Me apuesto el cuello a que no tenéis ni idea de dónde estamos», bromea Welat, un lugareño de Qandil, mientras nos conduce carretera arriba en su 4×4. Welat juega sobre seguro ya que esto no es más que una carretera perdida de una zona que, probablemente, jamás haya sido cartografiada correctamente. Y es que estas […]
Me apuesto el cuello a que no tenéis ni idea de dónde estamos», bromea Welat, un lugareño de Qandil, mientras nos conduce carretera arriba en su 4×4. Welat juega sobre seguro ya que esto no es más que una carretera perdida de una zona que, probablemente, jamás haya sido cartografiada correctamente. Y es que estas montañas constituyen la frontera natural entre Turquía, Irán e Irak atendiendo a los mapas convencionales, y el mismísimo corazón de esa entidad no reconocida a la que llamamos Kurdistán, si conseguimos olvidarnos por un momento de la tiranía geopolítica.
Los kurdos que controlan la región se jactan de que «ni Alejandro Magno ni Saddam Hussein llegaron nunca a controlar este territorio indómito». Difícil, pues, trazar las líneas de un mapa sobre estos valles de piedra.
Tras dos horas de ascensión desde la localidad de Qaladidza (Kurdistán Sur), nos cruzamos con un vetusto camión cisterna amarillo. A pesar de lo espectacular de la vista sobre las montañas y el desierto de Kurdistán Sur al fondo, su conductor está concentrado en su penoso descenso. No ha de ser fácil conducir semejante «monstruo» ladera abajo por una carretera que, literalmente, se deshace bajo tus ruedas.
Después de pasar el último puesto de control del Gobierno kurdo en Irak, llegamos a una aldea que, según Welat, vive casi exclusivamente del contrabando de gasolina. No hacía falta ni mencionarlo: Un grupo de mujeres recoge unos cuantos bidones vacíos de una enorme pila a la entrada del pueblo. Un poco más adelante, los hombres cargan sus mulas con los recipientes de plástico. A continuación, las caravana de animales se dirige ligera hacia un camino que se pierde en el bosque, y se cruza con otra con la cabeza gacha por el peso de la gasolina iraní que transporta sobre sus lomos. Obviamente, nos encontramos ya en algún lugar cercano a la frontera persa.
Enseguida reparamos en que el camión cisterna amarillo con el que nos hemos cruzado no había venido a repartir su carga, sino que bajaba repleto de miles de litros de combustible, descargados desde otros tantos miles de bidones.
«Si no fuera por los bombardeos, esta gente tendría una vida bastante digna», asegura Welat, mientras observamos la febril actividad de una familia que descarga los bidones de sus mulas. Porque, al igual que el combustible, las bombas llegan también desde el otro lado de la frontera. A simple vista, sólo las manchas negras dejadas por los proyectiles indican la situación de muchas de estas aldeas de color tierra.
«Cuando oímos las explosiones corremos hacia la carretera y esperamos allí hasta que pasa todo. A veces pueden ser días enteros», se queja Hassan, uno de los lugareños. «Los persas dicen que bombardean exclusivamente los campamentos del PJAK, pero es mentira; las bombas caen a cualquier hora y en cualquier sitio», continúa este hombre vestido con el salwar, el pantalón bombacho tradicional, y que vive del contrabando de líquido inflamable en una zona que parece arder con demasiada facilidad.
Sea como fuere, no hay duda de que quien controla este valle es la guerrilla kurda a la que hacía mención Hassan. Los contrabandistas han de pagar una tasa por cada mula cargada, un impuesto que el combatiente-cobrador justifica por la «conservación de la ruta libre de islamistas radicales».
Ocalan, presente
Pero si algo evidencia aún más la presencia de la guerrilla del PJAK en este valle es un puesto de control, a poco más de un kilómetro del pueblo. Una caseta flanqueada con sendas banderas amarillas con el rostro de Abdullah Ocalan, fundador y líder del PKK prisionero en Turquía, en la que hacen guardia dos guerrilleros.
Welat, nuestro conductor, saluda cortésmente al centinela del checkpoint y le indica que sus pasajeros son sahafine (periodistas). Éste mira por la ventana el interior del vehículo y nos saluda con un herati («bienvenidos», en kurdo), posando su mano derecha a la altura del corazón. Justo ahí lleva una insignia con el mismo rostro de Ocalan de las banderas que hay a su espalda; un símbolo comparable, para los kurdos, al retrato del Che, visible en un mural sobre una roca cercana. Justo al lado, sobre la ladera de la montaña, se despliegan las siglas «PJAK», escritas con piedras pintadas de blanco.
Poco después llegamos a la primera aldea «oficialmente» controlada por el PJAK. Welat nos invita a tomar el té en su casa, donde Biryar Gabar, comandante del PJAK, nos espera junto a otros dos guerrilleros.
