

Los comicios parlamentarios de marzo podrían ser tan decisivos como los presidenciales, ya que, según una reforma constitucional que entrará en vigor en 2006, el órgano legislativo designará a un nuevo primer ministro con poderes sin precedentes.

Es poco probable que el gobierno de Yushchenko logre sacar a la población de su actual estado de desconfianza y desilusión.

A las penas económicas que afectan a la gente común se le añaden los casos de corrupción en el gabinete anterior y la crisis política que terminó con el despido de la entonces popular primera ministra Yulia Timoshenko.

El escándalo acabó con muchas de las ilusiones creadas por la llamada Revolución Naranja de 2004, las manifestaciones populares que para muchos ucranianos significaban el fin de los gobiernos corruptos y autoritarios.

Pero, desde la elección Yushchenko, pocos avances se han logrado, excepto en materia de libertad de expresión.

Las expectativas eran muy grandes, y por eso reina la decepción.

El problema es que esas expectativas eran «algo irreales», porque crearon la ilusión de que «los más jóvenes y los mejor educados ucranianos finalmente tendrían la oportunidad de gobernar y traer nuevas ideas», señaló el analista Alexander Demyanets, del independiente Centro Razumkov de investigación política y económica.

Hubo un cambio en la atmósfera de la política ucraniana, con una mayor influencia de los medios de comunicación y de la opinión pública, pero la mayoría de las figuras tanto del gobierno como en la oposición siguen siendo las mismas, «exponen ideas similares, hacen promesas semejantes y usan tácticas parecidas para atraer votantes», sostuvo Demyanets.

Hace un año, las elecciones parlamentarias hubieran sido una opción entre dos visiones diferentes de país, pero ahora la elección será «entre el menor de los males», añadió.

En un electorado mayormente indeciso, el Partido de las Regiones, del ex primer ministro Viktor Yanukovich, lidera las encuestas con 17 por ciento de las intenciones de voto, seguido por el Bloque de Yulia Timoshenko, con 12,8 por

ciento, y el Partido Nuestra Ucrania, de Yushchenko, con 12,4 por ciento.

Yanukovich, un ex pro ruso de la antigua guardia, es la única figura política que ha ganado popularidad en los últimos meses, y de seguro cosechará aun más apoyos tras la crisis del gas, pues muchos votantes ucranianos ven ahora con cierta nostalgia las otrora amistosas relaciones con Rusia.

Otros acusan a Moscú de involucrarse una vez más en los asuntos internos ucranianos.

Pero el consejero del Kremlin, Oleg Pavlovski, dijo días atrás a la prensa que Ucrania no debía esperar otra clase de trato. «Si tu amante te abandona, no le dejas tu tarjeta de crédito», afirmó.