PJAK, el partido por una vida libre en kurdistán
Según los fundadores del PJAK, éste dio sus primeros pasos en 1997 como un movimiento estudiantil pacífico antes de constituirse oficialmente en 2004 como partido afiliado al PKK. Al parecer, el grupo tuvo su inspiración en el establecimiento del Gobierno Autónomo de Kurdistán Sur, así como en la lucha del PKK en Turquía. Una de las primeras iniciativas del PJAK fue la de boicotear la campaña que pretendía rebautizar a los kurdos de Irán como «persas étnicos» o «arios». Después de diversos ataques sufridos por activistas e intelectuales kurdos, el PJAK se trasladó a la relativamente segura región de Qandil, en Kurdistán Sur, a pocos kilómetros de la frontera persa.
La guerrilla del PJAK está compuesta en su mayoría por kurdos de Irán, la mitad de los cuales son mujeres. En su página web (www.pjak.org), el PJAK asegura que sus operaciones no están dirigidas tanto a atacar posiciones militares iraníes como a defender la actividad de sus intelectuales y demás activistas civiles.
Amnistía Internacional ha denunciado que Irán ejecutó a cinco kurdos en Irán el pasado mes de julio, uno de los cuales tenía 15 años. La ONG añade en dicho informe que la República Islámica ocupa el primer puesto en ejecuciones de menores por delante de Sudán, China y Pakistán.
http://www.gara.net/paperezkoa/20081130/109405/es/Territorio-PJAK-viaje-nucleo-resistencia-kurda-Iran
Antiguo ingeniero químico y hoy uno de los líderes de la guerrilla de los kurdos de Irán, Biryar Gabar habla en exclusiva para GARA desde el macizo de Qandil.
Se ha afirmado en más de una ocasión que el PJAK no es otra cosa que el PKK pero bajo otras siglas. ¿Es esto cierto?
No podemos negar que compartimos una línea tanto estratégica como ideológica con el PKK. Igualmente, aceptamos a Abdullah Ocalan como nuestro líder y creemos firmemente que sus ideas han de traer la libertad a los 40 millones de kurdos separados por las fronteras de Siria, Turquía, Irán e Irak. La diferencia fundamental entre ambas organizaciones es que mientras nosotros luchamos por los derechos políticos y culturales de los kurdos de Irán, el PKK lo hace por el de todo nuestro pueblo en general. Por otra parte, el PKK es más efectivo en sus operaciones porque tiene más experiencia en combate.
También se apunta a una posible conexión CIA-PJAK.
El régimen islámico de Irán reprime duramente a los kurdos de Irán por varias razones. Primero, porque somos sunitas y no chiítas; segundo, porque no somos persas, y tercero, porque, según Teherán, los kurdos de Irán contamos con el apoyo de Occidente. Algunas autoridades iraníes no tienen escrúpulos a la hora de afirmar que el PJAK fue creado por EEUU e Israel, los principales enemigos de la República Islámica. En realidad, esto no es más que una manera muy burda de matar dos pájaros de un tiro. Yo le puedo asegurar que el PJAK no tiene relación alguna con ningún país extranjero. Si así fuera, no estaríamos reivindicando los derechos de los kurdos de Irán. Es más, Turquía está llevando a cabo bombardeos en la región gracias a la ayuda de EEUU, que le da las posiciones de la guerrilla. Y esa información llega a Teherán vía Ankara. En otras palabras, Irán nos bombardea con la ayuda de EEUU.
¿Existe algún tipo de conexión entre el PJAK y otros grupos de liberación dentro de Irán?
Irán es un país que cuenta con una gran diversidad étnica. Hay azeríes, baluchis, árabes, kurdos… Desgraciadamente, el poder está completamente en manos de los farsis, que no llegan a constituir la mitad de la población. Al igual que el PKK, el PJAK tiene un espíritu internacionalista por lo que apoyamos la lucha por la libertad de cada pueblo. Se ha mencionado más de una vez que pudiera haber algún tipo de coordinación entre jondallah (la guerrilla baluchi) y nosotros, pero de momento no hay más que un sentimiento de solidaridad y de apoyo mutuo hacia nuestras respectivas causas.
El PKK está incluido dentro de la lista de «organizaciones terroristas» por la Unión Europea y Estados Unidos, pero no así el PJAK. ¿A qué cree usted que se debe esta diferenciación entre ambos grupos?
Lo más justo sería reformular esa pregunta: ¿Por qué es el PKK una «organización terrorista»? ¿Por qué se considera «terrorista» al Gobierno de Teherán, y no así al de Ankara? ¿Acaso no se está cometiendo un genocidio sobre nuestro pueblo en ambos países? Para Occidente no somos más que simples peones en el tablero de Oriente Medio. Lo que está claro es que no tenemos, ni esperamos, ninguna ayuda de nadie.
http://www.gara.net/paperezkoa/20081130/109406/es/Iran-nos-bombardea-ayuda-Estados-Unidos